Los niños deben entender más de personas, de emociones y de relaciones sociales que de tecnología. Ello no excluye en absoluto que deban prescindir de esta última, porque nuestro mundo se expande con ella y es una materia prima esencial. Sin embargo, ante un futuro marcado por la Inteligencia Artificial, la robótica y lo tecnológico es imprescindible que no dejemos de lado la materia más importante de todas: la humanidad.
Peter Fonagy, profesor de psicoanálisis contemporáneo y ciencia del desarrollo en la University College de Londres, nos señala algo importante: no estamos educando a nuestros niños para los desafíos del día de mañana. De algún modo, lo que estamos haciendo es darles recursos y orientación para que estudien, para que se formen en cuantas más ramas mejor. Sin embargo, la clásica idea de «estudia para ser alguien en la vida» se está quedando coja: les faltan más competencias.
Porque los tiempos actuales son muy diferentes y lo serán más en breve. Al progreso tecnológico se le añade el cambio climático, los cambios sociales, las constantes variaciones en nuestra geopolítica, etc. Una de nuestras principales finalidades sería educar por tanto niños más resistentes pero flexibles a la vez.
Así, factores como la resiliencia, la creatividad, la innovación, el pensamiento crítico, la empatía y la humanidad se alzan como ese capital imprescindible que daría forma a un futuro más esperanzador.
Asimismo, un aspecto en el que incide el profesor Fonagy es en la salud mental. Ante un presente y un mañana lleno de desafíos, nuestros pequeños deben ser hábiles a la hora de manejar sus emociones, su ansiedad, su autoestima… Veamos más datos a continuación.
Porque los tiempos actuales son muy diferentes y lo serán más en breve. Al progreso tecnológico se le añade el cambio climático, los cambios sociales, las constantes variaciones en nuestra geopolítica, etc. Una de nuestras principales finalidades sería educar por tanto niños más resistentes pero flexibles a la vez.
Así, factores como la resiliencia, la creatividad, la innovación, el pensamiento crítico, la empatía y la humanidad se alzan como ese capital imprescindible que daría forma a un futuro más esperanzador.
Asimismo, un aspecto en el que incide el profesor Fonagy es en la salud mental. Ante un presente y un mañana lleno de desafíos, nuestros pequeños deben ser hábiles a la hora de manejar sus emociones, su ansiedad, su autoestima… Veamos más datos a continuación.
Los niños deben entender más de personas
Móviles, tabletas, ordenadores… Nuestros niños son nativos en todos estos dispositivos, han nacido viéndonos a nosotros haciendo uso de ellos y es imposible que no sientan una atracción natural por ese universo. Ahora bien, a menudo suele decirse que la tecnología por sí misma no es nociva para nuestros pequeños, pero la psicología que hay tras ella sí.
¿Qué significa esto? Nos referimos a lo que se conoce como diseño persuasivo. Cada insignificante detalle que vemos en nuestras redes sociales, en cualquier aplicación, en los videojuegos o incluso en modo en que nos movemos con nuestros dispositivos está diseñado para mantenernos ante la pantalla el mayor tiempo posible.
Queda claro que la tecnología por sí misma no es dañina. Nos ha facilitado las cosas de muy diversas maneras, pero la finalidad última de toda aplicación, red social o videojuego es obtener ingresos, así como información de cada uno de nosotros como usuarios.
Para ello, se valen de sofisticados mecanismos psicológicos que a la larga son contraproducentes. No obstante, tengámoslo claro, la sobreexposición temprana a la tecnología no es lo mejor para un cerebro infantil en desarrollo.
Los niños deben entender más de personas. Al fin y al cabo, el conocimiento sobre tecnología llega solo, pero la habilidad de empatizar, dialogar, interaccionar con los demás con respeto e interés, debe propiciarse y debemos ser su mejor ejemplo.
Móviles, tabletas, ordenadores… Nuestros niños son nativos en todos estos dispositivos, han nacido viéndonos a nosotros haciendo uso de ellos y es imposible que no sientan una atracción natural por ese universo. Ahora bien, a menudo suele decirse que la tecnología por sí misma no es nociva para nuestros pequeños, pero la psicología que hay tras ella sí.
¿Qué significa esto? Nos referimos a lo que se conoce como diseño persuasivo. Cada insignificante detalle que vemos en nuestras redes sociales, en cualquier aplicación, en los videojuegos o incluso en modo en que nos movemos con nuestros dispositivos está diseñado para mantenernos ante la pantalla el mayor tiempo posible.
Queda claro que la tecnología por sí misma no es dañina. Nos ha facilitado las cosas de muy diversas maneras, pero la finalidad última de toda aplicación, red social o videojuego es obtener ingresos, así como información de cada uno de nosotros como usuarios.
Para ello, se valen de sofisticados mecanismos psicológicos que a la larga son contraproducentes. No obstante, tengámoslo claro, la sobreexposición temprana a la tecnología no es lo mejor para un cerebro infantil en desarrollo.
Los niños deben entender más de personas. Al fin y al cabo, el conocimiento sobre tecnología llega solo, pero la habilidad de empatizar, dialogar, interaccionar con los demás con respeto e interés, debe propiciarse y debemos ser su mejor ejemplo.
La tecnología perjudica la sociabilidad y la gestión emocional
La exposición a la tecnología está cambiando la forma en que se conectan los cerebros de los niños. No podemos olvidar que el cerebro de los pequeños está en crecimiento, es muy maleable y sensible a los estímulos. Lo que consigue la exposición temprana a las pantallas electrónicas es la hiperactividad, el tener que procesar múltiple información a la vez de manera rápida.
- Además, se debilitan competencias tan importantes como la atención focalizada, la imaginación, la resistencia la frustración, etc. En el mundo de las tecnologías siempre hay un refuerzo positivo que los mantiene alerta y enganchados.
- Así, y por si esto no fuera poco, en un estudio realizado en la Universidad de Texas por parte de Sangmin Xun, nos señala que el uso temprano de la tecnología dificulta que los niños y adolescentes aprendan a regular sus emociones. Además, aumenta la tendencia a la ansiedad y la depresión, baja el rendimiento escolar y limita las interacciones interpersonales.
- En este último punto, el profesor Peter Fonagy, citado al inicio, señala algo muy llamativo. La tecnología no solo reduce la calidad de las relaciones de los niños con sus iguales. Además, se está creando cierta distancia entre las generaciones más jóvenes y los propios niños. Estos últimos prefieren ya buscar información a sus dudas en Internet antes que consultar con los adultos.
Los niños deben entender más de personas: sí a la Inteligencia Emocional, a la conexión social, al diálogo
Los niños deben entender más de personas y menos de tener un perfil en Instagram o Facebook. Nuestros pequeños, deben asentar de manera temprana competencias tan básicas como el diálogo, la empatía, la regulación emocional, el interés por los demás, la creatividad, la resolución de problemas, el disfrute por el juego, por la naturaleza…
Ello no implica que debamos prohibirles el acceso a la tecnología. Lo que debemos hacer es regularlo, controlar los tiempos de exposición según la edad y más importante aún: ser su mejor ejemplo. No vale con llevarles a un parque y mientras estar pendientes de nuestro teléfono móvil. Tampoco es adecuado darles a entender que Internet es esa herramienta que todo lo sabe y lo soluciona.
A veces, es bueno ir a preguntar a los abuelos o a cualquier otro adulto, salir a explorar, inventar algo con los amigos, jugar, crear, caer, levantarse, construir cosas con las manos y trazar sueños junto a otras personas, etc. Los problemas de la vida no se resuelven viendo un tutorial de Youtube, y por eso, nuestros niños deben ser capaces de afrontar muchos retos por sí mismos. Démosles ese aprendizaje y esa oportunidad.
Valeria Sabater
Los niños deben entender más de personas y menos de tener un perfil en Instagram o Facebook. Nuestros pequeños, deben asentar de manera temprana competencias tan básicas como el diálogo, la empatía, la regulación emocional, el interés por los demás, la creatividad, la resolución de problemas, el disfrute por el juego, por la naturaleza…
Ello no implica que debamos prohibirles el acceso a la tecnología. Lo que debemos hacer es regularlo, controlar los tiempos de exposición según la edad y más importante aún: ser su mejor ejemplo. No vale con llevarles a un parque y mientras estar pendientes de nuestro teléfono móvil. Tampoco es adecuado darles a entender que Internet es esa herramienta que todo lo sabe y lo soluciona.
A veces, es bueno ir a preguntar a los abuelos o a cualquier otro adulto, salir a explorar, inventar algo con los amigos, jugar, crear, caer, levantarse, construir cosas con las manos y trazar sueños junto a otras personas, etc. Los problemas de la vida no se resuelven viendo un tutorial de Youtube, y por eso, nuestros niños deben ser capaces de afrontar muchos retos por sí mismos. Démosles ese aprendizaje y esa oportunidad.
Valeria Sabater
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