"Cuando tú estás solo, no
estás desolado, estás simplemente solo – y hay una tremenda diferencia entre
soledad y desolación. Cuando tú estás desolado estás pensando en el otro,
extrañas al otro.
La desolación es un estado
negativo. Tú sientes que estarías mejor si el otro estuviera ahí – tu amigo, tu
esposa, tu madre, tu amado, tu esposo. Hubieras estado bien si el otro hubiera
estado, pero no está. La desolación es la ausencia del otro.
Soledad es la presencia de uno
mismo. La soledad es muy positiva. Es una presencia, una desbordante presencia.
Tú estás tan lleno de presencia que puedes llenar el universo entero con tu
presencia y no hay necesidad de nadie."
OSHO
Situación actual: solo.
Estoy tratando de entender el porqué
con una simple palabra las personas a tu alrededor te etiquetan y hasta sienten
lástima por ti. Frases como “pobrecito”,
“su vida ha de ser muy triste”, “es un apartado”, “eres raro, lo normal no es
estar solo” son dirigidas a mí con frecuencia como si me conocieran tanto como
para saber que esta es una decisión personal.
En los últimos meses he
experimentado un cambio en mi vida. Desde siempre he sido poco sociable; voy
poco a las fiestas, reuniones, eventos; no tengo muchos amigos y no los
frecuento mucho. Hace un par de años me separé y comparto casa con unos
compañeros a los que casi no veo en el día.
No soy un ermitaño viviendo en
una cueva olvidado del mundo. Tengo dos hijas pequeñas a las que veo casi todos
los días, frecuento a mi familia, soy maestro y estoy rodeado de gente, me
gusta bromear, interactuar con las personas, escucharlas y apoyarlas. Y si, una
buena parte de mi día me la paso en mi cuarto, solo.
En mi juventud y después de mi
rompimiento de pareja puedo decir que me sentía la víctima de las
circunstancias. Añoraba la compañía, la necesitaba, me sentía apartado, como un
ser invisible. Soñaba con alguien que llegara a mi vida, me aceptara y me
sacara de ese estado, en otras palabras, estaba desolado.
¿Por qué tenemos miedo de estar
sin otras personas alrededor? ¿No podemos soportar un momento con nosotros
mismos sin tener que recurrir a la salvación temporal de chatear o hablar por
teléfono para contar los miedos, tristezas o alegrías? ¿Nos damos cuenta de que
muchas veces realmente no te importa quién sea la otra persona sino tener
alguien que te saque de ese estado?
Y quiero ser sincero, en mi
desesperación lo que menos me imaginaba era el rostro de la otra persona, yo
solamente quería que alguien me tendiera la mano, no me importaba si era hombre
o mujer, si tenía años de conocerlo o no, mientras me liberara de esa situación
no me importaba su nombre. No tiene que ser situaciones tan extremas como la
mía, ponte a pensar de las ocasiones en que usamos a las personas para cubrir esa
necesidad. Quieres ir al cine, a cenar, a algún evento pero te da flojera ir
solo o te sentirías raro y buscas con quien, lanzas la convocatoria a ver quién
puede, por fin alguien acepta y van. Si, te da gusto y platicas y la pasas
bien, pero la estás usando inconscientemente para quitar la desolación. No es
un daño tan grande para la otra persona, todos lo hacemos, fue hasta que me
tocó ser el acompañante que caí en la cuenta de que casi me decía, “como no quiso
nadie más que te parece si vamos a salir”. Porque, cuando quieres estar con
alguien lo que menos importa es el lugar, primero haces la cita y luego piensan
a dónde ir. En fin, es como si te dijeran que quieren ir a una fiesta y que le
gustaría que fueras de chofer. Todo por no saber manejar esa desolación y por
no estar acostumbrados a la soledad.
Puedo decir que al día de hoy me
estoy enamorando de la soledad. Disfruto cada vez más hacer cosas para mí
mismo. Me animo a ir al cine, a cenar, a algún evento solo; me gusta estar solo
en mi cuarto porque me da la posibilidad de escribir, leer, meditar, estudiar.
Voy a cursos y a clases sin conocer a nadie previamente porque me acompaño y me
estoy dando permiso de vivir a mi manera aunque los demás no lo acepten. Y
sabes, con ello disfruto más la compañía. Porque más que la cantidad de minutos
al día rodeado de personas o la cantidad de amigos físicos o virtuales lo que
importa es que “conectes” con ellos y te brindes de una forma honesta porque
deseas tenerlos en tu vida, no para suplir una necesidad sino porque has
llegado a la etapa en que quieres compartir tu desarrollo sin pedir a cambio.
Claro, este avance me ha separado
de algunas personas porque ya no pensamos de la misma forma, personas que
fueron importantes en momentos de mi vida y que les agradezco su apoyo pero que
actualmente no me hablan porque dicen que “he cambiado”. Y es verdad, he
cambiado y continúo cambiando. Siento que tengo un desapego emocional hacia
otros, es como sentir que no necesitas a las personas pero te da gusto que
estén junto a ti, que cada quien tiene su vida, su proceso. Experimentar que no
pasa nada si estás solo, que la cultura lo tacha de tragedia cuando es otra
forma de vivir. Tienes que mirar hacia dentro primero para luego ir hacia
afuera. Intento no aislarme del mundo y sigo disfrutando una buena charla y
sigo invitando gente a tomar un café para platicar.
Algunos de ustedes se sentirán
reflejados, para otros seré un soberbio, un antisocial. Tanto opiniones
positivas como negativas no afectarán mi camino y si disfrutas la soledad como
yo haz que lo que digan los demás no te afecten, vive a tu manera, si logras
amarte, aceptarte, perdonarte y descubrir la luz de Dios en ti será más fácil
poder verla en los demás.
Bendiciones
Wilmer Ramírez
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