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viernes, julio 01, 2016

Curar lo de adentro para sanar lo de afuera

¿Cuántas veces nos hemos sentido mal sin motivo aparente? Las tensiones que acumulamos en el interior de nosotros mismos se ven reflejadas en nuestro exterior. Investigaciones recientes han mostrado que la tensión psicológica puede transformarse en enfermedades corporales. Para sanar lo de afuera, necesitamos primero controlar lo de adentro, nuestros conflictos internos.



La tensión emocional daña paulatina e inexorablemente al cuerpo, expresándose esta a su vez mediante depresión, ansiedad o estrés. La canalización incorrecta de los conflictos emocionales puede desencadenar en un amplio abanico de enfermedades, como la diabetes mellitus, el lupus y la leucemia.
Para ayudar a quién no quiere ser ayudado, debemos respetar su proceso.

Cuando las emociones nos enferman

En muchas ocasiones, las personas pensamos una cosa y decimos otra, sentimos una cosa y hacemos otra, no somos coherentes con nosotros mismos por miedo al rechazo, al abandono, a la crítica, a perder prestigio y en definitiva al juicio de los demás. De tanto pensar en la valoración ajena nos olvidamos de nuestro propio juicio y esto desemboca en un sinfín de conflictos interpersonales.

Las emociones que no expresamos afectan nuestra salud y se expresan en el cuerpo a través del dolor y la enfermedad. Nuestro cuerpo nos envía señales para llamarnos la atención sobre la existencia de algo que hay que modificar, ya sean pensamientos negativos o creencias distorsionadas arraigadas que limitan nuestra vida. Las distorsiones ocupan un papel predominante al producirse por perturbación emocional.

Estas percepciones y pensamientos distorsionados que realiza el sujeto acerca de sí mismo, del mundo y del futuro, lo llevan a desarrollar estados de ánimo disfuncionales como: fobias, depresión, ansiedad, problemas de autoestima y trastornos obsesivos. Las distorsiones cognitivas son fallos de pensamiento que el ser humano utiliza constantemente para interpretar la realidad de forma irreal.

Estas percepciones están originadas en fallos en el procesamiento de la información y en procesos emocionales en vez de racionales. Pueden basarse en creencias irreales firmes, pero las distorsiones no son en sí misma creencias, sino los hábitos de pensamiento que nos llevan a las emociones negativas.

“El amor que negamos, es el dolor que llevamos”
-Ale Colier-


Control emocional para sanar lo de fuera

Las emociones influyen en el pensamiento y en la conducta, por eso su control es de suma importancia. Cualquier acontecimiento, por simple que sea, despierta emociones muy distintas. Esto es debido al Sistema Límbico, el encargado de que podamos considerar que las emociones forman parte de nosotros y de nuestra forma de reaccionar ante el mundo.

La técnica más simple de control emocional es aprender a evitar lo que nos genera emociones negativas, ya sean personas o situaciones. Aunque hay que tener cuidado con la evitación de las situaciones, ya que puede reforzar el estilo de afrontamiento de evitación, que es poco efectivo en la resolución de problemas. Sin embargo, en el caso de controlar las emociones negativas es necesario.

Otra de las técnicas más naturales y útiles para controlar las emociones antes, durante y después de enfrentarnos a situaciones emocionalmente intensas, es la relajación. Al relajarnos conseguimos un efecto de calma que nos hace enfocar la situación con más nitidez.

Las técnicas más contrastadas para controlar nuestras emociones son las técnicas cognitivas. Para cambiar las emociones tenemos que cambiar los pensamientos, ya que emoción y pensamiento van unidos, y si cambiamos el pensamiento podemos regular tanto nuestras emociones como nuestras acciones. Técnicas cognitivas como el ensayo mental, la detección del pensamiento y el cambio de perspectiva nos ayudarán a curar lo de dentro para poder sanar lo de fuera.

“Presta atención a tu cuerpo, a veces se enferma para sanar a tu alma”
-Andrés Yañez-

Fátima Servián Franco

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