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jueves, noviembre 08, 2018

Los tres filtros de Sócrates

Los tres filtros de Sócrates hacen referencia a una anécdota del gran filósofo griego que ha llegado hasta nuestros días. Esta historia es considerada una gran lección de vida, que se aplica particularmente a aquellas situaciones en las que prima el cotilleo y el rumor.

 
 
Cuenta la historia de los tres filtros de Sócrates que en una ocasión llegó uno de sus discípulos en gran estado de agitación. Le dijo al filósofo que se había encontrado con uno de sus amigos y que este le había hablado de Sócrates con gran malevolencia.

“Para encontrarte a ti mismo, piensa por ti mismo”.
-Sócrates-

Al escuchar esto, Sócrates le pidió que se calmara. Después de pensarlo un momento, le pidió que esperara un minuto. Antes de escuchar lo que tenía para contarle, el mensaje debía pasar por tres filtros necesarios. Si no los superaba, el mensaje no era digno de ser escuchado.
 
Los tres filtros de Sócrates

Como era su costumbre, el sabio griego le formuló una pregunta a su ansioso discípulo. Dicho interrogante era: “¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es verdad?” El discípulo pensó un momento. En realidad, no podía estar seguro de si lo que había escuchado podía catalogarse como malevolencia. Todo era cuestión de perspectivas. “Entonces no sabes si todo es cierto o no”, dijo el filósofo. El discípulo tuvo que admitir que no. 

Luego el gran maestro griego formuló una segunda pregunta: “¿Lo que vas a decirme es bueno o no?” El discípulo contestó que, por supuesto, no era nada bueno. Todo lo contrario. Lo que tenía que contarle eran palabras que, a su juicio, le causarían malestar y aflicción. Entonces Sócrates señaló: “Vas a decirme algo malo, pero no estás totalmente seguro de que sea cierto”. El discípulo admitió que así era.

Para terminar, Sócrates debía plantear un tercer interrogante y así lo hizo. Dijo: “¿Me va a servir de algo lo que tienes que decirme de mi amigo?” El discípulo dudó. En realidad no sabía si esa información le sería de utilidad o no. Quizás solo lo distanciaría de ese amigo, pero teniendo en cuenta que no se sabía si era verdad o no, tal vez saberlo no resultaba útil.
 
La verdad, la bondad y la utilidad

Cuenta la anécdota de los tres filtros de Sócrates que al final el filósofo se negó a escuchar lo que su discípulo quería decirle. “Si lo que deseas decirme no es cierto, ni bueno e incluso no es útil ¿Para qué querría saberlo?, dijo como conclusión.

La verdad, la bondad y la utilidad son los tres filtros de Sócrates. A juicio del filósofo, estas son las preguntas que toda persona se debe formular antes de decir algo. La primera: ¿Estoy seguro de que lo que voy a decir es cierto? La segunda: ¿Lo que voy a decir es bueno? Y la tercera: ¿Es necesario decirlo? 

Este triple filtro es una excelente guía, tanto para lo que vamos a decir, como para lo que vamos a escuchar. Representa un conjunto de parámetros en torno a lo que es una comunicación saludable y constructiva. Por eso esta historia sigue vigente a pesar del paso de los siglos.
 
Cómo aplicar los tres filtros de Sócrates

En la vida cotidiana no es fácil definir lo verdadero, lo bueno y lo necesario. Son conceptos abstractos que a veces resultan difíciles de aplicar. Por eso también hay algunas preguntas adicionales que ayudan a aplicar los tres filtros de Sócrates.

Dichas preguntas son:
  • Frente a lo verdadero: ¿Me consta? ¿Puedo probarlo? ¿Estaría en capacidad de sostenerlo ante cualquier persona? ¿Estaría dispuesto a jugarme mi reputación por esto?
  • Frente a lo bueno: ¿Beneficia o hace sentir mejor a la otra persona o a mí mismo? ¿Despertará emociones positivas? ¿Mejorará la situación de las personas involucradas?
  • Frente a lo necesario o útil: Al conocer ese mensaje, ¿la vida de esa persona o mi vida mejorarán? ¿Podrá esa persona realizar alguna acción práctica con esa información o ese mensaje? ¿En qué le perjudica o le afecta el no saberlo? 

Como lo señalamos al comienzo, los tres filtros de Sócrates están particularmente orientados a los rumores o cotilleos. Aplicándolos se logra detener esos molestos chismes a tiempo. Sin embargo, todo esto también resulta válido para otro tipo de mensajes: los que recibimos a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Buena parte de la información que circula por ahí también tiene un carácter dudoso e insano.

Edith Sánchez

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