A algunos discípulos les inquietaba el hecho de que al Maestro no pareciera preocuparle demasiado si la gente creía o no en un Dios personal.
En cierta ocasión, el Maestro les citó un pensamiento que le gustaba muchísimo y que lo había tomado del Diario del antiguo Secretario General de la ONU, Dag Hammarskjold:
«Dios no muere el día en que dejamos de creer en una divinidad personal, sino que morimos nosotros el día en que nuestras vidas dejan de estar iluminadas por el continuo resplandor, renovado día a día, de un prodigio cuya fuente excede todo razonamiento».
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.