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lunes, octubre 13, 2014

¿Por qué sufro tanto?

Mi vida es un lío. ¿Soy capaz de re­conocerlo? Necesito tener receptividad. ¿Estoy dispuesto a reconocer que el su­frimiento y la congoja los fabrico yo mismo? Si eres capaz de darte cuenta, es que comienzas a despertarte.

Ordinariamente, buscamos alivio y no curación. Cuando sufres, ¿estás dis­puesto a separarte de ese sufrimiento lo necesario para analizarlo y descubrir el origen que está detrás? Es preferible dejar que sufras un poco más, hasta que te hartes y estés dispuesto a ver. O des­piertas tú, o la vida te despertará.
Los alivios son manejos del buen comportamiento que te ha metido en la mente tu sentido de buena educación. Cuando ves esto, ¿quieres quitarte el cáncer, o tomar un analgésico para no sufrir? Cuando la gente se harta de sufrir es un buen momento para despertar.
Buda dice: “El mundo está lleno de dolor, que genera sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el deseo. Si quieres arrancarte esa clase de dolor, tendrás que arrancarte el deseo.”
¿El deseo es cosa buena? Es una cuestión de lenguaje, pues la palabra “deseo”, en español, abarca deseos buenos, que son estímulos de acción, y deseos estériles, que a nada condu­cen. A estos deseos, para entendernos, vamos a llamarlos apegos.
La base del sufrimiento es el ape­go, el deseo. En cuanto deseas una cosa compulsivamente y pones todas tus ansias de felicidad en ella, te ex­pones a la desilusión de no conseguir­la. De no haber deseado tanto que tu amigo te acoja, te contemple y te ten­ga en cuenta; de no desearlo tanto, no te importaría su indiferencia ni su re­chazo. Donde no hay deseo-apego, no hay miedo, porque el miedo es la cara opuesta del deseo, insepa­rable de él.
Sin esta clase de deseos, nadie te puede intimidar, ni nadie te puede con­trolar o robar, porque, si no tienes estos tipos de deseos, no tienes miedo a que te quiten nada.
Gerdix

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