Logo

Logo

domingo, julio 31, 2016

El camino del aprendizaje espiritual

Diferentes maestros a través de la historia han propuesto que hay 2 tipos de aprendizaje espiritual: por sufrimiento y por consciencia, o como se dice comúnmente por las malas o por las buenas.

La mayoría de las personas hacemos del sufrimiento un estilo de vida y de la queja un hábito, nos la pasamos magnificando el dolor de lo acontecido y hasta inconscientemente competimos por ver quién es el que sufre más o le suceden más tragedias para obtener la lástima de los demás. Eso se repite hasta que llega un golpe de la vida que te sacude tan tremendamente que te hace replantearte la vida que llevas, cuestionar tus creencias, mirar la vida con otros ojos y salir de tu zona de comodidad. En otras palabras, aprendes por sufrimiento y el dolor es tan fuerte que te propones no volver a pasar por lo mismo, hacer un cambio completo y aprender de otra manera: por consciencia.

Aprender por consciencia requiere dedicación, paciencia y disciplina. Es hacer un viaje interior con el fin de soltar las cargas que te impiden ser libre, los apegos que te hacen creer que no puedes ser feliz por ti mismo, las expectativas que te hacen creer que debes de lograr ciertas cosas o que sucedan de cierta manera para sentirte valioso. Esto no quiere decir que ya no te sucederán eventos dolorosos pero te permitirá fluir con ellos en base a una aceptación de que la vida es sabia en lugar de resistirte y hacerte la víctima.



A este tipo de aprendizaje algunos lo ven como una gráfica lineal, con altibajos donde lo que importa no es que estés arriba o abajo sino que avances. En lo personal yo prefiero otra opción porque al verlo lineal te puedes mortificar por tener un mal día, ya que sientes que retrocediste y que por más que lo intentes tu crecimiento espiritual es volátil. Yo prefiero verlo como una espiral ascendente, esto es, que a veces te sientes que estás en el mismo sitio, que no has avanzado nada pero al ver tu respuesta a la situación comprendes que cuentas con un nivel más elevado de consciencia, que si este evento te hubiera pasado tiempo atrás te hubiera golpeado mucha más y que hubieras tardado mayor tiempo en reponerte. Es una mejor manera de ver tu evolución y te da confianza para seguir adelante.



Así que tú decides, porque al final de cuentas es una decisión, si prefieres seguir aprendiendo en base a los golpes de la vida al reaccionar a ellos o si prefieres tomar la iniciativa y hacer el esfuerzo por abrir tu mente y cambiar tu corazón. Solo te diré una cosa más, para tomar el camino del aprendizaje por consciencia no es suficiente con tomar cursos, leer libros y desear cambiar, requiere observarte, aceptar lo bueno y malo que encuentres y construir momento a momento tu nuevo yo, porque la iluminación no se contagia y solo tú puedes conseguirla con dedicación, paciencia y disciplina.

Bendiciones

Wilmer Ramírez Valdez

sábado, julio 30, 2016

La vida es injusta, ilógica e incomprensible (si así decides verlo)

Difícil no tener momentos en nuestra existencia donde no cataloguemos a la vida con estos tres adjetivos. Nos sirven de escape cuando algo sucede y nos produce un sufrimiento grande, un gran golpe que nos sacude y nos manda al suelo. En esos momentos dolorosos manifestamos las culturas de la queja y de la escasez y juzgamos como injusta, ilógica e incomprensible una situación por nuestra limitada perspectiva de la vida.



Me puedes decir: Y cómo no hacerlo si se murió mi mamá o mi hijo de 2 años a causa de una enfermedad terminal, si murió mi sobrino adolescente por causa de un borracho irresponsable; si me acaban de diagnosticar cáncer; si mi esposo se quedó sin trabajo; si por más que me preparo académicamente aún tengo un sueldo limitado y gano lo mismo que otros que apenas acabaron la carrera; si después de dedicar años de mi vida mi pareja me dejó para unirse a otra persona; si por más consejos y ejemplo que le di a mi hija terminó embarazada antes del matrimonio; y así la lista de situaciones puede seguir y seguir.

Trataré de desglosar cada adjetivo para por último redondear la idea:

Cuando juzgamos una situación no lo hacemos con objetividad sino desde nuestra mirada limitada guiada por nuestro ego y nuestra falsa idea de inmediatez. Algo es justo cuando lo juzgamos respetando la verdad y damos a cada uno lo que le corresponde; bien dicen que no se puede ser juez y parte, por lo mismo no podemos juzgar una situación de injusta solo porque la realidad no es similar a nuestras expectativas. La realidad simplemente es y no es injusta solo porque llueve el día de la fiesta que tanto hemos tardado en preparar. Para juzgar algo debemos de ver el panorama completo y desde el punto de vista de un observador porque lo que para uno es justo para otro puede parecer injusto. En ocasiones relativizamos tanto que nuestros juicios salen como balas de ametralladora, juzgamos primero y analizamos después.

Lo lógico es lo coherente, juzgamos como lógico si después del número 2 sigue el 3. Lamentablemente hay cosas o eventos que no son absolutos. Puedo pensar que si siembro una planta en un terreno preparado apropiadamente y la cuido con esmero como resultado habrá una planta fuerte, que crezca y produzca frutos, pero puede suceder que a pesar de nuestros esfuerzos la planta muera por alguna condición del clima o de la genética de la semilla. O que si salgo temprano de casa llegaré a tiempo al trabajo pero hay muchos factores que se pueden atravesar como una descompostura del vehículo, un accidente, un bloqueo. Esto está superficialmente fuera de toda lógica, pero es porque desconocemos a fondo la situación. No todo es tan predecible ni secuencial, algo que vuelve loco a nuestra intención de controlar todo a nuestro alcance. 

Por ende, cuando esa situación que sufrimos no tiene explicación aparente por parecernos injusta e ilógica se convierte en incomprensible dado que no la podemos interpretar de acuerdo a nuestras creencias. Nuestra mente se abruma por el dolor y preferimos juzgarlo negativamente y hacernos las víctimas exigiendo una explicación que nos parezca conveniente preguntando el clásico “por qué a mí”. Pero estando en la etapa de duelo es complicado analizar algo fríamente y encontrarle sentido. La mayoría de las veces nos parecen huecas las posibles explicaciones y nos rebelamos ante Dios y ¿sabes qué? Se vale, si para lidiar con el dolor te ayuda de calificar a algo como injusto, ilógico e incomprensible y le reclamas a Él exigiéndole el motivo del por qué pasa algo hazlo. Luego, cuando vaya pasando el dolor tu mente se aclarará y dejará de ver las cosas de forma egocéntrica porque no todo gira a tu alrededor.

Recomendaciones para salir del rol de víctima

Para no ver a la vida como un enemigo y hacer las paces con ella se requiere tener una mirada imparcial y aceptar que la realidad escapa a nuestro entendimiento. Por eso es recomendable:

1. Contar con una persona a nuestro lado que vea las cosas fríamente y nos permita tener una perspectiva abierta cuando sucede un evento y creemos que se nos cae el mundo encima. 

2. Aceptar que hay cosas que no podemos comprender tan fácilmente hasta distanciarnos de ellas. 

o Personas que han perdido un trabajo o terminado una relación y se sumieron en una depresión después de cierto tiempo descubren que permitió que llegara una oportunidad mejor o que aquel evento provocó que soltaran ciertas anclas que las retenían y forzaron a construir a una mejor persona. Así que ten paciencia, mantén la calma y espera con fe que todo saldrá bien. Lo que para mí hace 4 años fue una experiencia terrible hoy lo veo como una bendición.

o Las personas con una enfermedad terminal tienen tiempo de ver su vida y darse cuenta de que hubo un cierto porcentaje de responsabilidad propia en la enfermedad al no manejar apropiadamente emociones y hábitos; cuando hacen algo al respecto de ello ya que no tienen nada que perder y se permiten disfrutar de la vida sin apegos, rencores y expectativas sucede el milagro que han estado esperando. A nivel personal te puedo contar que sufrí de migraña por 18 años, la frecuencia de los ataques era semanal y crecía en intensidad, abusaba de los medicamentos solo para calmar el dolor. Hasta que descubrí que el asolearme, la comida o la herencia no eran el factor más importante sino mi insistencia en controlar lo que pasaba a mi alrededor, que la migraña era el resultado de mi cabeza estrellándose contra la realidad y comprendí que no puedo controlar nada de lo que pasa fuera de mí la migraña cesó sin necesidad de medicina o un tratamiento.

3. Aceptar que hay cosas que no llegaremos a comprender nunca y que solo nos queda confiar. Una muerte, un accidente o ciertas situaciones traumáticas (económicas, de violencia, de salud) pueden provocarte que veas la vida sin esperanza, como un castigo. Tal vez no puedas nunca encontrar un por qué. Si tu mente y tu filosofía de vida te permiten catalogarlo como algo que tuvo que pasar como lección o karma de esta vida o anteriores y eso te trae paz y te permite continuar hazlo y vive tu vida. Si no lo puedes conseguir no te compliques, ve todo como algo con probabilidad de pasar, suelta la obsesión de querer saberlo todo y enfócate en encontrar un para qué. La muerte de esa persona amada fue terrible, pero miles de personas mueren cada día por diferentes motivos, nosotros moriremos algún día, al igual que existen millones de enfermos, pobres, en situaciones de violencia o guerra. Te puedo decir que no eres la única persona que sufre en el mundo, hay personas que sufren más que tú y que al conocer sus casos relativizas tus quejas. Más que enfocarte en encontrar el origen de la situación piensa de la siguiente manera: ya que te pasó eso tienes 2 opciones o vivir amargado, quejándote continuamente, mirando solo lo que te falta o confiando que te lo mandan para fortalecerte, para que mires y agradezcas todo lo que te da la vida, para que aceptes que requieres hacer cambios de tu vida y que esta crisis te dará el empuje que te hacía falta.

Así que no te abrumes por los eventos, lleva tu proceso sin acelerarte, sin caer en juicios rápidos. Date tiempo para sanar pero no le dejes la tarea solo al tiempo, revisa qué te está tratando de decir la vida y evita pelearte con la realidad, acéptala y haz lo que está en tus manos para mejorar. Es tu decisión si una situación te afecta negativamente o te lleva a un nuevo nivel donde eres un mejor ser humano.

Bendiciones

Wilmer Ramírez Valdez

viernes, julio 29, 2016

Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte

Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte. Te haré resiliente. Te haré renacer. Te ayudaré a sostener los bandazos, a remar contra viento y marea, a aprender y a abrir con suavidad el tesoro de la fortaleza emocional.



Porque yo, la vida, me compongo de buenos y malos momentos, de dificultades y de oportunidades, de momentos especiales, de huellas, de cicatrices, de compañía, de soledad, de ansiedad, de sosiego y de esa sabiduría que reflejamos tras los tropiezos más caóticos.

Y es que cuando examinamos nuestra historia comprendemos que todo aquello que vivimos conforma nuestra personalidad; pues el dolor de las heridas que nos construyen y nos ayuda a aceptar, afrontar y transformarnos en las adversidades.

Porque nunca sabemos lo fuertes que somos hasta que ser fuertes es nuestra única opción. Es en este momento en el que nos vemos obligados a contemplar otras realidades más diversas y menos centradas en nosotros mismos y los deseos.

Y es que, tal y como en su día dijo la experta en duelo Elisabeth Kübler- Ross, “las personas más bellas con las que me he encontrado son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada”.


El cuento de la zanahoria, el huevo y el café

Érase una vez la hija de un viejo hortelano que se quejaba constantemente sobre su vida y sobre lo difícil que le resultaba ir avanzando. Estaba cansada de luchar y no tenía ganas de nada; cuando un problema se solucionaba otro nuevo aparecía y eso le hacía resignarse y sentirse vencida.

El hortelano le pidió a su hija que se acercara a la cocina de su cabaña y que tomara asiento. Después,llenó tres recipientes con agua y los colocó sobre fuego. Cuando el agua comenzó a hervir colocó en un recipiente una zanahoria, en otro un huevo y en el último vertió unos granos de café. Los dejó hervir sin decir palabra mientras su hija esperaba impacientemente sin comprender qué era lo que su padre hacía. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro plato. Finalmente, coló el café.

Miró a su hija y le dijo: “¿Qué ves?”. “Zanahorias, huevos y café”, fue su respuesta. La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Le quitó la cáscara y observó el huevo duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su dulce aroma. Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, papá?”

Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo. Pero habían reaccionado en forma muy diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. El café sin embargo era único; después de estar en agua hirviendo, había cambiado el agua.

“¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. “Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿Cómo respondes?¿Eres una zanahoria que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable? ¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un despido, te has vuelto dura y rígida? Por fuera eres igual pero, ¿cómo te has transformado por dentro?

¿O eres como el café? El café cambia el agua, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor mejoren.

Y tú, ¿Cuál de los tres eres?”

Ser un huevo o una zanahoria sólo te perjudica a ti, así que: ¡levántate y sigue! No te pares. Lucha. Porque cuando no vas a tener fuerzas es mañana si lo dejas pasar hoy. Sé fuerte, confía en ti, permanece y comprende que es natural que las dificultades aparezcan.

Entiende que cada piedra en el camino te ayuda a revalorar tu objetivo y te brinda la posibilidad de aprender de aquello que quedaba pendiente. Al fin y al cabo nadie nace aprendido y el triunfo surge de las cenizas del error y de la adversidad.

Raquel Aldana

jueves, julio 28, 2016

Tu niño interior te grita que vuelvas a acercarte a él

Cuando a una persona le cuesta recordar cómo fue en su infancia y qué quería ser de mayor, inevitablemente ese niño que fue está olvidado y mermado, y por tanto su personalidad adulta está de alguna forma un tanto sometida. No sabe cómo amar, a qué mirar y ha dejado de encontrar la gracia en sí mismo.



De tanto diferenciarse para calmarse, de tanto mezclarse con lo que los demás esperan de él, el niño se ha quedado huérfano. Y esto no hace más que complicarle la vida al adulto y ser una copia falsa sin saber muy bien de quién.

La amargura es lo único que ha cristalizado de esta lucha entre tu esencia y el mundo. Pudo ser un bello encuentro, pero buscando el éxito olvidaste que eso solo ocurre a los que realmente son fieles a sí mismos. Ya sea en una cabaña de cartones o en un gran palacete. La tristeza no tiene márgenes ni moldes, traspasa cualquier material por mucho que la disfraces.

Es el momento de parar y escuchar; tu niño interior te grita que vuelvas a acercarte a él.

Yo Padre, Yo Adulto y Yo niño

Eric Berne propuso en su teoría del análisis transaccional que las personas interactúan entre sí mediante transacciones psicológicas, con sus estados del yo: Padre, Adulto y Niño.

Aprendiendo a utilizar el padre para dar cuidados, el adulto para individualizarse y el niño para buscar y recibir cuidados y cariño. Es decir, si la transacción del niño desaparece….¿Cómo puede una persona individualizarse y dar cuidados si ha olvidado de demandar el suyo propio?

Y es que creemos que la vida nos va definiendo y las experiencias nos cambian, pero realmente cabría plantearse si la prueba psicológica que cada uno de nosotros tenemos que pasar es vivir todas esas alegrías y amarguras, sintiendo que nuestro niño interior nos mira y nos reconoce.

Pero la mayoría de la gente ha encontrado más interesante desconectarse de sí mismo y amoldarse a lo que cree que puede resultarle más útil y menos doloroso para vivir. Ha dejado de ser niño y ha pasado a ser copia.

“Nacemos originales. Morimos copias”
-Carl Gustave Jung-


¿Por qué nos negamos a nosotros mismos?

En todo lo que hicimos de niños está el germen de lo que somos ahora. No se trata de hacer una terapia freudiana de 50 sesiones de regresión a la infancia, cada uno de nosotros recordamos muchas cosas sin necesidad de transportarnos a aquella época.

Quiénes eran las personas que nos caían bien instantáneamente, los que nos sorprendían con su humildad, los que solo miraban abajo para tender la mano y dar una sonrisa. Cómo eran los paisajes que nos emocionaban y como nos apasionaba sumergirnos en ellos.

Qué era lo que nos gustaba, las actitudes que nos ahuyentaban de forma espontánea y qué música y arte nos impresionaba. Nuestra creatividad y habilidad para detectar lo auténtico estaba a flor de piel.

Luego crecimos y nos empezaron a decir que estábamos equivocados. Los sensibles se replegaron, los valientes se tornaron demasiado prudentes, los talentosos se volvieron huidizos y demasiado escépticos y los bondadosos temerosos de todo lo que veían alrededor.

Asumimos que soñar estaba mal y que es mejor tener “los pies en el suelo”; aunque a veces lo único que nos apetecía era despegar. Primero la autoridad, luego el miedo al rechazo social, después la dura lucha por la aprobación de los demás y por último la idea de poder, dinero y estabilidad.
Nos transformaron de tal forma que de vivir para fuera, cada vez vivíamos más para dentro. Desconfiando de nuestros sentidos y tiranizados por la mente.

Cómo volver a conectar con tu niño interior

Es tan difícil encontrar pistas que nos den algunas respuestas sobre el porqué de nuestra actual forma de ser, que la mejor forma de hacerlo no es seguir las huellas, sino colocarnos en el punto de partida:
  • Trae a tu mente el mejor recuerdo de tu infancia: ¿Por qué lo fue?
  • Busca los libros y películas que te apasionaron cuándo eras pequeño: ¿Cómo es posible que siendo complejas te apasionaron?, ¿qué había de universal en ellas que lo había también en ti?
  • Recuerda quién te hizo daño y por qué: ¿Has evitado a esas personas en tu vida adulta?, ¿te han seguido provocando rechazo?, ¿qué hay en ellas qué rechazas? Recuérdalo, es la pista para saber quién nunca tendrá que ver contigo y en quién nunca deberás convertirte, pues es tu antítesis espiritual. Lo supiste desde siempre.
  • ¿Cómo te imaginabas de mayor? Quizás ya de pequeño sabías que eras alguien complejo y sensible. ¿Luchar contra eso tiene sentido, aunque digan que no debes ser así para ser feliz?
  • Si no te gustaban las personas que al crecer se volvían grises, ¿por qué consientes que se apague tu luz?
  • ¿Te enseñaron que no eras digno de ser amado?, ¿lo sigues creyendo? Pero, sobre todo, ¿pensabas que llevaban razón?
  • Y por último, si siempre te consideraste especial, ¿por qué has dejado de creerlo?

A veces el mundo se empeña en arrebatarnos la ilusión y las ganas, pero la forma de afrontarlo no puede ser otra que sacando tu verdadera esencia, aunque sufras y duela. La felicidad no debe ser una imposición constante, pero la paz y un espíritu sano son unos buenos compañeros de viaje.

Seguro que puedes superarlo, mira esa foto de cuando eras pequeño cada día e intenta que él/ella esté orgulloso de ti. A pocas personas más le debes ese favor, porque a pocas les importas tanto. Tu niño interior te pide a gritos que vuelvas a acercarte a él, no vuelvas a darle la espalda.

Cristina Roda Rivera

miércoles, julio 27, 2016

3 hábitos para aumentar tu autoestima

Sabemos que una autoestima sana es la mejor base para que una mente funcione bien. Sin embargo, ni la sociedad facilitándonos modelos retocados con ordenador, ni nosotros mismos, corriendo detrás del reloj y apuntando decepciones, somos sus mejores cuidadores. Más bien, a veces parecemos sus peores enemigos.



Por otro lado, hacer frente al estado de inseguridad que nace de una autoestima baja requiere de una estrategia, de un tiempo y de un alto en el camino. Precisamente este artículo pretende ser el hilo conductor de ese pensamiento, señalando 3 hábitos que nutren adecuadamente a nuestra autoestima.

“Si no eres bueno amándote a ti mismo, tendrás dificultades al amar a alguien, debido a que resentirás el tiempo y energía que das a otra persona que ni siquiera te das a ti mismo”
-Barbara De Angelisi-

Aliméntate con consciencia mental

Tenemos a nuestra disposición información suficiente sobre cómo lo que entra por nuestra boca, se recrea en nuestro paladar y descansa brevemente en nuestro estómago condiciona nuestro estado anímico. Ahora que la gastronomía está de moda, podemos decir que la comida guarda emociones y cumple una función más trascendente que la de permitir la vida.

Ahí alimentos que son tan fabulosos que mejoran nuestro estado de ánimo, que nos dan energía, sin apurar demasiado a nuestro sistema digestivo. Alimentos que permiten un descanso placentero, después de una mañana de descanso y una comida pensada, lógica.

Los alimentos estrella con que estimulan la liberación de las llamadas hormonas de bienestar y que contienen las mejores proteínas para sentirnos bien con nosotros mismos son los ácidos grasos omega 3, los frutos secos, las nueces, el aguacate y los pescados azules. 

Trabaja y mejora cada parcela de tu existencia

Esta claro que la autoestima implica el amor por “todo nuestro ser” , por ello es esencial trabajar cada parcela y dimensión de nuestra vida para conseguir la plenitud interior. Una tarea importante y que muchos tenemos como pendiente es el proveernos del placer que acompaña al hecho de estar vivos. Hablo de la fortuna de contar con posibilidades, con alternativas, por escaso que sea el margen para tomar decisiones.

Supone uno de los ingredientes básicos para desarrollar con éxito nuestra autoestima. Si no llevamos a cabo este derecho vital, nos sentiremos presos de nuestro devenir, dejándonos a la merced de las emociones ajenas y sin ganas de vivir nuestro propio desarrollo personal, mermando con todo ello el amor por nosotros mismos. Un rasgo importante que te propongo cuidar es el extender tu atención más allá de tus propios intereses.

Es normal que, si solo valoramos un camino de los muchos que tenemos a nuestra disposición, nos sintamos poco merecedores de la valía que atesoramos. No consideramos otras alternativas y con ello no nos atrevemos a superarnos y conquistarnos interiormente. Recuerda que tienes una responsabilidad: llevar a cabo acciones para cambiar la relación contigo mismo, con ejercicios y actividades complementarias: 

Conocer qué necesitas para tu persona

Con los puntos anteriores ya tenemos todo lo necesario para gozar de una base para una autoestima sana, flexible pero al mismo tiempo robusta. Sin embargo, de alguna manera lo podemos completar con otro hábito: escuchar con amor lo que nos dice nuestro cuerpo y mente. Averiguar qué nos permite amar nuestra existencia y qué acciones iluminan nuestros corazones.


Tienes un sin fin de actividades que te permiten sentirte lleno de vitalidad y ganas por comerte el mundo como bailar, cantar, estar en compañía de los animales o ponerte manos a la obra con aquella meta que tenías aparcada y no sabías por donde comenzar. El concepto que buscamos no es solo mejorar tu autoestima, sino alimentar el resto de fuentes que la alimentan.

Paula Díaz

martes, julio 26, 2016

Mecanismos de defensa, un arma de doble filo

Los mecanismos de defensa son rutinas mentales que empleamos para defendernos de supuestos ataques. Lo cierto es que esta estrategia de protección no siempre es infundada, aunque muchas veces no la elegimos con acierto. Además, este tipo de murallas no funcionan de manera aislada, sino que lo hacen de forma integrada con el resto de mecanismos de nuestra mente.



Freud fue uno de los primeros psicólogos en señalar la existencia de este tipo de defensas dentro del marco psicoanalítico. Su fin último sería conservar nuestra auto-imagen, proteger a nuestra autoestima de emboscadas que muchas veces creamos nosotros mismos en nuestro pensamiento en una especie de juego que es quizá una de las pruebas más evidentes de nuestra incomplacencia, de nuestra falta de estaticidad.

¿Existen los mecanismos de defensa?

Freud afirmaba en el marco de su teoría psicoanalista, continuada por su hija Anna, que los mecanismos de defensa “del yo” están asociados a los impulsos inconscientes. Serían esa reacción que la física postula de manera sencilla: “para cada acción hay una reacción”.

El objetivo de estas rutinas no es más que el de reducir las consecuencias negativas de ciertos eventos, tanto internos como externos. Así, de la misma forma que nuestros músculos se preparan para correr cuando nos sentimos amenazados, también nuestra mente se prepara para defenderse cuando se siente amenazada, cuando percibe que su equilibrio y su lógica es puesta en peligro.

Una persona sana no abusaría de estos mecanismos del mismo modo que una persona sana no suele pasarse corriendo toda la vida. No se trata de que no haya amenazas, sino que las que nos plantea el mundo actual no son leones de la sabana, sino hacer informes, diseñar planes de marketing, formarnos para ser competitivos, etc.

Por lo tanto hay que prestar mucha atención a la manera en que actuamos frente a los estímulos. Por ejemplo, si cada vez que nuestra pareja dice alguna palabra o frase le atacamos, estamos bloqueando la situación e imposibilitando recibir algo positivo. Para defendernos, atacamos y generamos un contexto de lucha que no tiene sentido.

¿Cuáles son los mecanismos de defensa más habituales?

Esas herramientas que empleamos para poder enfrentar la realidad o los hechos traumáticos pueden llegar a ser patológicos y de allí reside la importancia de conocerlos, analizarlos y aceptarlos de manera objetiva. Si bien Freud postuló la existencia de 15 mecanismos de defensa, hay algunos que son más frecuentes que otros. Las 5 más habituales serían:

1. Disociación

La defensa que ofrece la disociación es el distanciamiento con la realidad, en contraste con la pérdida de realidad que se da en la psicosis.

Esta alteración puede ser repentina o gradual, transitoria o crónica. La disociación se genera como un mecanismo defensa del yo ante un suceso que pone en disputa dos ideas o dos entendimientos, el sujeto evita la asociación entre le realidad consciente y el entendimiento del yo dentro del entorno, insensibilizando las emociones o sensaciones.

2. Negación

Puede ser confundido con la disociación. La diferencia reside en que los elementos negativos de una situación son eliminados por completo en la negación y no se reemplazan por otros. Negar la existencia de algo o alguien es un mecanismo de defensa bastante utilizado.

Por ejemplo cuando fallece un ser querido y no se acepta la noticia. La persona se comporta como si el fallecimiento no se hubiera producido, incluyendo a la persona que ya no está en el presente e ignorando a los demás cuando no lo hacen.


3. Proyección

La proyección está asociado a una atribución falaz de las virtudes o defectos propios a los demás. Por ejemplo algo que no nos gusta de nosotros lo trasladamos a un compañero de trabajo, a la pareja o a un amigo.

También puede significar proyectar los deseos o expectativas en los otros. Un caso muy común es el de los padres que quieren que sus hijos “cumplan” todos los sueños que ellos cumplir.

4. Represión

Con la represión el individuo rechaza ideas, recuerdos, pensamientos o deseos relacionados a personas o hechos trágicos o traumáticos. Los contenidos que han sido desaprobados quedan fuera de un lugar accesible a nuestra conciencia.

Sin embargo, la bolsa en lo que acumulamos lo reprimido no es infinitamente grande ni lo reprimido es manso o tranquilo, de esta forma tiende a manifestarse aunque sea de una manera difusa y aparentemente poco relacionada con el contenido de lo reprimido.

5. Regresión

Como su nombre lo indica, la regresión quiere decir “regresar” al pasado o a una etapa anterior del desarrollo, es decir, más infantil. Por ejemplo, cuando un niño se encuentra por primera vez con su hermano menor recién nacido puede comenzar a chuparse el dedo, volverse más anárquico en su comportamiento, no hablar claro, etc.

En un joven puede suceder cuando regresa al hogar paterno durante las vacaciones de verano de la universidad. En esas semanas experimenta un “volver” a ser adolescente o niño y no se plantea las situaciones como un adulto.

Como podemos analizar, los mecanismos de defensa nos ayudan en cierta medida a que nuestra vida sea un poco más “armoniosa” y podamos alejar de nuestra mente de todo aquello que nos hace mal.

También pueden considerarse como una manera de escapar de la realidad, de no aceptar lo que nos sucede y de mentirnos a nosotros mismos. ¿En dónde reside la diferencia? En cuánto ahínco se ponemos en mantenernos a resguardo y en qué momento nos damos cuenta de que nos estamos haciendo más daño ocultando, negando o cambiando las situaciones.

Yamila Papa

lunes, julio 25, 2016

Los 6 tipos de duelo

El duelo es uno de esos estados con los que todos los seres humanos nos encontramos varias veces a lo largo de la existencia. Aún no hemos nacido y ya comenzamos a perder. A su vez, cada pérdida implica un sufrimiento que debe ser tramitado y superado.



Lo común a todo duelo es que implica una pérdida. Sin embargo, y dado que las pérdidas pueden ser de diversa naturaleza, también existen diferentes tipos de duelo. Se habla de “duelos evolutivos” cuando se refieren a las pérdidas que implica el paso de una edad a otra. También se mencionan los “duelos sociales”, como la pérdida de un empleo, la jubilación, el destierro, etc.

“Solo las personas capaces de amar intensamente pueden sufrir un gran dolor, pero esta misma necesidad de amar sirve para contrarrestar sus duelos y las cura”
-Leo Tolstoy-

Sin embargo, los duelos que más dificultades traen son los que se originan en la pérdida de personas amadas, especialmente por muerte. Esto se debe en gran medida a que la mayoría de las veces se acaba el vínculo, pero no el amor del que está compuesto, ni los sueños, fantasías y esperanzas que lo acompañan. Por eso el sufrimiento es intenso y demanda un gran trabajo para ser superado. Desde el punto de vista de la pérdida afectiva, existen varios tipos que vamos a describir a continuación.

Duelo anticipatorio

Este duelo tiene lugar cuando se tiene conciencia de que se sufrirá una pérdida inminente, pero esta no se ha concretado todavía. Se produce cuando, por ejemplo, se prepara un divorcio, un largo viaje, cuando se presenta una enfermedad terminal o se programa una eutanasia.

La diferencia con respecto a otros duelos es que en el anticipatorio los sentimientos suelen ser mucho más ambivalentes e inestables. Como la persona está todavía ahí, los dolientes alternan la cercanía y la distancia: quieren sentir por última vez la presencia de esa persona, pero a la vez temen el apego que esto genera. En estos casos, lo mejor es expresar los sentimientos abierta y directamente con la persona que se va a ir.

Duelo ausente

Es una forma de duelo en la que quien se encuentra afectado bloquea sus sentimientos. Pretende actuar como si nada hubiera sucedido y se vuelve completamente hermético al tema. De hecho, si lo menciona, no le da un valor diferente al que le daría a cualquier otro asunto.

En este caso lo que opera es un mecanismo de negación. Es tan fuerte el impacto, que la persona no se siente capaz de afrontarlo. Por eso se enfoca hacia otros aspectos de la vida. El problema es que el dolor oculto siempre retorna, bien sea en forma de irritabilidad, ansiedad o de una enfermedad física, entre otros.

Duelo crónico

El duelo crónico se presenta cuando una persona no logra elaborar la pérdida de un ser querido. De uno u otro modo, se resiste a aceptar lo ocurrido y se enfoca obsesivamente en mantener vivo el recuerdo de ese alguien que ya no está. Termina paralizando su vida y manteniendo constantemente una postura de dolor.

Las personas con tendencias depresivas son más propensas a instalarse en este tipo de duelo, que también se convierte en una forma de vida. Prima la ansiedad, la tristeza y la culpa, así como una sensación de impotencia y desilusión. Este tipo de duelo demanda ayuda profesional.

Duelo retardado

Es, por lo general, un efecto del duelo ausente. Aunque en un principio la persona pretenda ignorar su dolor, pasado un tiempo emerge con gran fuerza y quizás en el momento menos esperado. A veces pueden transcurrir incluso varios años antes de que se inicie el duelo.

También se da el caso de que una persona no puede experimentar el duelo en el momento en que se produce la pérdida, debido a condiciones especiales, como un compromiso laboral demasiado exigente o una situación familiar apremiante. El dolor pospuesto aparece más tarde y presenta algunas complicaciones ya que usualmente debe vivirse en solitario.

Duelo inhibido

Este tipo de duelo lo experimentan las personas que tienen gran dificultad para expresar sus sentimientos. Es el caso de los niños, que no aciertan a poner en palabras todo lo que esa situación representa. En muchas ocasiones los adultos ignoran su dolor y no les ayudan a superarlo, pues tienen la convicción de que “ellos no entienden”.

También se inhibe el duelo en el caso de las personas con algún tipo de discapacidad cognitiva. O en situaciones como las del padre o la madre de familia, que intentan mantenerse fuertes para no afectar a sus hijos. O, simplemente, cuando alguien es muy reservado y no tiene la oportunidad de hablar acerca de lo que siente. En cualquier caso, la inhibición se traduce en obsesiones, depresión constante, ansiedad, etc.

Duelo desautorizado

En el duelo desautorizado lo que hay es un rechazo del entorno hacia el dolor que experimenta una persona. A la larga, tarde o temprano, los demás siempre intentan desautorizar el duelo en algún punto porque, para quien no experimenta el sufrimiento, lo que debe hacer el doliente es dejar ir a quien ya se fue y seguir con su vida.

Sin embargo, hay situaciones específicas en las que abiertamente se desautoriza el duelo desde un comienzo. Por ejemplo, cuando muere un hombre o una mujer que tenían una relación extramarital. El amante o la amante, “no tendrán derecho” a expresar su pesar. A veces esto también se aplica a la muerte de una mascota, ya que si genera mucho dolor, los demás tenderán a descalificar ese sufrimiento.

Edith Sánchez

domingo, julio 24, 2016

Un día es una vida en miniatura

Un día es una nueva oportunidad de vida. Un día es una nueva oportunidad para levantarte y ser feliz,aunque sea un ensayo y no se transforme jamás en una obra completa. Un día puede resumir en sus largas o fugaces horas la esencia de ti mismo y tu sueño hecho realidad.



Un día nuevo es otra oportunidad para hacer todo aquello que lamentarías no haber hecho. Todas esas cosas que en el presente parecen imposibles y que vistas con el tiempo solo se responden con un “Qué tonto fui…” o con un “En qué estaba pensando“.

Un nuevo día es la oportunidad para no dar tiempo al arrepentimiento sobre lo qué no hiciste ayer. Te brinda una nueva posibilidad para quebrantar las limitaciones de la pereza, la tristeza o el malestar. Un nuevo día es la oportunidad en miniatura para hacer de tu vida algo valioso.


Cada pieza importante es un motor, de la misma forma que los días lo son en el cómputo final de la vida. No te lamentes de haber pasado un día malo, porque en ese lamento pierdes la oportunidad de crear otro día que sí valga la pena.

No cuentes los días de tu vida, haz que los días cuenten

Seguramente te habrás visto una infinidad de veces contando los días del calendario hasta llegar al “día especial”. El día que cobraré mi sueldo, el día que podré terminar este trabajo, el día en el que por fin podré ver a alguien amado. Pensamos hasta en ese tan deseado día en el que todo se arregle, el día en el que podré ser feliz. En el transcurso de esos días, se va perdiendo el tiempo y la vida.

Cuando soñamos con días buenos en el futuro, perdemos innumerables oportunidades de crear días felices en nuestro presente. Cuando ponemos fecha a la felicidad, asumimos que ésta no puede darse en el aquí y ahora. Para darnos cuenta de esto, reflexionemos acerca de este pequeño cuento que he creado y que alberga una metáfora sobre el valor de las cosas que ya están pasando en nuestro día y no valoramos:

“Soñaba una vez una niña con llegar a un jardín encantado. Allí todo estaría poblado de plantas que se enredaban entre ellas creando figuras. Bajo su césped y bajo sus hierbas podías encontrar un sinfín de pasadizos secretos y un innumerable número de seres venidos de otra época, con exuberantes ropajes y con bellos adornos. Los animales parecían poseer cualidades sobrenaturales. Allí, bajo la tierra, encontraría muchos caminos llenos de aventuras y diversión, no había gente cruel ni déspota y cuando lo desease podría salir de los pasadizos y reposar exhalando el aire puro de ese jardín encantado.

Un día la niña creció y tomó una firme decisión: haría todo lo posible por llegar a ese jardín encantado, lleno de calma y en el que muy seguramente encontraría a alguien ideal para pasar el resto de su vida. Es por ello que se armó de valor y emprendió su camino. En él descubrió paisajes que nunca creyó que fuesen posibles en la realidad, pero también sufrió numerosos peligros y se encontró con personas muy desagradables, aunque en realidad las personas buenas parecían ser mucho más numerosas.

Había perdido ya la noción de espacio y tiempo de su viaje cuando de repente se vio inmersa en un bosque lleno de maleza y de animales que no parecían tener “muy buenas intenciones”. Aún así, la chica siguió caminando, dispuesta a toda costa a llegar a su jardín encantado con príncipe incluido.

En ella empezaba a darse un ánimo contradictorio: a veces se enfadaba por las grandes dificultades que había para llegar al jardín encantado, pero al mimo tiempo se sentía dichosa y orgullosa de sí misma por superar todas esos contratiempos.

En uno de esos días, fatigada y casi sin fuerzas, advirtió que a lo lejos se encontraba una pequeña cabaña con un huerto humilde y algunos animales. Parecía que un joven trabajaba esa tierra y vivía de ello. Dudó en acercarse para pedir cobijo por algunos días y algo de alimento, pero finalmente se decidió a hacerlo. Se encontró con un chico agradable y atento, que no dudó en abrir las puertas de su modesta cabaña para que allí pudiese descansar.

La chica durmió plácidamente en un colchón hecho por el propio joven que estaba en el suelo. No era una cama de palacio, pero durmió horas y horas de tal forma que al despertar se sintió como nueva. La estancia en aquella cabaña le pareció sumamente cálida.

No pensaba mucho ya en su jardín encantado, no había decidido no hacerlo sino que simplemente sucedió. Estuvo atenta en cómo se recogían las frutas de los árboles, en cómo preparar la cabaña para el duro invierno que se avecinaba y entabló numerosas conversaciones con el joven de la cabaña. Se sentía atraída por él, le hacía reír y se sentía la mejor versión de ella misma.

Una de esas noches el romanticismo llegó con fuerza y estableció una estampa de pasión y complicidad entre ambos jóvenes. En algún momento, estando abrazados y durmiendo, la chica volvió a pensar en su jardín encantado. Se estaba entreteniendo mucho en aquella humilde cabaña con aquel chico, tanto estaba aprovechando los minutos de su estancia que no advirtió que tenía una meta mayor que seguir.

A mitad de la noche, llena de angustia y confusión, la chica emprendió la huida. Tenía que seguir detrás de su sueño, de su futuro. No podía dejarlo esperar ni encontrar otro atajo. Había estado tanto tiempo en el ahora que olvidó todas las cosas buenas que los días venideros traerían para ella.”

Cualquier día de tu vida es bueno para cumplir una parte de tus sueños

Al leer este cuento, seguro que te habrás imaginado un final, feliz o no, para esta chica. En realidad el cuento no quiere que uno u otro llevemos la razón, sino que nos planteemos un dilema. Si eres de los que piensas que para alcanzar un sueño hay que hacer sacrificios, te parecerá bien que la chica vaya detrás de él sin dudarlo.

Pero por otra parte, debemos replantearnos cuál es el sentido de un sueño: los sueños son los que proporcionan felicidad, los que por alcanzarlos te proporcionan la sensación de estar aprovechando cada día.

Quizás sueñes con ser un estrella de rock que llene estadios, pero de repente te encuentres tocando en la calle y te proporciona un placer inmenso, poner banda sonora al día a día de los transeúntes tiene su mérito. Y su pequeña parcela de gloria. Quizás has soñado con el príncipe azul y en el camino te has encontrado un simple hombre, que con el mero hecho de abrazarte espanta todos tus demonios.

Quizás la chica del cuento llegara a su destino, a su jardín encantado y al llegar se dio cuenta de que todas las maravillas soñadas ya las había visto de una u otra forma en su trayecto. Le terminó resultando aburrido no correr ningún riesgo.

Quizás esa chica esperó nuevamente que pasaran los días, las estaciones, para contemplar como su jardín encantado cambiaba de aspecto. Quizás lo hizo sola, con la añoranza de los días que ya pasaron con el joven humilde de la cabaña y sus expectativas no estaban ya en los días venideros.

De nuevo, la chica había olvidado lo más importante: sumergirse en lo nuevo que le traía ese mismo día para ella. De tanto dejar los días pasar, la vida le había pasado de frente y por la espalda y nunca se había asentado en su cabeza.

Por eso es importante que tomemos consciencia de poder hacer realidad un poco de nuestros sueños en cada día. La chica estuvo siempre rodeada de oportunidades y belleza, pero nunca se percató. Soñaba con la vida en grande y se olvidó de vivirla a pequeñas dosis, en diversas versiones en miniatura.

No olvides cuando despiertes que cada día es una vida en miniatura, una nueva oportunidad para hacer tu sueño realidad. Aunque solo sea una parte de él. Los sueños están para motivarnos en el día a día, no para olvidarnos de vivirlos en nuestro presente.

Cristina Roda Rivera

sábado, julio 23, 2016

Mientras el miedo te controle no podrás ser feliz

A pesar de que pasamos mucho tiempo fantaseando con ser más felices, rara vez hacemos los cambios necesarios para conseguirlo. Esto tiene una poderosa razón: el miedo. ¿Qué ocurriría si lo que hacemos no nos ayuda a ser más felices o, aún peor, estropea lo que tenemos ahora?



El miedo a la decepción, a los cambios, a perder lo que tenemos, por poco que sea, funciona como una barrera que no solo nos aleja de la posibilidad de ser más felices, sino que crea una gran sensación de frustración que hace que la situación actual se vez todavía peor. Irónico, ¿no te parece?

“Sólo hay una cosa que hace que un sueño sea imposible de alcanzar: el miedo al fracaso”
-Paulo Coelho-

Supera el miedo que te detiene

Muchas personas crean rutinas que, a pesar de hacerles sentir miserables, les dan la suficiente seguridad para pensar que, aunque su vida no sea plenamente satisfactoria, al menos la tienen controlada. Así disfrazan de pereza o de comodidad lo que es pánico. Y se quejan de la vida como si el control lo tuvieran otros. Pero no es así. Así no se controla nada.

Esta falsa sensación de seguridad hace aflorar el miedo a hacer lo que realmente sabemos que tenemos que hacer para sentirnos mejor y ser más felices. Pero el miedo a no lograrlo, a que la sensación no sea la que esperábamos o la “certeza” de que la felicidad no es más que un ilusión nos frena.

Ese miedo nos sume en la inacción, lo que hace que nos conformemos en pensar en lo que podríamos hacer, en lo que podrías conseguir y en lo que podríamos hacer. Pero pensar sin hacer solo nos hace sentir más miserables.

“La inacción engendra la duda y el miedo. La acción genera confianza y coraje. Si quieres vencer el miedo, no te sientes en casa y pienses en ello. Sal y ponte a trabajar”
-Dale Carnegie-

Pasos para superar el miedo que nos impide ser más felices

Para conseguir una vida mejor es necesario superar el miedo que nos detiene, abandonar la frustración y confiar un poco más en nosotros mismos. Tenemos potencial para ser más felices, pero hay que superar los límites que nos autoimponemos. ¿Cómo? Lo vemos a continuación:

1 – Define qué significa para ti la felicidad

Constantemente recibimos mensajes sobre qué es la felicidad y la forma de lograrla. Estos mensajes por lo general son contradictorios y responden a multitud de criterios, muchas veces surgidos del consumismo, el marketing y la publicidad o de formas de ver la vida.

Pero, ¿qué es la felicidad? Esto es algo que cada uno debe definir en base al auto-conocimiento, a sus propios valores. En realidad, muchas veces el miedo a ser feliz es, en realidad, un miedo a salirse del molde que parece fijado por el entorno y la sociedad.

Si te sientes atrapado deberías considerar si la felicidad que estás buscando es en realidad lo que quieres o si es simplemente lo que piensas que deberías querer. Si aclaras tus objetivos en relación a la felicidad veras que es más fácil identificar los pasos que necesitas dar para alcanzarla.

2 – Convéncete de que te mereces ser feliz

No has venido al mundo a sufrir. Te mereces ser feliz. Pero decir que merecemos la felicidad es una cosa, pero creerlo es otra cosa muy distinta. Quizás tus experiencias de la infancia o el recuerdo relaciones anteriores te hayan hecho pensar que es difícil para ti ser feliz, que no te lo mereces.

La falta de autoestima que se puede derivar de experiencias traumáticas o negativas nos puede obstaculizar a la hora perseguir nuestros sueños. Pero el pasado pasado está. Por delante quedan muchas oportunidades. El miedo a que vuelva a pasar algo similar a lo vivido no debe paralizarte, sino darte energías. Al fin y al cabo, el haberlo pasado mal en el pasado te va a ayudar a disfrutar y a saborear más cada pequeño detalle.

3 – Convierte tu felicidad en tu prioridad

Con mucha frecuencia estamos dispuestos a poner las necesidades de todos los demás por delante de las propias, dejando nuestra propia felicidad en espera. Sin embargo, para tener la energía necesaria para cuidar de los demás es necesario hacer de nuestra propia felicidad una prioridad.

Por eso hay que encontrar maneras de crear un mayor equilibrio para centrarnos en nuestros propios objetivos, así como establecer límites saludables respecto a los que te rodean. Si alguien te critica o intenta hacerte sentir mal por pensar en ti mismo no te preocupes ni te sientas culpable. Solo el que se quiere a sí mismo es capaz de querer bien a los demás.

4 – Prepara y planifica el camino

El miedo a quedarse atascado en el camino es normal y natural, especialmente cuando se camina sin rumbo ni conocimiento. Para sentirte más seguro prepara el camino, planifica y analiza. Así acabarás con parte de la incertidumbre, a la vez que refuerzas el objetivo.

Piensa detenidamente qué obstáculos hay o pueden surgir, cómo puedes abordarlos y cómo vas a manejar los problemas. Además, no olvides que todo cambio exige un sacrificio. Piensa en las ventajas de renunciar a ciertas cosas o hábitos y piensa cómo vas a lidiar con las dificultades que esa renuncia implica.

5 – Cree en ti mismo

Muchas veces al contemplar el cambio nos paraliza la idea de pensar que no podemos hacer lo necesario. La idea de que no podremos tener éxito que llega desde nuestro crítico interno nos devuelve al punto de partida.

Pero no pasa nada. Es normal. Cuando se trata de tomar decisiones importantes de la vida todos experimentamos el miedo y la duda. Es el momento de responder con confianza. Si estás resuelto a conseguir algo ya has avanzando mucho cuando llegues a este punto. Recuerda, tienes que renunciar a algo para avanzar. Renunciar a tus miedos forma parte del plan.
Si crees que puedes ser más feliz puedes ser más feliz. Solo tienes que creer en ello y en ti mismo.

Eva Maria Rodríguez

viernes, julio 22, 2016

Emociones que dañan el corazón

El corazón permite unificar todos los aspectos de la persona, siendo el órgano a través del cual se canaliza el amor, se comprende lo incomprensible y se perdona lo imperdonable. Cualquier cambio desata diferentes comportamientos de forma primitiva y, si estos cambios son grandes pueden durar bastante tiempo, modificando la personalidad y hasta la forma de tomar decisiones y actuar a nivel emocional.



Además nuestro corazón es el centro del que emanan las más auténticas y potentes emociones, las mismas que mal reguladas pueden causar daños irreversibles en forma de enfermedades cardiacas.

Cuando las emociones básicas están desreguladas, como el temor o tristeza, se puede producir una represión repetida sobre las necesidades expresivas de este órgano, originándose la sobrecarga emocional. Los problemas de corazón se manifiestan en arritmias, palpitaciones, infartos, pulso débil, tensión sanguínea y tensión en el pecho.

A veces los daños no entran por el cuerpo, sino por el corazón

¿Cuál es la relación entre el corazón y las emociones?

Estudios científicos han demostrado que la comunicación entre el cerebro y el corazón se fundamente en dos vías. En otras palabras, el corazón envía tantas señales al cerebro como el cerebro envía al corazón. Como consecuencia, si el corazón late de una forma coherente (no estresado), envía señales al cerebro para que elimine el estrés mediante un proceso fisiológico de reducción de hormonas del estrés y aumento de hormonas positivas.

El ritmo cardíaco es un fiel reflejo de nuestro estado emocional. La regulación emocional de una persona se ve reflejada en los latidos del corazón que a su vez refleja su estado en el resto del cuerpo.El cuerpo interpreta esos latidos en relación al estado fisiológico emocional en el que se encuentra, pudiendo ser estados emocionales negativos, manifestados en estrés, tensión, miedo o estados emocionales positivos, exteriorizados en alegría, tranquilidad, paz, sosiego etc.

El cambió psicológico que se produce con la modificación del funcionamiento del corazón estaría ligado a la llamada conciencia interoceptiva. Es decir, a la forma en que nuestro cerebro interpreta la información de su propio estado en ese momento.

Las emociones no están en el cerebro ni en el corazón, están inter-conectadas


Como afectan las emociones al corazón

Los problemas cardiacos se deben en cierta parte a los efectos producidos por los desequilibrios emocionales, manifestándose estos desequilibrios en nerviosismo, ansiedad, problemas para controlar otras emociones. A nivel psicológico en comportamientos maníacos depresivos, histerias, risas excesivas o inapropiadas, tristeza, vulnerabilidad, falta de voluntad, hipersensibilidad,insomnio y a nivel mental como debilidad, falta o pérdida de memoria.

Todos estos desequilibrios emocionales pueden llevar al límite al órgano del alma, hasta el punto que un deficitario control emocional puede provocar problemas en el abdomen superior, debilidad, calor, cansancio, cuerpo tenso, depresión, dolor de cabeza, frío en extremidades, dolor de hombro, mareos y/o sudoración excesiva.

Estos síntomas, provocados por la falta de control emocional, son los que provocan problemas de corazón que se manifiestan como arritmias, palpitaciones, infartos, pulso débil, tensión sanguínea, tensión en el pecho.

La toma de conciencia de estos síntomas, junto con la clarificación de nuestros objetivos, nos puede hacer ver si estamos en sintonía con ellos a través de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Esta toma de conciencia surge de la racionalización de una visión clara y directa, que emana de lo que nuestro corazón nos quiere decir, tanto a nivel fisiológico como a nivel emocional.

Controlar los estados emocionales negativos y favorecer los positivos es el primer objetivo en un camino de transformación y sanación personal que nos ayudará a mantener una buena salud emocional y cardiaca.

¿Cuál es el único órgano que incluso destrozado sigue funcionando?

Fátima Servián Franco

jueves, julio 21, 2016

La naturaleza me devuelve la alegría que el mundo me arrebata

Si estás triste deberías dar un simple paseo rodeado de la naturaleza. Si no se te pasa, camina el doble. No hay sobredosis cuando se disfruta de lo bueno, cuando el silencio de los árboles rompe la monotonía de las palabras que pronunciamos a diario. A veces pensamos tanto, que pasamos inadvertidos ante nosotros mismos y eso sucede en mayor medida cuanto más alejados de la naturaleza estamos.



Disfrutar de la naturaleza es una práctica que nos proporciona una sensación de libertad y bienestar.Aunque te declares un fan de lo metropolitano y del ambiente enérgico que se vive en una gran ciudad, quizás no te hayas parado a pensar que en ella también hay pequeños islotes de naturaleza que te proporcionan energía sin que hayas reparado en ello.

Un simple árbol plantado junto a un portal de grandes edificios o una luz cálida de camino al trabajo te proporcionan una serenidad que es difícilmente reemplazable por el efecto de cualquier ansiolítico. La naturaleza no está para darnos lecciones ni tampoco para reproducir fielmente todo lo que vemos en ella. La naturaleza es el marco artístico que delimita nuestra vida y obra como seres humanos. Un bien finito y también imprevisible, que debemos respetar y cuidar.

Los beneficios de la naturaleza en nuestra salud

El color verde evoca la naturaleza, la calma, la armonía. También se relaciona con el bienestar, porque los espacios naturales aumentan nuestro potencial de salud y de buen carácter. En los entornos más verdes nos encontramos con que la gente es más generosa y más sociable.

Encontramos fuertes lazos de vecindad social y un mayor sentido de comunidad, más confianza mutua y la voluntad de ayudar a los demás. Esa es la conclusión realizada por un equipo de científicos del Laboratorio de Paisaje y Salud de la Universidad de Illinois.

Los beneficios se han medido, objetivamente, con datos como los de informes sobre delincuencia de la policía, como los de análisis de la presión arterial, como los del rendimiento en pruebas neuro-cognitivas estandarizadas o como los de mediciones fisiológicas de funcionamiento del sistema inmune.

“En los árboles del huerto
hay un ruiseñor:
Canta de noche y de día
canta a la luna y al sol.

Ronco de cantar
al huerto vendrá la niña
y una rosa cortará.

Entre las negras encinas
hay una fuente de piedra
y un cantarillo de barro
que nunca se llena.

Por el encinar
con la luna blanca
ella volverá.”

-Antonio Machado-


Me gusta la naturaleza porque nunca me pide explicaciones

Nos pasamos media vida intentando dar explicaciones y la otra mitad lamentándonos porque parecen que no contentan a todo el mundo, ni tan siquiera a nosotros mismos. Buscamos sentido a lo inexplicable, alabamos a lo divino que consideramos superior a lo humano y huimos del dolor que forma parte de la propia vida. No somos conscientes de que a veces, la verdad solo reside en lo que vemos con nuestros propios ojos.

No hace falta imaginarse el paraíso, estamos rodeados de él. Desde un paisaje desértico a otro nevado, la magnificencia de la naturaleza es mucho mayor que lo que podamos llegar a imaginar. En ella suceden cosas increíbles y no piden ningún tipo de peaje ni sacrificio para que las contemples.

Es por ello que se llega a amar tanto la naturaleza, porque te acepta incondicionalmente, te exime de cualquier explicación que quieras darle y porque es divina pero accesible a la vez. No posee deliriosde grandeza, ni cuestiona ni sanciona.
La naturaleza: el templo más sagrado que no respetamos ni valoramos

Muchos padres educan a sus hijos en centros con una disciplina férrea y un completísimo programa curricular, pero son incapaces de transmitir los valores básicos de civismo y respeto hacia el mundo en el que viven. Observamos como desechan folios en blanco una y otra vez, como tiran todo tipo de basura en espacios verdes o playas.

Esta poca conciencia ecológica, un sistema capitalista salvaje y el auto-convencimiento de que podemos reproducirnos como especie sin límite y que nuestras necesidades deben estar satisfechas porque “así lo merecemos” está provocando un daño que será difícilmente recuperable.

No es un vaticinio catastrofista ni una profecía de Nostradamus, es el diagnóstico que cientos de estudios científicos arrojan en la actualidad: de no cambiar nuestra forma de tratar la naturaleza, si seguimos mostrando desprecio e ignorancia absoluta por los problemas de los ecosistemas en los que vivimos, estaremos condenados al ecocidio y a intentar sobrevivir en otro planeta porque el maravilloso que nos acoge ahora lo hemos convertido en un medio incompatible con la vida.



Es por ello que debemos tomar conciencia y devolver a la naturaleza todo aquello que nunca debimos robarle, pues ella nunca nos ha exigido nada. Muy al contrario, la naturaleza siempre está dispuesta a devolvernos la alegría y el bienestar físico y psicológico que otra parte del mundo nos niega.

Luchemos por conservarla y para que nuestra relación con ella sea una fuente inagotable, no de recursos para explotarla; sino para mantener a salvo el mejor de los alivios para cualquier ser humano.

Cristina Roda Rivera

miércoles, julio 20, 2016

El derecho a decidir es mío

La vida es tomar decisiones. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nos enfrentamos a multitud de situaciones en las que debemos escoger. A veces la elección es sencilla, ¿qué me pongo hoy?, ¿qué preparo para comer? Pero, en otras ocasiones, decidir entre una opción u otra puede suponer cambios importantes en nuestras vidas.



Nuestras circunstancias cambian en base a las opciones por las que nos decantamos. Nosotras mismas moldeamos nuestras vidas y nuestra forma de ser en función de lo que hacemos. Escoger qué estudios realizar, a qué oficio dedicarnos, dónde queremos vivir o con qué personas queremos estar son decisiones importantes que influirán en nuestro presente y nuestro futuro.

¿Seríamos las mismas si en lugar de haber escogido ciertos estudios o profesiones hubiésemos elegido otras?, ¿qué hubiera pasado si al conocer a esa persona la hubiéramos dejado marchar?, ¿cómo sería nuestra vida si no hubiésemos puesto fin a aquello que ya había terminado?

Yo decido sobre lo que a mí me afecta

Es algo obvio que no podemos decidir sobre todo lo que ocurre en el mundo. Hay que tener claro quién decide y sobre qué decide. No podemos escoger sobre aspectos que no nos incumben y, al igual que los demás deben respetar nuestras opciones, nosotras debemos respetar lo que otras personas escojan.

Sin embargo, hay cuestiones que nos atañen directamente. Opciones que solo nosotras debemos tomar porque solo a nosotras nos afectan. Con qué persona queremos estar o a quién dejamos atrás, qué hacer con nuestro tiempo o nuestro cuerpo son asuntos en los que cada una de nosotras puede y debe decidir.

Incluso cuando no queremos decidir estamos decidiendo. Es la paradoja del ser humano, continuamente comunicamos nuestras intenciones aunque no queramos hacerlo. No tomar una decisión es ya de por sí una decisión, la decisión de aplazar algo o de no hacerlo.

Solo yo conozco mis circunstancias

Puede haber ocasiones en las que cuando hacemos o decimos algo nos sintamos juzgadas por los demás. Es posible que aquello que queremos hacer no sea compartido por quienes nos rodean y eso puede ocasionar que las personas de nuestro alrededor opinen sobre qué deberíamos o no hacer.

Pese a las buenas intenciones de quienes nos aprecian debemos ser nosotras mismas quienes decidamos. Podemos pedir opinión a los demás y escucharles pacientemente pero a la hora de escoger la responsabilidad será únicamente nuestra.

Solo nosotras conocemos nuestras circunstancias. Puedes dejarle a otra persona tus zapatos para que sienta lo mismo que tú durante un momento pero aunque pueda experimentar tus sensaciones solo lo hará durante instante. Únicamente tú sabes lo que es andar con tus zapatos día tras día, el camino que has recorrido, dónde te encuentras en este momento y hacia qué dirección quieres ir.

Acertada o no será mi decisión

Al tomar decisiones importantes, dudamos. La duda cuando barajamos varias opciones es prácticamente inherente al ser humano. No existen certezas absolutas, no hay nadie que nos garantice que aquello que vamos a escoger sea una buena o mala decisión, sin embargo, no hay manera de saber si una opción es correcta o no si nunca la tomamos.

Una vez que elijas quizás aciertes, o quizás no, pero jamás descubrirás lo que te espera hasta que no te atrevas a dar el primer paso. Las dudas y el riesgo a equivocarnos siempre van a estar ahí. La única forma de no fallar es no hacer nada, no decidir, no elegir, no avanzar.

Tenemos derecho a decidir por nosotras mismas sobre aquello que nos afecta directamente. Debemos respetar a los demás en sus decisiones al igual que deben respetarnos a nosotras y, sobre todo,tomemos la decisión que tomemos lo más importante es que hagamos lo que realmente nosotras queremos hacer.

“Es mucho mejor para un hombre equivocarse siendo libre que acertar encadenado”
-Thomas H. Huxley-

Andrea Pérez

martes, julio 19, 2016

11 distorsiones que amargan nuestras vidas

Las personas tenemos la sensación de que procesamos el mundo tal y como es. Es fácil entender que nuestros sentidos y nuestra mente crea distorsiones, pero no es tan fácil que la intuición contraria que podamos tener se rinda o dé por perdida la batalla ante este hecho.



Son numerosas las ocasiones en las que distorsionamos nuestra percepción. Pese a que sea normal, también es cierto que estás distorsiones se incrementan o agravan en presencia de un trastorno mental, como puede ser la depresión.

Es decir, esas distorsiones cognitivas erróneas nos hacen vulnerables a la tristeza cognitiva, a la depresión y las personas que las padecen frecuentemente suelen tener una baja autoestima.

Por tanto, veamos cuáles son las 11 distorsiones que hace tu mente respecto a la realidad y definamos en qué consisten y cómo se manifiestan para posteriormente explicar el porqué de su aparición.

Las 11 distorsiones que hace tu mente respecto a la realidad

Las distorsiones cognitivas nos impiden ver las cosas tal y como son, esto es, deforman la realidad, al centrarse solo en un aspecto determinado.
  • Sobregeneralización: A partir de un hecho aislado hacemos una regla general y universal: “No me ha hecho caso hoy, le caigo mal a todo el mundo”.
  • Inferencia arbitraria: Sacar una conclusión sin tener ningún motivo para ello: “Si no me mira es porque le parezco feo” o “Seguro que suspendo el examen aunque estudie”.
  • Designación global: Utilizar automáticamente denominaciones peyorativas para describirnos en lugar de describirnos con exactitud: “Soy cobarde, desesperado, estúpido, débil…”.
  • Pensamiento polarizado o dicotómico: Llevar las cosas a sus extremos sin término medio: “Tiene que ser perfecto o de lo contrario no vale.
  • Autoacusación: Culparse permanentemente de cosas que no pueden ser nuestra culpa: “Si no hubiera salido tan temprano a la carretera, habría habido más luz y el accidente no se habría producido”.
  • Personalización: Suponer que todo tienen que ver con nosotros, aunque sean situaciones ajenas que poco o nada tienen que ver con nuestra vida: “Mira Rosa cómo va de arreglada siempre, mientras que yo voy hecha un cuadro”.
  • Lectura de mente: Creer saber lo que piensan los demás y porqué se comportan de la forma en que lo hacen: “piensa que soy un estúpido”.
  • Falacia de control: Sientes que tienes una responsabilidad total de todo o que no tienes control sobre nada : “Esto sale mal por mi culpa”, “No puedo hacer nada por cambiar”.
  • Razonamiento emocional: Suponer que las cosas son tal y cómo las sientes: “Voy a morirme”, “Todos mis amigos me dejarán.
  • Abstracción selectiva: Filtro mental que hace ignorar todo lo positivo y centrarse en lo negativo: “Aprobé ese examen importante porque tuve suerte”.
  • Maximización y Minimización: Se evalúan los acontecimientos otorgándole un peso exagerado o infravalorado en base a la evidencia real. Por ejemplo un caso de minimización sería quitar importancia a sucesos positivos que tienen que ver con nosotros: “Me ha pedido que me case con él, pero se lo hubiera pedido al cualquier otra”.
Explicación de estas distorsiones cognitivas

Los elementos fundamentales en la teoría de la depresión de Beck van a ser los esquemas, los pensamientos automáticos y las distorsiones cognitivas que acabamos de nombrar.

Los esquemas cognitivos son supuestos y creencias básicas respecto a la realidad. Los pensamientos automáticos son reflejos, irracionales, inadecuados, involuntarios y que son vividos como plausibles.

Finalmente, las distorsiones cognitivas son los errores sistemáticos que se dan en el procesamiento de la información. Por tanto la cognición errónea es un elemento central en el malestar de la persona.

Todos estos esquemas se forman en la infancia y se pueden activar con un acontecimiento estresante en la vida adulta que conecta con una parcela de la persona. A partir de su activación, todo lo procesamos con ese esquema negativo, lo que causa que aparezcan distorsiones cognitivas y pensamientos automáticos. Es aquí cuando aparece la TRIADA COGNITIVA de la depresión: visión negativa de mí, del mundo y del futuro.

Para aclarar estos conceptos veamos un ejemplo:

“María es una chica que desde pequeña ha presenciado el maltrato reiterado de su padre a su madre. Por otro lado, su madre le ha afirmado que eso es lo normal, pues todos los hombres son iguales una vez que están casados.

María lo asume y va a tener un esquema negativo respecto a las relaciones con los hombres que se va activar si vive una situación estresante parecida a la que originó ese esquema. Varios años después, su novio le grita y automáticamente se activará ese esquema de “todos los hombres son malos y maltratan“.

A partir de ahí toda la información será procesada por ese esquema, aparecerán pensamientos automáticos respecto a la naturaleza de lo que su pareja hace, Ej: “Todo el daño que me hace es por mi bien”. Se activarán unas distorsiones cognitivas cuando procesa la información como el razonamiento emocional: “Siento que voy a morirme y no seré capaz de dejarle”.

Todo ello contribuirá a que en la mente de María se active la TRIADA COGNITIVA depresógena: una visión negativa a cerca de ella misma, de la situación y del futuro.

La mejor forma de tratar una depresión que ha sido causada por esta forma de procesar la información es a través de la “Terapia Cognitiva para la depresión de Beck”.Cómo tratar nuestros esquemas, pensamientos y cogniciones depresógenos

La Terapia Cognitiva de Beck es muy completa, con una fase educativa, de entrenamiento en habilidades y de aplicación en la vida real. Se realizan muchas técnicas para poner en duda o desmontar todas las cogniciones erróneas que la persona pone en marcha y que están mermando su autoestima y le están hundiendo cada vez más en el pozo de la depresión.

Algunas de estas técnicas son la reatribución, la búsqueda de interpretaciones alternativas, cuestionar la evidencia de esos esquemas y contrastar las predicciones catastrofistas que hacemos sin parar.

En esta terapia será importante la relación paciente -terapeuta. Además, se ha mostrado una gran eficacia de su tratamiento, sobre todo el que hace referencia la parte conductual: es bueno hacer cosas y activarnos, aunque nos sintamos mal y sigamos teniendo estas distorsiones cognitivas. Tarde o temprano, con la energía que nos da el movimiento y el refuerzo por conseguir metas, caerán.

Cristina Roda Rivera