En algún momento de nuestras vidas hemos sentido miedo, unas veces
racional y otras de forma no consciente; a este último lo llamamos miedo
irracional. La sensación de miedo es uno de los factores emocionales
más antiguos del ser humano, y los animales, para quienes -al igual que
en nosotros-, sirve de mecanismo de supervivencia.
El miedo, como otras emociones, se construye por la experiencia propia y mediante lo que llamamos memoria de futuro,
observando las eventualidades que se presentan con los demás para poder
adelantarnos a los procesos; se considera un factor preponderante para
evitar un evento traumático que nos pone bajo riesgo.
El enfrentamiento del miedo
Durante
el proceso de enfrentamiento suceden dos cosas: primero, percibimos al
causante del evento al que nos vamos a enfrentar; y segundo, este nos
sorprende. En el último caso, se provoca una respuesta rápida y refleja
de ataque o huida. Si el causante permite el análisis previo, podemos
construir una estrategia más elaborada, pero al fin y al cabo más lenta.
El cerebro tiene una zona llamada corteza prefrontal que controla
mecanismos de cálculos y resultados, hace estimación de factores de
riesgo para el éxito o el fracaso, y es el sitio de toma de decisiones
inteligentes.
Promediar
esos factores de riesgo establece un balance óptimo para vivir la vida
sin sobresaltos. Por ejemplo, cuando tomamos un bus no presupuestamos
que se va a quedar sin frenos y que vamos a terminar en el abismo: el
cerebro establece los factores de seguridad analizando que el bus es
nuevo, pertenece a una empresa seria que realiza el mantenimiento
adecuado para un viaje seguro y en caso de un imprevisto estamos a
merced de las respuestas reflejas, para aferrarnos, sostenernos y no
hacernos daño ante una eventualidad de frenado en seco.
Cómo funciona el miedo en nuestro sistema
El
miedo genera adrenalina y activa todo el sistema autónomo, para
producir buena fuerza muscular, aumentar el latido del corazón, el
oxígeno en los pulmones va creciendo al acelerar la frecuencia de la
respiración, se produce cortisol para la disponibilidad de energía a
base de glucosa (azúcar), disminuye la circulación en otros sitios y hay
morfina natural suministrada por el cerebro para evitar el dolor en
caso de que se presente. La toma de decisiones ocurre en milésimas de
segundos, pero si no hacemos caso y dudamos en decidir, nos paralizamos,
esto nos pone vulnerables ante el peligro, lo que evita correr, agredir
o defendernos, por esto el entrenamiento mental, como una simulación
ante el peligro evita la parálisis por miedo.
Consejos para enfrentar el miedo que nos paraliza
- Tenga en cuenta el peligro al que se expone en la vida diaria; hágalo consciente y construya una rutina mental a manera de libreto para desarrollarlo cuando se presente.
- Minimice el miedo irracional y explore las salidas a cada situación que se presente.
- Hable de los temas o situaciones que le produzcan miedo y haga comentarios jocosos sobre ellos; es una forma de minimizarlos y genera un ambiente mental de seguridad.
- Haga cálculos de posibilidades ante un evento o una situación ocasional reconocida por usted como peligrosa; esto fortalece la toma de decisiones y genera seguridad mental.
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