De mitos está lleno el mundo. Y la sensibilidad masculina es una importante fuente de ellos. Sin embargo, en la actualidad, esta temática ha adquirido mayor interés por parte de muchas personas, ya que se observa desde una perspectiva distinta y mucho más exenta de falsas creencias.
Ahora bien, antes de continuar, nos gustaría aclarar que en estas líneas no pretendemos entrar en un debate sobre relativismo cultural y cuáles son los estereotipos más aceptados en cada cultura. Lo que pretendemos es poner de relieve la actual transformación del constructo de masculinidad.
Durante los últimos años, lo masculino se ha asociado de forma progresiva a la sensibilidad, sobre todo en ciertos aspectos. Esto ha supuesto un cambio en una gran variedad de mitos de algunas culturas occidentales. A fin de cuentas, la sensibilidad es propia de los seres vivos y un hombre no por reconocerla y aceptarla como propia tiene que dejar de lado su masculinidad.
Hagamos pues un recorrido por el concepto de la sensibilidad masculina y trascendamos mitos, para así encontrar otra perspectiva sobre lo masculino y, a la vez, observar algunas creencias que todavía se siguen manteniendo al respecto. Profundicemos.
¿Qué es la sensibilidad masculina?
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) define la sensibilidad como ‘la facultad de sentir, propia de los seres animados‘. Entonces, si hablamos de sensibilidad masculina, ¿a qué nos referimos?
Para contestar a esta pregunta basta con atender a la definición de la RAE: todos los seres, incluido el hombre, tenemos la capacidad de sentir; sin embargo, en el marco de ciertos contextos, creencias y culturas, al hombre se le ha despojado de esta facultad. Como vemos, la masculinidad y el mundo de lo sensible, de las emociones, no siempre han sabido reconciliarse.
Debido a ello, a lo largo de la historia y en términos generales, se ha otorgado al hombre el papel de protector desde la ejecución de la propia fuerza, independientemente del ambiente en el que se encuentre. Por ejemplo, en diversas culturas, se le atribuyó además una identidad en la que jugaban un papel fundamental la sexualidad y el dinero como símbolos de poder. En ese encuadre, estaba mal visto que un hombre demostrara sus sentimientos, pues se concebía como signo de debilidad.
La novedad es que en algunas culturas se observa un importante cambio al respecto. Cada vez son más los hombres que aceptan y permiten su mundo afectivo, su parte sensible. Y esto solo es posible si se abraza a la sensibilidad y se transforma el sentimiento de inseguridad en empoderamiento.
Por lo tanto, la sensibilidad masculina siempre ha existido. Es un aspecto innato en el ser humano, independientemente de su género: sentimos para protegernos, sobrevivir… Lo que ha ocurrido es que ha sido adscrita únicamente a la mujer en muchos contextos culturales.
Durante los últimos años, lo masculino se ha asociado de forma progresiva a la sensibilidad, sobre todo en ciertos aspectos. Esto ha supuesto un cambio en una gran variedad de mitos de algunas culturas occidentales. A fin de cuentas, la sensibilidad es propia de los seres vivos y un hombre no por reconocerla y aceptarla como propia tiene que dejar de lado su masculinidad.
Hagamos pues un recorrido por el concepto de la sensibilidad masculina y trascendamos mitos, para así encontrar otra perspectiva sobre lo masculino y, a la vez, observar algunas creencias que todavía se siguen manteniendo al respecto. Profundicemos.
¿Qué es la sensibilidad masculina?
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) define la sensibilidad como ‘la facultad de sentir, propia de los seres animados‘. Entonces, si hablamos de sensibilidad masculina, ¿a qué nos referimos?
Para contestar a esta pregunta basta con atender a la definición de la RAE: todos los seres, incluido el hombre, tenemos la capacidad de sentir; sin embargo, en el marco de ciertos contextos, creencias y culturas, al hombre se le ha despojado de esta facultad. Como vemos, la masculinidad y el mundo de lo sensible, de las emociones, no siempre han sabido reconciliarse.
Debido a ello, a lo largo de la historia y en términos generales, se ha otorgado al hombre el papel de protector desde la ejecución de la propia fuerza, independientemente del ambiente en el que se encuentre. Por ejemplo, en diversas culturas, se le atribuyó además una identidad en la que jugaban un papel fundamental la sexualidad y el dinero como símbolos de poder. En ese encuadre, estaba mal visto que un hombre demostrara sus sentimientos, pues se concebía como signo de debilidad.
La novedad es que en algunas culturas se observa un importante cambio al respecto. Cada vez son más los hombres que aceptan y permiten su mundo afectivo, su parte sensible. Y esto solo es posible si se abraza a la sensibilidad y se transforma el sentimiento de inseguridad en empoderamiento.
Por lo tanto, la sensibilidad masculina siempre ha existido. Es un aspecto innato en el ser humano, independientemente de su género: sentimos para protegernos, sobrevivir… Lo que ha ocurrido es que ha sido adscrita únicamente a la mujer en muchos contextos culturales.
Supermacho vs. hombre sensible
Hay algunas frases que se convierten en mandatos de tanto utilizarlas a lo largo de la crianza y en esquemas fundamentales para cada uno de nosotros que configuran nuestra identidad. El problema ocurre cuando no son ciertas, sostienen verdades a medias o se basan en fundamentos erróneos.
Expresiones como «los hombres no lloran», «eso es de niñas», «peleas como una mujer», «a las mujeres no les atraen los hombres buenos, prefieren aquellos que hacen sufrir» o «eso no lo hace un hombre de verdad» son un buen ejemplo. Cualquier enseñanza de este tipo fomenta que el hombre se aleje de su parte emocional y acepte por norma la figura del hombre fuerte y sin sentimientos.
A este respecto, la Psicología cognitiva nos ha mostrado que las creencias se transmiten de generación en generación y que en ese proceso toman arraigo. El Psicoanálisis, por su parte, nos ha ayudado a comprender que esta mitificación sucede a través de mecanismos inconscientes.
Ahora bien, es importante comprender que todo hombre cuenta con la libertad de elegir otros caminos y que, por supuesto, puede dar más cabida a su universo afectivo. Así, se lograría pasar del hombre ‘supermacho’ al hombre sensible, un ‘nuevo hombre’ capaz de establecer conexiones más profundas consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.
Así, sería interesante fomentar la noción de que abrirse a la sensibilidad de uno mismo no hace menos hombre. Simplemente, en vez de seguir pautas de virilidad culturalmente establecidas, se puede ser flexible con la esfera emocional y disfrutar así de todo lo que puede ofrecer la sensibilidad.
Hay algunas frases que se convierten en mandatos de tanto utilizarlas a lo largo de la crianza y en esquemas fundamentales para cada uno de nosotros que configuran nuestra identidad. El problema ocurre cuando no son ciertas, sostienen verdades a medias o se basan en fundamentos erróneos.
Expresiones como «los hombres no lloran», «eso es de niñas», «peleas como una mujer», «a las mujeres no les atraen los hombres buenos, prefieren aquellos que hacen sufrir» o «eso no lo hace un hombre de verdad» son un buen ejemplo. Cualquier enseñanza de este tipo fomenta que el hombre se aleje de su parte emocional y acepte por norma la figura del hombre fuerte y sin sentimientos.
A este respecto, la Psicología cognitiva nos ha mostrado que las creencias se transmiten de generación en generación y que en ese proceso toman arraigo. El Psicoanálisis, por su parte, nos ha ayudado a comprender que esta mitificación sucede a través de mecanismos inconscientes.
Ahora bien, es importante comprender que todo hombre cuenta con la libertad de elegir otros caminos y que, por supuesto, puede dar más cabida a su universo afectivo. Así, se lograría pasar del hombre ‘supermacho’ al hombre sensible, un ‘nuevo hombre’ capaz de establecer conexiones más profundas consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.
Así, sería interesante fomentar la noción de que abrirse a la sensibilidad de uno mismo no hace menos hombre. Simplemente, en vez de seguir pautas de virilidad culturalmente establecidas, se puede ser flexible con la esfera emocional y disfrutar así de todo lo que puede ofrecer la sensibilidad.
¿Qué características posee un hombre sensible?
Hablar de un hombre sensible, entendido desde nuestra cultura actual, sería hablar de una persona que presente las siguientes características:
Ahora bien, es digno de mención que estos mandatos de virilidad no solo vienen impuestos por parte de los hombres; las mujeres también son, en ocasiones, partícipes de ello. Por esta razón, para derribar las barreras que niegan el mundo afectivo al hombre, tanto hombres como mujeres deben trabajar en unión y ser partícipes activos de ese cambio.
Sensibilidad masculina: beneficios
Aceptar la sensibilidad como parte de lo masculino ofrece grandes beneficios. Veamos algunos de ellos:
No obstante, es importante mencionar que aunque la sensibilidad masculina cada vez es más aceptada, el hecho de hacerlo no es sencillo para la mayoría de los hombres.
Tal y como sugiere Walter Riso en su libro Intimidades masculinas , hay hombres que temen llorar porque los pueden etiquetar de homosexuales y hombres que sufren por no conseguir sustento y no poder pedir ayuda, ya que sostienen la creencia de que los hombres no se dan nunca por vencidos.
Por lo tanto, para aceptar la sensibilidad masculina, uno de los primeros pasos sería que los propios hombres dejasen sus autoexigencias a un lado. De este modo, sería más fácil modificar esas frases y creencias virilizantes que se promulgan como mandatos.
La sensibilidad en el hombre también existe. Reencontrarse con el mundo afectivo es una tarea difícil para cualquier hombre, pero si lo logra forjará nuevas conexiones desde otra perspectiva, esa en la que se encuentre liberado de cargas y deberes y sea más auténtico.
María Alejandra Castro Arbeláez
Hablar de un hombre sensible, entendido desde nuestra cultura actual, sería hablar de una persona que presente las siguientes características:
- Sabe que no ha cedido espacios de masculinidad.
- Cuenta con una apertura que lo acerca al lado femenino.
- Está orientado hacia la otra persona en sus relaciones.
- Es comprensivo.
- Valora la intuición.
- No ignora sus sentimientos.
- Es espontáneo.
- Comparte gustos con las chicas, sin reticencias.
- Sabe que no debe demostrar su hombría para ser «más masculino».
- Es más introspectivo.
- Es más capaz de gestionar sus emociones.
Ahora bien, es digno de mención que estos mandatos de virilidad no solo vienen impuestos por parte de los hombres; las mujeres también son, en ocasiones, partícipes de ello. Por esta razón, para derribar las barreras que niegan el mundo afectivo al hombre, tanto hombres como mujeres deben trabajar en unión y ser partícipes activos de ese cambio.
Sensibilidad masculina: beneficios
Aceptar la sensibilidad como parte de lo masculino ofrece grandes beneficios. Veamos algunos de ellos:
- Empatía. Los hombres sensibles desarrollan una gran habilidad para ponerse en los zapatos del otro.
- Compasión. Comprenden el sufrimiento de otros seres y desean aliviarlo.
- Crecimiento espiritual. Logran establecer conexiones con su mundo espiritual.
- Autoconocimiento. Se conocen y saben sobre sí mismos en mayor profundidad.
- Autorrealización. Pueden lograr sus objetivos de forma satisfactoria haciendo uso de su parte emotiva.
- Inteligencia interpersonal. Forjan mejores relaciones con los demás, pues la empatía les ayuda a establecer conexiones más sólidas.
No obstante, es importante mencionar que aunque la sensibilidad masculina cada vez es más aceptada, el hecho de hacerlo no es sencillo para la mayoría de los hombres.
Tal y como sugiere Walter Riso en su libro Intimidades masculinas , hay hombres que temen llorar porque los pueden etiquetar de homosexuales y hombres que sufren por no conseguir sustento y no poder pedir ayuda, ya que sostienen la creencia de que los hombres no se dan nunca por vencidos.
Por lo tanto, para aceptar la sensibilidad masculina, uno de los primeros pasos sería que los propios hombres dejasen sus autoexigencias a un lado. De este modo, sería más fácil modificar esas frases y creencias virilizantes que se promulgan como mandatos.
La sensibilidad en el hombre también existe. Reencontrarse con el mundo afectivo es una tarea difícil para cualquier hombre, pero si lo logra forjará nuevas conexiones desde otra perspectiva, esa en la que se encuentre liberado de cargas y deberes y sea más auténtico.
María Alejandra Castro Arbeláez
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