Todos pasamos por experiencias que, sin llegar a ser traumáticas, nos descomponen. Una discusión acalorada, ser objeto de alguna injusticia o situaciones similares. Estas dejan un eco que se extiende a veces durante horas y otras veces durante días y semanas. De ahí que sea importante saber cómo recuperar el ánimo después de una experiencia que nos lo ha dejado tocado.
Lo malo es que esos trances complicados, a veces, nos dejan tan abatidos o tan irritados, que el propio estado de ánimo se convierte en fuente de nuevas dificultades. Al mismo tiempo, nos incapacitan para apreciar lo positivo que hay a nuestro alrededor o nos llevan a crear nuevos conflictos para deshacernos de ese exceso de animosidad que queda en nuestro interior.
También sucede que hay personas con conductas tóxicas que nos dejan como envenenados cuando tenemos contacto con ellas. Nos suscitan un estado de ánimo pesado o nos dejan con un sabor muy negativo en el alma. Hay que salir de esos estados tan pronto como sea posible. Para recuperar el ánimo, aquí van tres claves eficaces.
“Mis pies son mi único vehículo, tengo que seguir dándole para adelante, pero mientras me voy, quiero decirte: Todo va a estar bien”.
Bob Marley-
1. Aislar lo negativo, una clave para recuperar el ánimo
Una situación o una persona que nos transmiten algo muy negativo, nos dejan como contagiados de pesimismo y mal humor. Sin que lo notemos se apodera de nosotros una sensación de que todo está mal. Nos ponemos irritables y complicados. Sentimos el malestar, pero no logramos descifrarlo del todo.
Lo primero que hay que hacer para recuperar el ánimo es identificar eso que nos hizo sentir mal. ¿Qué fue exactamente lo que más nos molestó de ese trance difícil? ¿Qué es lo que nos hace sentir tan molestos e irritados? ¿Por qué eso nos atormenta?
Hacer el ejercicio de responder a esas preguntas es muy importante por dos razones. La primera, porque nos permite identificar de manera más precisa las causas de nuestro malestar. La segunda, porque al precisarlas, podemos aislarlas. Ya no sentimos que “todo está mal”, sino que podemos visualizar el área en donde está el problema. Esto nos da tranquilidad y nos equilibra.
2. Identificar los ecos de angustia
A veces sucede que aparentemente logramos recuperar el ánimo después de uno de esos trances difíciles. Dejamos supuestamente de pensar en ello y fijamos nuestra atención en otra cosa. De este modo, apartamos de nuestra mente eso que nos genera malestar. Quizás experimentemos alguna molestia o de tensión; sin embargo, si no le dedicamos nuestros pensamientos, pronto disminuirá en intensidad y nos habituaremos… hasta que finalmente desaparezca.
Sin embargo, es posible que días o incluso semanas después, comencemos a experimentar un sentimiento de angustia. Según el psicoanálisis, “la angustia es un síntoma que no engaña”. Quiere decir que no aparece porque sí y que cuando surge es señal de que hay situaciones que integrar en nuestra historia. Sentimientos y emociones que no han logrado procesarse.
Por lo tanto, la emergencia de esa angustia debe asumirse como un llamado. Una alarma que nos recuerda que tenemos una tarea pendiente. Esos ecos de angustia están ahí para preguntarnos si quizás, en verdad, no pasamos por alto ese trance difícil.
3. Recupera el equilibrio
La mejor manera de recuperar el ánimo es haciendo algo que nos guste y retornando a lo nuestro, después de haber logrado aislar los sentimientos y emociones negativas que nos dejó como poso un trance difícil. Nada ni nadie tiene por qué arruinarnos el día. Es inevitable pasar por esas situaciones molestas que le dañan el buen humor a cualquiera, pero no podemos permitir que estas experiencias hagan carrera.
Por eso, una vez ordenadas las ideas sobre lo ocurrido, vamos a dedicarnos a un menester que nos haga sentir bien. Caben en este cajón muchas y variadas opciones: desde ir a comer un delicioso helado, hasta dar un paseo, tener una conversación con alguien que nos agrade o cualquier cosa que sea estimulante y positiva para nosotros. Es una manera de recuperar el equilibrio y vencer esos restos de malestar que hacen eco.
Sin embargo, mirar hacia otra parte o dejar que nos invada la molestia, por muy tentador que sea, no son caminos que suelan restaurar el equilibrio del que hablamos. El camino más saludable es el de tomarnos un momento para precisar y aislar lo que nos atormenta. Luego, hacer algo que nos guste y después volver a nuestra vida normal, pasando página sobre lo ocurrido.
Edith Sánchez
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