Sólo aquél que, gracias al conocimiento de las verdades espirituales, ha sabido poner orden en sí mismo, realiza el verdadero silencio. Y en este silencio la voz de su naturaleza divina se hace oír. Toda una tradición mística nos habla de la «voz del silencio». ¿Cómo hay que comprender esta expresión? El silencio no tiene voz, evidentemente, pero en el seno del silencio se hace oír una voz: la de nuestra naturaleza divina. La meditación, la oración, al igual que todas las prácticas preconizadas por las enseñanzas espirituales, sólo tienen un objetivo: hacer callar a la naturaleza inferior en el hombre para dar a su naturaleza superior unas posibilidades cada vez mayores de expresarse. El silencio es pues este estado de conciencia en el seno del cual algo misterioso, profundo, empieza a revelarse. A este «algo» se le llama la voz del silencio. Aquél que logra serenarlo todo dentro de él, e incluso detener su pensamiento – ya que, con su movimiento, el pensamiento también hace ruido – oirá esta voz.
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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