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domingo, febrero 11, 2018

Aprender a quererse: 5 recomendaciones

Aprender a quererse es de suma importancia para nuestra salud emocional. Si ser positivo con los demás tiene una serie de ventajas importantes, serlo con uno mismo es fundamental. A fin de cuentas, somos la persona con la que vamos a permanecer el resto de nuestras vidas.

 
 
Quererse, valorarse, es decir, practicar el amor propio es algo así como ejercer un sano egoísmo, a partir del cual priorizarnos y tratarnos bien. De ahí que surja del reconocimiento de quienes somos y de la aceptación de nuestras virtudes y defectos.

Además, solo cuando aprendamos a querernos y a nutrirnos como si fuésemos nuestros propios hijos, podremos dar amor a los demás. Si nos infravaloramos nunca podremos desarrollar el sentimiento de autoconfianza y nuestra autoestima estará por los suelos. Querernos es una prioridad.

“Si no soy para mí, ¿quién será para mí? Pero si sólo soy para mí, ¿quién soy?”
-R. Tagore-

Muchas personas piensan que no se quieren a sí mismas. Esto, en parte, no es cierto. Nos queremos porque es imposible no quererse, ya que el receptor y el emisor de ese deseo es la misma persona. Sin embargo, existen personas que siguen pensando que no se quieren. Bien, en realidad lo que quieren decir con eso es que hay ciertas partes de su persona o personalidad que no les gustan.

También podemos sentir que no nos queremos cuando nos arrepentimos o avergonzamos de haber hecho, dicho o pensado algo. Es normal que esto nos pase, no somos perfectos. Las personas tenemos imperfecciones y tenemos que aprender a lidiar con ellas. Pero no por ello, debemos dejar de querernos y valorarnos.


Características de las personas con baja autoestima

La baja autoestima tiene muy mala prensa. Se ha afirmado que a partir de ella se originan numerosos problemas psicológicos. De hecho, está asociada con problemas de dependencia, una excesiva necesidad de aprobación y con trastornos como la ansiedad y la depresión.

Las personas con baja autoestima, además de tratarse mal a sí mismas, tienden a degradar y denigrar a los demás. Es decir, proyectan sus propios sentimientos sobre ellos. Además, también presentan otras características:
  • Buscar constantemente la aprobación de los demás.
  • Desear controlar a los otros.
  • Sufrir explotación por parte de parejas, colegas o amigos.
  • Crear relaciones de dependencia con personas, instituciones, causas o sustancias.
  • Tener pensamientos distorsionados.
  • Tener sentimientos de autoinsatisfacción, autoodio, autodisgusto y desprecio.

Como vemos, la baja autoestima implica una serie de problemas añadidos como tener problemas interpersonales, laborales o en cualquier otro ámbito.
 
La baja autoestima puede ser el origen de algunos trastornos psicológicos

Aprender a quererse es un factor de protección frente a las enfermedades mentales. De hecho, la baja autoestima actúa como un factor facilitador de la depresión, la ansiedad, los trastornos alimentarios y los trastornos de la imagen corporal.

En las personas mayores la baja autoestima se ha asociado a una peor salud, mayor incapacidad, mayor ansiedad, depresión, somatización y dolor. Asimismo, una baja autoestima también puede ser un factor de riesgo de suicidio. No obstante, en cada caso es uno de los muchos factores que interactúan con otros. Es decir, la baja autoestima, por sí sola, no es la responsable, por ejemplo, de un trastorno alimentario.

5 recomendaciones para aprender a quererse

Aprender a quererse está íntimamente ligado con el concepto de autoestima. Para mejorarla podemos emplear una serie de estrategias. Son las siguientes:
 
Hablar de forma positiva

La forma que tenemos de hablarnos tiene consecuencias. Si nos criticamos y culpamos continuamente, nos sentiremos mal. Ahora bien, si nos tratamos con respecto y cuidamos nuestro lenguaje evitaremos el malestar.

Ejercer como jueces rígidos de nosotros mismos nos impide crecer y avanzar. Es importante aprender a percibir nuestros aspectos positivos y alegrarnos por ellos, así como aceptar nuestros defectos. Pretender cambiarlos y llegar a ser perfectos es igual a pretender no ser humanos. De hecho, el cambio solo es posible si los aceptamos.
 
“Concédeme la serenidad de aceptar lo que no puedo cambiar, la valentía de cambiar lo que puedo y la sabiduría para distinguir la diferencia”.
-Plegaria de la serenidad-
 
Cuidar el cuerpo y el alma

El binomio cuerpo-alma no puede ser separado. Lo que es bueno para uno lo es para el otro. Esto quiere decir que si nos preocupamos por cuidarnos tanto a nivel físico como espiritual estamos apostando por nosotros.

Una alimentación equilibrada, un sueño reparador, practicar ejercicio cada semana, escuchar música agradable, caminar recreándonos en un paisaje o cenar a la luz de las velas mientras conversamos con alguien importante para nosotros son algunas de las formas posibles que contribuyen a que nos sintamos mejor. Actividades y hábitos que implican el cuidado del binomio cuerpo-alma.
 
Aprender de los errores, en lugar de castigarnos

Una vez que hemos cometido un error de nada sirve castigarnos por ello. Todos cometemos errores y hay que aceptarlos como parte de nuestras vidas. Está bien no cometerlos, pero pretender no cometer ninguno es imposible.

Detrás de cada error hay un aprendizaje, una oportunidad para aprender a hacer las cosas de otra manera. Más vale que nos enfoquemos en ello, en lugar de latigarnos.
Aprender a quererse implica aprender de los errores y extraer la enseñanza escondida en cada uno de ellos.

Olvidar los mensajes contradictorios

Un doble mensaje contradictorio es un autocumplido y una crítica al mismo tiempo. Es muy común en personas con baja autoestima. Por ejemplo, un mensaje contradictorio podría ser “Qué bien has hecho el trabajo, pero claro, con lo que has tardado…”.

Desechemos estos dobles mensajes, cambiémoslos por autocumplidos con gratitud y dejemos a un lado las críticas. Por ejemplo, “Qué contenta estoy por el trabajo que he realizado”.
 
Apostar por lugares, relaciones y actividades nutricias

Los lugares nutricios son aquellos en los que uno recupera la serenidad y el placer de vivir. Pueden ser la montaña, el mar, un parque… Ahora bien, si nos quedamos en casa, rodeémonos solo de aquello que nos resulta útil y agradable. Incluso, si lo necesitamos también podemos reordenar nuestra casa, de algún modo esto nos servirá para reordenar nuestra vida.

Las personas nutricias son aquellas cuya presencia y compañía nos infunden paz y vigor. Relacionémonos con personas con las que nos encontremos a gusto y evitemos las relaciones tóxicas.

Por otro lado, las actividades nutricias son actividades placenteras que nos proporcionan las fuerzas necesarias para enfrentarnos al estrés de la vida cotidiana. Leer un buen libro, ver una película, hacer deporte o simplemente descansar son ejemplos de ello.

Como vemos, aprender a quererse es fundamental. Ahora bien, como todas las habilidades exige dedicación. Apostar por nosotros, cuidarnos y valorarnos es esencial para cuidar de nuestra salud emocional, además de constituir el resorte para construir una vida feliz, rodeada de bienestar.

Francisco Pérez

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