Cuando el Maestro oyó a un discípulo hablar en términos despectivos de la codicia y la violencia de «la gente del mundo de ahí fuera», le dijo:
«Me recuerdas a aquel lobo que estaba pasando por una época pacífica y virtuosa y que, al ver a un gato persiguiendo a un ratón, se volvió hacia otro lobo y le dijo lleno de indignación: '¿No va siendo hora de que alguien haga algo para acabar con tanto salvajismo?'»
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