Aunque cueste admitirlo, nada volverá a ser igual, pero aunque parezca difícil creerlo es así, las cosas vuelven a su estado normal, tú vuelves a sentirte bien, vuelves a descubrir el placer en algo que algún día te hizo sonreír. No se olvida, no vuelve a ser igual, sigue faltando algo y por ello será distinto, pero lo mejor es saber que también se vuelve a la felicidad.
¿Cuánto dura el duelo? No existen cifras en tiempo que valgan para todos, en anteriores manuales diagnósticos (DSM-IV) sí que especificaban la fecha de dos años para diferenciar un duelo normal de otro patológico. Pero, ¿cómo es posible que un manual pueda determinar cuánto dura el dolor de perder a alguien? Lejos de ser así, el duelo es personal, y cada uno lo asume, lo enfrenta y lo vive como puede.
¿Se llega a superar alguna vez? Me gustaría poder afirmar con voz bien alta que es así, que llega un día en el que ves todo diferente, pero el duelo conlleva sus pasos, sus lágrimas y también su trabajo. Requiere de un esfuerzo aun cuando piensas que no se puede, requiere de sonrisas que ni sabes de donde salen y sobre todo requiere valor. Valor de seguir mirando adelante y caminar, de seguir construyendo y llegar a ver que sí se puede, que aunque nada volverá a ser igual, todo volverá a ir bien.
“Jamás te persigas creyendo que ya deberías sentirte mejor. Tus tiempos son tuyos. Recuerda que el peor enemigo en el duelo es o quererse”.
-Jorge Bucay-
¿Se llega a superar alguna vez? Me gustaría poder afirmar con voz bien alta que es así, que llega un día en el que ves todo diferente, pero el duelo conlleva sus pasos, sus lágrimas y también su trabajo. Requiere de un esfuerzo aun cuando piensas que no se puede, requiere de sonrisas que ni sabes de donde salen y sobre todo requiere valor. Valor de seguir mirando adelante y caminar, de seguir construyendo y llegar a ver que sí se puede, que aunque nada volverá a ser igual, todo volverá a ir bien.
“Jamás te persigas creyendo que ya deberías sentirte mejor. Tus tiempos son tuyos. Recuerda que el peor enemigo en el duelo es o quererse”.
-Jorge Bucay-
¿Cómo podemos ayudar a una persona en duelo?
Usemos la palabra mágica, empatía. ¿Sabes realmente qué es y cómo expresarla? A veces no se necesitan palabras, no necesitan oír un “sé por lo que estás pasando”, porque puede que no sepas ni puedas comprender el dolor por el que está pasando, ni se necesite un “tienes que ser fuerte”. Probablemente ha intentado ser fuerte y no puede, y solo quiere tener a alguien cerca que simplemente esté, que simplemente le acompañe.
Podemos ayudar cuando escuchamos y cuando ofrecemos nuestra ayuda para cosas reales, como hacer la compra, ayudar con los niños, limpiar la casa, cuidar los animales, etc. Una persona en duelo se cuida con fragilidad, porque solo necesita amor y compañía. Necesita un abrazo y un beso y no seguir oyendo que no llore, porque lo habrá intentado pero aún le quedan lágrimas que derramar.
Todo volverá a ir bien, pero ellos ahora carecen de esa certeza. Tienen que negociar con un abismo que no sirve de nada negar. Precipicios escarpados con los que todos hemos tenido que negociar para crecer, para poner un orden propio en el caos.
¿Qué características tiene una persona resiliente?
La persona resiliente tiene grabada la frase “todo volverá a ir bien, aunque nada volverá a ser igual”, confía en que tiene recursos para seguir adelante y, si no los tiene, los busca, los trabaja y los incorpora. La persona resiliente ha soltado la culpa para caminar sola, ya sabe que solo tiene un tiempo determinado para caminar con ella, luego, solo resulta un bulto que no aporta.
Quien es resiliente ha sabido por qué está ahí y cómo ha llegado, recuerda qué ha hecho anteriormente para salir y se nutre de ello. También es verdad que no avanza sola; no utiliza a los demás, pero sabe sacarle partido a su ayuda, colocarles en ese lugar donde realmente son una fuerza.
Una persona resiliente es valiente porque, aunque reconoce el protagonismo del azar, no renuncia a su parte de control. Es consciente de que siempre puede hacer algo por mejorar su entorno. Además, tiene cierta confianza, que podríamos catalogar de ingenua, en que la suerte terminará acompañando a su trabajo y buen hacer.
La persona resiliente confía en su criterio, confía en la vida, confía en sus recursos y confía en su gente más cercana. Sabe que lo que puede perder, por mostrarse insegura y desconfiada, es mucho más grande que lo que puede arrebatarle alguien que se quiera aprovechar de su actitud.
Adriana Díez