El autoconocimiento representa la sabiduría y en sí no es un fin a alcanzar, puesto que nunca llegamos a conocernos del todo, ya no porque pongamos más o menos empeño en la tarea sino porque estamos en cambio constante. Pero, a parte de tener un tanto de utopía, ¿qué es el autoconocimiento? Podríamos decir que es un recorrido por el que tenemos la opción de ir aprendiendo y creciendo, fluyendo con el paso del tiempo y nuestras propias experiencias.
Estamos continuamente preocupados con la imagen que damos a los demás, centrándonos en los aspectos más superficiales. Es así como perdemos de vista nuestras raíces más profundas, perdiendo de vista quienes somos realmente.
Como veremos a continuación, el proceso de conocerse a uno mismo requiere de valor, honestidad, amor y responsabilidad. Esto es así porque el autoconocimiento implica liberarnos de los prejuicios, de la culpa, del odio y del rencor. De tal manera que podamos profundizar en nuestra esencia.
“De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a uno mismo”
-W. Shakespeare-
El autoconocimiento nos lleva a nuestra paz
Este camino a transitar, el del autoconocimiento, no es algo que se pueda hacer con prisas, con impaciencia y ansiedad por tener que llegar a algo, como ya hemos dicho en realidad nunca se llega. Cuando aprendemos a escucharnos y atender nuestras necesidades estamos a su vez conociéndonos y madurando cada experiencia por la que pasamos.
“Cuanto más os conocéis a vosotros mismos, más claridad existe. El conocimiento propio no tiene fin: no alcanzáis una realización, no llegáis a una conclusión. Es un río sin fin. Y, a medida que se lo estudia, que en él se ahonda de más en más, encuéntrese la paz. Sólo cuando la mente está tranquila -mediante el conocimiento propio, no mediante una autodisciplina impuesta- sólo entonces, en esa quietud, en ese silencio, puede advenir la realidad”
-J. Krishnamurti-
Estamos habituados al ajetreo mental, a distraernos con facilidad prestando más atención a lo que hacen los demás y a cómo se comportan. Somos expertos en juzgar, criticar, dar consejos, culpar y ver en los demás lo que somos incapaces de ver en nosotros mismos. Todo esto nos sirve para escindirnos por no querer mirar todos los aspectos de lo que realmente somos.
Desprendernos de las distracciones
La interacción con las demás personas es siempre un arma de doble filo y toca uno u otro dependiendo de la actitud que tomemos ante esa interacción. Por un lado, la relación con los demás es imprescindible para el autoconocimiento, ya que en las relaciones es donde más descubrimientos podemos hacer acerca de nosotros mismos. Por otro lado, relacionarse sin conciencia solo nos distancia de los demás y de nuestra capacidad para el conocimiento propio.
Conocernos a través de la relación con los demás implica escucharnos en esa interacción, observar qué nos produce, qué sentimos, y qué emociones se despiertan con cada una de las actitudes que nos agradan o desagradan. Y sobre todo comprender que lo que aparece es algo propio y tiene que ver a cómo somos.
“Para prestar, pues, plena atención a alguna cosa, tiene que haber integración de todo vuestro ser. En efecto: mientras en un nivel de la conciencia deseáis quizá descubrir, saber, es posible que en otro nivel ese mismo saber signifique desilusión, ya que puede, que os haga cambiar totalmente vuestra vida”
-J. Krishnamurti-
Nadie tiene el poder para generarnos un sentimiento o una emoción sin nuestro consentimiento. Para esto hay que entender que siempre estamos siendo cómplices, no víctimas de lo que sentimos. Esto es así tanto para lo agradable como para lo desagradable: cuando siento amor es algo que surge de mí a través de la interacción con otra persona. Piensa, por ejemplo en la rabia, ¿no es algo que suele surgir de ti a a partir de la interacción? Y en todos los casos es algo que tiene que ver exclusivamente contigo.
Practicando la autenticidad
El autoconocimiento nos lleva irremediablemente a la autenticidad, al mostrarnos de una manera más honesta y real ante los demás y sobre todo ante uno mismo, sin pasar así por el autoengaño. Apartando de nosotros la necesidad de complacer o echar la culpa de lo que nos sucede..
“Quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es”
-Jean Paul Sartre-
Al conocernos mejor a nosotros mismos, aumentamos nuestra capacidad para mostrar nuestra autenticidad. Siendo más transparentes y claros, más cercanos al amor y a la apertura del conocimiento. Es en este recorrido cuando exploramos la profundidad del sentido que tiene cada una de las experiencias por las que pasamos.
Descubrimos así como el autoconocimiento, efectivamente, es un mar sin límites, por el que transitamos durante toda nuestra vida, aprendiendo la comprensión y el amor hacia uno mismo. Consiguiendo compartir quienes somos, desde el amor, con los demás a través de la autenticidad.
Rafa Aragón
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