Somos criaturas de costumbres, de eso no queda la menor duda. Se necesita una buena cuota de energía e intención dentro de nuestra mente, para conseguir parar un instante e intentar hacer las cosas de forma diferente a la que estamos acostumbrados.
Hay comportamientos y habilidades muy arraigados en nosotros, como cepillarnos los dientes, nadar, montar bicicleta o conducir el auto. Cuando comenzamos a realizarlas, teníamos que pensar paso a paso en cómo hacerlas.
A continuación, comparto con ustedes tres consejos de la especialista en el tema, Stacy Peterson, y estoy convencida de que pueden serles de utilidad para modificar esos hábitos que nos alejan del bienestar.
1. Abandonar el enfoque de todo o nada
Los grandes propósitos pueden ser muy motivadores al principio, pero intentar cambiar demasiadas cosas a la vez es muy probable que nos lleve a la frustración y abandono de los objetivos propuestos con tanto entusiasmo. En su lugar, es preferible comenzar con cosas pequeñas. Por ejemplo: Si deseas mejorar tus hábitos alimenticios, comienza por tomar decisiones equilibradas y saludables en una comida y construir desde allí.
Descubre tus comidas saludables para el desayuno – harina de avena, huevos, cereal integral, yogur griego, fruta – y asegúrate de comerlas diariamente. Luego concéntrate en la cena (haz tu menú semanal) y mantén los alimentos apropiados y recomendados por la nutricionista. Finalmente, organiza tus comidas del medio día.
Cada pequeña modificación que dura en el tiempo te acercará más al objetivo que te planteas.
2. Buscar oportunidades para hacer cambios
¿Te gustaría ser más atlético y estar en forma? Antes de inscribirte para una maratón de 10Km, intenta caminar un extra de cinco a 10 minutos unas pocas veces al día. Opta por tomar las escaleras cuando puedas e ir a dar un paseo rápido cuando te encuentres sentado demasiado tiempo.
Céntrate en el objetivo y aprovecha cada momento que tengas para moverte. Tu cuerpo y mente lo van a agradecer.
3. Paciencia y perseverancia
Realiza un seguimiento de tus cambios positivos con un diario de alimentos o actividades para que puedas reflexionar sobre ellos. Recuerda siempre que puede llevar tiempo para que veas grandes resultados, y eso está bien.
Si la pérdida de peso es tu objetivo general, céntrate en los comportamientos que te ayudan a llegar más allá de la escala solo. Es importante celebrar tus logros cotidianos, no importa cuán grandes o pequeños. Con el tiempo cosecharás las recompensas de un estilo de vida más saludable y una mejor calidad de vida.
Aunque el cambio es difícil, los caminos hacia diferentes maneras de pensar y comportarnos pueden ser creados y fortalecidos con intención, tiempo y esfuerzo. Con la repetición, estos nuevos hábitos se hacen más fáciles y se convierten en la norma.
¿Cómo hacerlo?
Trata de incorporar un nuevo comportamiento en algo que ya estás haciendo de manera cotidiana. Por ejemplo: Si deseas agregar ejercicio físico a tu día, camina alrededor de la cuadra dos veces más mientras paseas al perro o vas al quiosco por el periódico o a la panadería. Si quieres hacer de la gratitud una prioridad, la próxima vez que estés en la ducha, reflexiona sobre las personas o los acontecimientos de tu vida que aprecias, y da las gracias mientras te duchas.
Determina cuál es tu pequeño cambio para instaurar esta semana, e intenta adherirte a dicho cambio. Por ejemplo: Agrega un vegetal a tus comidas del medio día y de la cena cada día. O reserva tiempo al principio de cada semana para crear un plan de comidas y lista de comestibles saludables.
Elige a un miembro de la familia, amigo o colega que podría ser capaz de apoyarte en ese cambio que estás buscando hacer. Si tienes un amigo que es un compañero de entrenamiento físico, de motivación o un gran incentivador, por favor, sé humilde y acepta su ayuda.
Elije un cambio de comportamiento coherente con tus valores, que responda a la pregunta ¿Para qué lo hago?’ Y no ‘¿Por qué lo hago?’. No escuches la voz interna que te dice que estás cansado: nuestro cerebro está muy entrenado para buscar excusas. Esa voz interior saboteadora puede llegar a ser muy pesada y convincente. Y esto último se asocia a la procrastinación, el mal hábito de retrasar actividades que deben atenderse.
También ten en cuenta que la meditación puede convertirse en un hábito fundamental. Para muchos, esta es una excelente manera de comenzar el día ya que ayuda a lidiar con el estrés cotidiano, vivir de manera consciente, estar en el presente y otras cosas más.
Cada vez más personas se dan cuenta del poder de la meditación, cuando se convierte en un hábito, pues nos puede ayudar a cambiar otros hábitos. Nos hace conscientes de nuestros procesos internos, al permitir que observemos mejor los fenómenos. Cuando no somos conscientes de nuestros pensamientos e impulsos que surgen en el fondo de nuestra mente, estos adquieren poder sobre nosotros. Pero cuando aprendemos a observarlos, los podemos soltar con menor dificultad.
La meditación puede ser un medio interesante para observar esos pensamientos, y ser más conscientes de su existencia. Una frase de Thich Nhat Hanh, líder espiritual, apoya lo anterior: “Meditar no quiere decir luchar con un problema. Meditar significa observar”.
DRA. IRIS LUNA
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