Hoy he decidido que un mal momento, una discusión, o una crítica desafortunada, van a ser sólo nubes pasajeras que no estropearán más mis días, porque un mal instante no es sinónimo de una mala vida, y yo, merezco ser feliz.
Estamos seguros de que también tú habrás pasado una de esas épocas en que un mal momento parece encadenarse con otro más hasta tejer, sin saber cómo, una temporada de indefensión y de sensaciones muy negativas. Son esas etapas en que el estrés y la ansiedad se adhieren como una segunda piel en nosotros.
Un mal momento que no se gestiona como es debido, puede trasformarse en desconsuelo, rabia o frustración: las emociones negativas que no se afrontan, son como el humo oscuro de una chimenea que necesita salir fuera, de lo contrario las consecuencias son imprevisibles.
En el fondo, y si pensamos en ello por un segundo, nos daremos cuenta de que pocos días son los que llegan a la noche sin que al menos, hayamos pasado un mal momento, por insignificante que sea.
Una discusión, un malentendido, una decepción, un encuentro inesperado que no deseábamos, un error, un mal gesto, un desaire, una mala noticia, algo que se rompe, algo que se pierde, un recuerdo que viene a nuestra memoria…
Son aspectos, como decimos, muy comunes. Ahora bien, en este espectro entran sin duda cosas sin apenas importancia y aspectos un poco más serios. Y tanto unas cosas como otras deben afrontarse con adecuada serenidad e Inteligencia Emocional. Te lo explicamos.
Un mal momento no es una mala vida
Todos experimentamos situaciones complejas a lo largo del día. No obstante, hay quien tolera un poco peor ese mal momento de la mañana, hasta el punto de acumular tanta rabia e indignación al medio día, que acaba acudiendo a la cama con dolor de cabeza pensando que la suya, es realmente “una mala vida”. ¿Conoces a alguien así?
La vida es saber aceptar que nos traerá buenos y malos momentos. Si no estamos preparados para asumir ese mal momento cotidiano, se te escaparán todos los buenos porque seguirás encallado en esas emociones negativas: aprende a dejar ir.
Es muy probable que también tú tengas cerca a ese tipo de personas que ante una discusión, son casi incapaces de darle fin y avanzar. En su mente sigue rondando la ira, la rabia, el “yo tengo razón”, el “me has amargado el día” y el “no puedo dejar de pensar en eso”.
El enfado constante, el no saber gestionar el mal momento hasta el punto de hacer una auténtica bola de nieve de cada aspecto, es reflejo de alguien que se obstina en negar la realidad, o al menos afrontarla.
Si algo les molesta, si algo inesperado sucede reaccionan siempre hacia fuera mediante la rabia, las palabras subidas de tono y la gestualidad. Las personas que hacen de un mal momento una mala vida viven siempre a la defensiva, viendo al mundo como su enemigo.
El mundo no es nuestro enemigo, hay quien se enfada ante lo que no entiende o lo que no puede controlar: una discusión de pareja, por ejemplo, es algo normal, pero hay personas que no tienen adecuadas estrategias y ven cada palabra como un agravio, son incapaces de empatizar, de entender la visión del otro.
Los malos momentos los trae la vida casi a diario, y en lugar de reaccionar pensando “que todo lo malo me pasa a mi” es mejor entender cuanto antes el origen de ese mal momento, resolverlo, aceptarlo… Y permitir que el día vuelva a ser tuyo.
El momento en que dejas de preocuparte, empiezas a disfrutar de la vida
Es fácil decirlo, pero… ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo puedo dejar de preocuparme de las cosas así, sin más?Procurando mantener un adecuado equilibrio en tu vida, y priorizando aquello que de verdad es importante: y tu bienestar lo es.
Todo puede cambiar en cualquier momento, lo esencial es que vistas una buena actitud, que tu corazón almacene esperanzas y no rencores para poder disfrutar de esos instantes con autenticidad.
Debes permitirte ser feliz, y por ello, merece la pena tener en cuenta de qué manera deberíamos gestionar esos malos momentos cotidianos.
Entiende que todo pasa, que ese error tiene solución, que esa crítica no te define, que quien te hace infeliz no merece tu atención ni tampoco más lágrimas en tu rostro.
Desactiva toda emoción negativa entendiéndola primero y después, canalizándola. Una discusión no se acaba levantando la voz, tal vez necesites dejarlo para otro momento, desconectar y aclarar ideas con calma.
Ese mal momento cotidiano puede ir seguido de un día excelente si tú lo permites. Di no a los pensamientos recurrentes y negativos, controla las actitudes fatalistas, esas que nos hacen pensar que la nuestra, es en realidad una mala vida. Evita todo este ruido mental que tan graves consecuencias trae.
Desconecta del rumor negativo, tómate un instante para ti y vence las emociones negativas con nuevas ilusiones, con proyectos nuevos a corto plazo.
Un momento dedicado a la reflexión, a la calma y a preocuparnos por nosotros mismos es invertir en nuestro futuro.
Valeria Sabater
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