Todos estamos al tanto del perjuicio para la salud física que conlleva tener cáncer. De hecho, cuando lo diagnostican, se elabora un plan de tratamiento para hacerle frente, atacarlo y, a poder ser, superarlo. Pero muchas veces no se tiene en cuenta la importancia de tener un bienestar psicológico en el proceso.
Padecer una enfermedad como el cáncer puede influir en el desarrollo de otras patologías de carácter psicológico. De esta forma, se da una mayor prevalencia de algunos trastornos psicológicos y de malestar emocional por encima de la población general. Pero, ¿qué factores relacionados con el cáncer juegan un papel en la salud mental? ¡Veámoslo!
“Lo más importante en la enfermedad, es no desanimarse”
-Nikolai Lenin-
Los trastornos psicológicos y el cáncer
De forma concreta, el hecho de estar hospitalizados influye en que aparezcan trastornos adaptativos. También influye que el funcionamiento físico se vea menguado así como la sensación de convertirnos en una carga para los demás. Pero no solo eso, pasa lo mismo con la adaptación inicial a los tratamientos, la experiencia previa frente al estrés y la percepción del apoyo social.
De forma más concreta, en relación con la depresión va a jugar un papel importante la edad o lo avanzada que se encuentre la enfermedad. Además de estos, hay otros como que se den secuelas físicas del tratamiento, que haya antecedentes psicológicos o un bajo apoyo social percibido.
“El cáncer se puede llevar todas mis habilidades físicas. Pero no puede tocar mi mente, mi corazón y mi alma”
-Jim Valvano-
También existe el riesgo de que aparezcan ideas de suicidio. En esto influye que el estadio del cáncer sea avanzado y que su pronóstico sea malo. Al mismo tiempo, suponen un riesgo la presencia de depresión, la sensación de desamparo, la falta de control, el incremento de los síntomas físicos, los antecedentes psicopatológicos y que haya una historia previa de intentos de suicidio.
Por último, se ha encontrado que la prevalencia de trastornos de ansiedad también es mayor. Ser más joven, presentar tendencias ansiosas o dificultades personales juegan un papel incrementan el riesgo de padecer una trastorno de ansiedad. Pero también lo hacen factores físicos como que la enfermedad esté en un estado avanzado, la situación del tratamiento, las recaídas, la toxicidad farmacológica o el dolor agudo no controlado.
La importancia del bienestar psicológico en el cáncer
Dado que en los pacientes con cáncer existe un riesgo real y elevado de que vean deteriorada su salud psicológica, además de la física, es importante estar alerta de los posibles problemas que puedan presentar. Es frecuente que, además de los trastornos mencionados, aparezca malestar emocional o sentimientos de ansiedad o tristeza.
Ahora bien, ¿cómo afectan estos problemas psicológicos a la salud general de estas personas? En realidad, se convierten en un riesgo añadido ya que pueden ser la causa directa de diferentes complicaciones físicas. La depresión, por ejemplo, conlleva una disminución de los hábitos de vida saludables y puede llegar a implicar el abandono del tratamiento o el incumplimiento de parte de este.
“El cáncer es una enfermedad donde el paciente puede contribuir en gran medida para ayudarse a sí mismo si puede mantener su moral y sus esperanzas”
-George Carman-
De forma general, este tipo de dificultades añadidas pueden suponer que los pacientes requieran más servicios médicos. Respecto al tratamiento contra el cáncer, afecta a su adhesión al mismo. También puede generar que haya más dificultades a la hora de tomar decisiones. Por otro lado, puede haber una menor satisfacción con los cuidados médicos o que haya una demanda excesiva de los mismos.
Por todo ello, es beneficioso estar atentos a la salud mental de las personas diagnosticadas con cáncer. Ante cualquier señal de alerta en este sentido recomendamos la consulta con algún psicólogo especializado en este área. Nadie mejor que para evaluar al paciente y programar con él una terapia que le ayude a mantener una salud mental fuerte. Algo, que como hemos visto, tendrá una influencia muy positiva en el pronóstico del propio cáncer.
En concreto, se puede dotar al paciente de estrategias de afrontamiento activo y de cambio. De esta forma, van a hacer frente de forma más adaptativa a toda la emocionalidad que se genera en estas situaciones y van a conseguir regularla mejor. Se ha encontrado que esto mejora la adherencia al tratamiento médico, por lo que la evolución clínica y, en consecuencia, la calidad de vida se ven mejoradas con la intervención psicológica.
Laura Reguera Carretero
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