Una ruptura de pareja implica transitar el sendero del duelo. Un proceso por el que debemos pasar como consecuencia de una pérdida, ya sea de un trabajo, un objeto valioso, un piso por una mudanza, la muerte de un ser querido o incluso la pérdida de la persona que ya no somos por haber evolucionado y cambiado.
Se trata de un proceso que no suele ser agradable, pero que es necesario experimentar para elaborar lo sucedido y poner punto y final para avanzar.
«Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos».
-Viktor Frankl-
El proceso de duelo
A pesar de que existen muchas teorías sobre las fases del duelo, según mi experiencia, la perspectiva con la que estoy más de acuerdo es la que describe las siguientes etapas:
En primer lugar, negamos la pérdida como mecanismo de defensa. Nos duele tanto lo ocurrido que nuestra mente y nuestro cuerpo necesitan un tiempo para digerir ese cambio tan impactante a nivel emocional. No es tarea fácil, independientemente de que sea elegido o no, por lo que debemos darnos tiempo para superar esta fase inicial.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que las fases posteriores -como la rabia, tristeza e impotencia- no tienen por qué ser sucesivas. Podemos ir pasando de una emoción a otra. Un día sentimos rabia, otro día tristeza, otro volemos a sentir rabia… hasta que, una vez completado el proceso, este finaliza con la fase de aceptación.
Ahora bien, aceptar no significa que ya no duela o que el olvido aparezca y no recordamos la pérdida, sino que la intensidad emocional ha disminuido y lo ocurrido pasa a formar parte de nuestra historia de vida. Lo que supone que aprendemos a vivir de forma distinta. Algo cambia y nosotros cambiamos, pero no queremos olvidar, queremos sanar.
«Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos».
-Viktor Frankl-
El proceso de duelo
A pesar de que existen muchas teorías sobre las fases del duelo, según mi experiencia, la perspectiva con la que estoy más de acuerdo es la que describe las siguientes etapas:
- Negación.
- Rabia.
- Tristeza.
- Impotencia.
- Vacío.
- Aceptación.
En primer lugar, negamos la pérdida como mecanismo de defensa. Nos duele tanto lo ocurrido que nuestra mente y nuestro cuerpo necesitan un tiempo para digerir ese cambio tan impactante a nivel emocional. No es tarea fácil, independientemente de que sea elegido o no, por lo que debemos darnos tiempo para superar esta fase inicial.
Un aspecto importante a tener en cuenta es que las fases posteriores -como la rabia, tristeza e impotencia- no tienen por qué ser sucesivas. Podemos ir pasando de una emoción a otra. Un día sentimos rabia, otro día tristeza, otro volemos a sentir rabia… hasta que, una vez completado el proceso, este finaliza con la fase de aceptación.
Ahora bien, aceptar no significa que ya no duela o que el olvido aparezca y no recordamos la pérdida, sino que la intensidad emocional ha disminuido y lo ocurrido pasa a formar parte de nuestra historia de vida. Lo que supone que aprendemos a vivir de forma distinta. Algo cambia y nosotros cambiamos, pero no queremos olvidar, queremos sanar.
El duelo por la ruptura de pareja
Una vez contextualizado el proceso de duelo a nivel general, a continuación vamos a profundizar desde diferentes puntos de vista en el duelo por la ruptura de pareja, uno de los procesos más dolorosos y costosos, ya que es el vínculo más íntimo y estrecho después del familiar.
¿Cómo afronta la ruptura de pareja quien no ha decidido dejar la relación?
El sentimiento de rabia e impotencia en este caso es muy elevado porque es una decisión que no está en su mano y, por lo tanto, no puede controlar. Por lo tanto, el impacto emocional es intenso, ya que aunque pueda intuir que la pareja no funciona, sus expectativas de futuro se han roto y experimenta un sentimiento de vacío junto a un gran saco de dudas y preguntas.
Además, la persona que no ha decidido dejar la relación suele buscar respuestas lógicas. Lo que ocurre es que, en ocasiones, la persona que ha tomado la decisión no sabe o no puede dar una respuesta lógica porque es más de tipo emocional, y ahí la lógica no suele estar presente.
Otra emoción que suele aparecer es la culpa: “¿he hecho algo mal?”, “tendría que haber actuado de otra forma”, “no valgo lo suficiente”… La persona que no decide poner el punto y final comienza a revisar su historia de pareja y se cuestiona a sí misma, como si fuera suya la responsabilidad de que su pareja haya decidido terminar la relación.
En esta situación, es importante prestar atención al diálogo interior y no culpabilizarse. La persona que «cambia» es la que deja, la que no decide es la misma. Por lo tanto, no es que valga menos, sino que algo se ha movido en el otro miembro de la pareja para tomar esa decisión.
Eso sí, es importante hacer algo con el sentimiento de descontrol y con los pensamientos del tipo «no puedo decidir nada» fruto de esa situación, porque no son del todo ciertos. Porque aunque no se pueda a obligar ni convencer a otra persona para que siga en la relación, sí hay algo que se puede hacer: cuidarse.
Llorar, enfadarse, quejarse… son aspectos fundamental para sanar las heridas de la ruptura, pero también mimarse, hablarse bien y tratarse mejor. Porque aunque no se haya podido formar parte sobre la decisión de la ruptura, sí es posible -y recomendable- responsabilizarse de uno mismo y avanzar.
¿Cómo afrontar la ruptura la persona que ha decidido zanjar su relación?
Esta postura no es fácil, ya que llegar a esta conclusión suele conllevar dudas y tiempo. Además, expresárselo a la otra persona, esa con la que se ha tenido ese cariño e implicación, es complicado, ya que existe el miedo a hacerle daño.
La persona que decide romper el vínculo suele sentir mucha confusión: «¿y si me arrepiento?», «¿y si no es correcto lo que hago?».
Sin embargo, no existen decisiones correctas o incorrectas. Las «buenas» decisiones son las que se toman siendo coherentes con lo que se siente y se necesita. Así, si en ese momento se cree que la decisión es beneficiosa para uno mismo, es lo que cuenta. Tenemos que priorizarnos.
En este caso, también es importante cuidarse a uno mismo y no culpabilizarse por no sentir lo mismo que la otra persona o por cualquiera que sea el motivo de ruptura. Las emociones no son estáticas, cambian constantemente, al igual que las personas y sus circunstancias. Peor sería ignorar el malestar, no hacerse caso y seguir en una situación que no genera satisfacción, sino más bien frustración y ansiedad.
Claves para gestionar la ruptura de pareja
Estas claves sirven tanto para la persona que ha tomado la decisión como para la que no. Se trata de pequeños consejos que facilitan la elaboración del duelo y favorecen cerrar la etapa que corresponde a esa relación.
No podemos olvidar que es momento de mirar por nosotros, por nuestras necesidades y por nuestra nueva etapa de vida. Los apegos hacen que nos aferremos a los vínculos en exceso y se genere esa dependencia que luego nos cuesta tanto sanar. Por ello, recordemos que somos seres independientes y que si queremos, podemos. Hay que quererse mucho.
Por último, hace tiempo escuché una frase que me gustó mucho: «tanto si crees que puedes como si no, estás en lo cierto. Todo depende de lo que tú creas”.
Miriam Recio Ventosa
Esta postura no es fácil, ya que llegar a esta conclusión suele conllevar dudas y tiempo. Además, expresárselo a la otra persona, esa con la que se ha tenido ese cariño e implicación, es complicado, ya que existe el miedo a hacerle daño.
La persona que decide romper el vínculo suele sentir mucha confusión: «¿y si me arrepiento?», «¿y si no es correcto lo que hago?».
Sin embargo, no existen decisiones correctas o incorrectas. Las «buenas» decisiones son las que se toman siendo coherentes con lo que se siente y se necesita. Así, si en ese momento se cree que la decisión es beneficiosa para uno mismo, es lo que cuenta. Tenemos que priorizarnos.
En este caso, también es importante cuidarse a uno mismo y no culpabilizarse por no sentir lo mismo que la otra persona o por cualquiera que sea el motivo de ruptura. Las emociones no son estáticas, cambian constantemente, al igual que las personas y sus circunstancias. Peor sería ignorar el malestar, no hacerse caso y seguir en una situación que no genera satisfacción, sino más bien frustración y ansiedad.
Claves para gestionar la ruptura de pareja
Estas claves sirven tanto para la persona que ha tomado la decisión como para la que no. Se trata de pequeños consejos que facilitan la elaboración del duelo y favorecen cerrar la etapa que corresponde a esa relación.
- Generar nuevos recuerdos. Un miedo común es anticipar cómo nos sentiremos en fechas importantes sin la pareja: cumpleaños, navidad, vacaciones, aniversario… Es normal que estemos triste, lo raro sería estar bien inmediatamente, ya que no estaríamos atravesando el proceso de duelo. Sin embargo, puede ser una oportunidad para vivir esos momentos de otras formas.
- No aceptar los consejos de todo el mundo si no queremos. Con la mejor intención, nuestras personas queridas nos aconsejan desde su punto de vista, pero una ruptura es un proceso muy subjetivo que no todos vivimos igual, por lo que está bien escuchar, pero a la hora de decidir somos nosotros quienes tenemos la última palabra en base nuestras necesidades. Nadie mejor que nosotros sabe qué es lo que nos viene mejor para sanar esas heridas.
- Estar tiempo a solas. Para ordenar tanto pensamientos como emociones es necesario pasar tiempo con nosotros mismos cuando lo necesitemos. Si nos llenamos el día de planes sociales, puede que estemos poniéndonos un parche para evitar sufrir… y esto no nos viene bien. Es necesario pasar por las fases de rabia, tristeza, impotencia y vacío para llegar a la aceptación. Ahora bien, esto no significa aislarse y además, también es aconsejable no estar todo el día dándole vueltas a lo mismo.
- Ser sinceros con nosotros mismos y escoger personas que nos aporten lo que necesitamos en cada momento. Si nos apetece una conversación profunda, vayamos con ese amigo con el que sabemos que vamos a poder tenerla. Si, en cambio, preferimos desconectar e ir a tomar algo, llamemos a esa persona más divertida. Lo que no es recomendable es exponerse a situaciones que puedan resultar difíciles de tolerar.
- Girar preguntas. En lugar de preguntarnos: “¿qué estará haciendo mi ex pareja?”, mejor preguntémonos “¿qué necesito hacer ahora para estar mejor?”. Este aspecto es importante porque tendemos a intentar averiguar o comprobar si nuestra ex-pareja está mejor o peor sin nosotros, pero esto solo nos produce daño.
No podemos olvidar que es momento de mirar por nosotros, por nuestras necesidades y por nuestra nueva etapa de vida. Los apegos hacen que nos aferremos a los vínculos en exceso y se genere esa dependencia que luego nos cuesta tanto sanar. Por ello, recordemos que somos seres independientes y que si queremos, podemos. Hay que quererse mucho.
Por último, hace tiempo escuché una frase que me gustó mucho: «tanto si crees que puedes como si no, estás en lo cierto. Todo depende de lo que tú creas”.
Miriam Recio Ventosa
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