Hoy quería compartir contigo un ejercicio muy poderoso.
Lo he encontrado en el libro “Journey through the Arcturian Corridor”, y sirve para ascender a la quinta dimensión.
Es un ejercicio muy hermoso.
Ascender a la quinta dimensión forma parte de nuestra evolución espiritual y personal.
Y estamos más que listos para hacerlo.
Qué Significa Ascender a la Quinta Dimensión Espiritual
Si lo recuerdas, hace unas semanas hablábamos de qué son las diferentes dimensiones espirituales; especialmente la tercera, la cuarta y la quinta.
Resumiéndolo, la idea más importante es que las dimensiones espirituales no son lugares, sino estados de conciencia. Pasar a una dimensión superior no significa viajar a otro lugar, sino simplemente percibir aspectos más profundos y sutiles del lugar donde estamos.
Estar en la tercera dimensión significa percibir principalmente el mundo físico.
Estar en la cuarta dimensión significa percibir también los sentimientos y los pensamientos.
Y estar en la quinta dimensión significa percibir la unidad y el amor incondicional entre todas las cosas.
Ascender a la quinta dimensión, pues, es simplemente ampliar nuestra conciencia para percibir la unidad y el amor entre todo lo que existe. Sin ninguna necesidad de abandonar el lugar donde estamos.
Este es un paso muy importante en la evolución de la humanidad. Es el paso que nos falta para llegar a la paz que tanto deseamos.
El Primer Paso para Ascender a la Quinta Dimensión Espiritual
El ejercicio que te propongo para ascender a la quinta dimensión consiste, en primer lugar, en tomar conciencia de que hay diferentes partes de tu vida que ya están en la quinta dimensión; al igual que hay partes de tu vida que están en la tercera y partes que están en la cuarta.
(Como te decía, este ejercicio lo he encontrado en el libro “Journey through the Arcturian Corridor”, que es un libro maravilloso y gratuito. La única pega es que está en inglés).
Las partes de tu vida que vibran en la tercera dimensión son aquellas que están rodeadas de dramas, limitaciones y tareas pesadas y aburridas en general.
Tómate un momento para pensar en estas áreas de tu vida. ¿Cómo te sientes cuando piensas en ellas?
Por otro lado, hay partes de tu vida que están llenas de creatividad, risa y diversión. Fíjate en ellas durante unos instantes. Estas áreas resuenan principalmente con la cuarta dimensión. ¿Qué áreas son exactamente?
¿Y cómo te sientes cuando piensas en ellas?
Y, por último, hay determinadas personas, actividades, lugares o incluso cosas, que te hacen sentir lleno de amor, paz y unidad. Estas son las partes de tu vida que resuenan con el amor incondicional de la quinta dimensión.
Siente esta vibración durante unos momentos. ¿Cómo te sientes al pensar en ella?
Te sientes muy bien, ¿verdad?
Es muy importante tomar conciencia de cómo cambia tu manera de sentirte en función de dónde pones tu atención. A medida que vas desplazando tu atención hacia las áreas de tu vida que vibran a una frecuencia más alta, cada vez te vas sintiendo más lleno de paz, luz y amor.
Este es el camino para ascender a la quinta dimensión: centrarnos en las partes de nuestra vida que ya están en la quinta dimensión
De esta manera, de forma suave y progresiva, vamos moviendo todo nuestro ser al completo hacia ella.
Aquello en lo que centramos nuestros pensamientos, se convierte en nuestra realidad.
Si nos centramos en el amor, viviremos en el amor.
Cómo Ascender a la Quinta Dimensión Espiritual
Lo bueno de este ejercicio es que requiere relativamente poco esfuerzo. No se trata de forzarnos a amarlo todo, sino de centrar nuestra atención en aquello de nuestra vida que eleva nuestra vibración.
Se trata simplemente de mover el foco de nuestra atención hacía las partes de nuestra vida que ya vibran en el amor. Aprovechar las partes de nuestra vida que ya están en la quinta dimensión, y focalizarnos más en ellas.
A efectos prácticos, esto implica apartar nuestra atención de aquello que disminuye nuestra frecuencia. Si nos movemos hacia la quinta dimensión, en parte nos alejamos de la tercera y la cuarta.
Si nos movemos hacia el amor, nos alejamos de los dramas.
Y esto puede generar algunas reticencias iniciales.
Una duda posible es: ¿significa esto que tengo que dejar de pensar en las personas que sufren? ¿Si me siento mal cuando veo dolor en el mundo, tengo que dejar de pensar en ello?
Si tienes algún conocido que lo está pasando mal, por ejemplo, o si ves una noticia triste en la televisión, ¿tienes que evitar pensar en esto?
Para poder responder esta pregunta correctamente, hay que tener varias cosas en cuenta. La primera es que, que tú creas que una persona está sufriendo, no significa que realmente sea cierto. Quizás es solo tu percepción. O quizás no sufre tanto como tú crees.
En segundo lugar, cada persona tiene su propio camino y sus propios motivos. Hay personas muy elevadas espiritualmente, por ejemplo, que han decidido vivir en entornos muy duros para ser luz en medio de la oscuridad. Y también hay personas que están en un proceso de gran dolor que les permitirá “tocar fondo” y ascender a la luz desde allí.
Cada uno tiene sus razones, y nosotros no somos quién para juzgarlo.
Pero por encima de todo, es muy importante entender bien que el simple hecho de prestar atención a los dramas no ayuda a las personas que los sufren. A menudo creemos que por el simple hecho de pensar en alguien que sufre, lo estamos ayudando. Como si cogiéramos un poco de su carga.
Pero no es así.
Es cierto que lo hacemos con toda la buena intención del mundo, pero no lo ayudamos. Más bien todo lo contrario.
Nuestra mente crea la realidad que nos rodea, así que si pensamos que alguien está sufriendo, estamos contribuyendo a que sufra. Estamos contribuyendo a seguir creando esta realidad.
Estamos haciendo su carga más pesada.
Sin ninguna mala intención, por supuesto, pero esto es lo que pasa.
En cambio, si pensamos en ella con amor, y la vemos como una persona llena de luz y fuerza, entonces sí contribuimos de forma positiva a su vida.
El mundo no necesita que pensemos en los que sufren, y que nos unamos a su sufrimiento pensando en ellos. Lo que el mundo necesita es que estemos lo más centrados posible en nuestro amor puro y que lo expresemos al máximo.
El mundo no necesita nuestro dolor, ni tampoco que nos compadezcamos de él.
El mundo necesita nuestra luz.
Si te centras en las partes de tu vida donde ya hay luz, tu luz se expandirá y brillará cada vez con más fuerza.
Y todo el mundo se hará más brillante gracias a ti.
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