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lunes, octubre 31, 2016

El dolor físico y el perdón

El perdón es un proceso complejo que te exige poner en juego muchos de tus recursos emocionales. Difícilmente se produce en forma espontánea, especialmente si la herida ha sido profunda. Por eso es frecuente que sea muy difícil perdonar. Lo malo es que ese rencor puede terminar afectando seriamente tu salud y tu bienestar.



A veces puede dar la sensación de que el dolor físico no tiene explicación. Pero no es así. No imaginas cuántos dolores en el cuerpo se ocasionan realmente en la mente y en las emociones.

Los consultorios médicos permanecen atestados de personas que buscan alivio para esas dolencias y, la mayoría de las veces solo encuentran una receta que enmascara los síntomas. El problema es que, cuando la causa de unos síntomas no es evidente y estos en principio no son preocupantes, no se suelen destinar demasiados recursos a encontrar su origen.

“Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería más eficiente”
–José Ingenieros–

Todo aquello que está en la mente, repercute en el cuerpo. La razón es muy sencilla: prácticamente todo nuestro organismo está asociado con el sistema nervioso. Este, a su vez, es el encargado de percibir y procesar las emociones. Así, cuando las emociones y/o los pensamientos están alterados y no son procesados, se manifiestan de igual forma.

Muchas veces lo hacen en forma de molestias o de dolor físico en alguna parte del cuerpo. Un dolor para el que no se identifica ninguna causa visible en ningún tipo de prueba que busque una alteración fisiológica. Algo que puede desesperar al paciente, pero también puede hacerlo con el médico si este no está familiarizado con las enfermedades funcionales.

El cuerpo y el perdón

Los estudiosos del tema han podido establecer una clara relación entre el dolor físico y procesos emocionales, como el perdón. Hablamos del perdón porque se trata de uno de esos procesos emocionales complejos, que involucran emociones muy potentes y difíciles de digerir. Está relacionado con la ira, la tristeza, la paranoia y el rencor. Por eso puede causar graves daños emocionales, pero también manifestarse como dolor físico.

El cuerpo grita lo que la palabra calla. No perdonar es vivir en el pasado, atados a un sentimiento que no evoluciona. Un rencor enmascarado que se estanca y se alimenta a sí mismo de una forma muy negativa. Algunos dicen que es como tener un carbón ardiendo entre las manos, a la espera del momento oportuno para arrojárselo a esa persona por la que se siente rencor. Es más el daño que hace a quien lo sostiene, que al otro.

Existen determinados órganos del cuerpo que están especialmente relacionados con las huellas de un perdón que aún nos e ha producido. La garganta, el sistema respiratorio, el cuello, los tobillos, la espalda -entre otras- son zonas del cuerpo que, cuando duelen sin razón aparente, pueden indicar la existencia de un proceso de perdón que no se ha completado.

El mapa del perdón en el cuerpo

Es bueno que estés atento a esos dolores físicos que aparecen y desaparecen reiterativamente, sin que haya una razón específica para que así sea. Lo más probable es que se trate de emociones no resueltas, en particular, de un perdón que no se ha otorgado. Así habla tu cuerpo del perdón:

  • Dolor e irritación de la garganta. El dolor de garganta está relacionado con palabras que no se han dicho, o con una incapacidad para expresar el dolor que surgió después de sufrir una afrenta.
  • La gripe frecuente. Habla de lágrimas que no han sido lloradas, seguramente por orgullo, o porque hay tanta ira que impide reconocer el daño que nos han causado.
  • El dolor en el cuello. Esta zona del cuerpo refleja la flexibilidad o inflexibilidad de una persona. Si el rencor se ha instalado en la vida, probablemente la región del cuello se verá muy afectada. El rencor es una pasión que induce a una fuerte tensión que se debe sostener por mucho tiempo y por eso termina afectando la musculatura del cuello.
  • Los tobillos. Cuando no quieres abrir el camino hacia un proceso de perdón, es muy probable que tus tobillos lo reflejen. Es una articulación en la que se proyecta la capacidad de avance en la vida. Cuando sufren dolor, casi siempre es porque te has estancado en un sentimiento negativo.
  • El dolor de espalda. En este caso lo que ocurre es que la ausencia de perdón se experimenta como una carga que se rechaza inconscientemente. El rencor origina un peso emocional que se traduce en dolor de espalda, especialmente en la zona media. Si el rencor está relacionado con temas de dinero, es más frecuente que se proyecte en la zona baja.
  • Molestias en las rodillas. Frecuentemente están asociadas con la resistencia a doblegarse. Es el orgullo el que está dominando los actos. Se cree, consciente o inconscientemente, que perdonar es un acto de sometimiento.
  • Los dientes y las encías. Estas partes del cuerpo están estrechamente ligadas con todo tipo de sentimientos agresivos. Cuando hay dificultad para expresar el enojo, lo más probable es que los dientes se resquebrajen o las encías se inflamen. Si la ira es mayor, los dientes tienden a perder su posición.
El cuerpo es como un mapa en el que se puede seguir la ruta de esas emociones que están contenidas, que no han sido expresadas. No somos solo un organismo, o solo una mente. Mente y cuerpo están unidos, se complementan, se influyen mutuamente. Por eso, cuando hay dolor físico, siempre se debe reflexionar sobre el componente emocional que puede estar asociado.

Edith Sánchez

domingo, octubre 30, 2016

El engaño de vivir mi vida sin mí

Como cada mañana mi vida se reinicia. Tras correr un poco por el paseo marítimo, me meto en la ducha y enciendo el grifo de agua fría. Me quedo cinco minutos mientras el agua helada me resbala por la cara y recorre todo mi cuerpo. Dejo la marca de mis pies mojados en la alfombra, y cuido de que no caiga una gota fuera.



Pulso el botón del extractor y mientras mi figura se refleja poco a poco a modo de ensueño en el círculo del espejo enmarcado por el vaho, intento reconocerme en una imagen que siempre me resulta ajena. Dejo resbalar y extiendo el aceite lentamente entre las gotas de agua dibujadas en mi piel, sin olvidar un solo centímetro, desde los dedos de los pies hasta las orejas.

Mi figura se refleja poco a poco a modo de ensueño

Después paso al maquillaje, siguiendo los pasos en el orden perfecto, como si estuviera pintando un cuadro único a subasta. Primero el rostro, para ir centrándome en los ojos con la misma expresión de vida que un Modigliani, resaltando la forma almendrada de los mismos, esculpiendo mis pestañas hasta el infinito y mas allá.

Siempre acabo en la boca, carnosa y bien definida, con el carmín que mas resalte y desafíe la luz del día y la estación. Peinado y ralla al milímetro en el lado derecho, mechón de pelo recogido detrás de la oreja. Termino cepillándome los dientes, hilo dental y enjuague durante cinco minutos.

El punto final, dos pulverizaciones de mi perfume favorito en cada oreja, una en cada muñeca, otra entre los muslos.

“La esencia de la inmoralidad es la tendencia de hacer una excepción conmigo mismo”
-Jane Addams-

Camino a la habitación aún desnuda y descalza por el parquet, haciendo el mismo ruido que hace mi gato al marcar el paso. Abro el armario y observo mi colección en su mayoría aún etiquetada. Escojo la ropa interior, siempre combinada, y dejo caer suavemente la indumentaria sobre mi piel aún brillante y húmeda.

Abro la nevera y hago un zumo de verduras y frutas de estación, bebo un poco y caliento una taza de té verde. Elijo un par de zapatos de tacón alto, me pongo uno de los anillos de mi colección de esmeraldas en el dedo corazón de la mano izquierda. Me desagrada verlo combinado con el de casada en la mano derecha.

Cojo mi maletín, bajo al parking, me siento en la burbuja perfumada y brillante de mi bentley azul marino, doy al play, suena “Barcarolle” de Offenbach y me dirijo un día más
 al despacho. A veces antes de salir olvido leer la nota de mi marido me deja cada mañana. Si es el caso, llamo a la chica de la limpieza para que la abra, quiero que cuando llegue no la encuentre cerrada. He sido despistada toda mi vida, hasta en los detalles tontos, incluso en los detalles importantes.

Cuando entro en la oficina pongo mi vida encima del reloj de la rutina

Llego a mi oficina, desde la recepción pasando por la fila de mesas que conducen a mi despacho, una escala de movimientos creciente sigue a cada uno de mis pasos: noto como cada trabajador se pone muy recto en su silla, con los rostros aún salpicados por ese tono que da la falta de sueño. Me saludan con una sonrisa en la que aprecio siempre tensión y miedo, eso me hace sentir poderosa y sentirlos miserables.

Mi jornada laboral debe de conducirse siempre del mismo modo, a mi manera, con mis ritmos, de una manera altamente eficaz y resolutiva con ningún margen de error, de lo contrario me altero y mi sangre fría entra en ebullición, incluso llego a despedir a algún trabajador.

“Casi todos nosotros buscamos la paz y libertad; pero pocos de nosotros tenemos el entusiasmo para tener los pensamientos, sentimientos y acciones que llevan a la paz y felicidad”
-Aldous Huxley-

Cuando llego a casa, me sirvo una copa de vino y me fumo un par de cigarros en la terraza, mientras observo las luces de los edificios más altos de la ciudad, por debajo del mío. Mi marido me busca y me abraza, siento nauseas cuando lo hace, estoy deseando que llegue el fin de semana en el que “por cuestiones de trabajo” me tenga que ausentar, para en realidad estar en brazos de mi amante.

Nada me hace sentir mal, absolutamente nada, sólo a veces cuando veo alguna persona sonreír algo se estremece en mi interior, porque no sé cuándo ni por qué olvidé ese gesto. A veces, como ahora, me pongo delante del espejo y ensayo una sonrisa, pero es entonces cuando más me derrumbo, porque no es mía, porque esa emoción resulta grotescamente triste.
Solo cuando veo a una persona sonreír, algo se estremece en mi interior

Porque al verme así, despersonalizada ante el espejo es cuando pienso que igual solo soy una bonita fachada rehabilitada que enmascara un edificio en ruinas, una fruta conservada artificialmente en una cámara, que al sacarla a la luz de descompone por falta de vida. Es solo ahora, cuando me descubro desnuda ante mí y ante quien quiera leerme cuando más vulnerable y frágil me siento.

Pero quiero que lo vean, quiero que lo sepan, quiero escribirlo, gritarlo, mañana nada mas entrar en la oficina – ¡Señores no soy nadie, estoy muerta, vivo mi vida sin mí!-. Quiero gritarlo, salir a la calle y abrazar a todo el que me encuentre e implorarles que me digan cómo hacen para ser felices.

Dos lágrimas, solo dos, ruedan por mis mejillas. Entonces, una espacie de calma me arropa, y me surge una pregunta que quizás puede también propiciar la respuesta del resto de interrogantes, ¿no es acaso éste el principio para encontrarme donde quiera que esté?

Y solo espero que mañana cuando me despierte mi coraza no se vuelva a cerrar del todo y siga engañándome, encerrándome maniatada dentro de mí misma. Como hasta ahora ha hecho, cautiva y ciega dentro de una existencia de postín, que me retuerce y daña, haciéndome olvidar todo lo que ahora, llorando les he escrito.

Inma Astorga Robles

sábado, octubre 29, 2016

Hacer o tener, he ahí el dilema

Cuando hacemos alguna cosa solamente con el objetivo de tener más, quizás estamos tomando un rumbo incierto. Los bienes, el dinero, los objetos materiales son sumamente impredecibles: vienen y van. Hoy están aquí y tal vez mañana ya no. Pero si sabemos hacer, si hacemos bien lo que hacemos, siempre habrá una oportunidad de volver a comenzar.



Si hacemos un trabajo solamente por tener dinero para comprar todo aquello que se nos cruce por delante, subordinamos de manera insana nuestro desarrollo intelectual y profesional. Es decir, minusvaloramos nuestras posibilidades de crecimiento y la potencialidad de nuestras capacidades reales.

“Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace”
–Jean Paul Sartre–

La idea, sin duda alguna, es conciliar ambos parámetros (el hacer y el tener), porque tampoco podemos negar que vivimos en un contexto social en el que el tener es básico y esencial para cubrir determinadas necesidades.

Hacer: el dilema de los anhelos y el crecimiento personal

No siempre podemos comprar todo lo que se nos antoja, pero esto no es algo negativo. Todas esas renuncias a los caprichos materiales, son límites constructivos. Nos recuerdan que somos humanos y que, como tales, hay un límite para todos nuestros deseos, materiales o no. Y, aunque parezca extraño, también nos ayudan a aceptar la muerte: el límite definitivo.

A todas luces, la apuesta por hacer, en lugar de tener, es muy interesante, pero requiere de más esfuerzo, paciencia y dedicación. Se debe contar con una virtud que pocos alcanzan en la vida: la capacidad para renunciar, en función de valores superiores o de una meta más trascendental. El consumo nos pone al frente de cientos de productos e insiste en que los necesitamos, así solo quien ha desarrollado una conciencia elevada puede comprender que no es así.

Quienes están más preocupados por tener que por hacer, son capaces de dedicar toda su vida a un trabajo que, en el fondo, detestan. O que les proporciona muy pocas satisfacciones. Si les preguntas, te dirán que deben hacer ese sacrificio porque les pagan bien. De esta amanera, terminan teniendo lindas casas en las que nunca están, bellos muebles que jamás usan, hijos para los que no tienen tiempo, parejas para las que no tienen cariño, etc.

Finalmente, cada decisión en la vida implica un coste: ganas algo, pero también pierdes algo. Cada uno decide qué está dispuesto a ganar o perder. Se cuentan por cientos los testimonios de personas que eligieron tener, en lugar de ser o hacer, y al final se arrepintieron. Envejecen obsesionados con obtener dinero de más, y cuando se dan cuenta, ya no tienen vida para disfrutarlo.

El tener: el dilema de la satisfacción y el saco roto

El primer escollo que encontramos en el camino es la pregunta: ¿trabajar para crecer y realizarse o trabajar para sobrevivir? La realidad nos exige que produzcamos dinero, nos guste o no, ya que difícilmente logramos vivir sin este, o al menos nos exponemos a una gran incertidumbre.

El problema del “enfoque del tener” es que se convierte en un saco que no tiene fondo. Fácilmente la obsesión se transforma en una compulsión, que retroalimenta a la propia obsesión.

Después de una adquisición, la emoción generada puede ser realmente intensa. Una especie de baño de optimismo con la compra del nuevo teléfono o del coche último modelo, o del vestido más caro de la temporada más reciente. Pero ese estado de exaltación pasa muy pronto. Entonces, la única manera de volver a sentir entusiasmo es encapricharse con un nuevo objeto y recorrer el mismo ciclo.

No es sano tener mucho por fuera, si hay un vacío por dentro. Esas compensaciones pasajeras están llamadas a alimentar una insatisfacción frecuente. Esto es así porque en el “camino de tener” se van dejando de lado los afectos, la capacidad para gozar de las cosas pequeñas, el cultivo de lazos significativos… Y todo eso es lo que verdaderamente le otorga un sentido a la vida.

El hacer y el tener: un binomio que no debe entrañar contradicción

Siguiendo con nuestra reflexión, el lema saludable sería: “no vendernos por dinero, pero tampoco quedarnos sin cubrir nuestras necesidades básicas”. Evidentemente, esta es una lógica sana que nos permitiría sobrevivir sin dejar de ser lo que somos o lo que aspiramos a ser.

Lo saludable es que cada persona cuente con un medio económico para sobrevivir: que cuente con capacidad de compra para obtener lo que necesita realmente para “vivir con calidad”. El problema está precisamente en ese concepto de “vivir con calidad” y en los medios que se emplean para alcanzarlo.

El dinero y los bienes materiales no son enemigos de la calidad de vida; todo lo contrario: son absolutamente necesarios para garantizarla. Lo que sí estrangula a nuestra existencia es el vivir en función de caprichos materiales, que alcanzamos muchas veces con un dinero que no tenemos. Eso es lo que nos vuelve esclavos del tener. Eso es lo que convierte el hacer en un medio y no en un fin.

Quien sabe hacer, quien puede hacer, seguramente siempre encontrará un medio para tener. Pero esto no se aplica al caso opuesto: quien tiene, no siempre sabe o puede hacer. Alguien que vive en función de hacer, probablemente deje huella de su existencia en el mundo y en quienes le rodean. Alguien que solo vive para tener, probablemente solo termine siendo el esclavo de un consumismo que no tendrá descanso ni piedad.

Edith Sánchez

viernes, octubre 28, 2016

El llanto emocional: medicina para “drenar” el alma

Hay quien llora en silencio, durante un breve instante y en discreta soledad. Sin embargo, el único modo de reiniciarnos, de drenar tristezas, frustraciones y tensiones es a través del llanto emocional. El desahogo auténtico solo es posible mediante esas lágrimas que se derraman como océanos templados por una voz rota.



Los expertos en psicobiología nos indican que pocos comportamientos nos hacen tan humanos como la risa y el llanto. De hecho, ambas expresiones emocionales tienen muchos aspectos en común. Disponen, por ejemplo, de un componente de “perseveración”. Es decir, cuando se inicia la risa o las lágrimas tienen una duración determinada que no puede acortarse con facilidad. Además, ambos consiguen un mismo fin: hacernos sentir mejor.
El alma descansa cuando dejar ir sus lágrimas, pero el dolor necesita del llanto para encontrar auténtico alivio.

Por otro lado, todos sabemos que el llanto emocional -el que produce el auténtico desahogo– no está bien visto socialmente. En cambio, la lágrima discreta que resbala en un discurso político o en esa mirada temblorosa emocionada por el orgullo o por la contemplación de la belleza es más aceptada.

Quizá por ello, la mayoría evitamos lo que se conoce como el “llanto vocal”. Siempre resulta más cómodo buscar un rincón a oscuras donde nadie nos vea para dejar ir las lágrimas, pero eso sí, en discretísimo silencio. No sea que alguien nos oiga, nos vea y descubra que no somos tan fuertes como aparentamos.

Sin embargo, psiquiatras y neurobiólogos nos lo dicen bien claro: el desahogo, ya sea en soledad o con alguien, debe ser auténtico, catártico y liberador. Todo lo que implique cierto “autocontrol” sigue generando un componente de tensión y estrés. El llanto es necesario para el ser humano.


El llanto emocional, una conducta multipropósito

La mayoría de bebés cuando llegan al mundo, lloran. Ahora bien, sus llantos carecen de lágrimas. El mecanismo cerebral que hará que sus glándulas lagrimales segreguen lágrimas aún no está maduro. Sin embargo, sus lloros ya cumplen una función biológica imprescindible: garantizar su supervivencia al conectar con sus semejantes para recibir atención, cuidados, consuelo y afecto.

Asimismo, a medida que crecemos y maduramos el llanto va cumpliendo diferentes funciones tan interesantes como útiles. Aunque en realidad, no siempre sacamos partido de ellas.

En primer lugar, uno de los propósitos del llanto es eliminar las toxinas del organismo ocasionadas por el estrés y la ansiedad. No es necesario que nos haya sucedido nada negativo, que sintamos tristeza o desconsuelo. En ocasiones, también lloramos por simple agotamiento, y el hecho de hacerlo, es tremendamente saludable.

Desde la escuela de psiquiatría de la Universidad de los Ángeles (UCLA) nos explican en un estudio, que el llanto cumple también una función de advertencia. Es como un toque de atención a la propia conciencia. Hay épocas en que nos sentimos frustrados, abrumados por algo sobre lo que deberíamos reaccionar y no lo hacemos.

Sin embargo, el simple hecho de dejar ir las lágrimas pone en marcha sofisticados mecanismos biológicos para permitirnos ver las cosas con mayor claridad.

Los científicos nos explican que el llanto emocional es en realidad una innovación evolutiva excepcional. No se trata solo “dejar caer las lágrimas”. El llanto profundo, auténtico y que nos permite desahogarnos plenamente activa la función de las neurotrofinas. Se trata de un tipo de proteínas capaces de favorecer la plasticidad neuronal.

Por decirlo de otro modo, “nos repara”. Favorece nuevos aprendizajes y nos ayuda a ser más creativos para poner en marcha nuevas conductas que nos permitirán adaptarnos mucho mejor a nuestros entornos.


El llanto, la vulnerabilidad y el consuelo

Las responsabilidades laborales, por ejemplo, nos hacen necesitar instantes a solas donde llorar unos segundos. Médicos, enfermeras, bomberos, policías… Muchos buscan un momento a parte para desahogar dramas, tensiones cotidianas. Sin embargo, en ocasiones, esos instantes no son suficientes. No hay una “reparación” auténtica. Hasta que poco a poco llega la sobrecarga, el bloqueo, la ansiedad… Y esa espina que ya no nos deja respirar.

Lo mismo ocurre con los problemas cotidianos. Con las palabras que se callan. Las pérdidas que no se afrontan. Con el dolor que bombea pero que uno se esfuerza en disimular. ¿Por qué nos cuesta tanto pedir ayuda? ¿Por qué el llanto emocional nos hace sentir tan vulnerables ante otras personas?

Saber conferir apoyo es un arte que no todos dominan

La realidad es tan dura como evidente: no todo el mundo sabe dar apoyo. Con palabras “¿Y ahora por qué lloras?” o “Venga, anda que eso no tiene importancia”, lo que conseguimos es bloquear aún más a la persona. Intensificar la emoción negativa y el abatimiento.
Cuando necesitemos facilitar el desahogo emocional con alguien, una buena idea es buscar a la persona adecuada. No todo el mundo vale ni todo el mundo dispone de las adecuadas estrategias para facilitarnos esa cercanía, esa facilidad para dejar ir lo que duele, lo que atenaza. Los buenos amigos, y por supuesto, los psicólogos, pueden ser los mejores guías en este proceso.
Liberarnos al llanto emocional ante alguien no es reflejo de debilidad ni de vulnerabilidad. Es el paso que da alguien fuerte para desahogar las tensiones, miedos y tristezas. Lo hace con el propósito de reconstruirse de nuevo, de manera que pueda reparar y recibir ayuda.
Por su parte, conferir apoyo no es dar un abrazo. No es decir “todo está bien”. Es ser intuitivo con el fin de facilitar el desahogo, sabiendo cómo propiciarlo. Es saber decir “estoy aquí, contigo” sin que esto sea una imposición, y por supuesto sin juzgar. Es ser discreto/a mientras estamos presentes, aportando cercanía.

Para concluir, a pesar de lo complicado que resulta permitirnos estos instantes de auténtico desahogo emocional, ya sea en soledad o en compañía, es necesario concedérnoslos de vez en cuando. Drenar el alma es una necesidad biológica y psicológica. No podemos olvidar la clásica frase de “emoción expresada, emoción superada”.

Valeria Sabater

jueves, octubre 27, 2016

¿Cómo superar la inseguridad social?

La inseguridad es un estado de duda más o menos permanente en el que se encuentran cada vez más personas, haciendo mella tanto en su crecimiento como en sus relaciones personales. Sentirnos inseguros compromete nuestro éxito profesional y emocional, ya que ata nuestra creatividad y convierte a “minimizar los riesgos” en nuestro objetivo principal. Ya no se trata de alcanzar o no la meta, sino de no tropezar por el camino.



Así la inseguridad hace que dediquemos demasiados recursos a la defensa, ya sea por los ataques de los demás o para atenuar las repercusiones de un posible error. Así, no es raro que nuestro entorno nos perciba como personas egoístas, soberbias, que carecen de empatía e incapaces de participar de un entorno emocional positivo. Todo ello forma el esqueleto de una personalidad generalmente narcisista y cargada de fuerza mal gestionada, mostrando excesivo control y temperamento.
Estar una situación emocional de inseguridad personal nos impide desarrollarnos, somo nosotros mismos quienes en ella nos ponemos las cadenas para restringir los movimientos. El objetivo siempre es evitar el descontrol, de manera que las acciones se vuelven pausadas y cualquier acontecimiento se analiza de manera pormenorizada. Hasta las decisiones más cotidianas pasan a adquirir una gran trascendencia.

Para solucionarlo, si es tu caso, te proponemos elegir superar tu inseguridad desde hoy como un reto. Un trabajo de autoconocimiento con el que lograrás sentirte libre, formando paso a paso un camino seguro hacia tu propio éxito personal. A continuación te contamos cuáles son los pasos para superar tu inseguridad social.

Acepta tu inseguridad

El primer ingrediente indispensable para superar la inseguridad social es reconocerlo: no vamos a buscar solución a un problema de manera activa a no ser que conozcamos o sospechemos de su existencia.

Intenta identificar el origen o las causas que te hacen pensar que no realizarás adecuadamente una tarea, que no tienes todo lo necesario para lograr el éxito o que te rindas ante cualquier situación que te suponga un paso atrás. Recuerda que son pensamientos que tú mismo estás creando.

En cuanto sepas identificar que esas dudas o tu forma negativa de actuar con tintes de arrogancia o agresividad son generados por un problema de inseguridad generarás una ocasión. La oportunidad de empezar a gestionar y superar tus propias barreras de autodefensa, creadas inicialmente para protegerte y que finalmente se han vuelto en tu contra.

Reconoce tus valores

La principal condición de la inseguridad es que afecta a la autoestima personal, tanto a nivel intelectual como a la hora de relacionarnos con los demás o de permitirnos tener una relación saludable con la persona que amamos. Además, la baja autoestima puede verse aún más hundida -por comparación- si nuestro entorno de confianza goza de éxito y reconocimiento.

Muchos somos los que nos hemos sentido en algún momento así, pero las personas seguras perciben esta situación como una oportunidad para impulsarnos a reconocer nuestros propios logros y capacidades personales. Si llevas a cabo esta tarea tu seguridad empezará a aumentar con éxito. Recuerda realizarla con sinceridad, teniendo en cuenta las opiniones de las personas de confianza, sin atacarlas y recordando que solo desean ayudarte y no formar un frente en tu contra.

Focaliza tu energía y no te compares con los demás

Cuando has identificado tus inseguridades y capacidades, es el momento de focalizar toda tu energía en desarrollar tu forma de actuar frente a la vida. Ninguna persona es perfecta, todos podemos ser buenos y malos en algo. No te preocupes si no sabes de determinado tema o no eres bueno en ello. El esfuerzo para superar cualquier barrera sí es imprescindible en tu día a día, al contrario que rendirte ante los problemas.

Un secreto para superar la inseguridad social es dejar de compararnos el éxito que tienen los demás con el nuestro propio. Acabamos de compartir que cada persona tiene vidas y experiencias, así como historias diferentes. Cada uno vivimos disfrutamos de distintas fortalezas, gustos y oportunidades. Utiliza el éxito de los demás tan solo como una motivación, empuje y medida valorarlos a sí mismos, desde tu propia experiencia y no para frustrarte con la tuya.

“Cada vez que decimos; «No sé », nos cerramos la puerta de nuestra propia fuente de sabiduría, que es infinita”
-Louise Hay-

Paula Díaz

miércoles, octubre 26, 2016

El miedo al rechazo puede ser tu peor enemigo o tu mejor aliado

Una vez me encontré sintiendo en mis carnes ese gran miedo al rechazo. Un temor que nada tenía con hablar en público o hacer una entrevista de trabajo. Ese gran miedo surgió cuando debía expresarlo que sentía y lo que en verdad quería a una de mis mejores amigas.



Me enfadaba muchísimo cuando estaba sola y necesitaba decirle todo aquello que rondaba por mi mente a una velocidad de vértigo. Pero, para mis adentros, tenía mucho miedo a hacerlo, a que ella no aceptase mi punto de vista, a que se enfadase, a que me rechazase.

“Si eliges no hacer algo por miedo al rechazo, te estás rechazando a ti mismo… y el mundo te está ignorando”
-Jia Jiang-

Probablemente todos nosotros, en algún momento, hemos sido conscientes de este gran miedo. Un miedo que provoca que te preocupes de cómo te verán los demás. En muchas ocasiones, este miedo evita que nos enfrentemos a las personas por el temor al qué dirán.

Estaría genial eliminar este miedo, pero ¿te imaginas no sentirlo nunca más? Tal vez tenga alguna consecuencia positiva que nos ayuda más de lo que pensamos, quizás sea necesario para nosotros experimentarlo. ¿Sería posible hacer que el miedo al rechazo se convirtiese en uno de nuestros mejores aliados?

Todos tenemos miedo al rechazo

El miedo al rechazo puede surgir cuando intentamos declararle nuestro amor a la persona que amamos. Esto puede provocar que no hagas lo que quieres, que te reprimas y te calles. Una situación que te enloquecerá y que puede tener como consecuencias la ansiedad.

Pero, ¿por qué tenemos tanto miedo a ello? Si muchas veces pensamos “bueno, el no ya lo tengo, así que no hay nada que perder” ¿por qué no nos atrevemos? Porque nuestro miedo ha nacido con nosotros, pero además lo hemos aprendido y si tenemos una baja autoestima incluso se ha intensificado.

Desde que nacemos tenemos la necesidad de sentirnos parte de un grupo. Parte de nuestra familia, de las personas de nuestra misma edad, de la sociedad… Pero, a medida que crecemos y se desarrolla nuestra personalidad nos damos cuenta de que somos diferentes y de que ciertas actitudes no son “bien vistas” o “bien aceptadas”.
Es normal que le des importancia a la opinión de los demás. Pero si esto en vez de ser un complemento, un punto de vista diferente, se convierte en lo más importante, en la única razón y verdad, tienes mucho trabajo que hacer

Es entonces cuando intentas cambiar para parecerte a los demás, para no desentonar y que no te miren mal. Pero cuando haces esto, tu autoestima cae y sientes que ya no eres tú mismo. Es difícil lograr ser alguien que no eres y aún es más complicado esforzarse por no aceptarse a uno mismo.

El miedo es tu aliado

En lo que acabamos de mencionar el miedo es tu enemigo. Te limita, te paraliza y evita que te arriesgues, que seas tú mismo y que hagas lo que quieres. A pesar de esto, el miedo al rechazo en su justa medida puede ser positivo.

  • Te despierta: imagínate que tienes que hablar delante de un público y tu miedo al rechazo surge con más fuerza que nunca. Este miedo ha aparecido para alertarte de una situación importante en la que te pondrás a prueba. Utilízalo a tu favor para despertar de tu letargo y ponerte las pilas. El miedo te motivará para que tu exposición sea la mejor que hayas hecho nunca.
  • Te alerta: si el miedo no apareciese no serías consciente de que no das tu opinión por temor a lo que pueden pensar los demás, que no te enfrentas a determinadas situaciones porque crees que te juzgarán… La sensación de temor puede ayudarte a que indagues en el origen de aquello que ahora te está inmovilizando. Así podrás darte cuenta de ciertos problemas que has venido arrastrando desde hace tiempo.
  • Te advierte: el miedo puede aparecer en una situación para la que no te encuentras preparado. Por ejemplo, quieres declararle tu amor a esa persona que te ha dejado prendado, pero tal vez en tu interior sabes que es precipitado, que no la conoces lo suficiente y que incluso hay ciertas cosas de ella que no te encajan del todo bien. El miedo puede prevenirte para que te tomes un poco más de tiempo.

“Con el miedo tu cuerpo te está dando combustible para que pases a la acción, huyas o te paralices. Tú decides…”
-Pau Navarro-

El miedo no siempre nos proporcionará una reacción de huida, pues esa energía que nos aborda cuando lo sentimos podemos elegir cómo utilizarla. Puede convertirse en nuestra mejor fuente de motivación para enfrentarnos a situaciones que de otra forma nunca haríamos. Tú decides si el miedo al rechazo te paraliza o te impulsa hacia adelante.

¿Qué vas a perder por intentarlo?

Raquel Lemos Rodríguez

martes, octubre 25, 2016

Hipersensibilidad emocional: cuando las emociones están siempre a flor de piel

¿Alguna vez te han dicho que eres demasiado sensible? Parece que todo te afecta mucho más que a los demás. Cualquier situación o circunstancia, por intrascendente que pueda parecer, provoca en ti una reacción que muchos considerarían exagerada. Parece que siempre tengas las emociones a flor de piel, quizás poseas hipersensibilidad emocional.



“Nunca pidas disculpas por ser sensible o emocional. Mostrar tus emociones es un signo de fortaleza no de debilidad”
-Ignacio Novo-

Las personas que se enmarcan dentro de esta hipersensibilidad emocional tienen como un sexto sentido, un grado de empatía muy desarrollado con el que logran reconocer diferentes emociones en los demás. Por ejemplo, si alguien está sufriendo lo detectarán antes que nadie, si alguien no es feliz lo sabrán.

El gran problema es que esto les afecta y como sienten mucho más que el resto de personas sufren en sus carnes también el dolor ajeno. Por eso, no es raro que gocen de una impulsividad emocional que sorprenda a los de su entorno.

Todo es una cuestión de perspectiva

Nuestra perspectiva ante las situaciones tiene mucho que ver en el desarrollo de la hipersensibilidad emocional, aunque bien es cierto que hay un claro componente biológico. Al menos así se constató en un estudio realizado por los psicólogos de la Universidad de Stony en Nueva York.

En el mismo se realizaron fotografías del funcionamiento cerebral que dejó en evidencia que las personas más sensibles mostraban una mayor activación de la corteza frontal ante caras alegres o tristes, por ejemplo. Sin duda, captaban y comparaban los detalles con más precisión que las personas menos sensibles.

Pero, a pesar de esto, también el entorno tiene mucho que ver. De hecho, es una combinación de los factores genéticos y ambientales los que darán lugar a la hipersensibilidad emocional. Un ejemplo podría ser el de un niño que nace en un ambiente familiar inestable en el que tiene serias carencias afectivas. A medida que crece desarrollará serios problemas para regular sus emociones y, debido a lo vivido en su niñez, se encontrará mucho más sensible a todo.
A veces te sientes inundado de sentimientos a tu alrededor y esto te impide que puedas escucharte a ti mismo

Este niño puede que desarrolle una gran vergüenza, timidez, inseguridad, etcétera, pero a pesar de todo esto, la perspectiva juega un papel importante. Con esfuerzo y viendo la situación de otra forma diferente se puede mejorar esta circunstancia. De esta manera, aunque se continúe siendo una persona hipersensible, sabremos gestionar nuestras emociones expresándolas y reaccionando a ellas de una manera mucho menos exagerada.

Ver los árboles, pero no el bosque

La hipersensibilidad emocional puede ser muy positiva. Puedes apoyar a aquellas personas que lo necesitan, gozas de una gran empatía y adaptas tu comportamiento a aquellos que no están pasando por un buen momento. Pero, al centrarte demasiado en los detalles puedes dejar de lado una visión más global de todo.

Por eso es tan importante ver las cosas desde diferentes perspectivas. Al centrarte en los detalles, tu perspectiva está influenciada por tus propios sentimientos, focalizada en algo concreto, por lo que le darás demasiada importancia y reaccionarás exageradamente a cosas que los demás no perciben.

Por ejemplo, una palabra o frase dicha con determinada intención puede provocarte una gran agresividad, enfado o rabia, mientras que los demás no se han percatado de la pretensión y, si así fuera, no la consideran tan relevante.

Tu hipersensibilidad se ve potenciada por los problemas pasados. Es decir, si en el pasado has carecido de afecto, te han mentido y hecho daño. Así, el hecho de encontrarte en una situación similar a ésta -o anticiparla- te afectará de una manera mucho más profunda.

¿Puede ser positiva la hipersensibilidad emocional? Por supuesto que sí, de hecho, nos permite conectar mejor con los demás y ayudarles si así lo necesitan. El gran problema es que también existe un lado oscuro cargado de inseguridad, dificultad para gestionar emociones y susceptibilidad.
Siento más que los demás, parece que todo me lo tomo más a pecho. Mis poros supuran emociones que soy incapaz de controlar y gestionar

La ansiedad, el estrés y la depresión son enfermedades que afectan a las personas con hipersensibilidad emocional. La dificultad que les impide sentir menos, dejar de preocuparse en exceso, evitar centrarse en lo que los demás ignoran, provoca que este “don”, considerado así por algunos, se convierta en el peor enemigo para quienes lo tienen.

Raquel Lemos Rodríguez

lunes, octubre 24, 2016

La sencillez te hace grande

Suena una canción de Vetusta Morla. Tal vez lo que te hace grande, no sea difícil de ver. Todo aquello que somos está ahí, porque a la sencillez no le hace falta hacerse notar para ser única. De hecho, cuando hablamos de una persona o actitud sencilla nos referimos a alguien que es fiel a su esencia y no se esfuerza por mostrar algo diferente.



“Hay situaciones en la vida en que la verdad y la sencillez forman la mejor pareja”
-Jean de la Bruyere-

Antes de continuar es necesario dejar claro que en este caso sencillo no es sinónimo de una personalidad fácil o llana, sino de verdad y de naturalidad. Es decir, que alguien se mueva con la cualidad de lo sencillo significa que lo hace con un comportamiento transparente y puro.

Ocultarse debajo de la piel nunca es un buen favor

Como hemos mencionado, la sencillez nos hace grandes porque muestra sin maquillajes lo que somos, pues es la manera más eficiente de reflejar lo que inconscientemente escondemos debajo de la piel. Sin embargo, solemos evitarla y complicamos el proceso por el que los demás llegan a conocernos.

¿No es verdad que alguna vez has tapado un rasgo de tu personalidad por miedo a que lo conocieran? ¿Por qué lo hacemos si en el fondo la naturalidad fortalece las relaciones? Es probable que esto ocurra porque se cree que desnudarnos emocionalmente nos hace vulnerables.

“Y déjense de miedos y castigos,
que la vida más vida puede ser.
Despréndanse de todo lo escondido
que todo ya nos los dice la piel”
–Fran Mariscal y Kutxi Romero, canción “Vuelen de una vez”-

No obstante, nada más lejos de la realidad. Ser transparentes no nos hace débiles ni frágiles, aunque desde fuera pueda parecerlo. Darnos a conocer con humildad y verdad nos ayudará a eliminar los aspectos secundarios que entorpecen nuestros contactos.

Y, además, aceptar lo que creemos como fortalezas nos dará seguridad y autoestima. Así pues, ocultarse o disfrazarse son regalos envenenados para uno mismo.

Cuando complicamos los acontecimientos

Por otro lado, no se trata solo de mostrarnos sin adornos ni mentiras, sino también de actuar sin más complicaciones de las necesarias. Sabemos que las energía con las que contamos son limitadas y, aun así, nos empeñamos en desperdiciarla. Es como si tuviéramos una tendencia incorregible a complicar las cosas para que nos cuesten el doble, en lugar de actuar con sencillez y espontaneidad.

Está claro que no lo hacemos a propósito, pero lo hacemos. Gastamos tiempo y empleamos más esfuerzo del necesario en situaciones cotidianas que requieren naturalidad. ¿Por qué? Es probable que la respuesta sea la idea social de que todo lo que tiene valor conlleva mucho sacrificio.

“No hay motivos para buscar complicaciones. Si oyes un galope, buscas caballos, no cebras”
-Lee Child-

Algunas personas creen que los frutos más enriquecedores llegan siempre mediante un camino con muchas piedras. No obstantes, la realidad es que no tiene por qué ser así. Por ejemplo, en algunos casos la salida de un laberinto, que aparentemente se esconde a nuestros ojos, está más cerca de lo que pensamos.

Llegados a este punto, estaría bien recordar que es verdad que nos toca vivir momentos complicados y luchar para salir de ellos, pero no todo lo bueno llega por una vía difícil. En otras palabras, no es necesario sufrir para ser feliz, aunque con esfuerzo tengamos que pasar por circunstancias de dolor. 

Para encontrar sencillez hay que cerrar los ojos y abrir el corazón

Comenzábamos este artículo con la misma idea con la que vamos a acabarlo: es beneficioso optar por el camino de la sencillez tanto en la personalidad como la manera de tomarnos muchos acontecimientos.

Para lograrlo basta con cerrar un poco los ojos de vez en cuando y abrir el corazón. Lo decía El Principito y lo dice Murakami: es necesario ver más allá de la superficie que tantas veces nosconfunde. Trascender de lo aparente y llegar al corazón de las personas.


“Quizás las cosas más sencillas sean las que más cuesta ver.
A veces, uno tarda en ver lo que tiene delante de las narices”

-Murakami-

Al hacerlo veremos que nuestra vida pesa mucho menos y que las personas que vayamos ganando para compartirla no se van. La gente auténtica se une entre sí y descubren más allá de la realidad un mundo de cariño y honestidad con el que solventar cualquier situación que parezca complicada.

Cristina Medina Gomez

domingo, octubre 23, 2016

5 pasos para superar situaciones difíciles

La vida es una serie de picos y valles, una mezcla de momentos felices, normalidad diaria y situaciones difíciles. Una veces te sientes eufórico y otras sientes como se te cae el mundo encima. Y a pesar de que la tendencia natural es buscar la felicidad, realmente son las situaciones difíciles las que nos ponen a prueba y las que nos hacen crecer.



La forma de responder a esos momentos difíciles es lo realmente define a la persona que somos y también lo que nos hace valorar de manera profunda el resto de situaciones y eventos. Cuando una persona es capaz de navegar por esas situaciones difíciles no solo crece interiormente, sino que aprende a valorar la felicidad desde una nueva dimensión que le hará ganar en fuerza interior y en sabiduría.

“La vida no es la forma en que se supone que debe ser, sino que es lo que es. La forma en la que le haces frente es lo que marca la diferencia”
-Virginia Satir-

Incluso en la situación más desesperada hay esperanza. Es más fácil de decir que de aplicar, pero es posible salir del hoyo y superar lo que sucede. Mucha gente lo ha hecho. No es fácil, pero nadie dijo que lo fuera. Aquí van unos consejos que pueden ayudarte a superar esas situaciones ahogan y asfixian y de las que parece, en un primer momento, que no se puede salir.

Esto también pasará

Sabes por experiencia propia que todo pasa, que nada dura para siempre. Esa situación de dolor y angustia que sientes también pasará. Da igual lo abrumadora o intensa que sea. Pasará también. Así que no te aferres a tu dolor para superar. Déjalo fluir, siéntelo, pero sin apego.

No te sientas culpable por experimentar dolor ni intentes buscar responsabilidades, ni dentro ni fuera de ti. Buscar culpables no solucionará nada, solo acrecentará la ira. Siente tu dolor, es tuyo, y deja que fluya. Tarde o temprano se irá, pero solo lo hará cuando salga, cuando fluya y encuentre así la salida.

“Hacer frente a las dificultades es inevitable, aprender de ellos es opcional”
– John Maxwell-

Eres fuerte, tan fuerte como quieras ser

Hay fuerza y fortaleza dentro de ti, tanta como quieras. Solo tienes que sacarla. Si no sabes cómo de fuerte eres es porque todavía no has necesitado usar esa fuerza encerrada en tu interior. Ante una situación difícil, tienes la oportunidad de liberar esa fortaleza interior.

¿No sientes esa fuerza? Eso es debido al miedo que sientes, un miedo paralizador que puede hacerte pensar en barbaridades. Pero todo eso que tu miedo te dice es mentira. Tú puedes superar esa situación porque tienes dentro de ti las herramientas para hacerlo. Búscalas, sácalas y ponlas a trabajar.

Haz que tu voluntad se imponga a tu mente, que la razón se imponga al corazón. Acepta el hecho de que tienes que sacar esa fuerza, aunque duela. Sé valiente para tomar la decisión de controlar tus pensamientos.

“La vida es 10 por ciento lo que te pasa y 90 por ciento cómo reaccionas a ello”
-Charles Swindoll-

No dejes que nadie dicte tu realidad

El dolor y la pérdida son parte de la vida. Todos pasamos en algún momento por momentos dolorosos. No dejes que la forma de afrontar el dolor de los demás definan cómo tienes que enfrentarte a tu propia realidad. Es tuya, no de nadie más.

No hay una forma correcta de sobrellevar el dolor, no tienes que ser políticamente correcto. Decide por ti mismo qué hacer. Busca en tu interior lo que necesitas hacer para dejar que el dolor fluya. Decide dónde está tu fuerza interior y cómo vas a sacarla.

Muchos no entenderán la manera en que vives tu dolor, pero eso no es tu problema. No dejes que nadie decida por ti cómo afrontar tus situaciones difíciles.

No te concentres en lo que no puedes controlar

Ante una situación difícil hay muchas cosas que no puedes controlar. Pero nos aferramos a ellas, intentamos buscarle explicación y encontrar a los culpables. Y en ese intento de control nos aferramos a la ira y al dolor.

Suéltalo, no te concentres en lo incontrolable. Deja que fluyan tus angustias para poder liberarte e ellas, y luego concéntrate en buscar paz tu interior. No puedes controlar la situación, ni siquiera tus emociones. Acéptalas sin apego. No intentes dominarlas.

Todo tiene un sentido: búscalo

Todo en la vida tiene un sentido, una razón, algo que aportar. Solo tienes que buscarlo. Confía en que puedes aprender algo bueno de todo lo que te pasa, incluso de lo más doloroso. No intentes comprender ni manipular la situación. Simplemente deja que ella te ofrezca algo que puedas aprovechar para aprender y ser más fuerte.

El novelista Dean R. Koontz dijo una vez que las oraciones sí reciben respuestas, pero hay que escuchar con atención y creer en la respuesta. Dios no grita, él susurra. Y en los susurros está el camino. Aplícalo a tus creencias. La idea es igualmente válida.

Eva Maria Rodríguez

sábado, octubre 22, 2016

11 señales que indican que están experimentando un despertar espiritual

En un entorno dominado por el consumismo, el egocentrismo y el postureo puede parece absurdo hablar de “despertar espiritual”. Sin embargo, cada vez más personas se están enfrentando a él. Muchas de ellas se resisten, porque sienten que no encajan. Pero experimentar, tal vez sufrir, un despertar espiritual no te hace diferente, sino especial. Y no estás solo.



Muchas cosas están cambiando en el mundo. Vivimos un tiempo de despertar y de deseo de cambiar nunca antes visto. Una gran cantidad de gente se vuelve más consciente de los problemas y de que determinadas prácticas que han durado demasiado tiempo deben cambiar.

“El secreto de la libertad humana es actuar bien, sin apego a los resultados”
-Bhagavad Gita-

Son muchos los que quieren tomar sus vidas en sus propias manos y escapar del modelo impuesto por la sociedad con el fin de conocer realmente la felicidad y vivir la vida que realmente quieren vivir, y no la dictada por la televisión, las revistas, las películas, las identificaciones sociales y todos esos clichés sin sentido que nos rodean.

La conciencia sobre los grandes problemas humanos y sociales a los que nos enfrentamos es cada vez mayor. Cada vez más personas están dispuestas a escuchar esas verdades y son lo suficientemente valiente como para llevar el cambio a ellos mismo y a sus familias, porque saben que el cambio que el mundo necesita pasa por su propio cambio.

Las personas que experimentan este despertar espiritual ven que su conciencia crece, que sus intereses evolucionan, que el sentido de la vida cambia para ellos y que tienen nuevas aspiraciones e inspiraciones. A todo esto le acompaña el deseo de cambiarse a sí mismos como principio para cambiar el mundo.

“Los grandes hombres son aquellos que ven que la espiritualidad es más fuerte que cualquier fuerza material, que los pensamientos gobiernan el mundo”.
-Ralph Waldo Emerson-

¿Te reconoces en algo de esto? ¿Han despertado estas palabras una pequeña llama en tu interior? Si has llegado hasta aquí, sé valiente y sigue leyendo.

Síntomas de un despertar espiritual

Los siguientes síntomas son claras señales de que estás sufriendo un despertar espiritual. Si eres consciente de que algo de esto te está pasando a ti o te sientes de algún modo identificado con ello no tengas miedo.
  • Deseas menos cosas y buscas más simplicidad en tu vida. Te has dado cuenta de que cuanto menos posees más aliviado te sientes. Buscas adquirir menos riqueza material en favor de buscar tu riqueza interior.
  • Te atraen las lecturas que expanden tu mente. Los libros que simplemente te entretienen cada vez te interesan menos en favor de otros que te ayudan a convertirte en la mejor versión de sí mismo.
  • Tienes un profundo anhelo de significado. Comprender que vivir una vida “normal” está vacía de significado y propósito, por lo que tratas de crear tu propio camino.
  • Expones tu verdadero yo al mundo. Te has quitado la máscara social con la que cargabas por “hacer lo correcto” y ahora estás abierto a comunicar tus pensamientos y sentimientos más íntimos con los demás sin sentirte culpable o avergonzado.
  • Cada vez pasas más tiempo a solas y en silencio. Disfrutas de pasar tiempo en silencia y de los paseos solitarios en la naturaleza con el fin de volver a conectar y hacer las paces contigo mismo. Cada vez necesitas menos ruido a tu alrededor para estar a gusto. No te sientes solo cuando hay silencio y tranquilidad a tu alrededor.
  • Te sientes más conectado con la naturaleza y los seres vivos. Reconoces la interconexión e interdependencia de todos los seres y tienen una sensación de unidad con todos y con todo.
  • Comes más sano y cuidas mejor de tu cuerpo y tu mente. Cada vez te preocupas más por lo que comes, no solo por el alimento en sí, sino por su procedencia, por el modo en el que se produce y por el impacto medioambiental que supone. Además, has adquirido hábitos de vida más saludables para tu cuerpo, no por una cuestión estética, sino porque sientes que tu cuerpo es como templo para tu espíritu, al cual también mimas y proteges.
  • Tomas la responsabilidad de tu destino en tus manos y eres consciente de tus acciones. Te has dado cuenta de que no hay razón para tener una mentalidad de víctima y culpar a otros por lo que va mal en tu vida, lo que te hace actuar conscientemente para dar forma a tu destino. Has descubierto el gran poder que tienen tus acciones para ello y actúas de forma que no afecten negativamente ni a ti ni a los demás.
  • El pasado y el futuro ya no controlan tu vida. Entiendes que lo que realmente importa es el presente, que el pasado tuvo su momento y que el futuro es algo que todavía no existe. Vives el momento presente sin dejar que el pasado domine tus acciones y construyendo el futuro desde el ahora real.
  • Has perdido el interés en la competición. Te has dado que cuenta de que la competencia trae conflictos y sufrimiento, y que la única manera de vivir en armonía con los demás es con una actitud amorosa y compasiva con ellos.
  • Has descubierto que estás en el mundo para alumbrar, no para deslumbrar. Ser luz te llena mucho más que impresionar a los demás. Alumbrar el camino de los demás le da significado a tu existencia.
“Para que una semilla alcance su máxima expresión, debe deshacerse completamente. La corteza se parte, su interior sale y todo cambia. Para alguien que no comprende el crecimiento, parecería una destrucción completa”
-Cynthia Occelli-


Eva Maria Rodríguez

viernes, octubre 21, 2016

Las emociones también son tu alimento y te afectan al estómago

Las emociones, tanto las agradables como las desagradables, funcionan igual que un alimento que nuestro cuerpo debe digerir. No es de extrañar entonces que, dependiendo del tipo de emoción experimentada, nos afecte al estómago como si se tratara de una comida deliciosa o una en mal estado.



Sentir un nudo en el estómago si tenemos miedo, o las famosas mariposas revoloteando cuando estamos enamorados, son solo unos ejemplos de esta conexión mente-sistema digestivo. Pero… ¿podemos controlarla o minimizar sus efectos negativos?

“La vida es un gerundio y no un participio”
-Ortega y Gasset-

¿Por qué emociones y sistema digestivo están conectados?

El doctor Mario Alonso Puig, médico especialista en cirugía general y aparato digestivo, explica que el impacto inmediato de las emociones en el estómago sucede porque uno de los mapas emocionales más importantes del cerebro, la ínsula de reil, recoge información del tubo digestivo.

Además, la parte del sistema nervioso que se encarga del sistema gastrointestinal y reviste el estómago, contiene neurotransmisores como el cerebro. Sorprendentemente, la estructura formada por una red de cien millones de neuronas permite a este sistema recordar y aprender de forma independiente al encéfalo, por lo que se le conoce como “segundo cerebro”.

Tenemos tres “cerebros”

No tenemos uno, ni dos, se han identificado hasta tres “cerebros” en nuestro cuerpo. Aparte del ya conocido, segundo y tercero se sitúan en el tubo digestivo y en el corazón. De hecho, el 90% de la serotonina -la hormona que regula el estado de ánimo- se produce en el sistema digestivo.

Estos 3 “cerebros” deben estar conectados y trabajar conjuntamente. El doctor Puig asegura que, cuando uno se independiza, los efectos nocivos se manifiestan a nivel físico.

En el caso el tubo digestivo, la persona sufre trastornos como colon irritable, espasmos, problemas digestivos… Por desgracia, desde el punto de vista médico, se puede ofrecer poca ayuda a la persona que los padece. Sin embargo, por la parte emocional sí hay soluciones:

Elimina la ansiedad

Si la persona reduce la ansiedad o ve la vida con más ilusión, con frecuencia y de manera natural, el sistema digestivo vuelve a sincronizarse con el cerebro de la cavidad craneal.

Practica la sonrisa, ¡aunque sea falsa!

Algo tan simple -o no tanto en algunas situaciones- como esbozar una sonrisa, tiene la capacidad de alterar el circuito de la angustia, porque manda un mensaje al cerebro de que todo está bien.
Aunque sea difícil de lograr en un principio, si en la situación incómoda se aguanta la sonrisa, el cerebro se ve obligado a hacer algo para adaptarse al mensaje recibido.

La “sonrisa auténtica” que descubrió Duchenne en 1862, es decir, la sonrisa involuntaria o espontánea, tendría el mismo efecto que una sonrisa fingida para el cerebro. Algo así como si hubiéramos recibido un halago o una buena noticia.

Acaba con las emociones tóxicas

Entre el 60% y el 90% de las consultas en los centros médicos se deben a las llamadas “emociones tóxicas” (ira, ansiedad, tristeza, rabia, vergüenza, envidia, culpa, hostilidad, asco…) y a la segregación de cortisol, la hormona del miedo.

Buscar el lado positivo de la vida supone un cambio físico. La formación de un nuevo tejido cerebral que nos permite reinventarnos y así ser capaces de focalizarnos en lo positivo de forma continua.

Deja de comerte las emociones, escríbelas

El precio de seguir comiendo emociones negativas puede ser la enfermedad. Razón de peso para ponerse a dieta en lo que respecta a engullir negatividad.

Una técnica aconsejada por el Dr. Puig consiste en escribirlas, ya que al reflejar las emociones por escrito, pasan a la zona anterior izquierda o prefrontal, la base de las emociones positivas.
Al articular la emoción negativa en el lenguaje, ésta pasa obligatoriamente por la zona prefrontal izquierda y se aminora su fuerza de forma automática.

Si la emoción es la ira, corre

Ante una emoción de ira, Mario Alonso Puig aconseja caminar rápido, así la oxitocina y la betaendorfina generada por la carrera desconectan la amígdala y el hipotálamo, las bases de las reacciones de ira.
Con esta información, queda claro que lo mejor para nuestra salud y bienestar es dejar de comer emociones negativas. Así evitaremos indigestiones u otras enfermedades más graves a nivel estomacal o intestinal.

Antes de comer una decepción, merendarte la angustia o cenar con rabia, recuerda que coger un boli y plasmar sobre el papel las sensaciones negativas es una alternativa más sana que tragárselas.

Mar Pastor

jueves, octubre 20, 2016

Nuestra forma de ver la vida, es la mejor manera de cuidarnos

Pensamos que la felicidad es algo que nos llegará de pronto, como si no dependiera de nosotros mismos. Pero la felicidad, al igual que nuestro cuerpo, hay que entrenarla. Nos cuidamos mucho físicamente, practicando deporte, comiendo saludablemente, pero muy poco mentalmente. Entrenar nuestro cerebro debe ser igual de importante que entrenar nuestro cuerpo. Nuestra forma de ver la vida es sin duda alguna la mejor manera de cuidarnos.



Si vemos nuestra vida como algo externo a nosotros, estaremos dejando nuestro bienestar en manos de la suerte o el azar. Este punto de vista está muy extendido, parece como si solo pudiéramos ser felices o disfrutar de las situaciones en los momentos de alegría que trae la vida, como si no fuéramos capaces de fabricarlos por nosotros mismos.

La felicidad no es un tren que pase por la estación mientras esperas, es un tren que tú construyes y para el que tú fijas rumbo.

Los pensamientos son los que en última instancia nos llevan a tener una vida equilibrada o desequilibrada. Los pensamientos que nos desequilibran son lo que tenemos que entrenar para poder tener control sobre ellos, de la misma forma que se entrena el cuerpo para salir a correr. Son los pensamientos los que forman nuestros hábitos, nuestro carácter y por lo tanto, si queremos cuidarnos mentalmente, empecemos a cuidar lo que pensamos.

La sociedad consumista nos ha vendido la idea de que para ser felices debemos tener una casa decorada con las últimas tendencias, un coche nuevo y el mejor cuerpo de la piscina. Según el psicoterapeuta Russ Harris, es cierto que si obtenemos objetivos o metas externas nos sentiremos felices pero por un breve periodo de tiempo.

En cambio, una vida enfocada a los valores personales nos ofrece una mirada más amplia de la realidad. De esta manera no solo disfrutamos de los objetivos, sino también de lo que acompaña a estos. Hablamos de valores como la gratitud, aventura, diversión o curiosidad. Hablamos de cuidarnos.
Cuando piensas en positivo, las cosas ocurren.

Neurotransmisores y felicidad

Cuando pensamos nuestro cerebro segrega unas sustancias químicas, llamados neurotransmisores, que son las encargadas de activar o inhibir los estados anímicos. Los neurotransmisores están diseñados para que nuestro sistema funcione sano y en equilibrio. Si pensamos de una manera adecuada, el cerebro segregará un tipo concreto de neurotransmisores; si pensamos de manera poco adaptativa, el cerebro segregara otro tipo de sustancias o las mismas en distintas proporciones.

Si cerramos los ojos y dibujamos el perfil de alguien a quien amamos, nuestro cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo que sentirá nuestro cuerpo, será amor, y esa química trae salud a las células. Pero si pensamos en algo que nos causa ansiedad, segregaremos hormonas del estrés.

Al pensar creamos un hábito, y ese hábito activa las sustancias que nos ponen alegres o tristes. Si nuestros pensamientos son automáticos o irracionales nos acostumbraremos a activar un neurotransmisor determinado y lo acabaremos haciendo de forma automática. Esto nos sucede a diario, de hecho muchas veces activamos el neurotransmisor que no encaja con la situación en la que nos encontramos.

Por ejemplo, si estamos en una situación negativa el pensamiento adecuado nos hará sentir tristeza, produciendo en nuestro cerebro una bajada de serotonina. Lo irracional sería tener pensamientos alegres en situaciones tristes ya que la serotonina subiría y nos produciría un estado de alegría en un contexto equivocado.

Lo mismo ocurre en las situaciones en que los pensamientos adaptativos deben ser alegres. Al tener el hábito automático de segregar hormonas de tristeza, nos sentiremos tristes aunque estemos recibiendo buenas noticias. No siempre se puede estar alegre, pero aún así se puede ser feliz.

La felicidad es un concepto más amplio que la alegría. Abarca encontrar un camino y un significado en nuestras vidas. Ser feliz es una manera de cuidar a nuestro cerebro, de mantenerlo activo, equilibrado y de mantener saludables a sus células.
La responsabilidad de nuestra felicidad está en nosotros, de manera que no podemos culpar a nadie si no la alcanzamos

Cuidarnos pensando

Las personas utilizamos procesos comunes al procesar la información con la que formamos nuestros pensamientos. Numerosas investigaciones científicas han encontrado que los humanos, al pensar, solemos cometer una serie de fallos o sesgos de los que no somos conscientes. Estos sesgos nos impiden analizar la información desde una perspectiva correcta y equilibrada.

Los pensamientos sesgados y distorsionados nos hacen entrar en conflicto con nosotros mismos, con los demás y con la sociedad en general. Esto hace que aumente los niveles del gaba, neurotransmisor del estrés, volviéndonos más negativos, suspicaces e irritables. Para que esto no ocurra, una buena idea siempre es entrenar a nuestro cerebro a pensar correctamente, con juicios exactos, racionales y utilizando toda la información disponible.

Cuidarnos, atender a lo que pensamos y cómo lo pensamos es el camino real hacia la felicidad, ya que si pensamos correctamente sin dejarnos llevar por distorsiones, segregaremos en nuestro cerebro una serie de hormonas y neurotransmisores que nos conducirán al bienestar. La serotonina, noradrenalina y oxitocina son las “culpables” de nuestra felicidad. La única manera que tenemos de segregarlas naturalmente es mediante el cuidado de nuestros pensamientos.
La razón construyó el mundo moderno que puede ser corrompido por irracionalidad aparentemente inofensiva.

Fátima Servián Franco

miércoles, octubre 19, 2016

El que se entrega por completo jamás regresa entero

Tu pareja rompe la relación que tiene contigo y tienes la sensación de haber dejado algo en esa persona que no vas a recuperar, un familiar o un amigo fallece y sientes que nada a volver a ser igual porque has perdido algo. El que se entrega por completo nunca vuelve entero.



Si has amado de verdad a alguien sabes que cuando esa persona ya no está en tu vida, hay algo que se lleva, un trocito de tu corazón desaparece para siempre y no vuelve, es una sensación de vacío que solo el tiempo nos ayuda a llenar.

Qué difícil es decir adiós cuando quieres decir quédate

Somos seres emocionales por naturaleza y, aunque es muy complicado evitar que una situación te provoque una emoción, sí es posible gestionar esa emoción en cuanto a su duración e intensidad mediante la inteligencia emocional.

“El amor es un paso, el adiós es otro y ambos deben ser firmes. Nada es para siempre en la vida”
-Chavela Vargas-

Una persona inteligente desde el punto de vista emocional sabe cuáles son sus fortalezas y sus habilidades y ha aprendido a escuchar y entender a los demás con empatía. Por ese motivo, aunque siente la tristeza de la pérdida, tiene confianza en el futuro y sabe que con el tiempo todo se supera.

Ante la muerte de una persona a la que quieres no puedes hacer nada salvo aceptar esa pérdida. Ante una ruptura de pareja, aunque es una situación distinta, también es importante aceptar la situación, ser realistas y buscar los medios para gestionar la emoción que nos invade.

La entrega y el apego

En tus relaciones de pareja o con amigos y familia debe existir un “límite de entrega” para evitar las situaciones de apego emocional. Walter Riso en su libro “Desapegarse sin anestesia” sostiene que crear una relación dependiente significa la entrega del alma a cambio de obtener un falso placer y seguridad.

Riso define el apego como un vínculo obsesivo con un objeto, idea o persona que se fundamenta en cuatro creencias falsas, que son las siguientes: que es permanente, que te va a hacer feliz, que te va a dar seguridad y que dará sentido a tu vida.

“La raíz de todo sufrimiento es el apego”.
-Walter Riso-

Si vives un vínculo de este tipo nunca estarás preparado para la pérdida y no aceptarás que la otra persona se aleje, que se rompa la relación o que la situación cambie. La pérdida te hará sentir vacío y sin un rumbo claro.

El apego corrompe. te hace infeliz e impide que te tengas respeto a ti mismo y a tus valores. Tienes miedo a la pérdida de lo que deseas y pierdes la alegría porque inviertes todos tus recursos y tu energía en otra persona dejando de lado tu vida, lo que realmente te gusta hacer.

La clave es aprender a dejar ir

A lo largo de tu vida, tu capacidad para dar y ser generoso forma parte de lo que eres como ser humano. Sin embargo, es preciso manejar también las herramientas necesarias para gestionar esas pérdidas con entereza y aceptar que los cambios forman parte de la vida.

Decir adiós a una persona, a un trabajo, a una relación es una acción a la que nos enfrentamos continuamente y es preciso afrontar esos momentos con valentía y con inteligencia. Esta habilidad es necesaria para evitar un sufrimiento excesivo o una sensación de pérdida que nos afecte negativamente.

“Acepta. No es resignación, pero nada te hace perder más energía que el resistir y pelear por una situación que no puedes cambiar”
-Dalai Lama-

Deja salir tu dolor. Todavía hay muchas personas a las que les avergüenza llorar en público y reprimen sus sentimientos y sus palabras. Para dejar ir, sin embargo, es importante dejar salir el dolor, llorar todo lo que sea necesario, pero sin aislarnos. Habla con amigos, cuéntales cómo te sientes y escucha sus consejos.

Enfócate en ti. Por una vez es preciso ser un poco egoísta y dedicar un buen rato a mirar en tu interior sin que eso te produzca cargo de conciencia. ¿Qué es lo que te gusta?, ¿qué te apetece hacer? Pensar en tus necesidades y en lo que realmente a ti te importa, más allá de esa persona o situación que debes dejar ir, te dará seguridad y confianza en ti.

Cuídate. El foco en ti mismo debe traducirse también en premiarte y cuidarte. Si te apetece hacer un viaje, este es el momento: tomarás perspectiva, desconectarás y verás las cosas de otra forma. Piensa que las nuevas situaciones traen elementos nuevas y que siempre ganas algo: libertad, aprendizaje, capacidad de superación, etc.

Arantxa Alvaro Fariñas

martes, octubre 18, 2016

7 claves para saber que te aman

Dijo una vez el célebre poeta Fernando Pessoa “¿qué quieres que te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?”. No cabe duda de que es una frase preciosa. Pero, ¿es suficiente con que te lo digan para atesorar la sensación de que te aman?



Tal vez no me explico bien. Saber que te aman es algo maravilloso. Pocos estados en el mundo son más bellos que estar enamorados y ser a su vez receptores de ese amor. Ahora bien, ¿son suficientes las palabras, o hay otras señales para detectar que la persona a quien queremos nos corresponde? Tratemos de ofrecer respuestas.

Saber que te aman según Gotman y Krauss

John Gottman es un reputado psicólogo especialista en terapias de pareja. Según él, el comportamiento de la persona amada será quien nos diga qué siente realmente ese ser por nosotros. Para el terapeuta, los signos y actitudes son la verdadera clave en este asunto del amor.

Por ello, la psicóloga Susan Krauss, basándose en las enseñanzas de Gottman, ha creado un catálogo de pistas. Dicho catálogo recoge algunos de los signos en las que debemos fijarnos para saber si nuestra pareja nos ama realmente. ¿Crees que es tu caso? Ahora puedes identificar lo que realmente sienten por ti con indicadores más definidos.

Pistas para saber que te aman

Comenzamos ya a enumerar una serie de pistas que podrás usar para saber que te aman. No obstante, recuerda que el amor es pura emoción, sentimiento, sensaciones… no siempre se puede medir, cuantificar o estudiar.

Desea pasar tiempo a tu lado

Una pista importante para saberse amado se deduce de la actitud de nuestra pareja hacia nosotros. Cuando desea pasar tiempo a nuestro lado a solas, pese a que los compromisos compliquen la situación, encontramos un signo claro de amor. Ya sea en el trabajo, en la calle o en casa, este pequeño sacrificio es una buena pista de ser queridos.

Se preocupa por ti

¿Tu pareja te suele preguntar cómo te ha ido el día? ¿Muestra verdadero interés en tus problemas más allá de la mera anécdota? ¿Le gusta saber qué tal estás en tu trabajo, con tu familia o con tus amigos? Eso es que te ama, pues no todo va a ser etéreo y romántico, también en lo práctico hay amor.

Pruebas de confianza

Toda relación ha de estar basada en la confianza. Cualquier persona que te ame siempre te ofrecerá el beneficio de la duda. Si tu pareja demuestra honestidad hacia ti, y no sospecha de cada paso que das, es un claro ejemplo de que te ama sin complejos. Según Krauss, cuanto mayor desconfianza hay en la relación, menos amor existe.

Te ofrece su ayuda

A veces necesitamos ayuda. Si en ese momento nuestra pareja es capaz de arrimar el hombro, significa que nos ama. Puede que se lo tengas que pedir, o tal vez salga de forma natural, pero el hecho de que nos tienda su mano y esté dispuesta a poner su tiempo a muestra disposición es una prueba muy clara.

Respeto por tus opiniones

Tu pareja y tú podéis tener intereses comunes, pero también es posible que discrepéis en otros temas. Sea como fuere, si demuestra respeto por tus opiniones y gustos, te estará demostrando gran amor. Menospreciar los puntos de vista de otras personas es una muestra importante de falta de respeto y sobre todo de consideración.

“Amar no es solamente querer, es sobre todo comprender”
-Françoise Sagan-

Te añade a sus decisiones

Cada vez que tu pareja piensa en ti y tu conveniencia para tomar una decisión, está demostrando gran amor por ti. Pese a que guarde cierta independencia, hay veces en que elegir merece consultar con la persona amada, pues el resultado afectará a ambos.

Muestras de afecto físico

Como podemos ver, las muestras de amor también pueden ser prácticas, más allá del romanticismo y la poesía. Y además, deben ser físicas. Los abrazos, los roces, los besos… esos pequeños gestos, sencillos y a veces casi desapercibidos, son una gran muestra de amor.

“En un beso, sabrás todo lo que he callado”
-Pablo Neruda-

Es evidente que cuando nuestra pareja nos mira con afecto, nos habla de los comienzos, nos defiende y nos hace sentirnos bien, nos está demostrando gran amor. Todas ellas son pruebas prácticas que nos harán más felices, pues indican que estamos en un buen momento vital con la persona acertada.

Pedro González Núñez