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miércoles, enero 30, 2019

Interpretar las emociones de otros, una cuestión de confianza

¿Sabemos interpretar las emociones de los demás con acierto? A diario, vemos decenas o incluso cientos de expresiones faciales en otras personas. Estas expresiones nos hacen reaccionar de una u otra forma en función de cómo interpretamos dichas expresiones. 

 Pero, ¿realmente interpretamos correctamente las expresiones faciales de los otros? ¿En qué medida confiamos en nuestro propio juicio para confiar en los demás? ¿Hasta qué punto nuestra confianza en el reconocimiento de la expresión de la emoción depende de la información perceptiva u otra información no perceptiva?

No cabe duda de que esta confianza es esencial para evitar situaciones potencialmente peligrosas. Sin embargo, en muchas ocasiones las apariencias engañan, para bien y para mal.

Un equipo de la Universidad de Ginebra, en Suiza, ha probado en qué medida nos sentimos confiados al juzgar las emociones de otras personas y qué áreas del cerebro se activan en este proceso. Sus resultados demuestran que las creencias de nuestra propia interpretación emocional provienen directamente de las experiencias almacenadas en nuestra memoria, y que dicha experiencia, a veces, nos confunde -el pasado no es un perfecto predictor del futuro-. Los resultados del estudio se publicaron a finales de diciembre de 2018 en la revista Social, Cognitive and Afective Neuroscience.
 
Interpretar las emociones de los demás

Todos los días tomamos decenas, cientos de decisiones. Todas ellas implican un cierto grado de confianza en alguien o en algo. Sin embargo, dicha confianza no siempre honra la decisión tomada. A veces nos equivocamos, incluso cuando estamos totalmente seguros de haber tomado la decisión correcta. Eso pasa en todos los aspectos de nuestra vida.

En lo que se refiere a las interacciones sociales, constantemente estamos interpretando las expresiones en las caras de quienes nos rodean. En este sentido, ser conscientes de la subjetividad es primordial a la hora de interpretar las emociones de los demás. En este sentido, los investigadores estaban interesados ​​en probar el nivel de confianza que tenemos en nuestras interpretaciones respecto al comportamiento emocional de otros y en descubrir qué áreas del cerebro se activan durante estas interpretaciones.

Los científicos decidieron medir el comportamiento relacionado con la confianza, pidiéndoles a 34 participantes que juzgaran varios rostros que mostraban una mezcla de emociones positivas y negativas. Cada cara estaba enmarcada por dos barras horizontales de diferentes grosores. Algunas de las caras aparecían con muecas claras de alegría o enfado, mientras que otras eran muy ambiguas.
 
Los participantes primero tenían que definir qué emoción se representaba en cada una de las 128 caras. Entonces, los participantes tenían que elegir cuál de las dos barras era más gruesa. Finalmente, para cada decisión que tomaron, tenían que indicar su nivel de confianza en su elección en una escala que iba del 1 (no muy seguro) al 6 (cierto). Las barras se usaron para evaluar su confianza en la percepción visual, que este caso sirvió como un mecanismo de control.

Los resultados de las pruebas sorprendieron a los investigadores. Según los investigadores, el nivel promedio de confianza en el reconocimiento emocional fue mayor que en la percepción visual, aunque los participantes cometieron más errores en el reconocimiento emocional que con las líneas.

De hecho, explican, aprender el reconocimiento emocional no es tan fácil como el juicio perceptivo. Los interlocutores pueden ser irónicos, mentir o evitar que expresen sus emociones faciales debido a las convenciones sociales. De esto se deduce que es más difícil calibrar correctamente nuestra confianza al reconocer las emociones de otras personas en ausencia de cualquier comentario.

Además, tenemos que interpretar una expresión muy rápidamente, ya que esta es fugaz. Por lo tanto, sentimos que nuestra primera impresión es la correcta, y confiamos en nuestro juicio sobre un rostro de enfado. Por otro lado, juzgar la percepción es un proceso más largo y es sensible a los comentarios directos sobre su precisión. Si hay duda, la confianza es menor que para las emociones, porque somos conscientes de nuestra falibilidad. 

Nuestra memoria influye en la confianza

Los investigadores, mediante resonancia magnética funcional, examinaron los mecanismos neuronales durante este proceso de confianza en el reconocimiento emocional. Explican que cuando los participantes juzgaron las líneas, se activaron las zonas de percepción (áreas visuales) y de atención (áreas frontales).

Sin embargo, al evaluar la confianza en el reconocimiento de las emociones, se iluminaron las áreas vinculadas a la memoria autobiográfica y contextual, como el giro parahipocampal y el giro cingulado.

Esto demuestra que los sistemas cerebrales que almacenan recuerdos personales y contextuales están directamente involucrados en las creencias sobre el reconocimiento emocional, y que determinan la precisión de la interpretación de las expresiones faciales y la confianza depositada en esta interpretación, según explican los investigadores.

Eva Maria Rodríguez

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