Un hombre rico le contaba una vez al Maestro que, por más que lo intentara, no podía refrenar su deseo compulsivo de ganar dinero.
« ¿Ni siquiera a costa de no poder disfrutar de la vida'?», preguntó el Maestro.
«Creo que eso tendré que dejarlo para cuando sea viejo. . .»
«Si es que vives lo suficiente», le replicó el Maestro, el cual le contó además lo de aquel atracador que le dijo a su víctima: « ¡La bolsa o la vida!». Y el otro le contestó: «Quédate con mi vida. La bolsa la guardo para cuando sea Viejo».
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