Ansiedad y baja autoestima tienen una relación que incide de manera directa en otras dimensiones, como el estado de ánimo o los proyectos en los que nos embarcamos. Así, un hecho común es limitarnos a hacer uso de determinadas técnicas para gestionar el estrés y los trastornos de ansiedad, pasando por alto un detonante muy concreto. Tras esa angustia, tras esa inquietud y sintomatología adversa, habita una mente acostumbrada a sabotearse a sí misma.
Señalaba el psicoterapeuta cognitivo Albert Ellis con gran acierto que una de las causas más comunes de la ansiedad es la autoexigencia. La mente ansiosa siempre tiene miedo a no llegar, a fallar, a mostrar falibilidad o imperfección. Ahora bien, en este proceso en el cual se acumulan tantas angustias por no cumplir, es fácil derivar poco a poco en la idea de que si no alcanzamos determinadas metas es porque no podemos o no las merecemos.
Tras la ansiedad se encuentra en muchos casos la indefensión. Esto es algo a tener presente, porque cuando la visión que tenemos de nosotros mismos se va fracturando, por esas vetas entran los miedos, las inseguridades y la incapacidad para manejar la propia vida.
«Nada puede detener a la persona con la actitud mental correcta de lograr su objetivo; nada en la tierra puede ayudar a la persona e con la actitud mental equivocada».
-Thomas Jefferson-
Tras la ansiedad se encuentra en muchos casos la indefensión. Esto es algo a tener presente, porque cuando la visión que tenemos de nosotros mismos se va fracturando, por esas vetas entran los miedos, las inseguridades y la incapacidad para manejar la propia vida.
«Nada puede detener a la persona con la actitud mental correcta de lograr su objetivo; nada en la tierra puede ayudar a la persona e con la actitud mental equivocada».
-Thomas Jefferson-
Ansiedad y baja autoestima, las causas que explican esta relación
Bastaría con hacer un pequeño sondeo para descubrir cuántas personas que lidian con un trastorno de ansiedad, lo hacen también con el peso de la baja autoestima. Si pudiéramos sumergirnos en el rumor de sus pensamientos y en el diálogo interno que fluye en sus mentes descubriríamos, además, varias cosas.
La primera, sería el exceso de frases que se inician del mismo modo ‘no puedo controlar mi ansiedad’, ‘no tengo habilidades para hacer frente a esto’, ‘mejor evito hacer esto porque no vale la pena y seguro que sale mal‘, ‘no me gusta mi físico, no me gusta eso otro de mí», etc. El segundo aspecto llamativo con el que nos encontraríamos sería el siguiente. Muchas personas acaban usando la ansiedad como escudo para no lidiar con el problema original: la baja autoestima.
Así, es común que realicen comentarios o razonamientos como el siguiente: no me presento a esa entrevista de trabajo porque la ansiedad no me va a dejar. No quedo con esa persona que me gusta porque al final mi ansiedad lo estropeará todo. En estos casos, no son conscientes de que la raíz original de la propia ansiedad y de esos pensamientos es la inseguridad y la baja autoestima.
Veamos a continuación más explicaciones que justifican la relación entre ansiedad y baja autoestima.
Bastaría con hacer un pequeño sondeo para descubrir cuántas personas que lidian con un trastorno de ansiedad, lo hacen también con el peso de la baja autoestima. Si pudiéramos sumergirnos en el rumor de sus pensamientos y en el diálogo interno que fluye en sus mentes descubriríamos, además, varias cosas.
La primera, sería el exceso de frases que se inician del mismo modo ‘no puedo controlar mi ansiedad’, ‘no tengo habilidades para hacer frente a esto’, ‘mejor evito hacer esto porque no vale la pena y seguro que sale mal‘, ‘no me gusta mi físico, no me gusta eso otro de mí», etc. El segundo aspecto llamativo con el que nos encontraríamos sería el siguiente. Muchas personas acaban usando la ansiedad como escudo para no lidiar con el problema original: la baja autoestima.
Así, es común que realicen comentarios o razonamientos como el siguiente: no me presento a esa entrevista de trabajo porque la ansiedad no me va a dejar. No quedo con esa persona que me gusta porque al final mi ansiedad lo estropeará todo. En estos casos, no son conscientes de que la raíz original de la propia ansiedad y de esos pensamientos es la inseguridad y la baja autoestima.
Veamos a continuación más explicaciones que justifican la relación entre ansiedad y baja autoestima.
El eterno miedo al rechazo
Un potenciador de la buena autoestima es sin duda haber contado con una crianza adecuada. Disfrutar de un apego positivo con los progenitores, sentirse seguro y amado es un nutriente esencial. Todo ello genera sin duda tener también una visión positiva de uno mismo y, de ese modo, vamos construyendo una identidad y autoconcepto fuertes y saludables.
Ahora bien, cuando esto falla casi todo acaba desmoronando. Haber pasado una infancia complicada e incluso haber sufrido bullying origina a menudo ese eterno miedo al rechazo. Esa angustia, el temor a ser rechazados nuevamente en cualquier momento (ya sea a nivel afectivo, laboral, etc.) acaba dando forma a los posteriores trastornos de ansiedad.
Un potenciador de la buena autoestima es sin duda haber contado con una crianza adecuada. Disfrutar de un apego positivo con los progenitores, sentirse seguro y amado es un nutriente esencial. Todo ello genera sin duda tener también una visión positiva de uno mismo y, de ese modo, vamos construyendo una identidad y autoconcepto fuertes y saludables.
Ahora bien, cuando esto falla casi todo acaba desmoronando. Haber pasado una infancia complicada e incluso haber sufrido bullying origina a menudo ese eterno miedo al rechazo. Esa angustia, el temor a ser rechazados nuevamente en cualquier momento (ya sea a nivel afectivo, laboral, etc.) acaba dando forma a los posteriores trastornos de ansiedad.
La relación entre la baja autoestima y el perfeccionismo
En la Universidad de Curtin, en Australia, se llevó a cabo un interesante estudio. En él, la doctora Sarah Egan demostró que hay una relación significativa entre el perfeccionismo, la ansiedad y la baja autoestima. Es más, en los trastornos de alimentación suele verse bastante este vínculo.
Ansiedad y baja autoestima se reflejan a menudo en esa necesidad nuestra por mostrar eficacia y perfección en cada cosa que hacemos. No obstante, al poco aparecen las dudas y la inseguridad, así como ese autoboicoteo de quien se pone en duda a sí mismo y a lo hecho con gran esfuerzo. Todas estas situaciones derivan en frustración y en ansiedad.
En la Universidad de Curtin, en Australia, se llevó a cabo un interesante estudio. En él, la doctora Sarah Egan demostró que hay una relación significativa entre el perfeccionismo, la ansiedad y la baja autoestima. Es más, en los trastornos de alimentación suele verse bastante este vínculo.
Ansiedad y baja autoestima se reflejan a menudo en esa necesidad nuestra por mostrar eficacia y perfección en cada cosa que hacemos. No obstante, al poco aparecen las dudas y la inseguridad, así como ese autoboicoteo de quien se pone en duda a sí mismo y a lo hecho con gran esfuerzo. Todas estas situaciones derivan en frustración y en ansiedad.
La mente que solo se centra en el lado negativo de las cosas
La mente es cautiva a menudo de ese enfoque cognitivo y emocional por donde rara vez entra la luz, el coraje o el optimismo. Es esa visión de túnel donde no se atisba más perspectiva que el fatalismo o el fracaso. Tras esa visión personal se halla la semilla de la baja autoestima, un germen que cohabita durante años en nosotros y que poco a poco va edificando la cárcel de la ansiedad.
No es fácil emerger de estos estados psicológicos. A menudo, ansiedad y baja autoestima crean una aleación permanente donde resulta muy complicado liberar a la persona. Cuando se han creado patrones mentales tan profundos no es sencillo romper ese molde para demostrar a quien sufre, que está en su mano generar un cambio, mejorar en bienestar.
Sin embargo, tal artesanía puede hacerse. Y el camino para iniciar esa mejora es trabajando la autoapreciación. En cuando mejoramos la visión que tenemos de nosotros mismos se crea un avance. En el momento en que uno vuelve a apostar por sí mismo, añadiendo al día a día ingredientes como la confianza, la seguridad, la ilusión y un propósito vital, los miedos van cayendo y con ellos, la estructura de la ansiedad.
Todos tenemos la capacidad y el potencial para invertir en ese proceso. La autoestima es al fin y al cabo, ese músculo que todo lo mueve y que da movimiento y luz a la vida.
Valeria Sabater
La mente es cautiva a menudo de ese enfoque cognitivo y emocional por donde rara vez entra la luz, el coraje o el optimismo. Es esa visión de túnel donde no se atisba más perspectiva que el fatalismo o el fracaso. Tras esa visión personal se halla la semilla de la baja autoestima, un germen que cohabita durante años en nosotros y que poco a poco va edificando la cárcel de la ansiedad.
No es fácil emerger de estos estados psicológicos. A menudo, ansiedad y baja autoestima crean una aleación permanente donde resulta muy complicado liberar a la persona. Cuando se han creado patrones mentales tan profundos no es sencillo romper ese molde para demostrar a quien sufre, que está en su mano generar un cambio, mejorar en bienestar.
Sin embargo, tal artesanía puede hacerse. Y el camino para iniciar esa mejora es trabajando la autoapreciación. En cuando mejoramos la visión que tenemos de nosotros mismos se crea un avance. En el momento en que uno vuelve a apostar por sí mismo, añadiendo al día a día ingredientes como la confianza, la seguridad, la ilusión y un propósito vital, los miedos van cayendo y con ellos, la estructura de la ansiedad.
Todos tenemos la capacidad y el potencial para invertir en ese proceso. La autoestima es al fin y al cabo, ese músculo que todo lo mueve y que da movimiento y luz a la vida.
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