Con demasiada frecuencia escuchamos a personas afirmar que no se quieren. “No me quiero, ¿qué puedo hacer”, se preguntan. Rodeados por unas exigencias emocionalmente convulsas no es difícil caer en el descrédito personal. Unas metas inalcanzables pueden llegar a frustrarnos como personas. La obsesión por alcanzar una perfección irreal nos conduce por una montaña rusa emocional que puede ser fatal.
Sin embargo, no todo está perdido. Es posible quererse. En realidad, es más sencillo de lo que parece, al menos la teoría. La práctica es otra cosa. Si deseamos querernos hemos de comenzar a caminar, y aquí es donde mucha gente, directamente, no da los primeros pasos. Buscamos un cambio milagroso de la noche a la mañana, tratando de minimizar al máximo la inversión de recursos. Este pensamiento es un pequeño error porque todo cambio dirigido conlleva un esfuerzo, incluso el quererse a uno mismo. ¿Preparados para empezar a querernos?
¿Tengo una baja autoestima?
Campos y Muñóz (1992) elaboraron una lista de características de personas con baja autoestima. Aquí se destacan algunas de ellas:
Les cuesta tomar decisiones.
Miedo exagerado a equivocarse.
Piensan que no pueden, que no saben nada.
No valoran su talento.
Miedo a lo nuevo y evitación de riesgos.
Muestran ansiedad.
Pasividad y evitación de toma de decisiones.
Suelen preferir estar solos que con gente.
Se dan por vencidas antes de realizar cualquier actividad.
Piensan que no hacen nada bien.
No conocen sus emociones.
Les cuesta aceptar las críticas.
Muestran pesimismo.
Les cuesta conseguir sus metas.
Etc.
Estas son solo algunas de las características que destacan Campos y Muñoz con respecto a las personas con baja autoestima. El hecho de sentirnos identificados con algún punto no es sinónimo de contar con una mala autoestima. La clave radica en el tiempo. Todos podemos tener una mala racha. ¿Con cuántos puntos nos identificamos? ¿Cuánto tiempo llevamos anclados en esos pensamientos?
¿Por qué no me quiero?
La respuesta a la pregunta que encabeza este apartado no es sencilla. Incluso desde la psicología tampoco existe una respuesta rotunda. Cada uno de nosotros hemos sido moldeados y dirigidos por factores internos y externos. Todos poseemos un historial de aprendizaje particular que nos ha marcado. Como decía el filósofo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Y no le faltaba razón, porque a pesar de tener nuestras motivaciones internas y nuestra forma de ser, las circunstancias también nos influyen.
No quererse puede implicar una multitud de aspectos de lo más diverso. Se puede expresar de forma diferente, pero el fondo es casi el mismo. Algunas personas fuman y beben alcohol. ¿Se podría considerar no quererse? Afirmativo. Es sencillo. Son conductas perjudiciales para el cuerpo y la mente. Siendo así, ¿por qué las llevamos a cabo si sabemos que nos perjudican negativamente? Buscamos llenar un vacío, algo externo que nos haga felices a pesar de que nos perjudique.
Desde pequeños nos enseñan matemáticas, geografía, historia, lenguaje, pero, ¿qué hay de la inteligencia emocional? A nivel general, aprender a querernos es una asignatura pendiente. Desarrollar nuestra inteligencia emocional es una buena idea para comenzar una buena dieta para el amor propio. De esta forma aprenderemos a gestionar nuestras emociones y sentimientos, mirando hacia nuestro interior e identificando de dónde viene aquello que nos atormenta.
“Me preocupo por mí mismo. Tanto si soy el más solitario, como el que tiene más amigos, siempre me voy a respetar a mí mismo”.
-Buda-
Campos y Muñóz (1992) elaboraron una lista de características de personas con baja autoestima. Aquí se destacan algunas de ellas:
Les cuesta tomar decisiones.
Miedo exagerado a equivocarse.
Piensan que no pueden, que no saben nada.
No valoran su talento.
Miedo a lo nuevo y evitación de riesgos.
Muestran ansiedad.
Pasividad y evitación de toma de decisiones.
Suelen preferir estar solos que con gente.
Se dan por vencidas antes de realizar cualquier actividad.
Piensan que no hacen nada bien.
No conocen sus emociones.
Les cuesta aceptar las críticas.
Muestran pesimismo.
Les cuesta conseguir sus metas.
Etc.
Estas son solo algunas de las características que destacan Campos y Muñoz con respecto a las personas con baja autoestima. El hecho de sentirnos identificados con algún punto no es sinónimo de contar con una mala autoestima. La clave radica en el tiempo. Todos podemos tener una mala racha. ¿Con cuántos puntos nos identificamos? ¿Cuánto tiempo llevamos anclados en esos pensamientos?
¿Por qué no me quiero?
La respuesta a la pregunta que encabeza este apartado no es sencilla. Incluso desde la psicología tampoco existe una respuesta rotunda. Cada uno de nosotros hemos sido moldeados y dirigidos por factores internos y externos. Todos poseemos un historial de aprendizaje particular que nos ha marcado. Como decía el filósofo Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”. Y no le faltaba razón, porque a pesar de tener nuestras motivaciones internas y nuestra forma de ser, las circunstancias también nos influyen.
No quererse puede implicar una multitud de aspectos de lo más diverso. Se puede expresar de forma diferente, pero el fondo es casi el mismo. Algunas personas fuman y beben alcohol. ¿Se podría considerar no quererse? Afirmativo. Es sencillo. Son conductas perjudiciales para el cuerpo y la mente. Siendo así, ¿por qué las llevamos a cabo si sabemos que nos perjudican negativamente? Buscamos llenar un vacío, algo externo que nos haga felices a pesar de que nos perjudique.
Desde pequeños nos enseñan matemáticas, geografía, historia, lenguaje, pero, ¿qué hay de la inteligencia emocional? A nivel general, aprender a querernos es una asignatura pendiente. Desarrollar nuestra inteligencia emocional es una buena idea para comenzar una buena dieta para el amor propio. De esta forma aprenderemos a gestionar nuestras emociones y sentimientos, mirando hacia nuestro interior e identificando de dónde viene aquello que nos atormenta.
“Me preocupo por mí mismo. Tanto si soy el más solitario, como el que tiene más amigos, siempre me voy a respetar a mí mismo”.
-Buda-
Empatía
¿Qué tiene que ver la empatía en todo esto? Es fundamental. Cuando nos queremos poco y llevamos a cabo conductas que nos perjudican, no estamos sintiendo empatía por nosotros mismo. El “no me quiero” está relacionado con el “me autodestruyo“. Si cerramos los ojos y nos vemos en el plazo de cinco años, ¿cómo nos gustaría que fuera nuestra vida? ¿Nos gustaría estar sanos? ¿Enfermos? Cuando a pesar de querer estar bien seguimos manteniendo conductas perjudiciales, esto demuestra nuestra escasa o nula empatía por nosotros mismos.
No sentimos empatía por nuestro yo del futuro, así que no cuidamos nuestro presente. No resulta extraño que la gente, con el paso del tiempo se lamente de no haberse cuidado más, tanto física como emocionalmente. “Tendría que haber hecho más ejercicio”, “no tendría que haber fumado tanto”, “tendría que haber ido al psicólogo hace años”… ¿Quién no ha escuchado alguna vez estas frases?
Uno ejercicio meditativo consiste en imaginarnos sentados frente a nosotros mismos en el plazo de un año, de cinco año, de diez años, etc. Lama Rinchen, maestro budista, enseña este tipo de meditación a sus alumnos. El objetivo es desarrollar empatía hacia uno mismo y empezar a corregir aquellos comportamientos y pensamientos que nos perjudican. Si dentro de cinco años nos visualizamos estando sanos, ¿qué mejor que empezar el cambio hoy mismo?
“Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance de toda la vida”.
-Oscar Wilde-
Mirar al frente
Es hora de comenzar a desterrar de nuestras afirmaciones el “no me quiero”. Se trata de una creencia fruto de un aprendizaje, por lo que también podemos aprender a querernos. Sin embargo, aquellos que no se quieren creen que es así y que no tienen razones para dejar de hacerlo. La respuesta es que tenemos muchas razones para querernos y desterrar la conclusión incapacitante de “no me quiero”.
El camino, muchas veces, no tiene por qué ser fácil, pero podemos recoger buenos frutos si, poco a poco, sembramos nuevas y buenas semillas de felicidad. Acudir a un profesional puede ser un paso importante que marque la diferencia. Un psicólogo nos puede ayudar en esta aventura. La meditación también nos puede ayudar a profundizar en nuestros pensamientos más incrustados en el inconsciente. Al mismo, a través de la meditación, también podemos fomentar cualidades como el amor hacia nosotros y hacia los demás.
Comenzar una aventura cuyo objetivo consista en quererse, aceptarse y perdonarse, es una aventura que estará marcada de altibajos. Pero, sin duda, es la mejor aventura que podremos vivir.
“Una persona no puede estar cómoda sin su propia aprobación”.
-Mark Twain-
Francisco Javier Molas López
No sentimos empatía por nuestro yo del futuro, así que no cuidamos nuestro presente. No resulta extraño que la gente, con el paso del tiempo se lamente de no haberse cuidado más, tanto física como emocionalmente. “Tendría que haber hecho más ejercicio”, “no tendría que haber fumado tanto”, “tendría que haber ido al psicólogo hace años”… ¿Quién no ha escuchado alguna vez estas frases?
Uno ejercicio meditativo consiste en imaginarnos sentados frente a nosotros mismos en el plazo de un año, de cinco año, de diez años, etc. Lama Rinchen, maestro budista, enseña este tipo de meditación a sus alumnos. El objetivo es desarrollar empatía hacia uno mismo y empezar a corregir aquellos comportamientos y pensamientos que nos perjudican. Si dentro de cinco años nos visualizamos estando sanos, ¿qué mejor que empezar el cambio hoy mismo?
“Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance de toda la vida”.
-Oscar Wilde-
Mirar al frente
Es hora de comenzar a desterrar de nuestras afirmaciones el “no me quiero”. Se trata de una creencia fruto de un aprendizaje, por lo que también podemos aprender a querernos. Sin embargo, aquellos que no se quieren creen que es así y que no tienen razones para dejar de hacerlo. La respuesta es que tenemos muchas razones para querernos y desterrar la conclusión incapacitante de “no me quiero”.
El camino, muchas veces, no tiene por qué ser fácil, pero podemos recoger buenos frutos si, poco a poco, sembramos nuevas y buenas semillas de felicidad. Acudir a un profesional puede ser un paso importante que marque la diferencia. Un psicólogo nos puede ayudar en esta aventura. La meditación también nos puede ayudar a profundizar en nuestros pensamientos más incrustados en el inconsciente. Al mismo, a través de la meditación, también podemos fomentar cualidades como el amor hacia nosotros y hacia los demás.
Comenzar una aventura cuyo objetivo consista en quererse, aceptarse y perdonarse, es una aventura que estará marcada de altibajos. Pero, sin duda, es la mejor aventura que podremos vivir.
“Una persona no puede estar cómoda sin su propia aprobación”.
-Mark Twain-
Francisco Javier Molas López
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