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sábado, noviembre 16, 2013

Otro cuento...

Cuando un visitante anunció que se marchaba, porque ya no podía soportar una sola palabra más del Maestro, un viejo discípulo se mostró comprensivo con él:
«Sé cómo debes de sentirte», le dijo. «Durante años, yo traté de evitar a ese hombre, porque sus palabras eran como jaulas que transportaran a enloquecidas bestias salvajes de la jungla a mi pequeño y cuidado jardín. Habría preferido, con mucho, escuchar a predicadores cuyas palabras transportaran blancos y limpios huesos de un cementerio a otro».


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