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miércoles, septiembre 16, 2015

¿Cómo saber cuándo es bueno luchar y cuándo aceptar y dejar ir?


Las resistencias a soltar y a dejar ir o dar y recibir perdón, es la mayor causa de nuestra infelicidad. Y la cual está íntimamente relacionada con el perdón y la liberación de esas cargas oscuras que nos atrasan y nos llenan de un dolor constante y nos interfieren directamente con la búsqueda de nuestra felicidad.

Aceptar y dejar ir, significa dejar de pelear con la vida, aceptando a las personas, las situaciones, las circunstancias y los hechos tal como se den, incluidas las decisiones y acciones del pasado, lo malo, así como lo bueno. Implica saber renunciar, a no aferrarnos  a aquello que la razón nos dice es, en nuestras circunstancias, imposible o muy costoso de lograr. Si dejamos de luchar y de resistirnos a lo inevitable, viviremos plenamente el presente, permaneciendo abiertos a todas las opciones sin aferrarnos rígidamente a ninguna de ellas. Esto estimula la capacidad de dar respuestas creativas a la existencia, tal como es en el aquí y en el ahora.

¿Cómo saber cuándo es bueno luchar y cuándo aceptar y dejar ir? 

Una conocida oración, de San Francisco de Asís, Dame serenidad Señor, para aceptar las cosas que yo no puedo cambiar”, serenidad para aceptar, pero también dame valor,  para poder cambiar las que puedo, y dame la sabiduría que hace falta para saber la diferencia. En ella, se pide a Dios fortaleza para aceptar lo que al cambio se resista, fortaleza para transformar lo modificable y sabiduría para reconocer la diferencia.

Muchas veces, muchas personas desperdician la mayor parte de su vida lamentándose de lo que pudo haber sido y no fue, viviendo en la nostalgia y la melancolía, viviendo en el pasado. Apegados a un recuerdo, un incidente que nos causó dolor o idealizando una vida pasada o una persona en nuestra vida, que en realidad no fue tan maravillosa como tú ahora  la añoras.

La negación en muchas ocasiones de querer seguir perpetuando una relación de pareja a veces hasta de maltrato conyugal que tratas de engañarte de que fue maravillosa, cuando en realidad no lo fue y tienes profundas heridas que todavía sangran en tu alma y te niegas a soltar.

Es como si viviéramos dentro de un bloque que detiene nuestro progreso espiritual y nuestra psiquis. Es un dolor latente, que vive ahí dentro y nos afecta nuestras decisiones presentes que luego afectaran  nuestro futuro en una cadena de infelicidad.

Pero que maravilloso es que podamos liberarnos de esos lastres y trabajar para nuestra felicidad, para sentirnos plenos, vitales y felices.

¿Y cómo es que vamos a hacer eso, te preguntarás?

Cambiando nuestra actitud y la forma en que vemos las cosas que nos rodean y las que nos suceden, escogiendo cómo nos vamos a sentir o reaccionar frente a los eventos, personas etc.

En el caso de Wayne Dyer, cuando fue entrevistado por Anthony Robins, él le contó una historia sobre la ausencia en su vida de su padre  alcohólico, que lo abandonó cuando él era pequeño y como su madre le hablaba siempre mal de él. Un día ya adulto decidió ir a buscarlo y buscó rastros y huellas de su padre hasta que cuando por fin dio con él, fue en un cementerio. Ahí, Dyer se dio cuenta de que la ausencia de su padre en su vida fue en realidad un acto de amor, porque él ( el padre) sabía en su corazón que no estaba capacitado para brindarle felicidad e irse fue un reconocimiento de ello.

Si enmarcamos esta historia y la integramos a la fe, sabemos que todo sucede por algo, que existe un orden divino y que se manifiesta de maneras que en el momento no podemos entender, pero que luego a la larga si lo hacemos.

De hecho, los psicólogos establecen cinco etapas que atraviesa el ser humano ante la pérdida en el proceso de aceptación.

En este sentido el duelo no solo se presentaría frente a la muerte de un ser querido, sino también con relación a situaciones que impliquen la evidencia para el sujeto de una falta, o de algo que ha de dejar atrás y que no volverá a recuperar, pero que deja siempre un recuerdo”. .

Esta definición corresponde a lo que hoy conocemos como duelo normal, sin embargo existe una forma particular de vivir el duelo que S. Freud llamó melancolía, en este caso el deudo se siente empobrecido y la pérdida es experimentada en el propio Yo. 

Ahora es un momento de reflexionar:
  1. Qué es lo que en este momento no te permite seguir adelante y ser feliz. Donde te encuentras estancado, que emoción, situación todavía arrastras de tu pasado, de tu niñez, de tu adolescencia, de tu vida actual.
  2. Cuáles son tus expectativas? Que te pidan perdón, saber por qué  te hicieron tal o cual cosa que no merecías, que la persona vuelva a ti y reconciliarte, reivindicarte, que esperas que suceda y no pasa.
  3. ¿Qué es lo que te está impidiendo avanzar, y dejar atrás el pasado?
  4. ¿Qué es lo que debes perdonar y perdonarte?
  5. ¿Qué es lo que vas a aceptar hoy y de lo que te vas a liberar? En este día y para siempre.

Pues, ¡libérate ahora!
Todo está en la manera que decidas ver las cosas, que seas generoso contigo y con los demás. Que alguien no desee continuar con la relación contigo, no necesariamente es tu culpa ni te deroga, simplemente la vida te está regalando una nueva oportunidad de vivir una experiencia nueva. Aprovéchala, la vida te sucede ahora y es lo que te pasa por el lado mientras tú pierdes el tiempo envenenándote de coraje y resentimiento y dolor, atrévete a ser feliz, es tu responsabilidad indelegable, compromete con tu felicidad y plenitud hoy.

Vale la pena sentirse libre de todo ese veneno que nos sembraron alguna vez. No merece que sigamos recordándolo por el resto de la vida, ¡pasa la página!

¡Suelta el pasado, deja de preocuparte por el futuro, vive el presente, la vida es maravillosa, todo va a estar bien!

Fuente:  www.joycepagan.net

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