Todos tenemos prejuicios. Los prejuicios son actitudes, positivas o negativas, hacia grupos o miembros de los grupos y los usamos para valorar y etiquetar a personas que no conocemos. Por ejemplo, si conocemos a un gitano y pensamos que los gitanos tocan bien la guitarra, la interacción con él estará determinada por esa creencia previa de que es un buen músico. Los prejuicios sirven para mantener las jerarquías de estatus entre grupos pero, por suerte, existen diferentes maneras de reducir los de prejuicios.
Se considera que los prejuicios tienen tres componentes. Cuentan con un componente cognitivo, los estereotipos, que representa las imágenes mentales que tenemos de los miembros de un grupo. Otro de los componentes es el afectivo, las emociones y sentimientos que se despiertan. El último componente es el conductual y está representado por la discriminación, en las conductas negativas hacia el colectivo sobre el que se tienen prejuicios.
Dado que los prejuicios son actitudes hacia grupos o miembros de grupos, desde la psicología social se han desarrollado diferentes formas para reducir los prejuicios basadas en las teorías de la categorización y de la identidad social.
Dado que los prejuicios son actitudes hacia grupos o miembros de grupos, desde la psicología social se han desarrollado diferentes formas para reducir los prejuicios basadas en las teorías de la categorización y de la identidad social.
Reducción de prejuicios a través de la recategorización
Las personas tendemos a categorizar, a dividir a las personas según categorías. Esta categorización hace que favorezcamos más a los que incluimos dentro de nuestra categoría, dando lugar a prejuicios hacia los miembros de otras categorías. Por ello, aumentar la flexibilidad de los límites de las categorías reducirá los prejuicios. En este sentido, caben al menos tres posibilidades:
“Yo soy como soy y tú eres como eres, construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, donde tú puedas ser sin dejar de ser tú, y donde ni yo ni tú obliguemos al otro a ser como yo o como tú”.
-Subcomandante Marcos.
Las personas tendemos a categorizar, a dividir a las personas según categorías. Esta categorización hace que favorezcamos más a los que incluimos dentro de nuestra categoría, dando lugar a prejuicios hacia los miembros de otras categorías. Por ello, aumentar la flexibilidad de los límites de las categorías reducirá los prejuicios. En este sentido, caben al menos tres posibilidades:
- La descategorización: consiste en ver a los miembros de otras categorías como personas individuales. De esta forma, el prejuicio se reducirá. Si en vez de ver a alguien como un miembro de un país lo vemos como una persona independiente, las actitudes serán más positivas.
- La categorización cruzada: consiste en resaltar las categorías comunes de pertenencia que pueden tener los miembros de dos grupos enfrentados. Al hacer consciente a las personas de las categorías que comparten, las actitudes hacia esas personas serían más favorables. Podemos tener diferente religión pero, aun así compartir género y nacionalidad.
- La recategorización: consiste en tratar de crear una nueva categorización que englobe conjuntamente a los miembros de diferentes categorías. Ej. No somos españoles y franceses, somos europeos.
“Yo soy como soy y tú eres como eres, construyamos un mundo donde yo pueda ser sin dejar de ser yo, donde tú puedas ser sin dejar de ser tú, y donde ni yo ni tú obliguemos al otro a ser como yo o como tú”.
-Subcomandante Marcos.
Reducir los prejuicios a través de la identidad grupal común
Esta última estrategia, la recategorización, es la que más se ha estudiado. Ya que categorizar lleva a la formación de identidades: si me categorizo como mujer, formaré una identidad de mujer. De este modo, para fomentar la recategorización sería necesario crear nuevas identidades más inclusivas. Identidades que englobaran a mi identidad y la de los otros.
Por ejemplo, si mi identidad es mujer y la tuya hombre, yo voy a favorecer más a mi grupo, las mujeres, y tendré prejuicios hacia los miembros de tu grupo, los hombres. Pero si, en cambio, ambos nos identificamos como feministas, favoreceré tanto a los hombres como a las mujeres.
Tener una identidad común hace que aumenten las conductas de ayuda y cooperación. Por tanto, cuantas más personas integre la identidad más van a ser los beneficios del grupo. Además, volviendo al ejemplo anterior, las identidades iniciales no se perderían. Seguiríamos siendo mujeres y feministas u hombres y feministas. De este modo, tendríamos una identidad dual y aunque habría otro grupo con otra identidad, a la vez serían miembros de nuestro grupo. El problema es que las identidades sociales no se activan a la vez, solo se activa la que es más importante en el momento.
Reducir los prejuicios a través del contacto
Muy relacionada con las estrategias de categorización en la reducción de prejuicios está la hipótesis del contacto. Esta teoría sostiene que es posible reducir los prejuicios cuando se incrementa el contacto entre miembros de varios grupos sociales o cuando se sabe que miembros del propio grupo han establecido relaciones estrechas con miembros de otros grupos.
Sin embargo, la hipótesis del contacto solo parece tener éxito cuando se dan unas condiciones específicas que favorecen el contacto entre los miembros de los diferentes grupos sociales. Estas condiciones son cuatro:
Sin embargo, la dificultad de hacer que la gente se identifique como humanos y que siempre sea la identidad más importante complica la viabilidad de esta opción. Quizás, un enemigo común de otro planeta haría que nos identificáramos como humanos o terrícolas y se acabara con el prejuicio. Algo posible, pero improbable.
Roberto Muelas Lobato
Esta última estrategia, la recategorización, es la que más se ha estudiado. Ya que categorizar lleva a la formación de identidades: si me categorizo como mujer, formaré una identidad de mujer. De este modo, para fomentar la recategorización sería necesario crear nuevas identidades más inclusivas. Identidades que englobaran a mi identidad y la de los otros.
Por ejemplo, si mi identidad es mujer y la tuya hombre, yo voy a favorecer más a mi grupo, las mujeres, y tendré prejuicios hacia los miembros de tu grupo, los hombres. Pero si, en cambio, ambos nos identificamos como feministas, favoreceré tanto a los hombres como a las mujeres.
Tener una identidad común hace que aumenten las conductas de ayuda y cooperación. Por tanto, cuantas más personas integre la identidad más van a ser los beneficios del grupo. Además, volviendo al ejemplo anterior, las identidades iniciales no se perderían. Seguiríamos siendo mujeres y feministas u hombres y feministas. De este modo, tendríamos una identidad dual y aunque habría otro grupo con otra identidad, a la vez serían miembros de nuestro grupo. El problema es que las identidades sociales no se activan a la vez, solo se activa la que es más importante en el momento.
Reducir los prejuicios a través del contacto
Muy relacionada con las estrategias de categorización en la reducción de prejuicios está la hipótesis del contacto. Esta teoría sostiene que es posible reducir los prejuicios cuando se incrementa el contacto entre miembros de varios grupos sociales o cuando se sabe que miembros del propio grupo han establecido relaciones estrechas con miembros de otros grupos.
Sin embargo, la hipótesis del contacto solo parece tener éxito cuando se dan unas condiciones específicas que favorecen el contacto entre los miembros de los diferentes grupos sociales. Estas condiciones son cuatro:
- Debe existir un apoyo tanto social como institucional a la hora de promover el contacto.
- El contacto debe ser prolongado. Debe haber tiempo suficiente para que las relaciones entre los miembros de los grupos sean significativas.
- Los participantes, las personas entre las que se da el contacto, deben tener un estatus similar. La condición de los grupos debe la misma.
- Los grupos implicados deben tener objetivos en común, de manera que estos interesen compartidos generen relaciones de cooperación.
Sin embargo, la dificultad de hacer que la gente se identifique como humanos y que siempre sea la identidad más importante complica la viabilidad de esta opción. Quizás, un enemigo común de otro planeta haría que nos identificáramos como humanos o terrícolas y se acabara con el prejuicio. Algo posible, pero improbable.
Roberto Muelas Lobato
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