Siempre tenemos que estar pendientes de qué quiere nuestro ego que hagamos. Debemos vigilarnos para que no doblemos en la esquina y digamos: “Nadie me va a ver”, porque ¿sabes qué? Dios está en todas partes en todo momento. Dios incluso va al restaurante chino con nosotros los domingos. Dios está entre nosotros.
Sin embargo, lo que es más importante para nosotros es que sepamos, con todo nuestro ser, que lo que sea que hagamos o dejemos de hacer hoy, mañana, o después, regresará a nosotros. Si podemos reconocer este hecho, entonces podremos crecer. Claro, en ese crecimiento puede que haya un dolor temporal, confusión y dificultad, pero si no crecemos, la alternativa es que nos estanquemos y nunca alcancemos la felicidad y la satisfacción.
Karen Berg
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