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jueves, mayo 10, 2018

Las 3 heridas emocionales del pasado que no te dejan avanzar

Dicen que el pasado siempre está sucediendo y eso es cierto. Cada día de nuestra vida es el fruto de lo que traemos a cuestas. Por más que eliminemos de nuestra conciencia los hechos que ya ocurrieron, todos ellos están presentes en lo que somos hoy y seremos mañana. Por eso es tan importante sanar las heridas emocionales del pasado.

 
 
Con las heridas emocionales del pasado ocurre algo similar a lo que sucede con las heridas físicas. Si sanan y cicatrizan, dejan una huella, pero ya nunca más vuelven a doler. En cambio, si no se tratan adecuadamente, una y otra vez causarán molestias. Puede que se abran de nuevo o incluso, empeoren.

“Cuando sanamos los recuerdos de nuestra vida, el presente se ve de otra forma”.
-Bernardo Stamateas-

Muchos piensan que basta con olvidar lo ocurrido, no pensar en ello, o no darle importancia. Sin embargo, esto no se logra con la simple decisión de hacerlo. En la práctica, todas las heridas emocionales del pasado se mantienen vigentes, a través de un proceso inconsciente. Veamos tres de esas huellas emocionales que pueden seguir gravitando sobre la vida y afectándola negativamente.
 
1. Heridas emocionales del pasado relacionadas con la autoestima

A veces el amor propio se ve seriamente puesto en entredicho por experiencias del pasado. Las diferentes formas de rechazo generan sufrimiento, sin importar las condiciones en las que se produzcan. Es algo que a cualquier ser humano le duele.

Cuando ese rechazo es sistemático, se ha producido a edades tempranas o proviene de figuras muy amadas, se convierte en una herida emocional que es difícil de sanar. Las burlas, ridiculizaciones, desvalorizaciones, críticas constantes o culpabilizaciones infundadas, hacen mucho daño a quien es objeto de ellas.

Los daños al amor propio son heridas emocionales del pasado que pueden pesar toda la vida. En algunos casos, nunca pueden sanar del todo. Sin embargo, con una elaboración adecuada, siempre se consigue que dejen de ser un lastre sobre la confianza en uno mismo, la asertividad y el sentimiento de optimismo frente a la vida.
 
2. Heridas emocionales asociadas a la autonomía

Las heridas emocionales relacionadas con la autonomía tienen que ver con aquellas situaciones en las que se ejerció excesivo control sobre la persona. Lo usual es que alguna figura con poder sobre un individuo haya ejercido un dominio arbitrario, lesionando de este modo la autonomía personal.

Estas heridas corresponden a todas esas acciones destinadas a limitar la libertad y la capacidad de decidir. Ocurren cuando a una persona se le corrige y se le castiga frecuentemente, por razones poco claras. También cuando se le desaprueba constantemente, o se le exige dar cuenta de sus actos hasta en los mínimos detalles. Así mismo, cuando se le trata como inútil o incapaz.

Este tipo de heridas emocionales del pasado llevan a tener muchas dificultades para tomar la iniciativa o decidir sobre diferentes aspectos. Hacen que la persona se vuelva sumisa y pasiva, o extremadamente rebelde sin razón aparente.
 
3. Heridas emocionales del afecto

Las heridas emocionales del pasado que más pesan son las del afecto. Tienen lugar cuando las personas han sido víctimas de abandono, distanciamiento emocional o aislamiento. Quienes dan lugar a ese tipo de heridas son fundamentalmente los padres durante la crianza. Ellos mismos pudieron haber sido víctimas de prácticas similares, y las repiten con sus hijos sin ser plenamente conscientes de ello.

Las heridas relacionadas con la carencia de afecto llevan a que la persona se sienta inmensamente sola en muchas circunstancias. Particularmente en aquellas en las que se sentía vulnerable. Genera la percepción de no sentirse importante para nadie. También se crea la idea de ser poco comprendida o aceptada.

Esas heridas del afecto también traen severas consecuencias para quien las lleva. La principal de ellas es la de convertirse en una persona altamente dependiente de los demás. Se necesita, constantemente, la aprobación de otros. También se busca agradar a los demás, incluso pasando a veces por encima de sí mismos. El estado de ánimo es muy variable, siempre en función de la actitud de otros.

Todas estas heridas emocionales del pasado entorpecen la vida. Lo usual es que detengan el crecimiento y la evolución en uno o varios aspectos de la personalidad. Por lo tanto, es muy importante saldar las cuentas con ese pasado que a veces determina poderosamente cada día. El camino para ello es un proceso de reflexión que conduzca a hacer conciencia sobre lo ocurrido y la forma como impactó.

Edith Sánchez

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