¿Cuántas veces alguien te dicho “no llores”, cuando lo único que te apetece hacer es precisamente llorar? ¿Cuántas veces has fingido estar bien, aunque en el fondo estás roto por dentro? ¿Cuántas veces te han dicho “no estés triste” cuando es precisamente triste como estás? ¿Qué le pasa a la tristeza que tanto desagrada a quien no la sufre? ¿Tan mala es? ¿Tan malo es estar triste?
Desde un punto de vista teórico la tristeza es una emoción básica y, por lo tanto, no es ni buena ni mala. En la práctica, estar triste no es malo, al contrario, es muy saludable, porque estamos expresando un sentimiento que, de otra manera, quedaría encerrado. La tristeza pasa cuando el dolor se libera, pero si el dolor no se libera hace que el daño se agarre y profundice.
“Acogeré la felicidad porque engrandece mi corazón; pero también soportaré la tristeza porque descubre mi alma”
-Og Mandino-
La tristeza no es mala
Evitar la tristeza no va a hacer que lo que la ha provocado desaparezca, que el dolor se vaya, por mucho que alguien diga “no estés triste” o tú te afanes en mostrar tu cara más alegre. Es cierto que el buen humor y el optimismo ayudan a sobrellevar una situación dolorosa. Pero forzar un estado de ánimo alegre o disimular el dolor no es la solución.
En realidad, la tristeza solo es mala cuando se convierte en un hábito, cuando te acomodas en ella como una forma de evitar enfrentarte a tus problemas. Pero todo en la vida tiene su momento, también para estar triste. Negárselo a uno mismo o negárselo a los demás no ayuda a liberar el dolor, sino todo lo contrario.
Respetar la tristeza, la propia y la ajena, es la única forma de conseguir que se desvanezca, sin presiones, sin juicios. Los sentimientos son los que son, y nadie tiene derecho a decirte cómo tienes que sentirte o cómo tienes que expresar tu dolor.
De hecho, el no saber gestionar la tristeza de una manera natural hace que muchas personas expresen su dolor de manera peligrosa. Es aquí donde queda patente la importancia de la inteligencia emocional, el tipo de diálogo que estemos acostumbrados a mantener con nosotros y la bondad con la que solemos tratarnos.
“Ríe y el mundo reirá contigo; llora y el mundo, dándote la espalda, te dejará llorar”
-Charles Chaplin-
Por qué la tristeza está mal vista
El problema es que no nos gusta ver a los demás tristes. ¿Por qué? ¿Nos sentimos impotentes, culpables, responsables? ¿Nos entristece y no queremos sentirnos así? ¿Nos recuerda que la vida no es un camino de rosas? Sea cual sea la razón nos sentimos incómodos cuando hay alguien triste a nuestro alrededor.
Además, normalmente nos sentimos incómodos mostrando nuestra tristeza en público, como si eso perjudicara a los demás o nos dejara en una posición de debilidad. Además, no está de moda. El dictado social manda que hay que sobreponerse a la tristeza y mirar hacia delante. Pero una cosa no quita la otra. Puedes ser valiente, puedes seguir adelante, pero hay que lavar el dolor primero, sacarlo.
“Las lágrimas desinfectan el dolor”
-Ramón Gómez de la Serna-
La tristeza es más fácil de llevar cuando se respeta su naturaleza
Todo el mundo ha estado triste alguna vez. Y por experiencia todos sabemos que es más fácil superarla cuando dejamos que fluya, cuando damos rienda suelta a lo que sea que nos pida, ya sea llorar o buscar la soledad y el golpe de viento en la cara. Cuanto más intentamos disimular más cuesta salir del hoyo.
Cuando dejas fluir la tristeza pueden salir a la luz tus propios mecanismos de defensa. Hay quien es capaz de hacer chistes, reírse y mostrarse optimista sin dejar llorar ni de estar triste. Pero eso va en la naturaleza de cada uno.
También hay quien solo necesita un rato de llanto y soledad para liberar su tristeza, para después tomar las riendas y empezar a pensar más racionalmente. Otros demandan más tiempo para la calma o necesitan estar en compañía de sus seres queridos. De hecho, quizás la tristeza sea una de las emociones frente a las cuales mostramos un comportamiento más distinto si nos comparamos unos con otros a la hora de afrontarla.
Sea lo que sea, es importante respetar el modo que en el que cada uno pretende superar los momentos más amargos, especialmente al principio. En esos momentos, incluso estrategias como la negación pueden ser útiles para amortiguar un dolor que ha llegado de golpe y lo pretende inundar todo.
Eva Maria Rodríguez
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