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sábado, agosto 31, 2019

4 pasos para entender y sobrellevar la soledad

La soledad es una de las condiciones más temidas por el hombre, todos internamente tenemos miedo de estar solos con nosotros mismos. ¿Por qué? Porque somos incapaces de mentirnos a nosotros mismos y por ello resulta tan incómodo encontrarnos a solas con nuestros demonios internos. No nos percatamos que saber sobrellevar la soledad nos permite crecer como personas, conocernos y aceptarnos tal cual somos. Definitivamente, la soledad es necesaria para profundizar los sentimientos, emociones y depurar circunstancias que nos han marcado. Sin embargo, si no sabe entenderse y no se lleva correctamente, puede acarrear consecuencias muy negativas. A continuación, te presentamos 4 pasos que te ayudarán a entender y sobrellevar la soledad y así sacar el mejor partido a esta situación que tarde o temprano se presenta en nuestras vidas. ¡Presta mucha atención y reconcíliate con la soledad!

 
 
La soledad es un placer adquirido

Saber sobrellevar la soledad, poder afrontarla, gestionarla e incluso disfrutarla, garantiza que llegaremos a sentirnos a gusto con nosotros mismos. Recordemos que, vivir solos o realizar planes por nuestra cuenta puede llegar a ser muy gratificante, es una experiencia capaz de regalarnos emociones positivas y que, a su vez, nos permite escuchar las necesidades propias. Se trata de una forma eficaz de renovar nuestra energía y disfrutar de nuestra propia compañía.

Para muchos sobrellevar la soledad con el paso del tiempo se convierte en un placer adquirido, al punto que llegan a disfrutarla y a preferirla por encima de la compañía. No obstante, todo en la vida es un equilibrio y como tal debemos honrar cada proceso de nuestras vidas; al final de cuentas, la felicidad no es tal si no es compartida.

4 pasos para entender y sobrellevar la soledad

Para poder sobrellevar la soledad, necesitamos cambiar la perspectiva en que vemos las cosas, especialmente el hecho de estar solos; es decir, comencemos por dejar de verlo como algo netamente negativo y comencemos a darle el valor que merece a los resultados positivos que podemos obtener de la mano de la soledad. El estar solo se puede considerar como un estado favorable o al menos neutral, en el cual no existe ningún tipo de connotación negativa o contraproducente para la persona, simplemente somos nosotros los que terminamos por darle a la soledad un valor u otro. Es por ello que, para algunos estar solos puede resultar muy beneficioso mientras que para otros es prácticamente un castigo.

A continuación, te presentamos 4 pasos psicológicos que pueden ayudarte a aceptar y a sobrellevar la soledad, aumentando así la sensación de bienestar en tu vida:
 
Paso 1: Has de la soledad un estado de actividad

La soledad puede sentirse como un estado pasivo, donde nos quedamos en casa viendo una gran cantidad de series y películas tristes, leyendo o simplemente navegando por internet. Es este ritmo tan bajo terminamos generando un estado de ánimo de igual valor, debemos asumir a la soledad como una oportunidad para realizar un sinfín de actividades especiales que nos llenen de satisfacción. Si empezamos por aumentar las sensaciones negativas terminaremos por atraer a la tristeza, la cual conlleva a un debilitamiento de la autoestima.

La mejor forma de sobrellevar la soledad es cuando se encara de forma activa, por ello realiza planes fuera de casa que puedan implicar el contacto indirecto con otras personas es una forma de ayudar a aumentar la energía. Desde un concierto, ir al cine o hasta caminar por la ciudad son varios de los ejemplos a seguir y que no necesitan de una compañía de manera estricta.
 
Paso 2: Busca la raíz del miedo a la soledad

Tendemos a etiquetar las vivencias como negativas o positivas en función de las experiencias acumuladas, el aprendizaje que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas y la educación adquirida. En muchos casos, carecemos de las facultades para sobrellevar la soledad y es por ello que nos termina produciendo tristeza, sobre todo cuando tiene su origen en la limitación de contacto y el miedo al abandono. El poder entender de dónde vienen nuestros miedos o qué hecho del pasado nos sigue afectando, de alguna manera u otra nos ayudará a superar todo aquello a lo cual nos mantenemos atados y que nos impide disfrutar de la soledad.
 
Paso 3: Mantén un buen estado de salud

Nuestro físico y nuestra mente se encuentran directamente unidos: si nos sentimos solos, tristes y acongojados nuestra salud se verá afectada proporcionalmente y tarde que temprano terminaremos enfermándonos o reflejando algún síntoma de enfermedad. Aunque la soledad es un estado cognitivo que nos permite evolucionar a nivel personal y espiritual, sino le damos el debido control podemos caer en depresión fácilmente. Por ende, la práctica de un deporte o ejercitación al aire libre, la buena alimentación y los hábitos saludables nos permite segregar una gran cantidad de endorfinas, las cuales nos terminan produciendo bienestar y felicidad. De esta manera, no sólo estaremos cuidando de nuestra salud, sino que obtendremos sensaciones beneficiosas en base a nuestra soledad.
 
Paso 4: cultiva la gratitud

La gratitud es una de las fortalezas personales más sanas y benéficas que podemos cultivar en nuestras vidas. No solo nos permite elevar nuestro estado de ánimo y energía, sino que sirve como protector contra el estrés o la depresión. Especialmente, cuando son dos factores que impiden de manera alarmante sobrellevar la soledad, ser conscientes de todo lo bueno que nos rodea o de los pasos acertados que nos han traído hasta donde estamos tendrá un impacto bastante positivo en la relación que llevamos con nosotros mismos. Para ello, basta con escribir cada día varias cosas de las cuales estamos agradecidos, inclusive, podemos invertir esa gratitud y hacer algo bueno por los demás como muestra de amor.

Phrònesis

viernes, agosto 30, 2019

Necesidad de aprobación: cuando agradar a los demás se vuelve estresante

En la práctica clínica se encuentra que uno de los motivos de consulta más frecuentes se remite al estrés producido por dirigir la vida hacia la satisfacción de las aspiraciones, intereses y demandas de los demás, en detrimento de los propios deseos o intenciones.



Karen, paciente de 24 años, manifestaba en consulta lo siguiente: “No entiendo por qué las relaciones de pareja me duran tan poco, si yo soy tan buena persona”. Escuchando su relato, se encontró que, en efecto, era una mujer abnegada, muy pendiente de las necesidades de los tipos con los que salía, lo que le llevaba a sacrificar sus sentimientos y opiniones en beneficio de los intereses de sus parejas. Al principio a los hombres parecía gustarles mucho esta actitud, pero al verla tan falta de iniciativa y tan sometida a ellos, se cansaban de su compañía.

Esto parece paradójico, pero sucede con frecuencia. Ideamos estrategias para mantener el aprecio, cariño y aprobación de los demás, pero a la larga nuestras acciones se convierten en lo contrario: por un lado, nos autorreprochamos por subyugarnos ante los otros y olvidarnos de nosotros mismos para agradar a los demás; y por el otro, corremos el riesgo de que a los demás no les guste esa actitud pasiva y de sometimiento, porque muchas personas prefieren interactuar con sujetos más activos, autónomos y, en cierto grado, dominantes.

La necesidad de aprobación y el pensamiento imperativo

Albert Ellis, psicólogo norteamericano autor de la terapia racional emotiva, define 12 ideas irracionales que nos afectan la vida y que se presentan como absolutismos que tomamos como ciertos, los cuales nos condicionan en la relación con nosotros mismos y con los otros. Una de estas ideas es la necesidad de aprobación, definida como la creencia de que es una necesidad extrema para el ser humano adulto, ser amado y aprobado por prácticamente cada persona significativa de su entorno (familiares, amigos, conocidos…), situación que lo lleva a asumir estrategias de agradabalidad ante los otros y a hacer todo lo posible, hasta el sacrificio, por obtener su aceptación.

El mismo autor sostiene que por naturaleza los seres humanos tenemos la necesidad de sentirnos aceptados por otros, así como ser miembros activos en los contextos de interacción social. Para ello, nos comportamos según ciertos lineamientos sociales, buscando adaptarnos a los contextos que cohabitamos. Es una forma de pensamiento preferente, racional, en la que tenemos como meta mantener relaciones armónicas con los demás, aunque sin pretender llegar a ser “monedita de oro para todo el mundo”. Sin embargo, existe el pensamiento imperativo, condicionante, que es una forma de pensar de manera rígida en la que el deseo se convierte en obligación y, si no se logra lo que se espera, se entra en un estado de catastrofización y culpa, lo que constituye una forma de pensar irracional o patológica.

Irracionalidad y baja autoestima

La irracionalidad es una construcción personal ligada a atravesamientos culturales y de la historia de vida, que configuran formas estereotipadas de pensamiento. La persona termina asimilando estas creencias necesariamente como ciertas y aprende a configurar su vida en torno a ellas. En el caso de la necesidad de aprobación, la felicidad se relaciona con la forma en que estemos con los demás, en una especie de “irresponsabilidad emocional”, según la cual nos sentimos bien con nosotros mismos si estamos bien con los otros.

Como propone Walter Riso (2017), “la desesperada necesidad de aprobación siempre esconde una baja autoestima, la cual se busca compensar mostrando claves de atractibilidad”.

Características de las personas con alta necesidad de aprobación

Las personas que tienen alta necesidad de aprobación tienen características en su forma de pensar y de actuar que pueden identificarse fácilmente:
  • Su pensamiento está focalizado más en los demás que en sí mismos; sus deseos, intenciones e intereses pasan a un segundo plano.
  • Constantemente creen que no han hecho lo suficiente para agradar a los otros y piensan que siempre pueden dar más.
  • Llevan una vida de autosacrificio, de subyugación y de sometimiento, aunque en solitario se quejen por ello.
  • Tienen alta sensibilidad y poca tolerancia a la crítica, el rechazo y la valoración negativa por parte de los demás.
  • Esperan que los demás sean recíprocos a sus manifestaciones de afecto y subyugación, aunque no suelen expresarlo para no generar incomodidad en las relaciones.
  • Se justifican frecuentemente ante los demás, aún en situaciones en que no tengan la culpa de lo que haya ocurrido.
  • Dejan que los demás tomen la iniciativa y procuran no contrariar su opinión, o las decisiones que toman, así no estén de acuerdo con ellas.
  • Se convierten en esclavos de la aprobación y constantemente están pendientes de las opiniones de los demás, tanto en persona como en redes sociales.
  • Se cuidan en exceso de contrariar a los demás, reprimen sus expresiones de disgusto o malestar para no tener el rechazo de los otros.
  • Detestan la soledad, buscan estar en compañía de otros para recibir muestras de aceptación y aprecio.
 
Alternativas racionales para superar la necesidad de aprobación

Para superar la necesidad de aprobación, es necesario que la persona haga un reconocimiento de la irracionalidad de su pensamiento y se proponga los siguientes recursos cognitivos:
  • La aprobación social es deseable, pero no es una necesidad imperativa. Tener la aprobación de todas las personas es, en esencia, imposible, por lo que no vale la pena desgastarse en ello.
  • Estar con las personas con quienes se debe uno esforzar para ser aceptado, es un sinsentido. Lo ideal es estar con quienes nos acepten como somos, no con quienes quieren que seamos a su manera.
  • La opinión de los otros puede ser importante, pero no es determinante en la vida. Recibir la opinión de los demás es una forma de retroalimentación que nos orienta, pero no debe valorarse más allá de ello.
  • No necesitamos el amor de los demás para ser felices. Debemos anteponer nuestro amor propio, de esa manera podremos tener un contacto más profundo y real con las otras personas.
  • Favorecer la flexibilidad cognitiva y aceptar que las cosas no son necesariamente como las creemos. El pensamiento imperativo es irracional y no tiene un soporte empírico que lo sustente con suficiencia.
  • Es preferible actuar de acuerdo con criterios propios. Cuando somos auténticos, la aprobación externa provendrá de personas a quienes realmente les importamos. Si no, no vale la pena esforzarse para agradarles.
  • Somos responsables de nuestras propias emociones. Como nos sentimos es nuestra responsabilidad personal, no depende de cómo nos traten los demás.
  • La asertividad es una estrategia útil ante la necesidad de aprobación. Se deben adquirir competencias para ser capaces de manifestar nuestro deseos, opiniones y criterios, tanto positivos como negativos.

Por: Dr. Rodrigo Mazo Zea

jueves, agosto 29, 2019

Las heridas del alma nos hacen más fuertes

Crecer duele. Para los niños, la expansión de las extremidades óseas y el rompimiento de las fibras musculares puede ser muy doloroso, sin embargo, cuando el proceso avanza, descubren que son más altos y fuertes para saltar y jugar sin miedo a lastimarse. Podría decirse que somos niños toda la vida, y que nuestros huesos y músculos alcanzan un tope de crecimiento que nunca llega a alcanzar nuestro espíritu.

El miedo, la ira y el resentimiento son emociones comunes que nos marcan a lo largo del viaje; representan esquirlas en el camino que abren heridas a nuestro paso, y aunque es natural rehuir al dolor para protegernos, lo cierto es que hace parte de la travesía y tiene el poder para desnudar al máximo nuestro potencial.

 
 
Las heridas del alma nos hacen más fuertes, son el camino más noble y puro hacia la sabiduría, la humanidad, el perdón y la bondad.

El dolor y el sufrimiento están presentes como figuras de enorme valor religioso y espiritual en todas las culturas del mundo. Para los budistas, el dolor es obligatorio, pero el sufrimiento es opcional, lo que significa que, si bien la vida es un largo trayecto lleno de tempestades y obstáculos que abren heridas profundas, el modo en que decidimos afrontar el dolor es una decisión personal.

“La raíz del sufrimiento es el apego”, decía Siddhartha. Nos apegamos cuando comenzamos a identificarnos y sentirnos parte de aquello que nos genera malestar, en lugar de interpretarlo como un grano de arena en el desierto, una pequeña eventualidad destinada a cruzarse en nuestra vida para fortalecer nuestro espíritu.

“A veces, descubrimos nuestra mayor fuerza únicamente cuando nos enfrentamos con nuestra mayor debilidad”

Es el sufrimiento y no el dolor lo que nos ata a largas cadenas de odio y rencor que, finalmente, nos marchitan el alma. Afortunadamente, tenemos la autonomía para elegir aquellos pensamientos y emociones a los que otorgamos poder; y desde luego, eso en lo que decidimos enfocarnos, termina por construir nuestra realidad.

Para el dramaturgo William Shakespeare, la adversidad era un árbol que daba frutos dulces, parecida a un sapo feo que, mágicamente, llevaba una preciosa joya en la cabeza. Puede parecer complicado tener esta perspectiva optimista cuando estamos en medio de un evento doloroso, como la pérdida de un ser querido o un rompimiento, no obstante, negarse a la posibilidad de contemplar el lado positivo de la historia ¡puede generarnos aún más dolor!

Las heridas del alma son experiencias intensas con el poder suficiente para cambiar nuestra forma de ver la vida si lo permitimos, si tan solo nos atrevemos a desplegar las alas y volar sin ataduras a una realidad donde el dolor nos hace más fuertes, empáticos y abiertos a perdonar.
 
“Flores hermosas adornan el jardín de las heridas”

Una antigua leyenda que narra el origen de los tulipanes rojos cuenta lo siguiente:

En un lejano reino, existía un príncipe locamente enamorado de una doncella. Un día, supo que la doncella se casaría con otro hombre, y cegado por el dolor, montó su caballo y cabalgó hasta un barranco, desde el cual se lanzó.

Cuando su cuerpo cayó sobre la tierra, la sangre del príncipe manchó la arena, y justo en aquel sitio creció un tulipán rojo como símbolo de la pasión y amor incondicional. Desde entonces, el tulipán rojo se considera la declaración de los amantes arriesgados”

Al igual que fue posible el nacimiento de un hermoso tulipán rojo producto del dolor del príncipe, las heridas del alma son el terreno fértil de la alegría y las oportunidades inesperadas en el futuro.

Recuerda que solo tú puedes tomar las riendas de tu vida, y los obstáculos sirven como impulsos para alcanzar nuestros sueños con más ganas. Resistir, insistir y persistir es la receta de una vida esplendorosa.

Phrònesis

miércoles, agosto 28, 2019

Las 4 razones para entender la resiliencia

La resiliencia es una virtud que caracteriza a ciertas personas, consiste en la fuerza psicológica para hacer frente a las adversidades y sacar el mejor provecho de ellas, a través de la transformación de lo negativo en positivo. El estrés y las desgracias para este tipo de personas es la oportunidad perfecta de crecer y desarrollarse, inclusive, muchos los psicólogos creen que las personas resilientes son capaces de sobrellevar la adversidad y poder reconstruir su vida después de un cataclismo personal.

 
 
El poder hacer frente al cambio o a la pérdida es una parte inevitable de la existencia, por lo tanto la resiliencia es una herramienta que todos deberíamos saber usar a nuestro favor, pues lo más seguro es que en algún momento de la vida nos tocará experimentar un duro golpe que será una prueba a superar. Los problemas que se nos presenten pueden ser suaves, por ejemplo el rechazo de un empleo deseado o muy duros como la pérdida de un familiar o ser querido, también el padecimiento de una enfermedad que nos cause estragos es algo que puede cambiar la manera de vivir para siempre.

Cualquiera sea el caso, entender la resiliencia y sacarle el mejor provecho de ella es fundamental en la vida. Es por ello que, en las siguientes líneas te presentamos 4 razones por las cuales debemos entender y poner en práctica la resiliencia. ¡Sigue leyendo y no pierdas detalles!

¿Qué es ser resiliente?

Alguna vez te has preguntado ¿Cómo hacen muchas personas para poder mantener la calma ante tanta adversidad? ¿Cómo algunos pueden mantenerse en pie ante un desastre de vida? En esos casos donde la mayoría termina por desmoronarse, otros mantienen la compostura y salen airosos de todo. A esto se llama resiliencia y es lo que muchos especialistas en la psicología denominan como la capacidad de hacer frente y superar cualquier obstáculo; aquellos que tienen esta habilidad reciben el nombre de personas resilientes. Dichos individuos poseen la virtud o capacidad de hacer frente a los problemas y contratiempos sin que los afecten o dañen en su ser. Es importante destacar que, trabajar la resiliencia desde la infancia es la mejor forma de llegar a ser adultos preparados para la vida, por ello la mejor forma de criar un hijo resiliente, es que tú como padre también lo seas.
 
4 Razones para entender la resiliencia

La resiliencia, entonces, tiene su fundamento en la manera en la que puedas hacerle frente a los problemas y vicisitudes de la vida, contratiempos que de alguna u otra manera marcan en gran medida la existencia de esa persona. Sin embargo, ¿Por qué es importante entender la resiliencia? La respuesta es simple, porque debemos ponerla en práctica y aplicarla en nuestro devenir…
 
Aprendemos a usar habilidades y fortalezas para encarar los problemas

Las personas resilientes son capaces de utilizar sus habilidades y fortalezas para encarar y recuperarse de los problemas y retos que suelen aparecer a lo largo de la vida. Por ejemplo, la pérdida de un trabajo, los problemas financieros, las enfermedades, los desastres naturales que azotan, las emergencias médicas, divorcios o la muerte de seres queridos, son solo alguno de los problemas más comunes a los que se enfrenta el común denominador de las personas.

Aquellos que entienden a la resiliencia transforman estos incidentes negativos en el motor que los impulsa a superarse para ser mejor y sopesar las adversidades. En cambio, las personas que carecen de esa resiliencia o capacidad de recuperación terminan abrumados por tales experiencias y en consecuencia fracasan, se deprimen, siendo víctimas y quedando atrapados en los problemas. En muchos casos, la circunstancia acaba por engullirles y los deja hundidos en un hueco del que necesitan ayuda para poder salir, empleando mecanismos que terminan siendo nocivos y hasta destructivos.

Dejamos a un lado el dolor y el sufrimiento…

Las personas que no poseen resiliencia, les cuesta recuperarse y pueden experimentar más angustia, estrés, ansiedad y dolor a nivel psicológico. Si entendemos la resiliencia sabremos manejar estas emociones negativas y aunque las desgracias de la vida no desaparezcan, al menos no seremos victimas del sufrimiento que traen consigo. Ser resiliente no te hace ver la vida de color rosa, el ser resiliente es entender que la vida es realmente dura y que tarde o temprano terminan ocurriendo cosas dolorosas que debemos superar. Y, es justo en ese proceso, cuando tenemos la oportunidad de cambiar, crecer, desarrollarnos y mejorar. El sufrimiento, entonces, se presenta como un medio de transformación, depuración y se erige como un vehículo del cambio.
 
Se produce un cambio de mentalidad que favorece…

Las personas con resiliencia sufren de dolor y sensación de pérdida después de una tragedia, pero su perspectiva mental les ayuda a trabajar positivamente sus sentimientos y poder recuperarse más rápidamente, sacando ganancias del acontecimiento negativo.

Ser resiliente es ser elástico, asertivo y abierto al cambio, sobre todo cuando se sufre una desgracia. En estos casos, lejos de que la persona afectada termine por consumirse en el problema lo asume como una nueva oportunidad, la cual solo debe aceptarse para fluir en ella. Se trata de un estado mental de consciencia que favorece a la persona a tener buena actitud ante las adversidades.

Es natural que el dolor entre a nuestras vidas, pero jamás debemos permitirle que nos quiebre o rompa. La elasticidad que ofrece la resiliencia a las personas es la fuerza para dar cara a los problemas de frente, superar la adversidad y seguir adelante, incluso, en las peores situaciones. Con una mentalidad positiva las personas siempre terminan reuniendo las fuerzas necesaria para seguir adelante.

Forjamos un carácter que busca la superación personal en todo momento…

Son muy pocas las personas que nacen con propensión natural a ser resilientes. De hecho, la resiliencia es una habilidad que podemos aprender a lo largo de la vida y son los problemas los que nos forman en relación a ella. Será, entonces, el aprendizaje y el hábito de superación lo que forje las habilidades de resiliencia de una persona. El apoyo social, también, es una variable importante que ayuda a la capacidad de recuperación. Por lo tanto, las personas mentalmente fuertes tienden a tener apoyo de amigos y familiares que les ayudan en los momentos más duros, lo cual permite definir un carácter que busque la superación personal en todo momento.
Recuerda…

A la hora de aprender y entender sobre la resiliencia es importante considerar otros factores que nos ayudaran a tener la actitud adecuada y propicia para sacar el mejor partido a cualquier problema o situación negativa que atravesemos, entre ellos:
  • Tener una opinión positiva sobre nosotros mismos y nuestras capacidades.
  • Plantearse planes realistas y aferrarse a ellos como motor de vida.
  • Tener la visión de que somos personas luchadoras y que nunca nos damos por vencidos.
  • Alejarnos del papel y rol de víctima.
  • Tener inteligencia emocional y madurez psicológica.

En resumen, para cultivar la resiliencia lo más importante es amarnos a nosotros mismos, respetarnos e intentar mantener una alta autoestima y amor propio.

Phrònesis

domingo, agosto 25, 2019

Ser genuinos, la clave para alcanzar el éxito

Cuando decidimos ser genuinos, es probable que la persona en la que nos convertimos termine dejando atrás creencias, sueños, relaciones, lugares…para rescatar otros. Decidir actuar en la dirección de lo que nos hace felices es valiente por nuestra parte, además de nuestra responsabilidad.

 
 
Una decisión como esta es el punto de partida de un camino que comienza y que dura toda la vida. Quizás en algún momento nos sintamos perdidos sin saber muy bien qué opción es la mejor o si es la que realmente queremos. Nos cuesta estar seguros acerca de lo que queremos. Por otro lado, además de equivocarnos y que nos juzguen, también podemos tener miedo de no aceptarnos a nosotros mismos.

¿Y qué significa ser genuinos?

Ser nosotros mismos, es decir, cuando reímos ante lo que nos hace gracia, cuando lloramos ante lo que nos pone tristes, cuando explotamos en cólera ante una circunstancia que nos saca de nuestras casillas… Cuando vivimos nuestras circunstancias de forma acorde a lo que queremos, sentimos y pensamos, momento a momento, independientemente de lo que piense el resto del mundo, eso es ser genuinos.

Las personas vivimos en una comunidad, tendemos a construir nuestra propia imagen en función de las experiencias que vamos teniendo en las interacciones con los demás. Así, el contexto social influye en nosotros y aunque hemos de tener en cuenta que convivimos con más personas, preservar o establecer un criterio (siempre desde el respeto hacia el de los demás) propio es clave si queremos ser genuinos.

Como ya hemos dicho, para ser genuinos hemos de desprendernos de hábitos, pensamientos o personas que han pasado a formar parte de nuestra identidad o nuestra vida. Elegirnos a nosotros mismos es decir adiós a ciertos elementos, aunque esto significa ser tangentes en algún momento a la curva de la soledad.

Sentirnos solos no es lo mismo que estar solos. Se trata de una emoción que si la gestionamos adecuadamente, nos puede ayudar a disponer del escenario personal en el que ejercer nuestra libertad y dar los pasos hacia lo que nosotros entendemos como éxito.

«Es fácil vivir en el mundo según la opinión del mundo. Es fácil vivir en la sociedad bajo los cánones de la misma. Pero el hombre grande es aquel que en medio de la muchedumbre conserva con perfecta dulzura la independencia de la soledad».
-Ralph Waldo Emerson- 

Las expectativas de los demás

Al exponernos a la opinión de los demás, hemos de enfrentarnos a cada uno de los filtros que conforman nuestra estructura de apoyo social:
  • Nuestro círculo más cercano. Son aquellas personas que nos han visto crecer, con las que disfrutamos de intimidad. Pueden pensar que saben perfectamente quiénes somos, qué queremos y lo que es mejor para nosotros.
  • Los que forman parte de nuestro círculo profesional. Serían los que, con su feedback, nos llevan a reafirmarnos como buenos o malos profesionales.
  • También tenemos a todos aquellos con los que tenemos escasa relación o la hemos tenido en algún momento. No suelen ser las personas más importantes de nuestra vida, pero solemos otorgarles dicho rol. Se acaban convirtiendo en un espejo de reflejo perverso en el que nos fijamos.
  • En último lugar, y no por eso menos importante, nosotros mismos. Es curioso, pero acabamos siendo nuestro mayor y temido enemigo, y el principal culpable de nuestras inseguridades y desdichas.

Así, «el qué dirán» puede introducirnos en una espiral de comparaciones y dudas de difícil salida. Porque, ¿qué determina quiénes somos? ¿La razón la tienen los demás o hemos de guiarnos por lo que realmente queremos y sentimos nosotros mismos?

Cuando ser genuinos pasa a un segundo plano: el miedo a ser uno mismo

La principal fuente de aprendizaje es la observación, como se desprende de los estudios de Albert Bandura sobre aprendizaje social. Observando el comportamiento de los demás y las consecuencias que se derivan del mismo, vamos aprendiendo: estableciendo asociaciones.

En ocasiones, la anticipación de una información valiosa hace que miremos más hacia fuera que hacia nosotros mismos, sobre todo en los casos en los que la inseguridad y el miedo son el timón que nos guía.

Por ejemplo, Steve Hayes, en el marco de la Terapia de Aceptación y Compromiso, trabaja con los pacientes desde la idea de que ser genuinos es clave para alcanzar objetivos. En ciertas ocasiones, disociarnos de nosotros mismos es el precio a pagar por vivir los sueños de otros. Actuar desconectados de lo que queremos y sentimos lleva a una desconexión con lo íntimo, con lo propio. Este mecanismo de defensa es habitual en las personas que no actúan siguiendo sus deseos o valores.

Otro patrón de comportamiento típico que se deriva de no ser genuinos es la evitación experiencial. Son muchas las personas que se pasan evitando constantemente lo que les da miedo y les genera ansiedad, incluso intuyendo que aquello de lo que escapan es lo mismo que desean.
 
Vivir con sentido, el camino hacia el éxito

¿Pero qué es el éxito? Cada uno contamos con una definición propia. Pues bien, ser genuinos es también terminar de precisar esta semántica y actuar en consonancia con ella. Por otro lado, desde la Terapia de Aceptación y Compromiso se propone que clarificar los valores es fundamental para construir una vida que merezca la pena vivir, y es que estos son los pilares fundamentales que le dan sentido a lo que somos.

Nos centramos en qué esperan los demás de nosotros, qué quieren… Para ser genuinos el foco hemos de ponerlo en nosotros mismos, sobre todo en conocernos en profundidad. Se trataría de tolerar -incluso querer- una soledad necesaria, la cual no nos conducirá para nada hacia la nada, sino que abrirá las puertas de nuestro paraíso particular: NOSOTROS.

Rocío García Garzón

sábado, agosto 24, 2019

La importancia de tener una buena relación con uno mismo

Desde que somos pequeños necesitamos el afecto y la compañía de otros para sentirnos integrados en un grupo y mantener nuestro bienestar psicológico. A pesar de ello, vivimos en una sociedad individualista, en la que la competencia y lo material tiene más importancia que nuestras propias necesidades. 
 


 
De todas las relaciones que encontramos a lo largo de nuestra vida; amigos, familiares, compañeros de trabajo, pareja y la sociedad en sí, todos se ven afectados por un denominador común. Nosotros. Así, al igual que es importante saber relacionarse con los demás, también es importante tener una buena relación con uno mismo.

Primero eres tú

Nacemos sin un manual de instrucciones sobre cómo vivir. Sin embargo, el hecho de que para ello sea importante tener una buena relación con uno mismo, además de ser consciente de todo lo que implica, podría compararse con las instrucciones de seguridad de los aviones: «póngase las máscara de oxígeno antes de ponérsela a otra persona».

Piensa por un momento en las personas que amas y te importan y reflexiona sobre cómo actúas con ellas. Seguramente, a veces, lleves a cabo conductas para que se sientan a gusto o porque sepas que les importan. De ahí que sea muy común dejarnos para el final y no hacer esas cosas por nosotros.

No obstante, aunque está ignorado e infravalorado, siempre hay tiempo para mirar a los ojos de nuestro propio ser y conectar con quienes somos, libre de distracciones.

Eso sí, no podemos olvidar que vivimos en una sociedad líquida, como decía Bauman, esa en la que lo superficial y lo efímero configuran nuestro estilo de vida. Esa en la que la interacción social y digital hace difícil el acto de desconectar por el temor a perderse y a descubrir todo lo que somos en esencia.

Una sociedad que demanda un yo egocéntrico que merma la capacidad de relacionarse de verdad y en la que la relación con uno mismo se encuentra totalmente distorsionada.

Somos la forma en que pensamos, actuamos, nos comunicamos, escuchamos, amamos, juzgamos y hacemos. Y para que esto suceda de una manera equilibrada, se necesita tener buenos fundamentos y una considerable inversión en nosotros mismos.

Ahora bien, desconectar de lo digital, del mundo de la apariencia y lo superficial es necesario y casi de manera urgente. Hay que tener un espacio propio para aclarar y simplificar nuestro mundo, aunque bien es cierto que esto conlleva tiempo. Por esta razón, de vez en cuando, debemos hacer un alto en el camino para pensar y chequear cómo estamos, sobre todo cuando nuestras circunstancias y necesidades cambien.

Por ejemplo, cuando se está bajo demasiado tensión es necesario saber cómo relajarse y tomar un respiro. Para ello, es recomendable tener grabada en nuestra mente la siguiente frase: «Hoy no estoy para nadie porque hoy me necesito«.

“Tu mirada se aclarará solo cuando puedas ver dentro de tu corazón. Aquel que mira hacia afuera, sueña; aquel que mira hacia adentro, despierta”.
-Carl Jung- 

Cuida tu dialógo interno

Uno de los aspectos más importantes que tenemos que cuidar para tener una buena relación con nosotros mismos es la forma que tenemos de hablarnos, es decir, nuestro diálogo interno. Ese que está influenciado por lo que otras personas nos dijeron cuando éramos pequeños y que a medida que crecemos da forma a la relación que tenemos con nosotros.

¿Cómo te hablas? ¿qué cosas te dices? ¿te criticas y culpas o más bien te felicitas y te tratas con amor? 

Equilibrar la balanza

Si cuando éramos unos niños nos estimularon para satisfacer nuestras necesidades e intereses personales, sin olvidar las de los demás, seguramente desarrollemos una base saludable para nuestra propia relación. Esa en la que nosotros también somos importantes, nos respetamos y nos tenemos en cuenta.

Sin embargo, no suele ser la norma. Existen muchas personas que no se han preguntando cómo están, cómo se encuentran y hacia dónde se dirigen, aunque nunca es tarde. O también existen esas otras que solo tienen reproches y comentarios negativos hacia sí mismas. Lo importante es dejar de latigarse, aceptarse y regalarse un sano amor propio. La terapia cognitiva conductual, la meditación y la reflexión diaria pueden ayudar mucho en esto.

«Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro».
-Ramón y Cajal-

¿Cómo desarrollar una relación más fuerte contigo mismo?

Una relación saludable y equilibrada con uno mismo es la capacidad de valorarse saludablemente como persona y aceptar tanto las fortalezas como las debilidades. El proceso para lograrlo puede ser diferente para cada persona, pero existen algunos puntos en común que tener presente. Son los siguientes:
  • Autoconfianza. La confianza es muy importante. Tienes que poder respaldarte y creer en ti, incluso si terminas cometiendo un error o decisión equivocada. La confianza se nutre de saber que podrás aprender de ella, corregirla y continuar avanzando. También significa confiar en tu intuición y saber que tienes las respuestas en tu interior.
  • Amarte a ti mismo. ¿Qué significa amarte a ti mismo en realidad? Se trata de conocer tus defectos y virtudes, saber quién eres como persona (tus valores y principios fundamentales) y creer que eres capaz porque eres un ser con la capacidad de amar, crear, sentir, creer.
  • Pasar tiempo de calidad con uno mismo. Conocer cómo te gusta que otros te traten es una gran guía. El tiempo que tomas para la autorreflexión, para estar contigo a solas, es clave para comenzar a cambiar hábitos y conductas que no te hacen evolucionar como persona. Para ello, reserva unos minutos al día para tener una cita contigo.
  • Priorizar el autocuidado: sueño, ejercicio, alimentación, aficiones, relajación y descanso adecuados que no falten.
  • Ponerse a prueba. Anímate a crecer, hacer y ser mejor. Arriésgate, sé valiente y da un paso para hacer aquello que tanto deseas y que el miedo limita.
  • Hacer clic en el botón de reinicio o apagado. Desconectar de las redes sociales y apagar el ruido mental de nuestro día a día tienen muchos beneficios psicológicos. La meditación o un paseo por la naturaleza son otras alternativas.
  • Divertirse en el proceso. El autodescubrimiento es un proceso diario que dura toda la toda la vida. Disfrutar de este proceso de introspección ayudará a seguir adelante en su crecimiento. Eso sí, desde el respeto y siendo consciente que no todo será un camino de rosas…

“Conocerse a uno mismo no sólo es la cosa más difícil, sino también la más incómoda”.
-H.W. Shaw-

Tener una buena relación contigo mismo es un viaje que dura toda la vida. Si sientes un amor incondicional por tus familiares o seres queridos, también tienes que experimentarlo por ti. ¿Te atreves a mirar hacia adentro para descubrirte y determinar quién eres?

Anais Manen

viernes, agosto 23, 2019

Te quiero tal y como eres

Te quiero tal y como eres, sin aditivos, con tus fortalezas, pero también con tus defectos. Con todo lo que te hace ser tú y lleva tu rastro, ese que día a día conozco un poco más y que mantiene viva la llama de este sentimiento.

 
 
Te quiero tal y como eres, por eso te dedico estas líneas. Para recordártelo por si se te olvida, para decírtelo de otra manera. Y para agradecerte todo lo que día a día me regalas… Porque me estás enseñando a querer sin máscaras, desde el corazón y a pesar de cualquier circunstancia.

“Coincidir con una persona, mental y emocionalmente, es una suerte, una sintonía asombrosa y casi siempre inexplicable”.
-Walter Riso-

Gracias por ser como eres

Gracias por ser tú. Por mostrarte tal y como eres: a veces con miedos, otras con fuerzas y esas otras con esas ganas de hacer reír y convertir cada instante en un momento para recordar.

Gracias por permanecer, por estar ahí, a pesar de todo, por no hacer caso a los prejuicios y por librarte de las trampas de las expectativas. Gracias porque sé que no siempre es fácil: a veces por mí, otras por ti, por nosotros o por lo que ocurre en general. Gracias por tu paciencia.

«Amar no es solamente querer, también es comprender».
-Françoise Sagan-

Gracias por ser como eres, por enseñarme que el amor es mucho más que sonreír felices, que comprender y apostar por lo que uno siente tiene un sentido: fortalecer el «nosotros». Porque, a veces, me bajas del cielo y me ayudas a poner los pies en la tierra, porque no edulcoras la realidad. Porque me enseñas a quererte a fuego lento y día a día me lo expresas.

Gracias por tu valentía, por abrirte a mí desde el principio. Eres mi mayor ejemplo de superación, de mejorarse a uno mismo, de combatir y seguir adelante. Te admiro.

Gracias por quererme cuando no me lo merezco, por aceptarme a pesar de mis heridas, a pesar de mis fallos, por agarrar mi mano. Porque aceptas mis limitaciones y poco a poco me estás enseñando a querer eso que yo llamo defectos, pero que tú te empeñas en mirarlos desde otro lado. Me ayudas a crecer en el sentido más amplio.

No voy a negarlo, me gusta saber que aceptas mis demonios, mi partes más oscuras y que en lugar de temerlas, te atreves a acariciarlas. No paras de enseñarme que todo lo vivido, todo lo experimentado, ha sido necesario para llegar hasta aquí, para llegar hasta ti.


«Millones y millones de años y todavía no tengo suficiente tiempo para describir ese pequeño instante de eternidad en que colocas tus brazos alrededor mío y yo coloco mis brazos alrededor tuyo».
-Jacques Prévert-
 
Te elijo cada día

Me gusta avanzar a tu lado, sea como sea: cuando hace sol, amenazan las tormentas o llueve como si no hubiera un mañana. Tenerte es un regalo que quiero guardar para siempre. Porque me enseñas que lo más simple es lo más valioso. ¿Alguna vez has pensado en todo lo que eres un maestro? Yo no dejo de pensarlo cada día…

Me encanta escucharte, sobre todo, cuando sigues y sigues hablando y me explicas todo lo que implica un tema sobre el que conversamos. Si tengo dudas, me las resuelves, y si no puedes, lo aceptas y me lo expresas.

Adoro observarte: dormido, despierto, caminando, conduciendo… No hay forma que se me resista. Mirarte es acercarme a ti desde el silencio, conocerte a través de tus gestos y conectar con los más profundo de mis sentimientos. No te miento: cuando lo hago me invade una bonita e intensa sensación interior hacia ti.

Tu inteligencia me asombra, pero si hay algo que me fascina es toda la sensibilidad que guardas y que tan solo muestras por momentos. Aunque tu seriedad también es necesaria y tus tonterías mucho más. Son tu marca, tu huella, lo que te delata y te hacer ser tú y no otra persona.

Y qué decirte de tu sinceridad, de tu gran capacidad de comprensión, lo siento pero no es tan fácil encontrar a alguien así. Sabes ser hogar: a tu lado es fácil sentirse protegida y en calma.

Te quiero así, sin más. En tus días grises y soleados, porque a pesar de querer verte sonreír, entiendo que no siempre es posible. También te cansas, te puede la desgana y la desilusión entra por la puerta. Solo quiero que sepas que ahí también quiero acompañarte, aunque sea en silencio; que quiero agarrarte fuerte en las buenas y en las malas.

También te quiero cuando te enfadas, cuando te molestas y la razón te puede. Así es. Todos los hacemos. Es otra forma de conocerte, de saber de ti, de mostrarte ante mí. De conocer tus límites, tus heridas y tus zonas de emergencia. Incluso cuando prefieres tomar distancia para recomponerte, reflexionar y decidir qué hacer.

Contigo es fácil. No estas empeñado en ser perfecto, al menos conmigo. Por todo esto y más te elijo cada día, momento a momento. Porque te quiero tal y como eres. Mi único deseo es acompañarte en este pequeño universo que hemos creado, tanto cuando hace bueno como cuando hace malo. Eso grábatelo a fuego.

Gracias por contarme con abrazos y sin palabras la profundidad de esto que tenemos.

“Te quiero como para invitarte a pisar hojas secas una de estas tardes. Te quiero como para salir a caminar, hablar del amor, mientras pateamos piedritas. Te quiero como para volvernos chinos de risa, ebrios de nada y pasear sin prisa las calles.

Te quiero como para ir contigo a los lugares que más frecuento, y contarte que es ahí donde me siento a pensar en ti. Te quiero como para escuchar tu risa toda la noche. Te quiero como para no dejarte ir jamás.

Te quiero como se quiere a ciertos amores, a la antigua, con el alma y sin mirar atrás”.

-Jaime Sabines, poeta mexicano-



Gema Sánchez Cuevas

jueves, agosto 22, 2019

¿Cómo se perciben las personas con depresión?

Todos libramos innumerables batallas. El trabajo, la familia, nuestras relaciones… Cada día es un nuevo reto en muchos sentidos. En este sentido, es la batalla que libramos con nosotros mismos la que puede generar estados depresivos que nos paralicen. Hoy sabemos que las personas con depresión suelen ampliar la resonancia de los síntomas.

 
 
Un informe publicado por el Dr. Kopala-Sibley sugiere que en estados depresivos conviene centrarse menos en la sintomatología y prestar más atención a cómo se siente uno consigo mismo. Esta podría ser una de las claves del origen de la depresión. Y mejor tratar el origen que los síntomas.

Las conclusiones del informe avalan la teoría de la autodiscrepancia de Higgins. Según esta teoría, nuestro “yo” tiene tres aspectos diferenciados: el yo real, el yo ideal y el yo responsable. Esta investigación llevada a cabo por Kopala-Sibley indica que cuando existe discrepancia en el yo ideal y el yo real, es muy probable que encontremos personas con depresión.

¿Cómo se produce la autodiscrepancia?

Construimos nuestro autoconcepto en función de varias variables. Creemos que nuestro “yo” es una entidad única, cuando no es así. Tenemos un yo que nos define, el cómo somos en realidad y en el momento presente, el yo real.

Pero existen otros yo paralelos, como el “yo” que podemos llegar a ser; dentro de este campo de posibilidades habitaría el yo ideal. También forma parte del grupo el yo responsable, que es el que indica cómo deberíamos ser en base a las costumbres y roles sociales que adoptamos.

Puedes estar seguro de ser una persona competente, inteligente y trabajadora, pero si en la vida real estas características no ven su fruto porque la situación laboral que mantienes te limita, aparece el conflicto. En este caso, es el desajuste entre el yo ideal y el yo real el que abonaría el campo para la depresión.

Por su parte, la autoestima también depende de la distancia percibida entre nuestro yo real y nuestro yo ideal. La autoestima está muy ligada a nuestro bienestar psicológico y su erosión nos hace más vulnerables frente a la depresión. Los niveles de materia gris en el de las personas con baja autoestima son más reducidos en aquellas regiones del cerebro que hacen más fácil la tarea de intuir lo que otros piensan de nosotros.
 
La narrativa interna

Nuestro yo real y nuestro yo ideal se relacionan en base a la historia que hemos construido sobre nosotros mismos y en cómo creemos que nos perciben los demás. La autoestima se beneficia de que esta distancia sea mínima. Así, es probable que si aparecen signos de depresión estemos ante una discrepancia importante entre el yo real y el yo ideal.

Los guiones internos que mantenemos durante períodos depresivos nos llevan a creer que nuestro yo ideal está demasiado lejos de nuestro yo real. Para poder acercar estas dos realidades podemos cambiar nuestras guiones y diálogos internos. Enfocarnos en lo que podríamos cambiar para acercarnos a nuestro yo ideal es un buen comienzo.
 
La atención plena

Si después de hacer un cambio de narrativa interna, todavía consideramos que no hay muchas cosas que se puedan hacer para acercarse al yo ideal podemos centrarnos en la práctica de la atención plena. Este tipo de práctica cierra las brechas entre el yo real y el ideal.

El beneficio inmediato de este tipo de meditación es que uno aprende a observar sus propios pensamientos sin juzgarlos. Abandonar la posición de jueces mejora considerablemente el estado depresivo. La autoaceptación paulatina en las personas con depresión es otra forma de acercamiento de estas dos realidades.

Alineando los seres reales con los ideales

Quizás no se trate de alcanzar la perfección, sino de admitir ese espacio de mejora como un terreno para superarnos. Tratarnos con cariño nos proporciona un entorno emocional más relajado para fijar objetivos, mientras descartamos otros.

Un estado emocional negativo en muchas ocasiones afila la distancia que existe entre nuestro yo real y nuestro yo ideal… hasta que nos terminamos cortando con ella. La práctica de estas estrategias puede ayudar mucho al control de nuestras expectativas y, por lo tanto, a la frustración que se puede derivar de ellas. Probablemente la depresión, en este sentido, sea un toque de atención para que prestemos atención a nuestras discrepancias internas y trabajemos sobre ellas.

Sonia Budner

miércoles, agosto 21, 2019

El tiempo no cura todas las heridas

Hay dolores tan profundos que desgarran el alma. Es como si cayésemos en un profundo abismo con salida escondida. En este contexto, lo que muchas veces nos dicen es que el tiempo cura todas las heridas, cuando no siempre es así.

 
 
La vida cuenta con altibajos, y cada uno en su singularidad los asume de forma diversa. Lo cierto es que, a veces, nos cuesta sobreponernos a las situaciones difíciles porque el mar de emociones nos supera. Entonces, no sabemos por dónde empezar.

Y, una forma de asumir los inconvenientes que nos enseñan es que el tiempo lo cura todo. Pero no siempre es cierto. Por ello, a través de este post te mostraremos diversas razones. ¡Acompáñanos en este recorrido!

«Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos».
-Pablo Neruda-

El tiempo no cura todas las heridas, las esconde

Tras una herida dolorosa, tendemos a decir «el tiempo lo curó». Ahora nos preguntamos, ¿en realidad fue así? Cuando dejamos que el segundero avance, mantenido una actitud pasiva, difícilmente las heridas profundas curan. Más bien el corte puede quedar anestesiado, pero no cicatrizado.

¿Por qué puede suceder esto? Es posible que no queramos ver aquel dolor; entonces, preferimos llenarnos de actividades, no pensar en él, alejarnos de los estímulos que puedan rescatar para el foco de consciencia a determinados recuerdos. También, puede tratarse de una emoción enmascarada. En este sentido, el dolor no tiene por qué manifestarse como tristeza, también lo hace con frecuencia como ira o, incluso, como euforia.
 
Pensar eso puede ayudarnos a alejar nuestras emociones y pensamientos

Hay dolores que no tienen nombre, se trata de un sufrimiento que no podemos etiquetar, que resbala al intentar traducirlo en palabras. En estos casos, podemos tratar de encapsularlo y enviarlo al lugar más recóndito de nuestra memoria.

Hablamos de un mecanismo de defensa. Lo que hace es expulsar de la consciencia deseos, sentimientos y pensamientos. Según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, es una forma de hacer inconsciente el contenido que nos resulta inaceptable.

El tiempo no corre cuando somos pasivos

Al otorgarle al tiempo el poder sanador, atribuimos una responsabilidad que nos corresponde a un agente externo. Dejamos que los acontecimientos se amontonen sobre ese libro que tenemos que devolver a al biblioteca con la esperanza de que el montón lo borre de la realidad psíquica… igual que lo borra de nuestra vista.

El gran peligro de proceder de esta amanera es que eso que queda sepultado no deja de erosionar nuestra motivación, de lastrar nuestra voluntad o de penalizar nuestros objetivos. Así, podemos llegar a ese punto en el que nos siga haciendo daño, pero sin que seamos capaz de identificar aquello que nos duele porque ha quedado sepultado.

Por otro lado, lo que puede suceder es que al atribuirle al tiempo un papel protagonista que no tiene (es un mero escenario) supone menospreciar o relegar aquellas estrategias que sí pudimos poner en marcha para dar forma a aquellas cicatrices que sí conseguimos generar.

Esto puede ser un obstáculo para superar dificultades futuras, para ir al rescate de estrategias que sí tuvieron éxito. También puede ser un viento contrario para nuestra autoestima, menospreciando asideros sobre los que sí podría crecer. De esta manera, la idea de que el tiempo cura las heridas puede ser uno de nuestros peores enemigos, contaminando nuestra forma de proceder en el plano psíquico a la hora de elegir estrategias de afrontamiento.

María Alejandra Castro Arbeláez

martes, agosto 20, 2019

Ansiedad y baja autoestima: ¿tienen alguna relación?

Ansiedad y baja autoestima tienen una relación que incide de manera directa en otras dimensiones, como el estado de ánimo o los proyectos en los que nos embarcamos. Así, un hecho común es limitarnos a hacer uso de determinadas técnicas para gestionar el estrés y los trastornos de ansiedad, pasando por alto un detonante muy concreto. Tras esa angustia, tras esa inquietud y sintomatología adversa, habita una mente acostumbrada a sabotearse a sí misma.

 
 
Señalaba el psicoterapeuta cognitivo Albert Ellis con gran acierto que una de las causas más comunes de la ansiedad es la autoexigencia. La mente ansiosa siempre tiene miedo a no llegar, a fallar, a mostrar falibilidad o imperfección. Ahora bien, en este proceso en el cual se acumulan tantas angustias por no cumplir, es fácil derivar poco a poco en la idea de que si no alcanzamos determinadas metas es porque no podemos o no las merecemos.

Tras la ansiedad se encuentra en muchos casos la indefensión. Esto es algo a tener presente, porque cuando la visión que tenemos de nosotros mismos se va fracturando, por esas vetas entran los miedos, las inseguridades y la incapacidad para manejar la propia vida.

«Nada puede detener a la persona con la actitud mental correcta de lograr su objetivo; nada en la tierra puede ayudar a la persona e con la actitud mental equivocada».
-Thomas Jefferson- 
 
Ansiedad y baja autoestima, las causas que explican esta relación

Bastaría con hacer un pequeño sondeo para descubrir cuántas personas que lidian con un trastorno de ansiedad, lo hacen también con el peso de la baja autoestima. Si pudiéramos sumergirnos en el rumor de sus pensamientos y en el diálogo interno que fluye en sus mentes descubriríamos, además, varias cosas.

La primera, sería el exceso de frases que se inician del mismo modo ‘no puedo controlar mi ansiedad’, ‘no tengo habilidades para hacer frente a esto’, ‘mejor evito hacer esto porque no vale la pena y seguro que sale mal‘, ‘no me gusta mi físico, no me gusta eso otro de mí», etc. El segundo aspecto llamativo con el que nos encontraríamos sería el siguiente. Muchas personas acaban usando la ansiedad como escudo para no lidiar con el problema original: la baja autoestima.

Así, es común que realicen comentarios o razonamientos como el siguiente: no me presento a esa entrevista de trabajo porque la ansiedad no me va a dejar. No quedo con esa persona que me gusta porque al final mi ansiedad lo estropeará todo. En estos casos, no son conscientes de que la raíz original de la propia ansiedad y de esos pensamientos es la inseguridad y la baja autoestima.

Veamos a continuación más explicaciones que justifican la relación entre ansiedad y baja autoestima.
 
El eterno miedo al rechazo

Un potenciador de la buena autoestima es sin duda haber contado con una crianza adecuada. Disfrutar de un apego positivo con los progenitores, sentirse seguro y amado es un nutriente esencial. Todo ello genera sin duda tener también una visión positiva de uno mismo y, de ese modo, vamos construyendo una identidad y autoconcepto fuertes y saludables.

Ahora bien, cuando esto falla casi todo acaba desmoronando. Haber pasado una infancia complicada e incluso haber sufrido bullying origina a menudo ese eterno miedo al rechazo. Esa angustia, el temor a ser rechazados nuevamente en cualquier momento (ya sea a nivel afectivo, laboral, etc.) acaba dando forma a los posteriores trastornos de ansiedad. 
 
La relación entre la baja autoestima y el perfeccionismo

En la Universidad de Curtin, en Australia, se llevó a cabo un interesante estudio. En él, la doctora Sarah Egan demostró que hay una relación significativa entre el perfeccionismo, la ansiedad y la baja autoestima. Es más, en los trastornos de alimentación suele verse bastante este vínculo.

Ansiedad y baja autoestima se reflejan a menudo en esa necesidad nuestra por mostrar eficacia y perfección en cada cosa que hacemos. No obstante, al poco aparecen las dudas y la inseguridad, así como ese autoboicoteo de quien se pone en duda a sí mismo y a lo hecho con gran esfuerzo. Todas estas situaciones derivan en frustración y en ansiedad.
 
La mente que solo se centra en el lado negativo de las cosas

La mente es cautiva a menudo de ese enfoque cognitivo y emocional por donde rara vez entra la luz, el coraje o el optimismo. Es esa visión de túnel donde no se atisba más perspectiva que el fatalismo o el fracaso. Tras esa visión personal se halla la semilla de la baja autoestima, un germen que cohabita durante años en nosotros y que poco a poco va edificando la cárcel de la ansiedad.

No es fácil emerger de estos estados psicológicos. A menudo, ansiedad y baja autoestima crean una aleación permanente donde resulta muy complicado liberar a la persona. Cuando se han creado patrones mentales tan profundos no es sencillo romper ese molde para demostrar a quien sufre, que está en su mano generar un cambio, mejorar en bienestar.

Sin embargo, tal artesanía puede hacerse. Y el camino para iniciar esa mejora es trabajando la autoapreciación. En cuando mejoramos la visión que tenemos de nosotros mismos se crea un avance. En el momento en que uno vuelve a apostar por sí mismo, añadiendo al día a día ingredientes como la confianza, la seguridad, la ilusión y un propósito vital, los miedos van cayendo y con ellos, la estructura de la ansiedad.

Todos tenemos la capacidad y el potencial para invertir en ese proceso. La autoestima es al fin y al cabo, ese músculo que todo lo mueve y que da movimiento y luz a la vida.

Valeria Sabater

lunes, agosto 19, 2019

5 ejercicios de respiración para manejar el estrés

Los ejercicios de respiración son una medida sencilla, rápida y muy eficaz para manejar el estrés y los estados de ansiedad. Esto se debe a que lo primero que pasa cuando te estresas es que tu frecuencia cardíaca aumenta, por acción del cortisol, la hormona del estrés; por tanto, tu respiración también se acelera.

 
 
Al hacer ejercicios de respiración se contribuye a que ese proceso fisiológico tome el camino de vuelta. Una respiración pausada hace que la frecuencia cardíaca disminuya y con ello vaya desapareciendo esa sensación de temor y tensión interna que acompaña al estrés.

No necesitas realizar toda una sesión de relajación para lograrlo. De hecho, es suficiente solo con hacer los ejercicios de respiración durante cinco o diez minutos. Se trata de un método muy práctico, que puedes llevar a cabo en cualquier lugar y prácticamente en cualquier situación.

Estos son algunos de los ejercicios de respiración que puedes practicar en momentos de estrés.

“El aire es tu alimento y tu medicamento”.
-Aristóteles-

1. Ejercicios de respiración equitativa

La respiración equitativa es uno de los ejercicios de respiración tomados de la práctica de yoga. El objetivo es generar un balance entre el cuerpo y la mente. Se podría decir que es la forma de respiración más básica y también una de las más eficaces.

Simplemente toma aire mientras cuentas hasta cuatro, después expúlsalo contando de nuevo hasta cuatro. Se trata de una respiración nasal. Se cree que este tipo de ejercicio es especialmente eficaz cuando se lleva a cabo antes de dormir: es como una especie de llamada placentera al sueño.
 
2. La respiración abdominal

Los ejercicios de respiración abdominal son ideales para llevarse a cabo en momento de estrés intenso. Por ejemplo, antes de un examen o de una presentación pública. También en aquellas situaciones en las que estés muy exaltado, o has recibido una noticia complicada de asimilar.

La técnica es la siguiente: coloca una mano sobre tu pecho y la otra en el abdomen; inhala el aire profundamente por la nariz. Después, haz como si “te tragaras el aire”. Si lo logras, vas a sentir que el abdomen se expande, así como la zona del diafragma. Repite entre 6 y 10 veces por minuto, durante 10 minutos.
 
3. Respiración alternada

La respiración alternada se recomienda especialmente para aquellos momentos en los que buscas solución a una dificultad y no la encuentras. También cuando no logras concentrarte o sientes que no se te ocurre una buena idea, por más que le das vueltas.

La técnica es como sigue: con tu dedo pulgar, oprime la nariz y cierra la fosa nasal derecha. Luego inhala profundamente, hasta donde te sea posible. Cuando hayas llegado al límite de la inhalación, coloca el dedo en la fosa izquierda y expira por la derecha. Repite, alternando las fosas nasales durante unos cinco minutos.
 
4. Relajación progresiva

Esta es uno de los ejercicios de respiración que puedes realizar siempre que te sientas nervioso o inquieto. Muy recomendable para esos momentos de angustia, en los que nos sentimos en peligro sin poder identificar aquello que nos amenaza. También es muy aconsejable para conciliar el sueño, ya que, como el nombre lo indica, lleva a una relajación progresiva.

El objetivo es tensionar cada grupo de músculos, inhalando por la nariz, para luego relajarlos, exhalando por la boca. Comienza por los pies, con los ojos cerrados. Piensa en los pies y tensiónalos, tanto como puedas, mientras inhalas contando hasta cinco. Luego, exhala, también contando hasta cinco, mientras relajas. Continúa ascendiendo por las piernas, glúteos, abdomen, brazos, manos, cuello, mandíbula y ojos.

5. Respiración del despertar brillante

Este es un ejercicio de respiración un poco más complejo. Exige que ya hayas entrenado la respiración abdominal. Consiste en hacer una lenta y profunda inhalación, llevando el aire al abdomen, para luego exhalar súbitamente, tan rápido como puedas. La idea es que vayas aumentando el ritmo, hasta que hagas unas 10 respiraciones de este tipo por minuto.

A veces el estrés se manifiesta como agotamiento psicológico, desánimo y desinterés. Este tipo de respiración es el adecuado para llevar a cabo en esas circunstancias. Tiene la propiedad de despertarte y ayudarte a ver todo con más optimismo y vitalidad. También es muy conveniente practicar este ejercicio cuando sientas mucha fatiga.

Como ves, todos estos ejercicios de respiración son muy sencillos. No requieren de mucho tiempo y, en cambio, pueden representar la diferencia entre un mal y un buen momento. No dudes en practicarlos siempre que sientas que has perdido tu armonía interior como consecuencia del estrés.

Edith Sánchez

domingo, agosto 18, 2019

El asma y la mente, un vínculo estrecho

Desde hace mucho tiempo se habla sobre la relación entre el asma y la mente. Esto se debe a que en la vida cotidiana es muy fácil percatarse de esa asociación. Lo más evidente es el vínculo que existe entre un estado de nerviosismo y un ataque de asma. Sin embargo, no es muy claro lo que la ciencia ha hallado al respecto.

 
 
La pregunta que surge es claramente la siguiente: ¿existe una verdadera relación entre el asma y la mente, o se trata de un mito sin fundamento? Hasta hace apenas unas décadas se pensaba que el tema de la influencia de las emociones en el asma era apenas una especulación. Sin embargo, con los avances de la ciencia hoy en día resulta innegable esa conexión.

La ciencia define al asma como un síndrome complejo, que se caracteriza principalmente por la inflamación y la obstrucción de las vías aéreas. Es la enfermedad crónica más extendida en la infancia.

Se calcula que al menos el 60 % tienen lugar en niños. Dentro de los factores desencadenantes, hoy en día se incluyen los de orden psicológico. La relación entre el asma y la mente es innegable.

“La respiración es esa nave frágil que nos conduce del nacimiento a la muerte”.
-F. Leboyer-

Estudios sobre la relación entre el asma y la mente

El doctor Zofel Marx y sus colegas llevaron a cabo un estudio con pacientes asmáticos, para determinar si, efectivamente, las emociones incidían sobre la enfermedad. Su investigación consistió en comparar las emociones de pacientes sanos y pacientes asmáticos para establecer si existía alguna diferencia.

Al final concluyeron que los pacientes asmáticos tenían actitudes más hostiles, mayores sentimientos de impotencia y más expresiones de tristeza, que los pacientes sanos. Para verificarlo, ambos grupos fueron expuestos a diversos estímulos y se observó su reacción. Sin embargo, las dificultades emocionales observadas podían ser un efecto del asma y no su causa.

Pese a esto, estos hallazgos han sido corroborados por otros estudios. Se ha comprobado que hasta el 50 % de las personas asmáticas tienen síntomas depresivos. Así mismo, quienes tienen dichos síntomas, o manifestaciones de ansiedad, tienen ataques más frecuentes y visitan más a los médicos. De igual manera, el uso de antidepresivos hace que disminuyan los síntomas del asma.
 
Un hallazgo de las neurociencias

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Wisconsin-Madison estableció que existe una clara conexión entre el asma y la mente. La investigación desarrollada permitió concluir que los procesos asmáticos se relacionan con dos áreas del cerebro que están estrechamente relacionadas con las emociones: el córtex cingulado anterior y la ínsula.

El profesor Richard Davidson, director de la investigación, se valió de imágenes de resonancia magnética para evidenciar este hecho. Para ello partió de un grupo de seis voluntarios. Todos ellos sufrían de asma. A este grupo se le administraron una serie de sustancias que exacerbaban la enfermedad.

Al observar los cerebros de los voluntarios, se comprobó que los estímulos activaban el córtex cingulado anterior y la ínsula. Ambas zonas están fuertemente relacionadas con las emociones. La investigación fue publicada, pero no se considera concluyente por ser pocos los pacientes estudiados.

Un campo de investigación que sigue abierto

La ciencia ya ha logrado establecer una conexión entre el asma y la mente. Lo que no se sabe todavía es el alcance de ese vínculo ni los mecanismos exactos que lo regulan. Lo que sí es claro es que los factores psicológicos son determinantes en el curso de este mal. Un estado de depresión o ansiedad exacerba los brotes de asma.

El doctor Antonio Cano Vindel, de la Universidad Complutense de Madrid, señala que la ansiedad incide sobre el asma de dos formas. La primera, generando episodios de respiración agitada o de hiperventilación. Ese estado fisiológico está presente en diversos eventos emocionales, como el llanto, el miedo, el estrés, etc. A su vez, Cano Vindel señala que todo evento emocional fuerte incrementa la broncoconstricción.

De otro lado señala que los pacientes con asma suelen tener elevados niveles de depresión, tristeza e ira, en razón de las mismas limitaciones que les plantea la enfermedad. Se ha comprobado que si esos estados psicológicos se tratan de manera adecuada, el pronóstico de estos pacientes mejora de manera significativa.

Por lo tanto, existe una relación entre el asma y la mente; ni en este caso ni en el de otras enfermedades, podemos separar el organismo de lo que sucede en el cerebro. Se ratifica de nuevo la vieja máxima según la cual para que haya un cuerpo sano, la mente debe estar sana también, y viceversa.

Edith Sánchez

sábado, agosto 17, 2019

¿Qué nos enseña la rabia?

La rabia es una emoción que altera, que experimentamos con gran intensidad y que apaga a su vez nuestro enfoque más racional. Puede a su vez. generarnos múltiples sensaciones somáticas, como un bloqueo en el estómago o un nudo en la garganta. A su vez, si hay algo que suele definir a este estado es la dificultad para poder manejarlo y reducir su efecto.

 
 
En realidad, cuando sentimos rabia algo está ocurriendo en nuestro sistema nervioso, en nuestra sangre y, por tanto, en todo nuestro cuerpo. Con esta emoción se remueven nuestras hormonas y neurotransmisores, movilizándonos para la acción. Sin embargo, antes de derivar en una conducta que podamos lamentar, lo mejor es tomar aire y comprender mejor qué quiere decirnos este estado.

«Cuando estés molesto cuenta hasta diez antes de hablar. Si estas muy molesto, cuenta hasta cien».
 -Thomas Jefferson-
 
La rabia, una emoción más

La rabia nos empuja a liberar energía, a exteriorizarla porque convierte a nuestro interior en una especie de olla a presión. Cuando no abrimos una canal para que se evapore puede causarnos mucho daño, contaminando al resto de emociones, pensamientos y conductas que generemos a partir de ese momento.

Como cualquier emoción, somos los responsables de ella y nadie es el culpable de la misma, a pesar de que nosotros sí la asociemos o la proyectemos sobre alguien. A su vez, y no menos importante hay un aspecto que debemos considerar.

Estudios como el llevado a cabo en la Universidad de Albany, en Nueva York, nos recuerda que esta emoción está detrás de muchas conductas violentas. Saber controlarla, canalizarla y desmenuzarla es parte de la Inteligencia Emocional, clave del bienestar.
 
Nace como reacción a algo o alguien 

La rabia es una emoción que se nos escapa, que quiere salir y por eso, en ocasiones, sentimos que no podemos controlarla. Con frecuencia, nace motivada por alguien, que hace o dice algo que nos molesta.

En muchas ocasiones, exteriorizaremos la rabia contra esa persona que provocó el desencadenante de esta emoción, comportándonos de forma, impulsiva y sin control sobre nuestras palabras y nuestros actos. Sin embargo, esto no soluciona lo que realmente lo originó, causando conflictos y daños, de los que probablemente nos arrepintamos después.
 
Contra uno mismo

En otras ocasiones, la rabia es contra nosotros mismos. Esto ocurre cuando es desencadenada por una situación y no tanto por otras personas. Lo que significa el ataque directo a nuestra persona, culpándonos de la situación molesta o desagradable.

En cualquier caso, la rabia dirigida hacia nosotros mismos tampoco nos libera de ella, sino que hará que nos sintamos peor todavía. Lejos de disiparse la rabia, esta crecerá más en nuestro interior, sintiéndonos desbordados por tanto emoción sin resolver y auto-destructiva.

«La rabia es muy perjudicial para todo el mundo, pero sobre todo para el hombre que la experimenta.»
-León Tolstói–
 
La rabia que destruye

La rabia es destructiva cuando no sabemos cómo resolverla. Si nos dejamos arrastrar por ella de forma impulsiva nos hacemos daño a nosotros mismos o a otras personas. Por otro lado, si la reprimimos igual que si fueran residuos radioactivos, queda anidada en nuestro interior, creciendo con el paso del tiempo y dañándonos en nuestra propia imagen.

«No importa lo que los médicos dicen, la rabia en los seres humanos con frecuencia es una de las trampas del enemigo»
– Gabriel García Márquez-

Es necesario aprender a resolverla y gestionarla, para que no nos destruya. Sin embargo, también es esencial descubrir de dónde viene y por qué la sentimos. De este modo, descubriremos el verdadero motivo de nuestra rabia. Así, solo cuando conozcamos la profundidad de la emoción podremos sanarla, desterrándola de nuestro interior. 

La emoción que nos enseña 

La rabia siempre nos indica que tenemos alguna insatisfacción personal, algo no resuelto que incluso puede venir desde la infancia. Para descubrir su origen real, sería conveniente observar en qué situaciones aparece y en cuales permanece dormida.

Es probable que todas las situaciones tengan algo en común, ya que con frecuencia esta emoción encubre insatisfacción, dolor, expectativas no cubiertas, sentimientos de inferioridad, abandono, frustración, falta de apoyo, búsqueda de la perfección, etc..

Si observamos nuestra rabia, esta nos mostrará donde tenemos que trabajar, quizás para fortalecernos, aceptar el fracaso, respetar como son los demás o para sentirnos satisfechos. Solo entonces dejaremos de sentir esta emoción desagradable.

«Cuida tus propias emociones y nunca las subestimes»
-Robert Henri- 

Canalizar y gestionar

Es importante saber gestionar y afrontar la rabia de una forma adecuada, cuando esta ya se encuentra en ti. Tienes que evitar daños personales y ajenos, al mismo tiempo que consigues y sientes el alivio de poder expresarla. Esto tiene que ver con la inteligencia emocional, es decir, saber expresar, resolver y afrontar sin lastimar a nadie. 

Para ello, busca una actividad física que te permita “sacar la rabia” y durante el esfuerzo físico, imagina que sacas la rabia que te daña, sintiendo el alivio del ejercicio. También puedes patalear, golpear una almohada e incluso lanzar piedras y visualizar cómo termina tu rabia al finalizar estas actividades.

Puedes también elegir un lugar seguro, donde puedas gritar y expresarte sin que nadie te oiga, puedes decir en voz alta aquello que te ayude a liberarla, sabiendo que nadie va a recibirlo.

Asimismo, enfoques más relajados como el Mindfulness o cualquier otro tipo de meditación, son otras estrategias que considerar ya no para canalizar la rabia, sino para prevenirla.
 
Transformar la emoción en aprendizaje

No olvides buscar el origen de la rabia, aprendiendo de lo que esta tiene que enseñarte. Aprender con tu emoción es una forma de crecer. Saber gestionarla es expresarla sin dañarte a ti ni a nadie y transformar la rabia en aprendizaje es sanarte a ti mismo desde tus huellas internas más profundas.

Cada día estaremos aprendiendo, si dedicamos un tiempo a observar y reconocer nuestras emociones. Es importante aprender a gestionarlas, tanto como aprender de ellas, de su origen y su motivo, para que no vuelvan a dañarnos ni a causarnos malestar.

Dolores Rizo

viernes, agosto 16, 2019

4 excusas que te alejan de tus metas

“Lo haré mañana”, “no tengo tiempo”, “no soy bueno en eso”… Todas estas frases que seguramente has dicho en algún momento de tu vida y que han servido para construir un muro entre tú y tus objetivos. 


Las metas a lograr o los sueños a cumplir son el motor de nuestra vida. Aquellos que no tienen objetivos, parece que no pueden seguir estando en este planeta. Sin embargo, muchas veces ocurre que por culpa del miedo, la incertidumbre, la poca auto-confianza o el desconocimiento, terminamos escapando de la idea de soñar, imaginar o planificar.

Es en ese momento cuando empiezan a aparecer las excusas. No son para todos iguales, ya que como se dice, cada persona es un mundo, pero pueden agruparse en situaciones similares. Quizás no hayas dicho o pensado la frase idéntica pero si alguna parecida o que significaba lo mismo.

No importa cuál sea tu objetivo, cuán difícil sea lograrlo o qué cosas debes hacer para que se vuelva realidad. Es vital que dejes de lado las excusas y te enfoques en alcanzar tus objetivos.

Las excusas más frecuentes que no permiten avanzar

“No tengo tiempo”. La frase por excelencia en el siglo XXI. Vivimos siempre a mil por hora y nunca tenemos siquiera un minuto para lo importante. Nuestros días pasan yendo de aquí para allá y en definitiva no disfrutamos de nada. El ritmo de vida actual es bastante frenético, eso nadie lo puede negar, pero también es cierto que si queremos, podemos. No te resguardes detrás de la excusa de no tener tiempo libre para no hacer cosas.

Hacer lo que tenemos que hacer es una cuestión de prioridades. Si realmente hay algo que te apasiona, buscarías minutos libres de cualquier sitio, te levantarías antes, tomarías un medio de transporte más rápido, no harías horas extras, etc. Analiza como estás usando tus tiempos antes de usarlo como excusa.

“Tengo que ahorrar dinero”. Si has llegado a tu presupuesto para costear tu meta, ¿Por qué no lo usas? Si es verdad que las crisis, las fluctuaciones económicas y los valores de la bolsa no son estancos, sin embargo, tampoco te puedes quedar con todo el dinero por si llega a pasar algo.

Trata de ahorrar un poco más para quedarte con una reserva ante cualquier situación y el resto destínalo a la concreción de tu sueño. No sabes a dónde puedes estar mañana y qué pasaría con ese dinero. Mejor úsalo de manera inteligente. 

“¿Qué van a pensar los demás?”. El “qué dirán” es algo que siempre nos ha preocupado y hay que aceptarlo. ¿Qué pensarán mis padres si dejo de estudiar porque esa carrera no me gusta? ¿Qué dirán mis suegros si decido renunciar al trabajo para quedarme cuidando a los niños? ¿Cómo reaccionarán mis amigos si les cuento que he decidido emprender mi propio negocio?

La verdad, que no te importe lo que piense la gente. Siempre tendrán motivos para criticarte, hagas lo que hagas. Si realmente te interesa lo que los demás digan de tus actos, habla con tus seres cercanos antes de tomar una decisión, pero la última palabra siempre la tienes que tener tú.

“No tengo la capacidad”. La falta de autoestima es un problema muy grave que no nos permite hacer realidad nuestros sueños. Si no confiamos en nuestras habilidades, es imposible que salgamos adelante y cumplamos con las metas que hemos pensado. Nadie ha nacido sabiendo, no lo olvides. Quizás necesitas un poco más de experiencia, conocimientos o práctica, pero nunca digas que eres un “bueno para nada”, aún cuando las cosas no te salgan del todo bien.

Además, si ni siquiera lo has intentado, ¿cómo sabes que no lo puedes hacer? Seguro que tropezarás con muchas piedras en el camino. Tu capacidad reside en quitarlas del medio y seguir avanzando. La vida es equivocarse y aprender del error para luego volver a cometer una equivocación y continuar andando.

Deja de lado las excusas y sé valiente para cumplir tus objetivos. No digas que “no es el momento adecuado”, “eres demasiado grande”, “ya todo está inventado” o “tengo miedo de fracasar”. Intenta todo lo que sea necesario y lo que quieras hacer. Si no sale como esperabas, al menos tendrás una nueva experiencia para sumar a tus anécdotas.

Yamila Papa

jueves, agosto 15, 2019

Jujitsu mental para combatir el diálogo interno negativo

El jujitsu mental es un ejercicio de reflexión donde poder desactivar los pensamientos negativos e inútiles. Se trata de una estrategia sencilla que todos deberíamos aplicar por una razón evidente: la mayoría de nosotros lidiamos con ese diálogo interno desgastante que gusta de limar potenciales. Esas guerras mentales podrían reducirse si nos comprometemos a ello mediante este recurso.

 
 
Decía Mark Twain con su singular humor que la mente debe ser algo prodigioso, porque él mismo estaba acostumbrado a mantener batallas de lo más arduas con ella, para que dejara de ser su enemiga. Hay mucha verdad en este razonamiento. Las personas somos eternas cautivas de esos enfoques mentales que, por las más diversas razones, no siempre juegan a nuestro favor.

En esos jardines internos abundan los ‘yo no puedo’, los ‘tengo que’ y ‘qué van a pensar los demás de mí si hago o digo esto’. No es fácil desactivarlos o arrancarlos de ese terreno personal como malas hierbas que son por una razón muy simple: llevan muchos años con nosotros. El diálogo interno negativo es como ese incómodo acompañante de viaje al que le hemos dado un poder excesivo. No obstante, es posible liberarnos de él. Esta sencilla técnica nos ayudará a tal necesaria finalidad.

«Puedes ser pobre; hasta es posible que tus zapatos estén rotos, pero tu mente siempre será un palacio».
–Frank McCourt- 
 
3 estrategias del jujitsu mental para desactivar el diálogo interno negativo

El jujitsu es un arte marcial japonés en el que se hace uso de una amplia variedad de estrategias de ataque y de defensa, donde el fin último es no usar armas. Estas técnicas se usaban en el pasado por parte de los guerreros nipones para hacer frente a los samuráis que iban armados o que llevaban armadura.

Se dice también que es una de las artes marciales más eficaces. El objetivo, no es otro que lograr que el adversario se rinda, pero sin hacer uso nunca de una violencia destacada ni extrema. De ahí que al jujitsu se le conozca también como el arte de la suavidad o la flexibilidad.

El enfoque de esta práctica es realmente útil para tratar nuestro diálogo interno negativo, de ahí que sea interesante conocer en qué consiste el Jujitsu mental.
 
1. Más tranquilidad, menos autoboicoteo

Cuando nos comprometemos de manera regular a realizar cualquier deporte o práctica, como puede ser la meditación o el jujitsu, es frecuente un hecho: las emociones negativas se reducen, nos percibimos más tranquilos y centrados.
  • Esta es una de las finalidades del jujitsu mental: lograr un equilibrio interno donde se reduzcan esas cuotas de agresión hacia nosotros mismos mediante el boicoteo, la crítica o el clásico ‘yo no puedo’ o ‘esto no es para mí’.
  • Por otro lado, conviene tener en cuenta un aspecto. Tal y como nos explican en un estudio llevado a cabo en la Universidad de Michigan por parte del doctor Jason Moser, a la hora de manejar y desactivar el diálogo interno negativo, debemos hacer uso de la tercera persona.
  • En los universos mentales desgastantes es común hablarnos siempre en primera persona. Al hacer uso de pronto de la tercera persona surge esa voz con autoridad que genera un cambio y que, de algún modo, nos impone.

Este sería un ejemplo ‘ahora tienes que estar tranquilo, centrado. Queda prohibido ponerte en duda, criticarte. Escúchame: debes empezar a valorar más cada cosa que haces’.
 
2. Jujitsu mental. El arte de inmovilizar lo que no es útil

En ocasiones, en el arte de la lucha no buscamos producir daño ni derribar a alguien. Lo que necesitamos, simplemente es inmovilizar e impedir que esa persona, que está actuando de manera negativa, deje de hacerlo. En nuestro ejercicio cotidiano del Jujitsu mental también nos será de utilidad esta estrategia (o kata psicológica).
  • Lo que haremos en primer lugar es detectar qué pensamientos no nos son útiles en un determinado momento.
  • A veces, por ejemplo, hacemos un abuso excesivo de las autocríticas. Bien es cierto que, en ocasiones, sí son necesarias. Lo son, por ejemplo, para tomar conciencia de que hemos hecho algo mal y permitimos mejorar. No obstante, hay épocas en que la voz de la crítica es constante y casi obsesiva.

En estos casos, es necesario aplicar el Jujitsu mental para inmovilizarla, para agarrarla con firmeza y detener su actividad. Le diremos con rotundidad que no es el momento. ‘Te estás excediendo a la hora de ponerme en duda y de menospreciarme. Deja de criticarme, hazlo cuando sea necesario y útil. La única crítica que escucharé es la que me permita crecer y aprender’. 
 
3. Derribar el pensamiento que hace daño para ganar en bienestar

La tercera estrategia del arte del Jujitsu mental requiere que seamos un poco más contundentes. El objetivo es claro: derribar el razonamiento inútil. Tirar al suelo las ideas que nos inmovilizan también es necesario, al igual que desechar lo que hace daño y frena nuestra capacidad para ser felices, libres y maduros emocionalmente. Ahora bien, ¿cómo derribo el pensamiento negativo? Esta sería el modo de llevarlo a cabo.
  • Detecta esos razonamientos lesivos para tu bienestar.
  • Confróntalos y plántales cara ⇔ «no te presentes a esa entrevista de trabajo porque no te van a coger, no vale la pena»⇒ ¿tengo pruebas factibles de que no me vayan a coger? ¿me va a pasar algo por intentarlo? ¿Qué será peor, haberlo intentado o quedarme en casa atrapado en mis miedos e inseguridad?
  • Desecha, derriba y sustituye ⇔ La idea de que no vale la pena ir a esa entrevista no me es útil, y por tanto, dejo de reforzarla e impido que surja de nuevo en mi mente. En su lugar la sustituyo por otra «voy a ir a esa entrevista, lo haré lo mejor que pueda, me sentiré cómodo y confiaré en mí. De ese modo, me sentiré orgulloso de mí mismo».

Para concluir, tal y como podemos ver el jujitsu mental puede ser realmente útil si trabajamos a diario en estas estrategias. Invertir tiempo y esfuerzo cultivando un pensamiento más higiénico, confiado y libre de irracionalidades nos permitirá ganar en felicidad y salud.

Valeria Sabater