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domingo, octubre 22, 2017

¿Qué hacer con tu vida cuando no encuentras el camino correcto?

¿Te sientes perdido? ¿No sabes qué hacer con tu vida? Hay personas que en determinado momento sienten que el rumbo que llevan carece totalmente de sentido. De hecho, ningún camino al que puedan optar parece tenerlo y se desesperan en sus incontables intentos que fracasan por conseguir un cambio que se lleve esa sensación. No hay futuro, no hay metas ni objetivos. Se encuentran perdidas.



Todos, en algún momento hemos sido esas personas, nos hemos sentido como si nos encontráramos en un callejón sin salida. Es una situación en la que detectamos, al mismo tiempo, un gran vacío interior: nada fuera, poco dentro. Sin embargo, aunque nos empecinemos en ver culpables por doquier, lo cierto es que a este punto hemos llegado y en él nos hemos adentrado nosotros.
Aunque no queramos reconocerlo, todo lo que hemos hecho hasta este momento -nuestras decisiones, nuestros rechazos, nuestra manera de vivir- nos ha llevado a recorrer este sendero que parece no tener salida.

Una oportunidad para reencontrarte contigo mismo

Cuando no sabes qué hacer con tu vida, cuando has llegado a ese punto en el que no encuentras salida posible, no importa la angustia, la ansiedad, las ganas que tengas de salir de ahí. Nada de eso va a funcionar por el momento. Hay algo que tienes que hacer: reencontrarte contigo mismo.

¿En qué momento has puesto el foco en los demás y te has olvidado de ti? ¿Cuándo has dejado de preguntarte qué es lo que en verdad deseas hacer? ¿Desde cuándo qué hacer con tu vida se convirtió en la última prioridad? La manera de vivir que tenemos nos insta a poner el piloto automático para actuar como si fuésemos robots, evitando ser conscientes del momento presente.

Ahora que te encuentras en ese callejón sin salida, en el que no sabes qué hacer con tu vida, frena. Es el instante perfecto para que puedas ser consciente de ti mismo y de lo que hay a tu alrededor. Para que vuelvas a conectar con el mundo y, también, contigo mismo.

Tus deseos, tus anhelos, lo que en verdad te motiva se harán presentes para señalarte todos esos objetivos que tienes, pero que durante mucho tiempo no has querido ver porque te has desviado del camino. Crees que no hay salida, cuando la solución se encuentra dentro de ti. La motivación nace de uno mismo, pero para ello tienes que saber lo que quieres.
Dentro de ti sabes cuál es el camino correcto. Sin embargo, el tiempo que has pasado viviendo en piloto automático ha menguado tus instintos provocando que ahora te sientas perdido.

Es verdad que en un primer momento la reacción cuando no sabes qué hacer es dar vueltas, patalear, intentar correr en todas direcciones como si fueras un caballo desbocado. No obstante, tiene que llegar el punto en el que te des cuenta de que debes parar para así poder ser consciente de todo lo anteriormente mencionado.

Si no sabes qué hacer con tu vida, empieza a aceptar la realidad

Este es un paso muy importante para poder beneficiarte de todo lo dicho con anterioridad. Sin embargo, también es probable que te des cuenta de que aceptar la realidad ha sido lo que ha hecho que te hayas adentrado en ese callejón sin salida.

Solemos vivir con diferentes expectativas sobre cómo tienen que ir surgiendo las cosas. Termino la carrera, encuentro un trabajo, después al amor de mi vida con quien tendré hijos y viviré muy feliz. Parece perfecto, ¿verdad? El ideal al que muchas personas aspiran. Sin embargo… ¿y si todo se tuerce?

Las expectativas que puedas tener no garantizan que las estaciones con las que te vas a encontrar vayan a ser esas. Lo más probable es que surjan problemas, dificultades y adversidades que hagan que te frustres, te enfades y te niegues a aceptar que en muchas ocasiones lo que sucede no alcanza tus expectativas.

Cuando llegamos a un punto de gran indecisión, quizás sea el momento de consultar con un profesional. Con él descubriremos si lo que toca es volver atrás para localizar el cruce en el que nos perdimos o si por el contrario la solución está en buscar más alternativas para avanzar en el mismo cruce en el que nos hemos estancado. Muchas veces, que terminemos decantándonos por una u otra opción dependerá del precio que estemos dispuestos a pagar por intentar alcanzar una u otra meta.

Hay momentos más propicios que otros para que experimentemos esta crisis existencial. Quizás el primero sea cuando nos convertimos en adultos: tenemos que escoger a qué nos queremos dedicar y cómo deseamos que sea nuestra vida. El segundo, surge en la edad madura, a los 40 años, con una crisis conocida por todos en el que se deja atrás una etapa para comenzar otra.
Las expectativas, en ocasiones, nos impiden ser flexibles con los problemas y dificultades que se nos pueden presentar.

En muchos momentos de cambio, en los que pasamos de una etapa a otra, nos podemos sentir perdidos. Algo que es natural y que en principio no tiene que asustarnos. No obstante, si esto pasa, tenemos que evitar que la sensación de desasosiego nos conduzca al abandono. Los momentos de cambio son también momentos para la inteligencia y la paciencia, para decidir con cabeza, pero también para tomar la opción electa con seguridad. Elijamos lo que elijamos, no faltarán las personas que nos digan que nos estamos equivocando.

Sea retrocediendo o buscando otras alternativas, toda situación tiene una salida. A veces lógica y predecible, otras sorprendente, azarosa y enigmática. Para lo primero vale el trabajar, pero para lo segundo, como decíamos antes, no dejarnos vencer por el desasosiego: la venda más opaca frente a las oportunidades.

Raquel Lemos Rodríguez

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