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miércoles, junio 12, 2019

Las emociones destructivas según Daniel Goleman

Uno de los libros más interesantes de Daniel Goleman es Emociones destructivas. En este trabajo, nos explica que cuando el Dalai Lama se reunió con él y un pequeño grupo de científicos y filósofos en la cumbre del Mind Life Institute, el mundo estaba a punto de cambiar. Solo unos meses después, sucederían los atentados del 11 de septiembre en Nueva York.

 
 
Ese libro fue el resultado de todas las conversaciones mantenidas con el líder espiritual, pero también de lo que se vivió después. ¿Por qué el ser humano es capaz de cometer actos violentos? Se preguntaron en aquella histórica reunión. ¿Por qué personas en apariencia inteligentes y racionales son capaces de llevar a cabo comportamientos destructivos?

Los psicólogos, psiquiatras, sociólogos y cualquier analista del comportamiento humano hablaría, sin duda, de la educación, del contexto, de la personalidad, hablarían de factores sociales y hasta de aspectos genéticos y cerebrales. Sin embargo, el Dalai Lama incidió en un aspecto en el que Daniel Goleman sintió una especial sintonía: les habló de las emociones destructivas, esas que a menudo se rigen por meros impulsos y que evidencian lo peor de nosotros mismos.

Mientras desde la psicología podemos entender esas realidades como ‘emociones negativas’, el budismo las etiqueta como kleshas o impurezas, elementos perturbadores que envenenan la mente.

«Las emociones perturbadoras y las relaciones tóxicas han sido identificadas como factores de riesgo que favorecen la aparición de algunas enfermedades».
-Daniel Goleman-

¿Qué son las emociones destructivas?

La primera pregunta que nos puede venir a la mente con este tema es, pero ¿realmente existen emociones destructivas? Desde el ámbito de la psicología emocional hay un aspecto en el que se incide a menudo: no hay emociones negativas.

Todo el espectro de nuestras emociones cumple un propósito; por tanto, no es del todo correcto asumir que hay emociones buenas y malas. El miedo, por ejemplo, garantiza la supervivencia, la tristeza nos insta a un periodo de introspección para aceptar ciertas realidades y cambiar otras.

Esos estados, algo más adversos y difíciles de asumir para el ser humano, tienen una importancia clave en nuestra conducta y también en nuestra supervivencia. Por tanto… ¿cuál era la finalidad de Daniel Goleman cuando escribió Emociones destructivas? Bien, en primer lugar hay un aspecto que conviene clarificar. Este libro del autor más vendido en el campo de la inteligencia emocional, estaba enmarcado dentro de la práctica espiritual. Concretamente, en la perspectiva del Dalai Lama.

Por ello, Goleman diferencia la visión occidental de las emociones y esa visión más filosófica y menos científica del budismo que aún así, nos ofrece un valioso encuadre desde el cual reflexionar. Es más, en aquellas charlas mantenidas con el Lama en el 2001, buena parte de esas mentes más rigurosas de occidente, se rindieron al enfoque del líder tibetano. Y lo hicieron por muy diversas razones. 

Emociones adversas: estados mentales que afectan a nuestras palabras y acciones

La filosofía budista nos revela que nuestras fuentes más comunes de sufrimiento e infelicidad, se integran en una serie de emociones adversas que nos hunden en el nihilismo, la ignorancia y el materialismo. Son, según el Dalai Lama, estados mentales que distorsionan nuestro diálogo interno, la forma en que nos comunicamos con los demás y también en nuestro comportamiento.

Ahora bien ¿cuáles son por tanto esas emociones tan adversas según el budismo? Son las siguientes:
  • El odio.
  • El enfado
  • La frustración
  • La ira.
  • La ansiedad.
  • Los celos.
  • El orgullo.
  • Envida.
  • El deseo entendido como apego. 

Desde un punto de vista científico, cabe señalar que el Dalai Lama no se equivoca demasiado si tenemos en cuenta un aspecto. Hay emociones efectivamente destructivas en el sentido más literal. Dos de ellas, en concreto la ira y la ansiedad, suelen ser especialmente nocivas.

Un ejemplo, según nos explica un estudio llevado a cabo en la Universidad de Sydney el riesgo de sufrir un ataque al corazón es de 8,5 veces más alto en las dos horas después de experimentar una ira intensa y desmedida. Es algo que debemos tener en cuenta.
 
Kleshas, los venenos de la mente y sus cuatro antídotos

La curiosidad del mundo de la psicología hacia el budismo y su filosofía no es nueva. De hecho, fue en la década de los 60 cuando se inició ese diálogo entre budismo y las ciencias occidentales.

Trabajos com los de Erich Fromm y Carl Gustav Jung iniciaron ese camino que más tarde, culminaría con las reuniones del Dalai Lama con figuras como Daniel Goleman, Paul Ekman, Richard J. Davidson y Matthieu Ricard, etc.

En todo ese espacio de conexión y aprendizaje, se ha reflexionado siempre sobre conceptos como la maldad, el sufrimiento y la felicidad. Así, algo interesante que transmite siempre el budismo es que existen «antídotos» para los kleshas, para esas emociones destructivas que envenenan nuestra mente. Son los siguientes:
  • El amor bondadoso (maitri; byams pa).
  • La compasión (karuna; snying rje).
  • La alegría empática (mudita; dga’ba).
  • La humildad (upeksha; btang snyom).
  • Los beneficios de la meditación

Para la filosofía budista, la meditación es algo habitual para entrenar la mente y lograr con ello, un estado de calma, un mejor equilibrio y la apreciación del instante presente.

Estudios como el llevado a cabo por el doctor Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin-Madison, han sido clave para demostrar los grandes beneficios de esta práctica.
El trabajo del doctor Davidson ha durado más de tres décadas y en él, pone en evidencia cómo la meditación favorece la neuroplasticidad y genera cambios muy positivos en nuestro cerebro. Se reduce el estrés, mejoramos la atención, la creatividad, la gestión emocional… Tanto es así, que el propio Daniel Goleman no ha dudado en dedicarle a este tema más de un libro, como el publicado hace dos años titulado Iniciación al mindfulness.

Para concluir, las emociones destructivas son básicamente estados internos que ponen límites en nuestro potencial, en nuestro bienestar y que además, pueden poner de manifiesto lo peor de nosotros mismos. Tanto el budismo como la psicología moderna están de acuerdo en un aspecto: en nuestra mano está controlar esos impulsos, esas tormentas internas. Tenemos recursos y podemos hacerlo.

Valeria Sabater

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