¿Alguna vez sientes que te enfadas tanto que pierdes el control? ¿Tanto que quieres gritar?¿Alguna vez has tenido ganas de estrangular a alguien por hacer algo que realmente te molesta? Pues esos sentimientos vienen de una emoción llamada ira y son muy normales.
La ira es una respuesta emocional saludable que experimenta cada persona. Al igual que otras emociones, debe ser tratada de una manera saludable, tanto física como psicológicamente. Si no se maneja adecuadamente, puede dar lugar a múltiples problemas que afectan a todos los aspectos de nuestras vidas: ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares, trastornos del sueño, problemas del estado de ánimo y de ansiedad (tal vez incluso problemas legales), sólo para nombrar unos pocos.
Las dos formas más comunes de la ira malsana son la ira internalizada y la ira externalizada. La ira internalizada es la ira que se embotella y no se expresa. La ira externalizada es la ira que se expresa de una manera irrespetuosa, agresiva, y a veces incluso peligrosa.
Para mantener nuestra ira bajo control, tenemos que escuchar a nuestro cerebro y nuestro corazón. Es una combinación de lógica y emoción lo que lleva a una expresión saludable de ira. ¿Cómo te sientes? ¿Cómo quieres actuar? ¿Qué es una reacción apropiada? ¿La persona hacia la que siento ira está arrepentida? Hacerse estas preguntas tan simples como estás es sumamente útil para controlar nuestra reacción. No sólo obligan a pensar en la situación con una mente abierta, sino que sólo el proceso de pensar antes de reaccionar, tranquiliza.
Sin embargo, para un mejor control de la ira, es necesario saber qué es lo que la causa; y a veces esto requiere de una reflexión más compleja que puede requerir de terapia.
Fuente: http://www.blogdefarmacia.com/
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