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viernes, febrero 08, 2019

5 mecanismos psicológicos que permiten a las personas herir a otras

Hay mecanismos psicológicos que permiten a las personas herir a otras. Son estrategias sofisticadas que erigen el comportamiento de la maldad, actos que perfilan un cerebro orientado a obtener beneficios propios a costa de herir a quienes tienen cerca. Así, y a pesar de que nos pueda resultar llamativo y hasta incomprensible, hay quien incluso siente placer con este tipo de comportamientos.

 
 
Los actos perversos existen. Además, a menudo suele decirse que cuanto más inteligente es una persona, más retorcidos pueden llegar a ser sus comportamientos a la hora de manipular a otros, de causar daños. Asimismo, vivir en la propia piel alguna de estas experiencias tras ser víctima o leer sobre ellas, no deja de sorprendernos y, sobre todo, de inquietarnos.

Se supone que el ser humano es, por encima de todo, un ser social. Entendemos que, como tal, deberíamos estar más orientados hacia la cooperación, el respeto y la armonía para garantizar el bienestar del grupo. Sin embargo, como bien sabemos, esto no siempre es así. Albert Bandura, profesor de la Universidad de Stanford y experto en psicología social, nos señala algo interesante.

Las personas no llevan a cabo actos malvados porque sí. El cerebro sabe y entiende cuándo una cosa está mal. Por ello, y para disuadir esa contradicción, lleva a cabo una serie de procesos, de mecanismos psicológicos para justificar determinados actos. La maldad es instrumental, ya que siempre se espera obtener algo a cambio.

“Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.
-Friedrich Wilhelm Nietzsche-

5 mecanismos psicológicos que permiten a las personas herir a otras

Los mecanismos psicológicos que permiten a las personas herir a otras han sido estudiados por autores como Bandura o Gianluca Gini. Este mismo llevó a cabo un estudio en el 2016 en el que se detallan una serie de procesos y estrategias mentales con las que una persona puede llegar a justificar su comportamiento dañino y adverso.
 
1. La justificación moral

Por llamativo que nos parezca, el malvado siempre tiene una justificación moral. Esto podemos verlo, por ejemplo, en los yihadistas. Así, tras sus actos violentos hay algo más que el mero odio al mundo occidental. Está, sin duda, su impulso religioso y moral, la necesidad de obtener prestigio en su comunidad y la aspiración de convertirse en ese muyahidin que, tras perder la vida, es alabado por todos.

Bandura nos recuerda también que en un momento dado, y más allá de la educación recibida, la mayoría podemos llevar a cabo actos violentos si hallamos una justificación moral.

2. Desplazamiento de la responsabilidad

Otro de los mecanismos psicológicos que permiten a las personas herir a otras está en colocar sobre hombros ajenos el peso de la responsabilidad. “He hecho esto porque me lo han ordenado, porque alguien me lo pidió, porque es lo que se esperaba de mí”. Todo ello son razonamientos que vienen a reflejar esa difusión de la propia responsabilidad. 
 
3. La deshumanización

La deshumanización es, sin duda, uno de los procesos psicológicos más temibles. Es ese en el cual la persona lleva a cabo un acto violento porque no ve en el otro a un ser que merezca respeto. Deshumaniza a quien tiene enfrente, lo ve como una entidad sin capacidad de sentir, como alguien que carece de derechos, de razón de ser o existir.

Esto lo pudimos ver durante la Segunda Guerra Mundial con el holocausto y también puede apreciarse en determinados perfiles de asesinos o psicópatas.
 
4. Proyección de la culpa

“Lo he hecho porque él/ella se lo merecía. He actuado de este modo porque me han provocado, porque me han amenazado, porque yo no podía soportar más su comportamiento…”. Estas situaciones conforman uno de los mecanismos psicológicos que permiten a las personas herir a otras más comunes.

Es más, en palabras de Francesc Torralba, doctor en Filosofía en la Universidad de Barcelona, la maldad casi siempre es reactiva. Es decir, cuando una persona entiende que ha sido ofendida, molestada o atacada, se defiende. Lo creamos o no, los actos malvados siempre tienen un porqué detrás aunque a nosotros ese estímulo motivador nos sea muy difícil de entender.
 
5. Distorsión de las consecuencias

La distorsión de las consecuencias da forma a ese comportamiento en el que alguien minimiza los efectos de lo sucedido. Las distorsiona de tal modo que en su mente todo está justificado. Mientras, la otra persona sufre el efecto de ese agravio, de ese ataque, de ese maltrato… 

Para concluir, tal y como podemos ver, los mecanismos psicológicos que permiten a las personas herir a otras se basan en procesos cognitivos muy sofisticados. Bien es cierto que en muchos casos hay detrás un componente patológico que se resume en un trastorno o en el efecto de una educación determinada. No obstante, hay personas cuyo comportamiento no siempre responde a estos factores.

La maldad es real y tiene muchos rostros. Aprendamos a detectarlos y, ante todo, como diría Nietzsche, a no convertirnos nosotros también en otros monstruos.

Valeria Sabater

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