Para ilustrar el axioma que tantas veces repetía -«Veis las cosas como vosotros sois, no como ellas SON»-, el Maestro refirió el caso de un viejo amigo suyo de ochenta años que había llegado al monasterio cubierto de lodo y totalmente empapado.
«Ha sido ese riachuelo que hay a medio kilómetro de aquí», explicó. «Antes, siempre podía saltarlo sin problemas, pero ahora no consigo nunca pasar de la mitad. Y es que no me había dado cuenta de que el riachuelo se ha hecho más ancho».
A lo cual, el Maestro mismo añadió:
«Ahora, cada vez que me agacho para atarme los zapatos, me doy cuenta de que el suelo está más lejos que cuando era Joven».
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