«Ando buscando la paz que proporciona el morir a uno mismo».
« ¿Quién es el que busca esa paz?», dijo el Maestro.
«Yo».
« ¿Y cómo va tu 'Yo' a conseguir una paz que sólo ha de darse cuando tu 'Yo' haya muerto?»
Y más tarde contaría esta historia:
Cuando murió el viejo vendedor de botones y cintas, dejó, para sorpresa de todos, una enorme fortuna en pólizas de seguros.
Lo cual, sin embargo, no sirvió para consolar a su viuda, que se lamentaba: «Mi pobre esposo. . . Toda su vida trabajando incansablemente en la más absoluta pobreza, y ahora que Dios nos envía esta fortuna, ¡él no está aquí para disfrutarla!»
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