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jueves, diciembre 31, 2015

Ritual de sanación para cerrar bien el año


Estamos por terminar el año y nos encontramos por la red multitud de rituales para atraer suerte, abundancia, amor, trabajo en el próximo año. Son excelentes opciones pero creo que pasan por alto algo, tienes que soltar lo que ha pasado en este año para que puedas recibir cosas positivas en el próximo.



Así que te propongo un ritual en el que el ingrediente principal eres tú. Claro, puedes encender una vela, un incienso pero lo importante es que busques un espacio para que estés en silencio unos minutos. El ritual consta de 4 fases:

1.       Cerrar etapas
2.       Perdonarte a ti mismo
3.       Agradecer
4.       Disponerte a recibir lo mejor y a trabajar por ello

1. Cerrar etapas
Tal vez en este año que está por terminar dejaste un trabajo, terminó una relación de pareja o amistad, murió alguien querido, cambiaste de lugar de residencia, etc. Toda pérdida es un ajuste en tu vida y requiere llevar un duelo. Mas el duelo está mal entendido, no es solamente darse un tiempo para llorar, gritar que lo acontecido fue injusto, quedarse inmóvil esperando que mágicamente una mañana despiertes y te sientas mejor. El duelo es un proceso, y, por lo tanto, es algo dinámico. Es un proceso en el cual tu llevas el volante y el tiempo es tu acompañante.
En el duelo debes de honrar a lo perdido a través de valorarlo, aceptar que el dolor no es totalmente por la pérdida del ser o circunstancia sino porque se cayeron a pedazos las expectativas que te habías hecho y que creías que iban a perdurar por muchísimo tiempo y, por último, soltarlo y seguir adelante.

En el caso de un trabajo, tal vez tenía la ilusión de durar muchos años en él, lograr una estabilidad económica y, gracias a ello, sentirte realizado, ir ascendiendo de puesto al ser reconocido tu esfuerzo y dedicación, poderte dar más gustos y sentirte bien contigo mismo al haber conseguido hacer lo que te gusta y vivir de ello. De repente te encontraste con que una situación hizo que esa ilusión se rompiera y ahora los miedos volvieron a surgir, la incertidumbre se apoderó de ti y sientes que esos proyectos se esfumaron, que algo o alguien te los arrebató. No caigas en la trampa del preguntarte el por qué. Eso solo te dará una justificación y tal vez no quedes tranquilo. Más bien pregúntate para qué. Opta por pensar que tal vez la vida quiere algo mejor para ti, que te dio la oportunidad de reajustar tus criterios, tu forma de vivir, atreverte a hacer algo que siempre has querido hacer pero que, desde la comodidad del anterior trabajo, no lo veías posible y pensabas que al retirarte podías darte ese gusto. Tal vez el aprendizaje es que reconozcas que has vivido engañado al confundir que la felicidad se consigue con la riqueza, con una cuenta en el banco, coches, viajes, casas; pero la felicidad se encuentra también en la inestabilidad económica, porque no depende de nada material sino de la actitud para con la vida, solo necesitamos comer, vestir y tener un lugar para dormir. La vida es muy simple en ese sentido. Es más valioso hacer lo que te apasiona aunque batalles mes a mes con los gastos a medio vivir haciendo algo que no te gusta solo para mantener tu nivel de vida. No te ates a lo material, disfrútalo. Al soltar tu necesidad y expectativas hacia lo material te haces libre y el universo te premiará al brindarte primero pequeños detalles como un nuevo trabajo donde disfrutes lo que haces, que se resuelvan las deudas que tenías, que sin que tengas el dinero puedas disfrutar de experiencias hermosas; y después te dará grandes cosas porque tú sabrás manejarlas. Sabrás que si se cumplen tus deseos serás feliz y que si no se cumplen y sigues viviendo con altibajos económicos también serás feliz. Porque lo que ahora tienes nadie te promete que lo sigas teniendo, así que hoy puedes gozar de lujos y mañana te quedas con lo necesario o, por el contrario, hoy tienes lo necesario y mañana disfrutarás de mucho. Y eso no te hará diferente, seguirás valiendo lo mismo como persona y desde ahí podrás ayudar a los demás.

En el caso de la muerte de un ser querido has vivido uno de los sucesos más dolorosos en la vida. Pudo ser a través de una enfermedad o tan repentina como un accidente, pero te encontraste en un momento en que descubriste que nunca más en esta vida estarán físicamente juntos. Tal vez tu familiar o amigo tenían poco o muchos años por vivir todavía y en un período de tiempo de horas o días sientes que el mundo se te vino encima y que aquella persona a la cual dabas como un hecho verla todos los días ya no está. Se fueron su sonrisa, sus consejos, sus abrazos, sus atenciones; y te quedaste tú con el corazón helado y con un dolor tremendo difícil de superar. Te encuentras perdido, desconsolado, triste por sentir su ausencia y enojado porque las circunstancias se llevaron a esa persona de tu lado. Pero nadie tiene el tiempo de vida comprado, nadie puede alejar a la muerte, tarde o temprano morimos (porque es un proceso natural), a veces de causas naturales o a veces por circunstancias de estar en el preciso momento en el lugar “equivocado”. La esencia de la persona sigue en ti, esa por más que pasen los días no se perderá, la sentirás a tu lado, eventos te traerán recuerdos a la mente, fechas, canciones, aromas, comidas y solo tienes que vibrar con el amor que está en tu corazón sabiendo que está en un mejor lugar, que se volvió UNO con Dios y que sigue mandando bendiciones para ti. No te preguntes por qué se fue, diariamente miles de personas mueren sin una razón obvia. Regresa al para qué. Tal vez ese golpe es para que te des cuenta lo precioso y volátil de la vida, que no puedes dar nada por contado y que, por lo tanto, debes de disfrutar al máximo la compañía de las personas a tu lado, expresarles tu amor y aprovechar el tiempo al máximo. Tal vez es para que comprendas que no eres eterno y que no sabes en que momento te irás de este mundo y que es preciso que dejes de postergar cosas y decisiones ya que nadie te asegura de que terminarás este día o comenzarás el de mañana. Tal vez la lección es que aprendas a soltar a las personas y te des cuenta que NADIE es imprescindible. Por menos romántico que suene personas vendrán y se irán de tu vida y tu seguirás respirando y, si te enfocas en el presente en lugar del pasado, seguirás disfrutando los detalles de tu vida y de esa manera estarás honrando a los que ya se fueron porque les mostrarás que has aprendida la lección al enfocarte en lo que aun tienes contigo y junto a ti.

En el caso de haber terminado una relación de amor o amistad, seguimos el mismo principio. Pudo haber sido después de un evento en el que hubo algún engaño de parte de un miembro de la pareja o después de un tiempo en que sus caminos se hicieron tan diferentes que no hubo manera de poder salvar la relación. El tener una relación formal con alguien es confiar en el otro, irlo conociendo, enamorarse, aceptarlo como es, identificar si son compatibles, si tienen objetivos similares, amar sin depender, sin renunciar a la esencia de uno mismo. Es una gran experiencia encontrar a otra persona que tenga la intención de mirarte, aceptarte, amarte y respetarte y a la cual tu respondas de la misma manera. Y cuando esa relación termina después de años o meses de matrimonio o noviazgo duele, porque de nuevo nos veíamos claramente pasando el resto de nuestras vidas junto a esa persona, tal vez tengamos hijos o proyectos pensados y nos mueve tremendamente el adiós porque nos saca de nuestro centro y nos dispara el miedo a ser dañados y una culpa oculta de que fue por nuestra causa absoluta que aconteció sea un error o que la persona se dio cuenta de que no valíamos tanto como en un principio nos dijo. Tal vez no quisimos aceptar que con el transcurso del tiempo había más choques de opiniones que acuerdos, quizá no se intentó expresar los sentimientos, ser sincero y platicar abiertamente que no nos sentíamos bien con lo que estaba pasando. Multitud de opciones que pudieron causar la ruptura, pero si llegó un momento en el que la relación terminó por la causa que haya sido ahora toca darle un final por nuestra salud. Puedes sentir que tu corazón se destrozó pero no es verdad, tu corazón tal vez no siga intacto pero aún tiene la capacidad de amar, lo que se destrozaron fueron tus expectativas e ilusiones. Tus deseos románticos dados por nuestra cultura de que el amor es ser “felices” = “sin problemas” para siempre, que todo va a seguir perfecto como al inicio, que se va a sentir la llama eterna del enamoramiento. Todo cambia, si nosotros mismos cambiamos de ideas, creencias, valores a las relaciones les pasa lo mismo y el trabajo consiste en no dar por hecho que todo debe seguir igual y que conocemos perfectamente al otro porque le estamos quitando la oportunidad de crecer. Si la otra persona falló se falló a sí misma, no lo tomes personal. No te llenes de rencor ni generalices que todas las relaciones serán un fracaso o que todos los hombres o mujeres son iguales. No te enganches y separa el dolor por un amor no concretado al dolor por el amor propio dañado. Date un tiempo para juntar los pedazos de tu corazón y sigue creyendo que existe la posibilidad de encontrar a la persona con quien puedas compartir la vida. Cuando pierdes un trabajo realizas tu duelo mientras buscas uno nuevo; cuando alguien muere no te alejas de los demás seres vivos durante el duelo; entonces ¿por qué razón cuando sufres de un mal de amor te alejas de la posibilidad de encontrar a alguien?, la única forma de vencer el miedo a ser dañado y a no ser querido es arriesgándose, no es que no estés hecho para amar solo tomaste decisiones en un momento y después te diste cuenta que ya no eran vigentes, pero en su momento, dada tu situación, fue lo mejor que pudiste hacer, sirvió para tu crecimiento y te enseñó qué es lo que quieres tener y qué no deseas de una relación. Ámate y no te juzgues, no guardes rencor y no te pierdas la oportunidad de disfrutar de una nueva experiencia basado en el aprendizaje previo.

Existen otros casos y situaciones pero quiero detenerme en uno especial, cierra etapas (si se puede llamar así) que aún no se han materializado pero que las llevas en tu mente e interfieren con tu vida diaria. Tal vez estás esperando la respuesta de una empresa para un nuevo trabajo, de un banco para un crédito con el cual podrás realizar un nuevo proyecto, de una persona a la cual pretendes y en ninguno de los casos sabes si la respuesta será afirmativa y el momento en que te responderán. Eso implica un desgaste mental y emocional porque tienes la esperanza puesta en un deseo que no llega, te genera ansiedad y por estar imaginándote qué estará pasando te pierdes de enfocarte en lo que sí está sucediendo. Si te sucede algo así solo debes de preguntarte si hiciste lo que está en tus manos (mandaste tu curriculum a la empresa, entregaste el formato al banco, le expresaste a la otra persona tus sentimientos) si es así quédate tranquilo, pon en manos de Dios el asunto y que Él en su sabiduría resuelva lo que sea mejor para ti. No gastes energía en algo que no depende de ti, entrégalo y dedícate a vivir tu vida concentrado en lo que está a tu alcance.

2. Perdonarte a ti mismo
Si bien cuesta trabajo y humildad perdonar a los demás es sabido que nuestra mente constantemente nos hace juzgarnos y hacernos creer culpables por todo lo negativo que nos sucedió. Al cerrar una etapa debes de descartar el esfuerzo de encontrar culpables, porque no tiene sentido. El encontrar culpables no te lleva a nada porque si consideras que se hizo una injusticia contra ti y que la culpa fue exclusivamente de tu exjefe, expareja, examigo evitarás mirarte a ti y con honestidad reconocer si hubo algo que hiciste o no hiciste para que pasara el evento. Y no se trata, repito, de que te culpes, sino que identifiques responsabilidades. La culpa ataca a tu autoestima y hace que te conviertas en tu peor enemigo; el aceptar parte de la responsabilidad de lo ocurrido te ayuda a ver a otros y a ti compasivamente, hace que no tomes personales las cosas y te permite cerrar ciclos de manera efectiva.
Así que repasa lo acontecido y míralo con ojos de amor. Si alguien partió y no tuviste tiempo de decirle que lo amabas, hazlo ahora, cierra los ojos y exprésale lo que hay en tu corazón, pídele perdón y comprométete a no repetir ese hecho con los seres que están a tu alrededor. Si una relación no funcionó, tal vez no puedas quedar como amigo de la otra persona pero si agradecer lo aprendido, disculparte por no dar el máximo o por las actitudes mostradas, sin exigir que la otra persona haga lo mismo. La intención es que quedes en paz y puedas pasar a una nueva etapa sin cargar culpas que te hagan sentir la peor persona del mundo, un fracaso, alguien que no merece ser feliz. Perdona y perdónate, que Dios ya te ha perdonado y te sigue amando igual que siempre.

3. Agradecer
Este es un punto clave. Nos enfocamos más en lo negativo que en lo positivo. Te acuerdas que estuviste 2 semanas enfermo en lugar de agradecer que estuviste 50 semanas sano. Reniegas porque perdiste tu trabajo y no agradeces que no faltó comida caliente en tu mesa. Lloras porque alguien a quien amabas no respondió como tu querías en lugar de agradecer que tuviste la oportunidad de sentir esa emoción en tu corazón, de ponerte nervioso mirando al otro acercarse, de sentirte protegido en un abrazo. Sé que suena irreal y precisamente es porque así fuimos educados, ponemos atención a lo no logrado para sentirnos víctimas de las circunstancias y perdemos de vista lo maravilloso que hay en nuestra vida.
Agradece tu familia, tu trabajo, tus amigos, tu situación económica, tu salud, tu matrimonio o noviazgo; deja a un lado lo que no te agradó de este año agradeciendo el aprendizaje obtenido y concéntrate en repasar lo que de manera suave y cotidiana fue pasando en tu vida.
Solamente siendo agradecido se abre el canal para poder recibir bendiciones el año próximo. Así que agradece y agradece y vuelve a agradecer sintiendo esa emoción en tu corazón, que inunde todo tu ser y expanda tu energía hasta el infinito.

4. Disponerte a recibir lo mejor y a trabajar por ello
Habiendo cerrado etapas, perdonarte por lo acontecido y agradecido por todas las bendiciones en este año por terminar podemos enfocarnos en visualizar lo que queremos para el año que entra. ¿Por qué fue necesario los pasos anteriores? Porque no se puede recibir algo si tienes las manos llenas de sin sabores, preocupaciones, desilusiones. Se requiere soltar para que puedas tener la libertad de recibir bendiciones.
Ya que soltaste lo pasado puedes hacer tu lista de deseos. Pero no te quedes solo con la lista, cada uno de tus deseos visualízalo y piensa en qué manera puedes ayudar a obtenerlo. La mayoría de nosotros estamos acostumbrados a lanzar al infinito nuestros deseos con una esperanza de que se realicen por obra exclusiva de Dios, que de repente nos llamen y digan que nos sacamos un auto, una casa, un viaje, una cantidad de dinero. Pedir que llegue alguien que nos ame como somos, que estemos sanos, que tengamos un nuevo empleo o que nuestro negocio prospere. Pero, ¿qué pasos vas a seguir para ayudar a cumplirlo?
Si quieres un nuevo auto, casa o un viaje o disponer de una cantidad de dinero piensa en opciones para ahorrar y disponer del dinero necesario para realizar tus deseos; tal vez hacer alguna actividad extra para incrementar los ingresos; el universo se mueve pero tu actitud es importante para generar la abundancia. Si quieres que tu negocio prospere piensa en opciones de hacerlo más llamativo, mejorar la publicidad, el servicio, el surtido de artículos. Si quieres estar sano piensa en la forma de cuidar tu alimentación, hacer ejercicios, manejar tus emociones y creencias. Si quieres que alguien te ame piensa en cómo ser una mejor persona que atraiga a personas con buena energía, en ir a lugares de tu interés para conocer personas con gustos afines. Planea y haz lo que esté en tus manos para que tus deseos se cumplan y deja el resto al universo.
Puedes escribir tus deseos y auxiliarte de adornos de manzanas con canela y miel de abeja, bolsas de semillas, oraciones de ángeles o algunos rituales que conozcas para que tu inconsciente se una y te sea más fácil acercarlos a ti.
Espero que este año que termina te haya brindado sabiduría y que el próximo año sea el mejor año de tu vida, lleno de bendiciones y que tengas la convicción de hacer que eso suceda.

Un abrazo
Wilmer Ramírez Valdez

http://wiravaslp.blogspot.mx/
www.facebook.com/quienpuedehacermefeliz/


miércoles, diciembre 30, 2015

Ni avanzas, ni retrocedes: estás atascado

Hay momentos de la vida en donde el sello está en el desconcierto. No es que sean “momentos malos”, en estricto sentido. No es que pases por grandes sufrimientos o graves problemas, sino que simplemente ves pasar los días y sientes, muy en el fondo de ti, que no estás evolucionando, que no creces.


La nota predominante es la rutina. Cada día es muy parecido al anterior y aunque no tienes que pasar por grandes sobresaltos, tampoco logras entusiasmarte realmente con nada. No consigues activar tu fuerza vital y tampoco tienes ganas de intentarlo.


“La vida nunca es estancamiento. Es movimiento constante, movimiento sin ritmo, pues nosotros como cambiamos constantemente. Las cosas viven moviéndose y ganan fuerza mientras lo hacen.”


-Bruce Lee-




Has llegado incluso a acostumbrarte a los problemas que antes te inquietaban. Si tienes una relación mediocre o nociva, dejas de pretender que sea mejor. Si tu trabajo no te satisface, te resignas y sobrellevas lo que hay. Ni avanzas, ni retrocedes: estás atascado.
¿Estás atascado? ¿No avanzas?

El estancamiento es un estado en el que no logras ponerte en contacto con tus sentimientos y emociones más genuinas. De ahí que tampoco sientas un verdadero impulso hacia la acción, hacia propiciar algún cambio que te enriquezca y haga más significativo el hecho de vivir. Éstas son las señales que indican que te encuentras atascado: 
No sientes entusiasmo. Haces todo como mecánicamente y procuras no pensar mucho en ello. No quieres complicarte. 
No quieres comprometerte con nada. Te limitas a cumplir con lo que se te pide, tanto en el plano laboral, como en el plano personal. Pero no quieres implicarte demasiado. 
Eludes los desafíos. Frente a un posible reto, o a una novedad, te haces a un lado. No te interesa ponerte a prueba, ni le ves sentido a ello. 
Sientes fatiga casi todo el tiempo. Una de tus frases favoritas es “estoy cansado”. Y es verdad, físicamente te sientes sin energía. Te parece que tu cuerpo es pesado y fácilmente caes en la somnolencia. 
Tu rutina es demasiado estructurada. Haces casi todo, cada día, de la misma manera. Los mismos horarios, el mismo recorrido, las mismas conversaciones. 
Rechazas todo lo nuevo. Cualquier novedad te parece una incomodidad innecesaria. No quieres invertir tu esfuerzo en adaptarte a algo que desconoces. 
Sientes pereza y aburrimiento, de manera constante. Bostezas mucho y anhelas que “te dejen quieto”, que nada te invite a movilizarte. Casi todo te aburre, pero más te aburre pensar en un cambio. 
Justificas tu actitud, incluso con mentiras. Construyes una serie de “razones” falsas para sustentar tu inactividad y miedo al cambio. Inventas excusas para justificar tu estancamiento. 
Si no avanzas, devuélvete


Cuando pasas por una de esas etapas de estancamiento, seguramente hay un dejo de tristeza, o de ira, o de ambas, en el trasfondo de la situación. El hecho de que estés atascado significa que, aunque no te des cuenta, hay algún asunto por resolver en tu vida.


La depresión encubierta es como un pequeño animal que roe constantemente y te roba energía vital. Se trata de un rumor sordo que ejerce un gran peso sobre la percepción del día a día. Como si le pusieras un velo gris a la realidad y contemplaras todo a través de esa distorsión de color. Nada te parecerá suficientemente interesante, porque no lo estás mirando directamente.


La ira, a su vez, es una de las emociones más paralizantes. Cuando se queda enquistada en tu interior, opera corroyendo las demás emociones. La ira reprimida te vuelve rígido, sarcástico y negativo. Te lleva a sentir una especie de desprecio por todo lo que te rodea y contribuye a que nada te despierte interés. Mina tus relaciones con las demás personas y, a largo plazo, afecta tu salud.





Lo mismo ocurre con la culpa, que a veces se instala en tu inconsciente. Cuando lo que no hiciste o no dijiste, o lo que hiciste y dijiste, te genera arrepentimiento y eludes esa realidad, es probable que el precio sea ese palidecer de tus emociones y de tus ganas de vivir.



Las etapas de estancamiento deben mirarse con cuidado. A veces exigen solamente un proceso de toma de conciencia y un replanteamiento de las condiciones en las que se vive. Otras veces, en cambio, son una señal de que se hay una crisis que comienza a desatarse.


Por eso, cuando sientas que no puedes avanzar, lo mejor es que te devuelvas. Estás atado a alguna situación del pasado que no ha sido superada del todo y que sigue incidiendo en tu presente. Es cierto que la vida no es un jardín de rosas, ni una fiesta de todos los días. Pero, por otro lado, es en realidad lo único y lo más valioso que tienes.


Vivir sin vivir no es una opción. El tiempo de existencia es muy corto como para desperdiciarlo en rutinas inútiles y relaciones insatisfactorias. Tu paz y tu felicidad son el único objetivo por el que en verdad debes jugarte a fondo. La quietud hay que dejársela a los muertos.



CERRAR PUERTAS PARA AVANZAR


A veces es necesario cerrar puertas para dar cabida lo nuevo que está por llegar. Muchas veces llevamos una carga a cuestas del pasado,... »


Edith Sánchez


lamenteesmaravillosa.com

martes, diciembre 29, 2015

Vivir sin expectativas

Las expectativas no nos permiten vivir en libertad, aceptando el curso de las cosas, ya que creemos que por el hecho de desear algo en concreto, ya sea aprobación, perfección o comodidad, tiene obligatoriamente que ocurrir. Pero la realidad es que lo que tenga que suceder, va a suceder, estemos o no de acuerdo.
Las personas en muchas ocasiones pretendemos tomar el rol fantasioso de divinidad. Pensamos erróneamente con “deberías”, hacia nosotros mismos, los demás y la vida en general. Nos decimos cosas como “mi jefe debería tratarme bien y no gritarme”, “las cosas me deben salir bien siempre y con poco esfuerzo” o “yo debo hacer mi trabajo bien porque si no significa que soy un gusano”.  ¿Qué nos hemos creído?, ¿un juez?, ¿un Dios?, ¿quién puede decir lo que debería o no debería ser?

Cuando vivimos esperando que la vida funcione como queremos, que las cosas salgan como nos gusta o que los demás nos traten como creemos merecernos estamos siendo, en realidad, esclavos de lo que esperamos.
Vivir con expectativas nos convierte en personas débiles a nivel emocional, ya que esperamos que las cosas sucedan tal y como deseamos y no siempre va a ser así. De hecho, en un porcentaje considerable de veces, la vida va a tomar un giro distinto del que esperábamos y no queda otra que aceptarlo con el mayor sosiego posible.
Si no nos entrenamos bien para soltar las expectativas y abrazar lo que viene, corremos el riesgo de sufrir considerablemente, de deprimirnos o llenarnos de ansiedad. Cada cual elige qué es lo que prefiere pues cada uno es dueño de su propio estado emocional.
Chica mirando el mar

¿Cómo me libro de las expectativas?

La clave se encuentra en aprender la diferencia entre lo que es controlable y lo que no. Yo no puedo controlar el pensamiento ni la actitud de los demás, tampoco las circunstancias del mundo y de la vida. Sin embargo si puedo controlar la forma de relacionarme con esto, la forma de pensar sobre ello y de hacerle frente.
Cuando tratamos de controlar lo incontrolable, evidentemente, nos frustramos porque nunca va a ocurrir lo que queremos. Nuestro margen de actuación se reduce a que podemos hacer las cosas de la mejor manera que sabemos o actuar como mejor sepamos, pero eso no quiere decir que se nos vaya a recompensar, ni que todo vaya a ir conforme a nuestras expectativas y deseos. Vamos a quitarnos esta idea absurda de la mente y comencemos a aceptar la realidad.
Piensa, por ejemplo, en que un día alguien te dice: “El cielo debería ser de color verde manzana, porque sí, porque a mi me gusta ese color y espero que algun día sea así” ¿Qué pensarías? Seguramente que esta persona no está muy bien de la cabeza, que tiene un deseo absurdo, que nunca se va a realizar por la sencilla razón de que es imposible y porque por mucho que a mi me guste algo, no significa que obligatoriamente tenga que ocurrir.
De la misma manera, cuando albergamos expectativas en nuestra vida, con nuestros propios asuntos,estamos imponiendo y exigiendo que debe ser, cuando no va a ser y tampoco necesitamos que sea.
Chica triste mirando pájaro

Tú no eres ningún Dios

Por lo tanto, cuando te percates que vienen expectativas a tu mente, y tu diálogo interno contenga un “debería“, acuérdate de que no eres ningún Dios que puede cambiar el progreso de las cosas, solo un ser humano como otro cualquiera que lo hace lo mejor que puede pero que de eso no se deriva que le vaya a ir bien ni que la vida vaya a ser justa.
También puedes preguntarte ¿Quién dice que las cosas me deben salir bien?, ¿dónde está escrito que tal persona me debería tratar como merezco?, ¿puedo controlar yo el comportamiento del otro de alguna manera?, ¿me sirve para algo pensar en que el mundo está obligado a satisfacerme y esperar que así sea?
Cuando encuentres las respuestas realistas y racionales a todas estas preguntas y cambies tu diálogo interno por “me gustaría, pero quizá no sea así y tampoco lo necesito” o “no espero que menganito me haga un regalo por nuestro aniversario, aunque sería fantástico si lo hiciese”, te darás cuenta de que eres mucho más fuerte y libre.
Te habrás desligado de las expectativas irracionales, de la rigidez, de la obtusidad  y comenzarás a aceptar lo que el Universo tiene preparado para nosotros. A veces te gustará, otras no, pero en eso consiste la vida.
Si todo fuese siempre color de rosa y como queremos, esto de vivir tendría poca gracia. No hay alegría sin tristeza, satisfacción sin decepción, éxito sin fracaso… Para sentir el cosquilleo que nos produce el alcance de una expectativa, tenemos que conocer la frustración y tolerarla.
¡Empieza hoy a soltar! Anota en un papel todas tus expectativas, hacia ti mismo, los demás y el mundo y ve modificándolas. Te gustaría que se cumplieran, pero no es obligatorio y pase lo que pase lo aceptarás y soportarás. Practica un diálogo interno más maduro y fuerte, y saldrás ganando.

Las expectativas nos aseguran frustración
Las expectativas no se dividen en buenas o malas, simplemente nos impiden ser quienes realmente queremos ser. Liberarnos de ellas requiere de atender a... »


Alicia Escaño Hidalgo
lamenteesmaravillosa.com

lunes, diciembre 28, 2015

Las buenas personas te dan felicidad, las malas, lecciones

Ojalá hubiese una termómetro de bondad y otro de maldad. Ojalá pudiésemos detectar el egoísmo en el momento que comienza a estar presente. Y ojalá pudiésemos servirnos de estas mediciones para tomar buenas decisiones con respecto a las personas que nos rodean.
Sin embargo, como esto no es posible, tenemos que quedarnos siempre con la felicidad y las enseñanzas que nos aportan las buenas personas, y las lecciones que nos aportan aquellas que en algún momento se han comportado de malas maneras.
Porque si hay algo que está claro, es que nadie es malo o bueno en su totalidad, sino que todos a veces nos equivocamos al elegir cómo comportarnos o qué sentimiento priorizamos en nuestras relaciones.
Sea como fuere, cada acontecimiento y cada persona que se cruza en nuestra vida tendrá la oportunidad de brindarnos la enseñanza que necesitábamos aunque no nos dé lo que esperábamos.
las palabras solo duelen cuando te importa quien las dice

A los que nos hacen crecer: sonrisas

Las buenas personas son aquellas que huelen a nobleza, a humildad y a miradas sinceras. Son esas personas que nos recomponen con sus sonrisas. No abundan, pero con su lindo corazón lo inundan todo.
A esas personas debemos ofrecerles reciprocidad, atención y cariño, porque gracias a sus guiños llenamos nuestra vida y nuestro día a día de franqueza y empatía, pilares indispensables para ser felices o sentirnos bien.
“Hay gente, algunas personas, muy pocas, que al sonreír se les llena la cara de una ausencia de malicia que no es de adulto. De una expresión de bondad que desarma.
A la gente que le pasa eso, que cuando sonríe te lleva al traspié, al bienestar y al apego inmediato, les regalas el alma porque pueden contigo”
Manos traspasando energía

A los que nos generan malestar: despedidas



Están también aquellas personas que han teñido las relaciones que mantuvimos con ellas de egoísmo y, en ocasiones, de maldades (intereses, ofensas, críticas, decepciones, etc). Estas son las personas que nos enseñan la importancia de ir por la vida dejando huella y no cicatrices.
Sea como sea, las malas experiencias son una realidad con la que tenemos que intentar convivir y de la que tenemos que procurar extraer lecciones de vida que nos ayuden a recorrer nuestro trayecto.
De nada vale retorcernos de dolor, rumiar sin cesar sobre lo que podríamos haber vaticinado pero no vimos o no quisimos creer. Por eso, cuando una situación que deriva de una relación o de un intercambio negativo nos genera malestar, en vez de dramatizar es mejor que lo tomemos como aprendizaje.
En este sentido debemos explorar un poco la idea de que afrontar lo bueno que viene suele ser una tarea fácil. Sin embargo, aceptar lo que se va o tenemos que hacer marchar es realmente complicado.
cesto lleno de estrellas
Cada situación, cada persona y, por lo tanto, cada sentimiento están repletos de intensos matices que conducen nuestro aprendizaje a uno u otro ritmo, haciendo valer aquellas enseñanzas que depuran nuestra madurez emocional.
El hecho de que a lo largo de nuestra vida nos encontremos con relaciones positivas y negativas hace que el hecho en sí de construir unas u otras amistades sea cada vez más significativo, maduro y reflexivo.




Así, gracias a este mismo hecho, cada vez nos va importando más la calidad que la cantidad de amigos y personas que tenemos a nuestro lado, pues nos vincularemos a aquellos que nos resultan más afines respecto a nuestras experiencias vitales.
perfil masculino con naturaleza
La bondad y la reciprocidad tienen como base el respeto a los demás y la construcción de la propia amabilidad. Este es el trasfondo de las miradas sinceras, artífices de estos sentimientos que nacen del corazón y que nos ayudan a formar un equipo de primera división ante la vida.
No nos olvidemos de considerar precisamente lo que comentábamos al principio, que no somos blancos o negros, sino que estamos hechos de diferentes tonalidades. Si bien hay gente que no siempre se comporta bien, será porque en ese momento o en otro anterior no ha tomado una buena decisión.
Como se suele decir todas las relaciones fallidas duelen, pero perder algo que en realidad no nos hacía bien es una ganancia, no una pérdida. Por eso siempre debemos valorar aquello que nos aporta enseñanzas y reciprocidad; o sea, aquello que suma y que no resta.

Admiro a la gente noble que no se cree más que nadie
La gente noble huye de la humildad falsa y afectada, del “yo lo hago todo mejor”, del orgullo narcisista y del egoísmo desmesurado. »
Raquel Aldana
https://lamenteesmaravillosa.com

domingo, diciembre 27, 2015

Cómo Resolver Tus Problemas Personales y Cuánto Tiempo Necesitarás para Conseguirlo

resolver problemas personales
Uno de los elementos que más nos preocupan a la hora de resolver nuestros problemas personales es saber cuánto tiempo vamos a necesitar para conseguirlo.

Por un lado, queremos que sea rápido, por supuesto. Pero más allá de esto, también queremos saber cuánto tiempo vamos a necesitar. Muchas veces, la incertidumbre es lo que más nos duele. Si alguien nos pudiera decir “esto que te preocupa se resolverá en X tiempo”, en muchos casos nos tranquilizaría. Ver un final a los problemas ayuda a tomárnoslos con más calma.
Pues bien, hoy hablaremos del camino más práctico para resolver los problemas personales, sean del tipo que sean, y también de cómo estimar cuánto tiempo necesitaremos para lograrlo.
En esta vida, todo tiene solución. Todo.
Es solo cuestión de ponerse a caminar para conseguirlo.

Cómo Resolver un Problema Cualquiera

Un punto muy importante a la hora de resolver nuestros problemas personales es entender que para lograrlo hay que hacer un salto. Tenemos que “saltar” desde el estado inicial donde nos encontramos (el problema) hasta el estado final (la solución).
Por ejemplo, si nos duele algo, para que se resuelva tenemos que pasar del estado inicial (dolor) al estado final (no dolor); si no tenemos dinero, tenemos que pasar del estado “carencia” al estado “abundancia”, etc.
Esta idea se puede representar gráficamente como si fuera un escalón. En la parte baja del escalón está el problema y en la parte alta está la solución. Y para resolver el problema hay que “subir” el escalón. Así:
resolver-problemas-personales-1-cast
Es importante notar que, en muchos casos, el escalón puede ser muy alto y brusco. Si es un problema sencillo, el escalón será pequeño, pero si es un problema que para nosotros es grande, el escalón será bastante alto.

Y es muy importante tener esto en cuenta para poder avanzar.

Cómo Resolver Tus Problemas Personales

Intuitivamente, se ve enseguida que, cuanto más alto sea el escalón, más nos costará subirlo. Y si es muy alto, será realmente difícil que lo hagamos en un solo salto. Casi imposible.
Es como si tuviéramos un escalón de seis metros delante.
En un caso así, lo más práctico es construir una escalera. En lugar de intentar subir en un solo salto, ir haciendo pequeños saltos hasta llegar arriba. Así:
resolver-problemas-personales-2-cast
Es una idea muy razonable, ¿verdad?
Pues este suele ser el mejor camino para resolver cualquier situación que nos preocupe: ir poco a poco, haciendo pequeños saltos, hasta llegar a la solución.
Lo que pasa es que en general tenemos muy poca paciencia y perseverancia, y queremos resolverlo todo enseguida. Queremos subir el escalón en un solo día.
Y en lugar de ir más rápido, al final vamos mucho más lentos, porque nos quedamos atascados mucho tiempo.

Cuánto Tiempo Tardarás en Resolver Tus Problemas Personales

Si miramos la imagen anterior, veremos que hay dos aspectos claves de la escalera: el número de escalones y la amplitud de cada uno de ellos.
El número de escalones es la cantidad de pequeños cambios que hay que ir introduciendo en nuestra vida para avanzar hacia la solución. Y la amplitud de cada escalón es el tiempo que pasa desde un cambio hasta el siguiente.
Lógicamente, lo mejor es hacer cuantos menos saltos posibles, y hacerlos lo más seguido posible. Así llegaremos antes a la solución.
Pero por muchas ganas que tengamos de llegar, hay un mínimo de saltos que hay que hacer y un mínimo de tiempo que tiene que pasar entre saltos.
Por un lado, si intentamos hacer pocos saltos, puede suceder que cada salto sea demasiado grande y que no podamos avanzar igualmente. Es como si tenemos un escalón de seis metros y lo dividimos en dos saltos de tres metros cada uno. Sigue siendo demasiado:
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Y por otro lado, si intentamos hacer los saltos demasiado juntos, también puede pasar que no podamos subir. Es como si construimos una escalera con escalones de un centímetro de ancho. Como se ve en la siguiente imagen, a la práctica es como si fuera una pared en lugar de una escalera, y será muy difícil subir por ella:
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Así pues, por mucha prisa que tengamos, lo más práctico es ir haciendo pequeños saltos espaciados en el tiempo. Hay que ir haciendo pequeños cambios en nuestra vida y dejar que pase un tiempo entre ellos para que puedan asentarse.

Estos cambios pueden ser de dos tipos: acciones y cambios mentales. La acciones son cosas que hay que hacer físicamente (por ejemplo, para mejorar nuestro estado de forma hay que hacer ejercicio) y los cambios mentales son cambios en nuestra manera de pensar y de ver el mundo (por ejemplo, dejar atrás miedos, creencia limitantes, etc.).
Para resolver la mayoría de problemas personales, normalmente hay que hacer las dos cosas: algunas acciones y algunos cambios mentales.
Si hacemos una estimación de los cambios que tenemos que hacer y del tiempo que tiene que pasar entre ellos, podemos calcular lo que tardaremos en resolver los problemas. Por ejemplo, si tenemos que hacer diez cambios, y de media tardamos dos meses por cambio, tardaremos veinte meses.
Evidentemente, es muy difícil hacer este cálculo con precisión, pero es posible hacerse una idea. Si quieres, puedes hacer el ejercicio de sentarte un momento e intentar tomar conciencia de dónde estás y de a dónde quieres llegar. Y luego, siendo realista y sincero contigo mismo, intentar ver los pasos que tienes que dar para avanzar: qué acciones tienes que llevar a cabo y qué cambios mentales tienes que lograr.
Y por último, asumir el tiempo que te llevará dar cada paso.
Pero independientemente de esto, lo más importante es ver que todo tiene solución y que es mucho más sencillo dividir el camino en pequeños pasos e ir avanzando uno a uno.
Si uno no deja de caminar, tarde o temprano llega a su destino.
Y tú no tienes ninguna intención de dejar de caminar, ¿verdad? ;)
http://www.jananguita.es/

sábado, diciembre 26, 2015

A veces aferrarse hace más daño que soltarse

Ponte a reflexionar y hazte la siguiente pregunta: ¿Crees que hay algo en tu vida gracias a lo cual eres feliz y sin lo que no podrías funcionar? También puedes formularla de otra manera: ¿existe algo que creo que necesito y debo conseguir, sino mi vida no tiene sentido?
Si has respondido afirmativamente, probablemente estés siendo esclavo del apego. Cuando sufrimos de apego, creemos irrealistamente que el vínculo que hemos creado con esa persona o cosa en particular, nos va a dar tres cosas que el ser humano siempre ha buscado y ha pretendido conseguir: una de ella es la felicidad, esa sensación de bienestar y placer tan anhelada pero que no sabemos bien de dónde sale.
Cuando estamos obsesionados con algo o alguien, pensamos erróneamente que la felicidad la sentimos gracias a ello, a ese algo que está en el exterior de nosotros en vez de pensar que nace de nosotros mismos, de si apreciamos o no las cosas que tenemos, de si nos quejamos en menor o mayor medida de lo que nos falta y de cómo gestionamos lo que nos decimos a nosotros mismos.
Por otro lado, cuando estamos apegados, pensamos que tenemos la total seguridad. Es como si ese objeto de apego nos protegiese de catástrofes mentales como la soledad, la seguridad económica o una vida cómoda.
Esto lo podemos observar en muchas parejas insanas en las que uno de los miembros es dependiente del otro aunque todo sea un tormento y el amor brille por su ausencia. La persona apegada sigue en esa relación por su miedo irracional a quedarse solo en el mundo. Ha creado una catástrofe que le bloquea e impide tomar una decisión conforme a la lógica y a su propio bienestar.
Además de la felicidad y la seguridad, cuando nos aferramos, pensamos que nuestra vida tiene sentido gracias a eso a lo que estamos aferrados y que si alguna vez lo perdiésemos, la vida dejaría de ser placentera, perderíamos el rumbo y las ilusiones.
Evidentemente, esto no son más que fantasías que los seres humanos creamos en nuestras mentes y que provocan que suframos de manera exagerada. Aferrarse a algo o a alguien  genera mucho dolor, además de angustias e inquietudes. Si nos obsesionamos, estaremos siempre ansiosos debido a la posibilidad de perder aquello que tanto nos costó conseguir y que creemos que da sentido a nuestra existencia.
“Nuestros problemas se deben a un apego apasionado a las cosas y a deseo que nunca se satisfacen por completo, entonces generan aún más angustia. Percibimos a las cosas como entidades permanentes. En el empeño de conseguir estos objetos de nuestro deseo, empleamos la agresión y la competencia como herramientas supuestamente eficaces, y nos destruimos cada vez más en el proceso.”
-Dalai Lama-
Además, si algún día lo perdiésemos, caeríamos en una profunda depresión, pues como hemos creído que nuestra fuente de bienestar y felicidad era esa persona, objeto o idea, pensaremos que ya no habrá nada que nos haga sentir así de nuevo y nos sentiremos muy desdichados.
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¿Cómo saber si sufro de apego?

Estar apegados a algo o alguien puede pasar desapercibido debido a que tenemos la gran habilidad del autoengaño. Aprende a reconocer algunas de las señales que te indica que te estás aferrando demasiado:
  • Si notas que estás obsesionado: estás sufriendo de apego emocional si te percatas de que tus deseos se han convertido en necesidades absolutistas, que ya no te sacias, sino que necesitas más y más para estar bien. Ya no prefieres o quieres, sino que necesitas estar muy cerca de esa fuente de felicidad para poder funcionar adecuadamente en la vida. Es algo parecido a lo que ocurre con las drogas, el adicto cada vez necesita una dosis más alta para poder sentir el mismo placer que al principio.
  • Falta de autocontrol: Las personas aferradas a algo no son capaces de regular su propia conducta y llevan a cabo acciones compulsivas, viscerales, sin un razonamiento lógico. Es como si uno estuviese fuera de sí y se convirtiera en un esclavo de lo externo. Deja de ser dueño de su propia vida y pasa a ser un dependiente de su objeto de apego.
  • Sufrimiento exagerado si eso a lo que estoy apegado no está cerca: se prepara en nuestro organismo un cóctel emocional muy potente parecido al síndrome de abstinencia y es por no tener mi objeto de deseo al lado.
  • Mantener el vínculo obsesivo aunque nos haga daño: Si sabes que eso te está haciendo sufrir y sigues en esa misma situación sin encontrar la fuerza suficiente para desprenderte, estás aferrado y crees que no puedes vivir fuera de ahí… Crees equivocadamente que la vida será aun peor si sales de esa situación, pero lo cierto es que es esa situación la que no te deja ver todo lo que la vida tiene para ofrecerte. Estás con los ojos vendados y no eres capaz de ver más allá.

Aprender a soltar

Para crecer emocionalmente y sentirnos personas más fuertes, libres e independientes, tenemos que practicar la filosofía del desapego o el desprendimiento. No quiere decir que tenga que sacar de mi vida todo aquello que me gusta o me genera placer, sino solo aquello con lo que estoy obsesionado, aquello que creo necesitas para ser feliz y sin lo cual no puedo funcionar adecuadamente.
Se trata de no ser esclavo de nada ni nadie, sino de ser nuestro propio amo, el dueño de nuestra vida. Para ello hay que practicar algunos pasos:
  • Cambiar el “necesito” por el “deseo” o “prefiero”
  • Ser consciente de que no somos dueños de nada ni nadie y por lo tanto nada nos pertenecepero podemos disfrutar de lo que tenemos en el momento presente.
  • Sé apasionado e ilusiónate, pero sin sufrir por ello ya que realmente “no lo necesitamos”
  • Practica el desapego en tu vida cotidiana: tira aquello que ya apenas uses, corta radicalmente el contacto con esa persona que te hace daño…¡se valiente!
Y recuerda… ¡a veces aferrarse hace más daño que soltarse!
Autora: Alicia Escaño.
Tomado de lamenteesmaravillosa.com

viernes, diciembre 25, 2015

No te pierdas en el mar de tus emociones

Todas las emociones tienen un mensaje para nosotros. Si la emoción es agradable y benéfica (que llamamos positiva), estamos recibiendo retroalimentación de que estamos viviendo algo que nos parece bueno. Si la emoción es desagradable o dolorosa (que llamamos negativa), el mensaje nos dice que no estamos en la ruta que deseamos para nosotros y en última instancia, nos señala que sería adecuado hacer alguna corrección.

Lo que parece tan simple, se convierte en un caos porque entramos en el torbellino de la emoción y perdemos la claridad, la objetividad y la neutralidad para leer el mensaje. Esto sucede con las emociones agradables y especialmente cuando la emoción es desagradable.
Si nos ponemos a pensar, ambos tipos de emociones son positivas. Ambas nos entregan un mensaje muy importante, nos señalan si vamos bien encaminados o no. Eso es como tener un guía o un coach, completamente gratis y disponible las 24 horas del día.
Por lo general no utilizamos las emociones de esta manera porque no comprendemos en profundidad lo que ellas nos están diciendo. Son altamente convenientes, pero al no comprender el mensaje que tan amorosamente nos regalan, nos perdemos, nos introducimos dentro de la emoción y experimentamos confusión en vez de claridad.
Recuerdo que hace unos cuantos años atrás, mientras meditaba, pude darme cuenta de que tenía mucha tristeza por sentirme deprimida. He podido advertir que hacemos una doble emoción de la que estamos sintiendo. Nos sentimos tristes por estar tristes, nos sentimos enojados por estar enojados, nos sentimos abandonados cuando sentimos la emoción de abandono. Y este ejercicio es nefasto para recibir la guía que necesitamos. Lo único que conseguimos es perdernos en un laberinto de emociones sin fin. Cuando me di cuenta de que estaba haciendo esto, sentí un gran alivio. Casi había resuelto la mitad del problema.
Todas las emociones que sientes tienen una explicación lógica. Si experimentas tristeza es porque en alguna parte del camino aprendiste a sentir de esa manera. En vez de introducirte en la emoción podrías preguntarte: “¿Para qué estoy sintiendo esta tristeza?”. Rápidamente obtendrías una respuesta del Universo que te ayudaría a tener más claridad.
Este es otro punto bien importante. Cuando hemos experimentado una emoción por mucho tiempo, tenemos la tendencia a pensar que seguiremos sintiéndola en el tiempo. Nos acostumbramos tanto a esa emoción que no nos imaginamos la vida sin ella. Casi se convierte en una compañía que podemos extrañar si no está. Hay varios estudios que hablan de nuestra adicción a las emociones. Dejamos dirigir nuestra vida persiguiendo emociones agradables en vez de dirigir nuestra vida utilizando la inmensa gamma de emociones que tenemos a nuestra disposición como guía en el camino.
Por otra parte, tenemos una fuerte tendencia a no querer sentir las emociones desagradables. Hacemos muchos trucos para poder evitarlas. Buscamos ruido, gente o entretención para distraernos. Pero eso nunca funcionará. Es como no querer mirar la luz roja del combustible del automóvil y no detenerse para abastecerlo.
Tarde o temprano quedará a la vista la poca atención que le hemos prestado a la emoción que nos hablaba. Es señal de madurez mirar la emoción, escucharla, recibir el mensaje y hacer las correcciones que corresponden.
A veces pensamos que no vamos a poder superar un estado desagradable hasta que algo o alguien cambien. Si recordamos que somos los proyectores de nuestra realidad, nos queda suficientemente claro que lo de afuera no puede cambiar mientras no hayamos realizado un cambio interno. Para que tu realidad sea feliz, tienes que sentir la felicidad dentro de ti antes.
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Esto es muy común en las relaciones de pareja y en las relaciones familiares. Siempre esperamos que los demás hagan un cambio para sentirnos mejor. Es importante recordar que los demás pueden mejorar cuando tú te conviertes en luz en su camino, pero no es necesario que ellos cambien para que te sientas mejor.
Recuerdo el caso de un cliente que estaba muy complicado a causa del mal humor de su esposa. Le pregunté si alguna vez había visto cómo derretir un monstruo tan furioso. Recordó una escena donde a un hombre lo hicieron reír mientras este acostumbraba a rezongar. Le animé a que hiciera lo mismo con su esposa y que dejara de esperar que ella riera por su propia iniciativa, que era más corto hacerla reír. Mi cliente había tenido la respuesta a su problema desde siempre dentro de sí, pero no la había encontrado porque se sentía inmerso en la emoción que le generaba el mal humor de su esposa.
Cuando atendemos las emociones tenemos más posibilidades de hacernos preguntas que nos lleven a la solución del problema que estamos enfrentando. Negarse a recibir la emoción es taparse los ojos para no ver la solución.
Las emociones agradables te sirven para preguntarte cómo hacer para seguir por esa vía y las emociones negativas son para preguntarte como salirte de esa vía. Las emociones desagradables no son para que te quedes atrapado allí. Una emoción desagradable es una invitación del Universo para que realices un cambio interior.
Espero que estas palabras te ayuden para atender todas tus emociones y te dejes guiar por su incondicional ayuda.
Patricia González
Sanaciones, Consulta Virtual, Coaching
www.evolucionespiritual.com