Existen innumerables estudios sobre los beneficios del contacto físico y casi todos llegan a la misma conclusión: el tacto encierra varios secretos relacionados con el bienestar. No es casualidad que sea el sentido que tenemos más desarrollado al nacer.
Desafortunadamente, nos encontramos en una sociedad, sobre todo, en las grandes ciudades, que nos invita a todo lo contrario: a no tocarnos. Cualquier roce se vuelve sospechoso o molesto. Queremos conectarnos con los demás a través de un aparato, a distancia. Poco a poco, perdemos los valiosos beneficios del contacto físico y, aún así, nos preguntamos por qué hay tanto malestar psicológico en el mundo.
“La caricia adormece, y a una región conduce más cercana a la tierra, a su silencio y sueño, bien tendidos, dichosos”.
-Jorge Guillén-
La piel es, literalmente hablando, una extensión del sistema nervioso. Por eso, las percepciones táctiles se traducen casi automáticamente en estados fisiológicos del cerebro. El contacto piel con piel incide en nuestro bienestar y es una valiosa fuente de salud mental. Profundicemos.
La buena salud, uno de los beneficios del contacto físico
La ciencia ha comprobado que un toque amistoso hace que la piel emita una señal al cerebro. El principal efecto de esto es una reducción en la producción de cortisol, la hormona del estrés. Esto, a su vez, desinhibe la producción de linfocitos, que son la primera línea de defensa del sistema inmune.
Así mismo, se comprobó que otro de los beneficios del contacto físico es que incrementa la producción de serotonina, dopamina y oxitocina. Todas esas hormonas tienen un importante papel en la sensación de bienestar.
Por ejemplo, hay un estudio con mujeres que sufrían frecuentemente migrañas. A algunas de ellas se les proporcionó un masaje simple. Todas las que tuvieron acceso a ese contacto físico, experimentaron que su dolor disminuía. En otra investigación, se aplicó una descarga eléctrica a algunas voluntarias. Las que tomaron de la mano a su marido sintieron con menor rigor la descarga.
El contacto físico incide en la persuasión
El doctor Nicolás Gueguen, de la Université de Bretagne-Sud, ha estudiado en detalle los beneficios del contacto físico. Mediante sus experimentos, pudo comprobar que dar un toque sutil, en la parte superior del brazo, incrementa notablemente las posibilidades de que una persona acepte las peticiones de otra.
Se pudo verificar que, por ejemplo, las camareras reciben una mejor propina en los restaurantes, si establecen ese contacto físico con los clientes. A esto se le llamó “el toque de Midas”. Así mismo, en otro estudio se comprobó que la gente estaba más dispuesta a obsequiar un cigarrillo a quienes se lo solicitaban, si habían recibido ese toque suave en la parte superior del brazo.
En otro estudio, se propuso una encuesta callejera falsa. Los resultados indicaron que solo el 40% de los transeúntes mostraba disposición a responder, cuando no había contacto físico. En cambio, cuando se introducía un sutil toque, el porcentaje subía hasta el 70%.
El vínculo con los demás se vuelve más estrecho
En otras de las investigaciones, se comprobó que el contacto físico activaba la zona de córtex cerebral. Esta región tiene que ver con los sentimientos de conformidad y confianza. A partir de estos resultados, se concluyó que quienes se relacionan con los demás usando el tacto, son percibidos como personas más honestas y confiables.
Uno de los experimentos puso a prueba el valor del contacto físico de otra manera. Deliberadamente, dejaron montones de basura regados en la calle. Alguien pedía a quienes transitaban por allí que le ayudaran a recoger los desperdicios. El 63% aceptó prestar la ayuda. Ahora bien, cuando se introdujo un gesto de contacto, la proporción subió hasta el 93%.
Las personas sienten más simpatía por quienes establecen contacto físico con ellas. En Francia, los usuarios calificaron mucho mejor a los vendedores que les daban la mano, o una palmadita en el hombro, que a quienes no lo hicieron. Eso sí, las variables culturales pueden hacer que estos resultados varíen.
El contacto físico con uno mismo
El sexólogo Javier Sánchez ha estudiado el tema del contacto físico con uno mismo. Llegó a la conclusión de que hay fuertes prohibiciones, sobre todo en las niñas, para que toquen sus genitales. Esto tiene un efecto en la vida adulta: muchas sienten como si su propia sexualidad no les perteneciera.
En el caso de los hombres, las familias suelen reprimir y hasta castigar las expresiones táctiles de afecto. Muchas veces, se les insta a que “sean duros”, que no sientan lo que toca su piel. De lo contrario, se les cataloga de frágiles y poco masculinos. Esta es la razón por la que muchos hombres tienen dificultades para acariciar.
Como hemos visto, los beneficios del contacto físico son tantos, que incluso acariciarse a uno mismo tiene efectos positivos. Los primates, que tienen un cerebro menos evolucionado que el nuestro, invierten el 20% de su tiempo en tocarse mutuamente. Por eso cabe la pregunta: ¿sabemos comunicarnos con el tacto?
Edith Sánchez
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