Te quiero tal y como eres, sin aditivos, con tus fortalezas, pero también con tus defectos. Con todo lo que te hace ser tú y lleva tu rastro, ese que día a día conozco un poco más y que mantiene viva la llama de este sentimiento.
Te quiero tal y como eres, por eso te dedico estas líneas. Para recordártelo por si se te olvida, para decírtelo de otra manera. Y para agradecerte todo lo que día a día me regalas… Porque me estás enseñando a querer sin máscaras, desde el corazón y a pesar de cualquier circunstancia.
“Coincidir con una persona, mental y emocionalmente, es una suerte, una sintonía asombrosa y casi siempre inexplicable”.
-Walter Riso-
Gracias por ser como eres
Gracias por ser tú. Por mostrarte tal y como eres: a veces con miedos, otras con fuerzas y esas otras con esas ganas de hacer reír y convertir cada instante en un momento para recordar.
Gracias por permanecer, por estar ahí, a pesar de todo, por no hacer caso a los prejuicios y por librarte de las trampas de las expectativas. Gracias porque sé que no siempre es fácil: a veces por mí, otras por ti, por nosotros o por lo que ocurre en general. Gracias por tu paciencia.
«Amar no es solamente querer, también es comprender».
-Françoise Sagan-
Gracias por ser como eres, por enseñarme que el amor es mucho más que sonreír felices, que comprender y apostar por lo que uno siente tiene un sentido: fortalecer el «nosotros». Porque, a veces, me bajas del cielo y me ayudas a poner los pies en la tierra, porque no edulcoras la realidad. Porque me enseñas a quererte a fuego lento y día a día me lo expresas.
Gracias por tu valentía, por abrirte a mí desde el principio. Eres mi mayor ejemplo de superación, de mejorarse a uno mismo, de combatir y seguir adelante. Te admiro.
Gracias por quererme cuando no me lo merezco, por aceptarme a pesar de mis heridas, a pesar de mis fallos, por agarrar mi mano. Porque aceptas mis limitaciones y poco a poco me estás enseñando a querer eso que yo llamo defectos, pero que tú te empeñas en mirarlos desde otro lado. Me ayudas a crecer en el sentido más amplio.
No voy a negarlo, me gusta saber que aceptas mis demonios, mi partes más oscuras y que en lugar de temerlas, te atreves a acariciarlas. No paras de enseñarme que todo lo vivido, todo lo experimentado, ha sido necesario para llegar hasta aquí, para llegar hasta ti.
«Millones y millones de años y todavía no tengo suficiente tiempo para describir ese pequeño instante de eternidad en que colocas tus brazos alrededor mío y yo coloco mis brazos alrededor tuyo».
-Jacques Prévert-
“Coincidir con una persona, mental y emocionalmente, es una suerte, una sintonía asombrosa y casi siempre inexplicable”.
-Walter Riso-
Gracias por ser como eres
Gracias por ser tú. Por mostrarte tal y como eres: a veces con miedos, otras con fuerzas y esas otras con esas ganas de hacer reír y convertir cada instante en un momento para recordar.
Gracias por permanecer, por estar ahí, a pesar de todo, por no hacer caso a los prejuicios y por librarte de las trampas de las expectativas. Gracias porque sé que no siempre es fácil: a veces por mí, otras por ti, por nosotros o por lo que ocurre en general. Gracias por tu paciencia.
«Amar no es solamente querer, también es comprender».
-Françoise Sagan-
Gracias por ser como eres, por enseñarme que el amor es mucho más que sonreír felices, que comprender y apostar por lo que uno siente tiene un sentido: fortalecer el «nosotros». Porque, a veces, me bajas del cielo y me ayudas a poner los pies en la tierra, porque no edulcoras la realidad. Porque me enseñas a quererte a fuego lento y día a día me lo expresas.
Gracias por tu valentía, por abrirte a mí desde el principio. Eres mi mayor ejemplo de superación, de mejorarse a uno mismo, de combatir y seguir adelante. Te admiro.
Gracias por quererme cuando no me lo merezco, por aceptarme a pesar de mis heridas, a pesar de mis fallos, por agarrar mi mano. Porque aceptas mis limitaciones y poco a poco me estás enseñando a querer eso que yo llamo defectos, pero que tú te empeñas en mirarlos desde otro lado. Me ayudas a crecer en el sentido más amplio.
No voy a negarlo, me gusta saber que aceptas mis demonios, mi partes más oscuras y que en lugar de temerlas, te atreves a acariciarlas. No paras de enseñarme que todo lo vivido, todo lo experimentado, ha sido necesario para llegar hasta aquí, para llegar hasta ti.
«Millones y millones de años y todavía no tengo suficiente tiempo para describir ese pequeño instante de eternidad en que colocas tus brazos alrededor mío y yo coloco mis brazos alrededor tuyo».
-Jacques Prévert-
Te elijo cada día
Me gusta avanzar a tu lado, sea como sea: cuando hace sol, amenazan las tormentas o llueve como si no hubiera un mañana. Tenerte es un regalo que quiero guardar para siempre. Porque me enseñas que lo más simple es lo más valioso. ¿Alguna vez has pensado en todo lo que eres un maestro? Yo no dejo de pensarlo cada día…
Me encanta escucharte, sobre todo, cuando sigues y sigues hablando y me explicas todo lo que implica un tema sobre el que conversamos. Si tengo dudas, me las resuelves, y si no puedes, lo aceptas y me lo expresas.
Adoro observarte: dormido, despierto, caminando, conduciendo… No hay forma que se me resista. Mirarte es acercarme a ti desde el silencio, conocerte a través de tus gestos y conectar con los más profundo de mis sentimientos. No te miento: cuando lo hago me invade una bonita e intensa sensación interior hacia ti.
Tu inteligencia me asombra, pero si hay algo que me fascina es toda la sensibilidad que guardas y que tan solo muestras por momentos. Aunque tu seriedad también es necesaria y tus tonterías mucho más. Son tu marca, tu huella, lo que te delata y te hacer ser tú y no otra persona.
Y qué decirte de tu sinceridad, de tu gran capacidad de comprensión, lo siento pero no es tan fácil encontrar a alguien así. Sabes ser hogar: a tu lado es fácil sentirse protegida y en calma.
Te quiero así, sin más. En tus días grises y soleados, porque a pesar de querer verte sonreír, entiendo que no siempre es posible. También te cansas, te puede la desgana y la desilusión entra por la puerta. Solo quiero que sepas que ahí también quiero acompañarte, aunque sea en silencio; que quiero agarrarte fuerte en las buenas y en las malas.
También te quiero cuando te enfadas, cuando te molestas y la razón te puede. Así es. Todos los hacemos. Es otra forma de conocerte, de saber de ti, de mostrarte ante mí. De conocer tus límites, tus heridas y tus zonas de emergencia. Incluso cuando prefieres tomar distancia para recomponerte, reflexionar y decidir qué hacer.
Contigo es fácil. No estas empeñado en ser perfecto, al menos conmigo. Por todo esto y más te elijo cada día, momento a momento. Porque te quiero tal y como eres. Mi único deseo es acompañarte en este pequeño universo que hemos creado, tanto cuando hace bueno como cuando hace malo. Eso grábatelo a fuego.
Gracias por contarme con abrazos y sin palabras la profundidad de esto que tenemos.
“Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes. Te quiero como para salir a caminar, hablar del amor, mientras pateamos piedritas. Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles.
Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti. Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche. Te quiero como para no dejarte ir jamás.
Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás”.
-Jaime Sabines, poeta mexicano-
Gema Sánchez Cuevas
Me gusta avanzar a tu lado, sea como sea: cuando hace sol, amenazan las tormentas o llueve como si no hubiera un mañana. Tenerte es un regalo que quiero guardar para siempre. Porque me enseñas que lo más simple es lo más valioso. ¿Alguna vez has pensado en todo lo que eres un maestro? Yo no dejo de pensarlo cada día…
Me encanta escucharte, sobre todo, cuando sigues y sigues hablando y me explicas todo lo que implica un tema sobre el que conversamos. Si tengo dudas, me las resuelves, y si no puedes, lo aceptas y me lo expresas.
Adoro observarte: dormido, despierto, caminando, conduciendo… No hay forma que se me resista. Mirarte es acercarme a ti desde el silencio, conocerte a través de tus gestos y conectar con los más profundo de mis sentimientos. No te miento: cuando lo hago me invade una bonita e intensa sensación interior hacia ti.
Tu inteligencia me asombra, pero si hay algo que me fascina es toda la sensibilidad que guardas y que tan solo muestras por momentos. Aunque tu seriedad también es necesaria y tus tonterías mucho más. Son tu marca, tu huella, lo que te delata y te hacer ser tú y no otra persona.
Y qué decirte de tu sinceridad, de tu gran capacidad de comprensión, lo siento pero no es tan fácil encontrar a alguien así. Sabes ser hogar: a tu lado es fácil sentirse protegida y en calma.
Te quiero así, sin más. En tus días grises y soleados, porque a pesar de querer verte sonreír, entiendo que no siempre es posible. También te cansas, te puede la desgana y la desilusión entra por la puerta. Solo quiero que sepas que ahí también quiero acompañarte, aunque sea en silencio; que quiero agarrarte fuerte en las buenas y en las malas.
También te quiero cuando te enfadas, cuando te molestas y la razón te puede. Así es. Todos los hacemos. Es otra forma de conocerte, de saber de ti, de mostrarte ante mí. De conocer tus límites, tus heridas y tus zonas de emergencia. Incluso cuando prefieres tomar distancia para recomponerte, reflexionar y decidir qué hacer.
Contigo es fácil. No estas empeñado en ser perfecto, al menos conmigo. Por todo esto y más te elijo cada día, momento a momento. Porque te quiero tal y como eres. Mi único deseo es acompañarte en este pequeño universo que hemos creado, tanto cuando hace bueno como cuando hace malo. Eso grábatelo a fuego.
Gracias por contarme con abrazos y sin palabras la profundidad de esto que tenemos.
“Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes. Te quiero como para salir a caminar, hablar del amor, mientras pateamos piedritas. Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles.
Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti. Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche. Te quiero como para no dejarte ir jamás.
Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás”.
-Jaime Sabines, poeta mexicano-
Gema Sánchez Cuevas
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