Un discípulo decidió mostrarse más agresivo y directo:
« ¿Crees tú que hay vida después de la muerte?», preguntó.
«Me extraña que insistáis tanto en ese tema», dijo el Maestro.
« ¿Y por qué te extraña?»
«Tenéis ahí, ante vosotros, este espléndido día de primavera», dijo el Maestro, señalando con un gesto la ventana, «y os comportáis como el niño que se niega a comer hoy porque no sabe qué le traerá el mañana... ¿Tenéis hambre? ¡Comed vuestro pan de cada día!»
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