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jueves, mayo 14, 2015

Abrazando mis recuerdos…

He escuchado cientos de veces que no hay que vivir en el pasado, que hay que vivir sólo el presente pues es lo que más importa. Hasta cierto punto estoy de acuerdo, ya que vivir únicamente en el pasado, significaría estancar el hoy sin permitirnos tener un mañana. Claro, como dije, hasta cierto punto estoy de acuerdo, pero no del todo.



Tampoco digo que aquellos que prefieren olvidar su pasado estén mal, cada quien lleva la vida como mejor le plazca. Yo creo en cambio, que el pasado no puede ni debe olvidarse, pues es por ese mismo pasado que hoy somos lo que somos.

Recordar el pasado nos ayuda a analizar qué hemos hecho bien y qué mal durante el transcurso de nuestros días. Nos hace reflexionar acerca de si hemos logrado lo que alguna vez estuvo en una lista de deseos, o cuánto hemos cambiado con respecto a lo que nos gusta y lo que no.

Recordar el pasado ayuda también a entender aquellas situaciones que en el momento que las vivíamos no entendíamos por estar inmersos en una forma de pensar distinta y aquel mismo problema; esa misma compresión de aquellas cosas, resultan ser muy claras ahora, que tal vez pasamos por algo similar y ya sabemos de qué manera reaccionar o por lo menos tenemos una idea.

La vida es un soplido. Ayer estábamos en algún rincón llorando porque alguien se había comido nuestra golosina favorita, hoy lloramos porque no logramos algún objetivo que firmemente nos habíamos propuesto o nos rompieron el corazón, y entre estas dos situaciones ¿realmente hay una diferencia? No del todo, pues en ese momento se nos dio el llorar de la manera más franca como hace un niño o una persona con las ilusiones rotas… pensábamos distinto, por razones diferentes, pero con la misma sensación: La de perder algo, la de desilusión.

No le temo a mi pasado, no me avergüenza y el rememorarlo no tiene por qué estancarme hoy. Me equivoqué, sufrí, lloré, perdí a personas que creí que jamás se irían, confié de más, le fallé a quienes confiaron en mí, dije cosas estúpidas, hice uno que otro ridículo, me atonté en situaciones que tenía las de ganar, dejé ir muy buenas oportunidades, perdí el tiempo, no escuché consejos que me hubiesen servido, hice tonterías…pero también aprendí, reí, abracé, besé, me levanté, comprendí, confié, amé, me divertí, grité, bailé, ¡viví!

¿Por qué estamos acostumbrados a temerle a cosas tan naturales, como lo es recordar? ¿Por qué nos cruje el corazón cuando miramos atrás y nos extrañamos u odiamos a nosotros mismos? ¿Por qué les decimos ‘’NO’’ a esos recuerdos que podrían significar algo hoy?

Sí, claro que está mal permanecer sentada y maldecir por lo que el ayer fue o no fue, está muy mal permanecer encerrada esperando abrir los ojos y que el tiempo haya regresado para corregir todo lo que hicimos bastante mal… pero, ¿realmente lo hicimos mal? No. Porque igual que si fuésemos un niño que llora por sus caramelos o una persona que llora por desilusiones, eran cosas que en aquél momento hicimos porque quisimos, porque eras situaciones que debían pasar para que aprendiéramos la lección, porque sin aquellas lecciones hoy, ya con el grado de madurez que cada quien tiene, estaríamos por ahí equivocándonos y haciendo todo mal ahora que es cuando ya debemos saber lo que realmente queremos y lo que no.

Que mirar atrás no sea una excusa para llorar o para justificar el que hoy hayamos dejado de creer en ciertas cosas. Que los recuerdos no sean motivo de menosprecio al hoy y al mañana. No dejemos que quienes fuimos o no fuimos ayer, afecten con lo que podemos ser en un futuro.

Es momento de abrazar y rememorar los recuerdos, de vivirlos y arrebatar de ellos los aprendizajes, de besar nuestros errores, de amar nuestros defectos, de jugar con ellos en nuestra mente para tener en claro que somos dueños de nuestra vida.

No podemos olvidar el pasado, el que nos construyó. No podemos someternos a él ni usarlo para excusas baratas. El ‘hubiera’ de ayer puede ser el ‘hubiera’ de mañana, si seguimos temiendo a las cosas más naturales y hermosas que son parte de vivir.

Esos recuerdos serán buenas historias mañana, sean buenos o malos. Esos recuerdos nos servirán de impulso hoy, ya sea para no repetir errores, para dar un buen consejo o simplemente para reír un rato.

Hoy, quiero abrazar esos recuerdos. Quiero tomar de ellos lo mejor y forjar mi carácter, crecer como persona, ser mejor. Hoy quiero besarlos y sonreírles por hacerme la persona fuerte que el día de hoy soy y pretendo seguir siendo mañana.

Ellos no tienen control sobre mí, yo lo tengo sobre ellos y es por eso que vivir por ratos en el pasado no puede más que mi presente. Hoy los guardo en un pequeño cofre dorado en algún rincón de mi mente, para abrirlo y vivirlos cada vez que yo misma necesite un consejo y en base a ellos ya sabré qué hacer.

No le temo a mis recuerdos, no quiero deshacerme de ellos… los abrazo con amor, con tanto amor, pues por ellos sé que el mañana será mejor.

Escrito por: Mayeli Tellez

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