La ecpatía es un nuevo término complementario a la empatía, que permite el apropiado manejo del contagio emocional y de los sentimientos inducidos. Este concepto fue propuesto por el doctor y catedrático en Psiquiatría J.L. González para definir el proceso voluntario de exclusión de sentimientos, actitudes, pensamientos y motivaciones inducidas por otros.
La ecpatía no es lo mismo que la indiferencia o dureza afectiva característica de las personas carentes de empatía, sino que es una maniobra o acción mental positiva compensadora de la empatía, no su mera carencia. Esta acción mental compensatoria nos protege de la inundación afectiva e impide que las emociones ajenas nos arrastren: un riesgo que corren las personas excesivamente empáticas.
Desde este punto de vista, no hay que confundir ponernos en el lugar del otro con instalarnos en el lugar del otro. De alguna manera, este viaje empático es necesario para la compresión, pero también puede ser realmente peligroso cuando nos quedamos atrapados en el otro.
“Si el grado de implicación de una persona que se dispone en actitud empática con otra no es correcto, se corre el riesgo de caer en lo que se llama la trampa del mesías: amar y ayudar a los demás olvidándose de amar y ayudarse a sí mismo”
Ecpatía contra la manipulación
Aunque pensemos que hay personas especialistas en inducir y contagiar emociones, la realidad es que no estamos indefensos ante ellas: tenemos o podemos adquirir las herramientas suficientes para que este “secuestro” emocional no se produzca. Un secuestro emocional que muchas veces está más en la especial sensibilidad del secuestrado que la intención del secuestrador de que el otro se mantenga en este estado. En este sentido, no tenemos que confundir el contagio emocional con la empatía.
La empatía trata con la información valiosa que recibimos de otros. Si solo tenemos en cuenta los puntos de vista, deseos y emociones de lo demás, la convivencia se vuelve desastrosa. Sin embargo, la empatía se queda incompleta sin la capacidad de gestionar el contagio emocional y compensarlo a través de otra cualidad mental.
Mientras la empatía comporta “ponerse en el lugar del otro”, la ecpatía comportaría “ponerse en el propio lugar”, y bien es sabido que ambas cualidades son necesarias. Siendo esta última la acción mental que nos protege de la manipulación o de la inundación emocional por parte de los otros, impidiendo que las emociones ajenas nos arrastren.
“La empatía es una respuesta afectiva más apropiada para la situación de los demás que para la propia”
El punto justo en las emociones está entre la empatía y la ecpatía
Daniel Goleman, autor del libro Inteligencia Emocional, dice que la empatía es básicamente la capacidad de comprender las emociones de los demás en las circunstancias de los demás. Sin embargo, también señala que, en un nivel más profundo, se trata de definir, comprender y reaccionar ante las preocupaciones y necesidades que subyacen en las respuestas y las reacciones emocionales de los demás.
La ecpatía es lo opuesto y a la vez complementario a la empatía. Este proceso voluntario nos sirve para frenar la sobredosis de contagio emocional en situaciones tales como en el cuidado de personas enfermas o en crisis humanitarias, para que no nos termine bloqueando el dolor y también para poder evitar la manipulación mental o incluso la histeria de masas.
Por tanto, no todo contagio emocional es bueno y a modo de conclusión para nuestra salud emocional, lo ideal sería regular la capacidad empática no solo en el sentido de potenciar la capacidad de comprensión, sino también en el sentido de impedir o limitar la extensión de esta experiencia cuando esta puede ser perjudicial para la persona que la vive, para la persona que es empática.
Fátima Servián Franco
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