El día de hoy debo de agradecerle a Dios por un año más de vida y por las bendiciones que ha traído en este año de crecimiento. También agradecerte a ti que dedicas tiempo de tu día a ver los artículos e imágenes publicados diariamente desde hace más de 3 años, que ha hecho de esta página un proyecto maravilloso para despertar la consciencia del gran poder interior de cada uno, gracias.
El hecho de darle vida a esta página no es el mostrarme como un guía sino el compartir la lucha cotidiana por dejar de poner nuestra felicidad en cosas y personas. Todos somos seres en evolución, todos cometemos errores, tenemos días buenos y no tan buenos, seguimos conociendo nuestras sombras y reconciliándonos con ellas, probamos diferentes caminos y vivimos nuestra espiritualidad desde nuestro ser único e irrepetible.
Aun así me atrevo a compartirte unas ideas que he experimentado en los últimos años sobre los aprendizajes en la vida. En cada paso vamos aprendiendo, la mayoría de las veces lo hacemos a través de golpes en nuestra vida, situaciones dolorosas e imprevistas, otras aprendemos por consciencia, es decir, transformándonos sin necesitar estimulación externa. Te propongo 7 aprendizajes para tomarlos en cuenta cada segundo, no te darán la felicidad que esperas sino que quitarán los obstáculos para que la descubras viva en tu corazón.
1. Aprende a vivir con dolor
La vida tiene momentos de alegría y tristeza, de encuentros y despedidas. Personas que fueron especiales ciertos momentos, periodos o toda nuestra existencia se van por decisión o por circunstancias. Y si esa persona fue muy importante en tu vida por más que vivas el duelo por la relación acabada o por la muerte de ese alguien el dolor seguirá por mucho tiempo, tal vez por el resto de tu vida. Tal vez seas de los privilegiados que pueden estar como si no pasó nada, pero para la mayoría es tarea casi imposible olvidar por completo el dolor de la ausencia y cerrar esa etapa de nuestra vida. Por eso te pido, aprende a vivir con dolor, acéptalo, pero al sufrimiento déjalo fuera. ¿Cuál es la diferencia? Que el dolor se da por un hecho real mientras el sufrimiento es tu lucha mental por no querer aceptarlo, por resistirte a la realidad mediante quejas, enojos, depresión.
Hace casi 8 meses perdí a mi madre, precisamente en estos días me ha llegado más su recuerdo, por lo general en mi cumpleaños hacía comida especial y me recibía con un abrazo mientras las lágrimas le rodaban por el rostro y me decía que me quería mucho. Su muerte me duele, es algo real. Sé que está mejor ahora que en sus últimos días estando enferma e internada. Acepto que se fue antes de lo que yo quisiera, que me dolió y duele aun su partida pero la dejo ir sabiendo que tengo que seguir viviendo, haciendo lo que me apasiona, disfrutando a los que están vivos a mi lado ya que eso es una manera de honrarla.
De nada sirve seguir tirado en el suelo llorando, haciendo berrinche, preguntándole a Dios el por qué se la llevó, haciéndome la víctima ante los demás para comprar su lástima. Asume la realidad, si la persona se fue por un accidente, enfermedad o por su decisión acepta la separación, vive tu duelo a tu ritmo, junta tus pedazos y sigue adelante.
2. Aprende a vivir sin culpa ni rencor
¿Cómo podemos resumir nuestra vida sin tomar en cuenta los muchos errores cometidos? No somos perfectos, desde que éramos niños fallamos, a veces con intención y a veces por azares del destino. Viendo las cosas desde solamente la óptica negativa nos la hemos pasado dañando a otros, fracasando, pagando mal el amor o la confianza puesta en uno, siendo mediocres, malgastando nuestros dones, quejándonos de nuestra vida por no atrevernos a cambiarla. Todo esto genera culpa, y la culpa te hace ver terrible, te vuelves tu peor enemigo, te recriminas, juzgas y te etiquetas como una persona sin valor ni merecimientos.
Esa óptica negativa es un regalo cultural, nos educan para que sea más fácil reconocer nuestros defectos que nuestras cualidades. ¿O no te pasa que cuando te “obligan” a decir algo positivo sobre ti temes que alguien se levante y diga que no es cierto o te tachen de presumido? Si, hemos hecho cosas malas en nuestra vida pero eso no nos hace malas personas. La culpa no sirve para nada, si yo asumo mi culpa es una justificación para seguir fallando o para darme con todo anímicamente hasta que mi autoestima desaparece por completo. Asumir la responsabilidad es el paso a seguir. Cuando me hago responsable de un error indico que lo hecho estuvo mal pero mi autoestima sigue intacta y eso me permite tener las fuerzas para cambiar y ser mejores.
Sea lo que hayas hecho no fue tu culpa, fue tu responsabilidad. Si lo hiciste sin intención reconoce que te equivocaste y aprende para no volver a fallar. Si lo hiciste con intención date cuenta de algo. ¿No te ha pasado que tomas una decisión que en ese momento crees la correcta y tiempo después la consideras un error y ni te explicas porque elegiste aquello? En aquel momento para ti fue lo mejor pero cambiaste tu forma de pensar, sentir y actuar y, al ser diferente, ves las cosas de otra manera. Aquello que realizaste por tu voluntad realmente lo hiciste con lo que tenías en ti, para decirlo de otra manera, lo hiciste estando seguro de que lo estabas haciendo por voluntad pero realmente estabas reaccionando a tu programación, estabas actuando de acuerdo a tus defensas ante el miedo.
Por lo mismo no puedes culparte por estar dormido, hazte responsable y no sigas dañando a los demás por tener miedo a ser dañado, a no ser correspondido, a no ser reconocido. Despierta y actúa en consecuencia. ¿Y el rencor? Pues lo mismo aplica para otros. En este caso la culpa la pones en otra persona, la juzgas por hacerte daño y generas en ti un odio creyendo que eso que está dentro de ti va a perjudicarla. Rencores que guardas por años y muchas veces la persona “responsable” ni es consciente de lo que provocó. Deja los rencores, mira la situación con amor y compasión, si alguien te hizo algún daño puede que no se haya dado cuenta o que haya actuado por su programación. La mayoría de las personas agresivas lo hacen como defensa, prefieren atacar primero a correr el riesgo de ser dañados.
Así que elimina la culpa y el rencor, libérate de esas emociones negativas y te sentirás más ligero en tu viaje.
3. Aprende a vivir con incertidumbre
Sé que puede sonar mal este aprendizaje. La mayoría de nosotros quiere certeza, seguridad. Buscas un trabajo estable, el no pasar momentos de inquietud, estar relajado y no ansioso. En ningún momento indico que buscar certeza y seguridad está mal, es un gran regalo tener trabajo y planes a futuro. Me refiero al deseo de tener todo controlado, a la obsesión de prever todos los escenarios y tratar de ajustar la realidad de eventos y personas a sus ideas.
Resistirse a la incertidumbre significa pasarse el tiempo suponiendo e imaginando el qué pasaría. Adivinar las reacciones de las personas de acuerdo a tu forma de pensar, a lo que tu harías en su lugar. Desear con muchas ganas que todo suceda como tú quieres, que el clima, la economía, tus jefes, familia, amigos, clientes, la naturaleza y hasta el universo entero cambien sus cursos de acción para ajustarse a tu manera personal de vivir.
Yo por muchos años tuve una obsesión por el control. Tenía definidos con semanas de anticipación en mi agenda mis actividades y estaban calibradas milimétricamente para ajustarse perfectamente. No contaba con que las personas no eran puntuales, o había tráfico o había llovido y se había cerrado mi ruta pensada, y me generaba un enojo tan grande que se convertía en migraña. Me resistía a la realidad, que no era la misma que mi interpretación mental de ella, y mi cabeza me estallaba sin medida. Me costó trabajo aceptar mi obsesión y dejarla ir poco a poco. Me sentía indefenso al no saber qué iba a hacer en una semana o al día siguiente, aprender a fluir y a no tener todo planeado ni previsto.
Ahora te puedo decir que vivo más relajado, sigo planeando algunas cosas, sigo un horario pero dejo el resto como sorpresa. Aprende a vivir con incertidumbre, déjate sorprender por la vida y las personas, fluye con lo que pasa, suelta la ilusión del control y descubre que cada día es diferente al anterior.
4. Aprende a vivir sin apegos ni expectativas
Vivir sin apegos no significa carecer de posesiones, significa el tener la capacidad de vivir igual con ellas que sin ellas. Te pongo un ejemplo, ¿eres de las personas que cuida su ropa, su celular, su computadora o algo más como si tu vida dependiera de ello? ¿Tienes alguna posesión que el solo hecho de pensar en que se rompa, pierda o te la roben te genera una sensación de malestar en el estómago porque piensas que sería algo terrible? ¿Tienes en tu vida a alguna persona en la cual depositas tu felicidad y tienes miedo a perderla porque piensas que no podrías vivir sin ella?
Si contestaste si a alguna de las preguntas tienes uno o varios apegos. Eso no te vuelve una persona mala, te vuelve una persona normal como todos. Como te decía anteriormente nos han educado con baja autoestima de tal manera que nos creemos seres incompletos, sin valor ni merecimientos y por eso mismo pensamos que las cosas que tenemos y las personas que nos rodean nos pueden dar eso que nos falta. No compramos cosas de marca para poder presumir y estar a la moda, hacemos cosas para darnos un status, buscamos una pareja que sea nuestra media naranja porque necesitamos que alguien nos ame tanto para decirnos que somos importantes, que le damos sentido a su existencia, que nos complete, que nos acepte en su vida y nos permita lidiar con sus carencias y darle valor a su paso por esta tierra.
Vivimos apegados a cosas y personas más el problema se agrava cuando generamos expectativas en ellas y esperamos que no nos fallen. Y todo va bien por un tiempo pero entonces surge alguna situación en la que lo que pasa no corresponde con nuestras expectativas y nos sentimos traicionados, heridos, defraudados. Lloramos de enojo cuando el celular se cae y se estrella la pantalla que nos dijeron que era casi irrompible, cuando el ascenso que nos tenían prometido se lo dan a otra persona, cuando alguien que nos juró amor eterno o nos dijo que éramos el amor de su vida resulta con un defecto que no podemos aceptar o se aleja de nosotros por haber cambiado de intereses.
No podemos controlar todo lo que pasa, ni lo que piensan, dicen, sienten o hacen los demás. Solo puedes hacerte responsable de ti y dejar en libertad a los demás para que sean como quieren ser. Al poner expectativas buscas mantenerte en tu zona de confort y exigir que la realidad sea como quieres, limitas el crecimiento del otro y el tuyo propio. Aprende a no poner expectativas o por lo menos a que tu felicidad no dependa de ellas. Aprende el difícil arte de decir: “Yo no soy todo lo que esperas ni tú eres todo lo que yo espero, tú eres tú y yo soy yo, cada uno en un ser diferente. Ninguno pertenece al otro ni ninguno necesita al otro para ser feliz ni es responsable de su felicidad, no te pido que seas como yo quiero, te acepto como eres, no me pidas que sea como tú quieres, acéptame como soy”.
5. Aprende a vivir con miedo
El miedo es una emoción natural, nos permite vivir con precauciones pues su objetivo principal es la protección. Por ello no se trata de vivir sin miedo porque el eliminarlo podía ser perjudicial. Imagínate vivir sin miedo a lastimarte o a quemarte, andaríamos cruzándonos la calle sin detenernos o pondríamos la mano sobre la hornilla de la estufa encendida como si no pasara nada. El miedo tiene una razón de ser, el problema se da cuando te paraliza. Eso ocurre por haber vivido una mala experiencia que fue dolorosa para nosotros o porque inconscientemente asociamos una situación o evento con algo no trabajando en la mente (por ejemplo, tener miedo a las alturas, a algunos animales, a estar encerrado, etc).
Me quiero enfocar en dos miedos principales relacionados entre sí: el miedo a ser lastimado y el miedo a no ser amado. Este tipo de emociones nos impiden avanzar en la vida, fueron generados en una etapa anterior en nuestra vida como la niñez o adolescencia donde no habíamos madurado y una situación nos dejó una herida que aparentemente ha cerrado pero que en realidad sigue molestándonos. Trasladamos lo sucedido a nuevas situaciones y personas y creemos que se puede repetir y que de nuevo seamos golpeados por la vida y experimentemos ese dolor insoportable. Existen frases que denotan el miedo a ser lastimado como “no aguantaría un fracaso más”, “no me atrevo a dar un paso más porque si me rechaza me dolería demasiado” y muchas más.
Los miedos pueden ser identificados a través de sensaciones en el cuerpo o al darse a notar en ciertas circunstancias, pero otras veces se esconden detrás de otras emociones como el enojo. Te decía que las personas que temen ser lastimadas poseen un carácter fuerte y son agresivas como medida de defensa. Yo pertenecía a este grupo, mi carácter era explosivo, dañaba mucho con palabras y mi paciencia era casi nula. Cuando parecía que las dinámicas para controlar el enojo no habían funcionado me vino una situación en la que algo se movió en mí y descubrí que había algo más en lo profundo de mi ser.
Era el miedo a ser dañado, cuando lo acepté vi al niño temeroso que había en mí, ese niño que prefería estar lejos de las personas por no poder confiar plenamente en ellas. Al abrazar a ese niño interior al mismo tiempo abracé al miedo y comenzó a sanar. No te puedo mentir, aún sigo teniendo esa sensación en el estómago cuando me quiero acercar a alguien, respiro profundo y me animo a conocerlo. Trato de no dejar volar mi mente porque si lo hago se le unen otros miedos: el miedo a no ser amado, el miedo a no cumplir con lo que los demás esperan de mí y el miedo a quedarme solo. Todos ellos provienen de un mal manejo de la autoestima, si no te valoras mucho esos miedos se aprovechan y surgen. Mírate con amor, tu mereces que los demás te amen, te respeten, te acepten; no tienes que cumplir las expectativas de otros, sé tú mismo, sigue tu camino con o sin su aprobación; dale tiempo al tiempo, si por ahora no tienes pareja aprovecha el tiempo para trabajar en ti, para ser una mejor persona, alguien completo y recuerda que no necesitas a nadie para ser feliz, la paz, el amor, la felicidad ya están en tu corazón, solo tienes que descubrirlos. Cuando te ames profundamente, atraerás a personas y puede que alguna de ellas sea compatible con tus ideales y se convierta en tu compañera de vida.
6. Aprende a vivir sin complicaciones
Algo que he percibido en mi experiencia y en las pláticas con pacientes en mi consultorio es que nos gusta complicarnos la vida. Pedimos con insistencia a Dios un mejor trabajo, una pareja, dinero para poder comprarnos eso que deseamos y desde que amanece nos ponemos en modo de súplica y de queja. “Yo sé que me amas, si me lo pudieras mostrar con un premio de la lotería, logrando que tal persona me haga caso, quitándome la molestia en la pierna o ¿no quieres acaso que sea feliz?, si yo me porto bien, me lo merezco, o tan siquiera me lo merezco más que mi compañero de trabajo que no hace tanto bien como yo, pero se pudo de ir de viaje a otro país una semana”. Nos enfocamos en lo que nos “falta” y olvidamos las muchas bendiciones que tenemos.
Desde este momento podemos ser felices porque es cuestión de actitud. Primero agradece, después vuelve a agradecer y por último agradece que tienes que agradecer. Disfruta tu vida, tu día a día, agradece las cosas buenas y también las no tan buenas. Por experiencia te digo que lo que hace algunos años fue una maldición ahora es para mí es una de las mayores bendiciones de mi vida. Así que fluye con los eventos de tu vida, obtén un aprendizaje de todo y ponlo en práctica. Abre tu mente a nuevas cosas, lee, sal de tu rutina y no te quedes con las ganas de hacer algo, aprovecha tu vida y regálate bellos momentos.
Pero también te digo, mantén tu vida simple, no te busques problemas gratis, no te pongas en situaciones que puedan crear malestar y dolor a otros, mantén el equilibrio entre tus derechos y los derechos de los demás, sigue el mandamiento del amor y frena el impulso de hacer o decir algo de lo que después te puedas arrepentir.
Vivir simple para mi significa estar relajado, que no te veas afectado por personas y eventos, que dejes atrás preocupaciones y nostalgias. Porque por más que te preocupes por algo no vas a conseguir que salga mejor si no está en tus manos, por más que recuerdes una y otra vez algo no dejará de ser pasado. Conoce tus límites y solo haz lo que te corresponde, no asumas responsabilidades que no son tuyas y deja a cada quien su vida y sus aprendizajes. Tú has logrado aprender dado que experimentaste en carne propia el dolor y la alegría, deja que cada uno lo experimente, por más que quieras salvar a alguien de los tragos amargos de la vida los tendrá que pasar, así que identifica bien el hecho de acompañar a otros y vivir por otros porque muchas veces terminas cargando sus problemas y dejando de lado el disfrutar tu propia vida.
7. Aprende a vivir con libertad y amor
Considero que el último aprendizaje es una suma de los anteriores. Vivir con libertad y amor es el máximo logro al cual podemos aspirar. Despojarnos de las cadenas del apego, la culpa, el miedo, el sufrimiento, las expectativas, el rencor y todos aquellos aspectos que nos hacen pensar que sufrimos es llegar a la iluminación y para ello el camino es el amor. Comienza amándote a ti mismo, vuélvete tu persona favorita, sonríete en el espejo, complace tus antojos, cuida tu salud con alimentación, ejercicio y no guardando emociones negativas. Después amplia ese amor hacia los demás, da ejemplo de ser una persona coherente entre tus palabras y los hechos, lucha por estar presente ofreciendo una mano, tratando con compasión y respeto al otro; siendo buen padre, hijo, esposo, hermano, amigo, compañero. Mira en el otro al mismo poder superior que está en tu corazón, crea armonía a tu alrededor y comparte tus aprendizajes con otros.
Deseo que tu vida sea plena, que tu mente transcienda las ilusiones que nos atan y que tu espíritu se llene de dicha y paz cada segundo de tu existencia. Bendiciones para ti y tu familia, a seguir aprendiendo juntos.
Wilmer Ramírez