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jueves, diciembre 12, 2019

Entre el rencor y el perdón: la elección depende de ti

Mucho se ha hablado sobre el personaje del Joker, debido a la última película de Todd Phillips. El filme nos muestra la vida de Arthur Fleck, quien tuvo que lidiar con grandes dificultades:
  • Familiares: crecer con la ausencia de un padre y la presencia de una madre que sintió que no le protegió y que no creyó en él.
  • Sociales: las burlas de aquellos que le consideraban «un don nadie».
  • Personales: luchar por su gran sueño, ser cómico, que no llegó nunca a realizarse.

 
Alrededor de estas circunstancias, poco a poco, se construyó el Joker: una persona herida influenciada por todo lo vivido hasta llegar a minar su salud mental.

Es cierto, todos nos encontramos inmersos en un contexto familiar y social que nos influye, pero no siempre eso tiene que condicionarnos para vivir de una determinada manera. En algunas ocasiones, somos libres para decidirlo.

A continuación, ofrecemos una posible interpretación psicológica del personaje del Joker, a partir de la cual explicaremos ciertos mecanismos y estrategias que muchas personas llevan a cabo en un intento de protegerse del sufrimiento y qué vías podemos elegir para llegar a sanarnos. Profundicemos.

¿Cómo nos contamos nuestra vida?

En este sentido, son las teorías psicológicas de corte más cognitivo las que sostienen que somos en el lenguaje, es decir, somos lo que nos decimos y nos contamos.

«No soy víctima de la realidad sino de cómo me la cuento».

El enfoque constructivista mantiene la idea de que el ser humano no es solo es resultado de su contexto , sino que sus disposiciones internas también cuentan. De esta manera, la persona realiza una reconstrucción propia de la realidad a partir de la interacción de ambos factores.

Así, el modelo constructivista señala que tendemos a construir la realidad según nuestros propios presupuestos personales. De esta manera, la persona que observa es quien decide cómo significar la realidad con la que se encuentra. Por lo tanto, siguiendo este enfoque, no es la realidad la que nos hace sufrir, sino los significados que decidimos otorgarle.

«Los pacientes acuden a terapia por ser inviable la realidad que ellos mismos han construido. Por lo tanto, todas las variedades de terapia se basan en la modificación de esos constructos».
-Salvador Minuchin-

Desde esta perspectiva, podemos decir que el personaje del Joker fue construyendo a través de distintas atribuciones internas la creencia de que la realidad le superaba y no podía hacer nada para cambiarla.

Un fenómeno que el psicólogo Martin Seligman denominó como indefensión aprendida: aquella condición en la que se sigue respondiendo de la misma forma a una situación, mientras la persona se convence a sí misma de que ya ha hecho todo lo posible y que haga lo que haga no podrá cambiar las circunstancias que le causan dificultad. 

Cuando no conectamos con nuestro mundo emocional

Unido a todas esas atribuciones y construcciones sobre sí mismo, al personaje del Joker también le pasó factura su parte afectiva; durante mucho tiempo gestionó mal sus emociones y sentimientos, al no poder elaborarlos ni compartirlos.

Una de las interpretaciones posibles sobre el comportamiento del Joker es que para aliviar su sufrimiento emocional, utilizaba a la perfección su mecanismo de defensa: esa risa – carcajada que no venía a cuento y que le distanciaba de experimentar las emociones y sentimientos que le generaban malestar. De esta forma, quedaron enquistados en su interior, lo que derivó en una desconexión de sí mismo y de los demás, pues sus sentimientos de amargura y frustración los proyectó en aquellos que según él le habían hecho daño.

Ahora bien, ¿en qué momento empezó la desconexión? ¿cuándo se dejó vencer y se introdujo en ese proceso de victimización fruto de sus heridas?

Según el mecanismo de victimización, toda víctima busca un culpable. ¿Era eso lo que pretendía el Joker?

No obstante, a pesar de ser un personaje de ficción, no dista mucho de algunos personajes reales que han existido a lo largo de la historia o de aquellos que también podemos encontrarnos en nuestro día a día. ¿Quién dice que no podemos caer nosotros en ese victimismo por equivocaciones y trampas de la vida? 

El camino del perdón

Es necesario conocer las historias y biografías de las personas que sufren. Solo así podremos comprenderlas. De ahí que la empatía sea una de las herramientas fundamentales para nuestras relaciones.

Sin embargo, también es recomendable ayudarles a realizar una elaboración personal de sus circunstancias en la que no ejerza como protagonista el rol de víctimas, sino más bien la capacidad de hacerse cargo de su propia vida.

Existen historias de otras personas que, en condiciones similares y tras un proceso de elaboración personal, eligieron una opción más favorable para su salud mental: el perdón.

Entre ellas, podemos destacar la experiencia de Tim Guenard, uno de los padres de la resiliencia, que en su libro Más fuerte que el odio, nos habla de la sencillez y la sinceridad de su historia: una vida marcada por el dolor, el maltrato y la violencia.

Sin embargo, la oportunidad para elaborar su historia y sanar sus heridas, le valió para cambiar la mirada hacia su pasado y vivir lejos de la rabia y el rencor.

A día de hoy, Tim Guenard acude a donde le llaman para narrar su experiencia y demostrar al mundo que «el hombre es libre de alterar su destino«. Además, también realiza una gran labor brindando alojamiento y acompañamiento a los más necesitados.

«El perdón puede salvar tu vida. Jamás he encontrado algo tan efectivo como el perdón para sanar las heridas profundas. El perdón es una medicina poderosa»
-Robert Enrihgt- 

Es cierto que a un corazón herido le cuesta perdonar y volver a amar, de hecho optar por el perdón no sucede de un día para otro, a pesar de que parta de una decisión. Su elaboración es un proceso y, como tal, puede convertirse en una actitud ante la vida. Sin embargo, también es cierto que en ese camino es necesario que alguien muestre que existe esa oportunidad para levantarse y recuperar la confianza en uno mismo y los demás.

Tim Guenard lo afirmó en una de sus entrevistas: «En la vida real, cuando se escucha a la gente que se ha levantado después de vivir situaciones difíciles, uno se da cuenta de que nadie se levanta solo. Yo mismo he tenido personas en mi camino: el indigente que me enseñó a leer, papa Gaby (su padre adoptivo de los servicios sociales del Estado), la buena jueza y el padre Thomas. Todos son como regalos. El regalo más bonito en la vida son las personas que uno ha querido y quiere; y se necesita la vida entera para conocerlas».

Como vemos, no estamos determinados por lo que nos sucede y por lo que vivimos. Somos nosotros los que decidimos cómo contárnoslo y procesarlo en nuestro interior.

No podemos cambiar la realidad, pero sí la visión que tenemos de ella. Nos corresponde a nosotros decidir sobre qué optar en la vida; bien por el rencor o por el perdón, pero sin olvidar, que la elección es nuestra y sabiendo que el corazón está hecho para amar. Así, darnos una oportunidad para restaurarlo es todo un reto que nos dirige a vivir en paz.

Mª del Carmen González Rivas

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