Cuando llegaba un nuevo discípulo, este era el "catecismo" a que solía someterle el Maestro:
-¿Sabes quién es la única persona que no habrá de abandonarte jamás en tu vida?
-¿Quién?
-Tú.
-¿Y sabes quién tiene la respuesta a cualquier pregunta que puedas hacerte?.
-¿Quién?
-Tú.
-¿Y puedes adivinar quién tiene la solución a todos y cada uno de tus problemas?
-Me rindo...
-Tú.
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