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viernes, marzo 27, 2020

En medio del caos, calma

No es fácil vivir en medio del caos. No es sencillo mantener el equilibrio cuando llegan embestidas, cuando el viento se arremolina entre el cabello y nos susurra al oído mensajes de miedo con sabor a incertidumbre.

 
 
Estamos diseñados para anticiparnos, para responder emocional y cognitivamente de manera precipitada cuando el pánico nos asalta. Sin embargo, lo ideal en medio de estos escenarios es la calma.

Desde el campo de la psicología y la sociología, concluimos ya en que la palabra del año para este 2020 será sin lugar a dudas «miedo». Los acontecimientos presentes muestran ya todo ese caleidoscopio que se contiene en este término, y en el cual se integra desde el fantasma del comportamiento más irracional hasta esas reacciones más integradoras. Esas que asumen el temor, pero optan por afrontarlo llevando a cabo conductas proactivas para dar solución a un problema.

Señalaba el psiquiatra Karl Augustus Menninger que los miedos pueden educarse y que es entonces cuando damos los pasos más firmes. Es fácil decirlo pero llevarlo a cabo es posiblemente el acto más complejo y traumático en el ser humano. Porque cuando el caos llama a la puerta y nos arrebata la calma, la mente se desboca y, lo que es aún más peligroso, contagia a otros hasta hacer del miedo un enemigo de dimensiones extraordinarias.

En estos contextos, debe germinar la calma. Esta dimensión también puede entrenarse porque, al fin y al cabo, el propio miedo, la ansiedad y los comportamientos irracionales son un virus más que podemos aprender a contener. 
 
En medio del caos debemos aplicar un enfoque mental basado en la calma

Hemos llegado a un punto en que estamos enfermando (metafóricamente) de «malas noticias». La televisión, la radio, nuestras redes sociales… Los datos inquietantes, los hechos preocupantes y los mensajes negativos están ganando sobre los positivos.

Es más, por término medio, las noticias negativas siempre se comparten antes que las esperanzadoras. Lo hacemos sin aplicar siquiera el filtro de la prudencia, sin valorar a veces si esos hechos son ciertos o no.

Bien, es verdad que tenemos derecho a saber, que la información es poder y que hay que estar en contacto con la realidad inmediata. Pero hay momento en que las circunstancias y determinados hechos los interpretamos como abrumadores y se despierta de pronto, un sentimiento, el de la impotencia. No saber qué puede suceder mañana es sin duda lo que más nos asusta y limita.

Somos criaturas habituadas a tener el control sobre su realidad inmediata (o al menos pensar que es así). Experimentar de pronto que estamos en medio del caos, que lo que ayer dábamos por seguro hoy es incierto o ya no está, nos duele y nos perturba.

¿Qué podemos hacer ante estas circunstancias?
 
La calma es una actitud y llega cuando aceptas que no puedes controlarlo todo

En un contexto de incertidumbre aumenta la ansiedad. A ello se le suma otro factor: nuestro entorno, la información que recibimos, las personas que nos rodean contagiándonos sus emociones, sus miedos… Nada eleva tanto la angustia como el no saber, como la propia incertidumbre.

Un ejemplo, es mucho peor no saber si vamos a perder el trabajo que tener ya la certeza de que lo hemos perdido. El cerebro actúa de forma diferente. Es necesario, por tanto, que logremos aprender a tolerar la incertidumbre.

Debemos asumir que, aunque no tengamos el control sobre ciertas cosas, sí tenemos el control sobre cómo elegimos reaccionar ante ellas. Esa es la clave.
Actuar con calma es la mejor actitud. Es el enfoque mental mediante el que podemos responder de manera más acertada, razonable y ajustada dando lo mejor de nosotros mismos. 
 
Limpia la mente: elimina pensamientos catastróficos

En medio del caos, los pensamientos catastróficos no ayudan, nos hunden. En medio de las dificultades, de un escenario de dudas o problemas, la mente debe ser nuestra aliada y no esa adversaria que nos entorpece a cada paso.

Por tanto, es vital que seamos capaces de «limpiar» de nuestro enfoque cotidiano el pensamiento que entorpece, que alimenta el miedo y que en lugar de ayudarnos a dar con una solución, añade un problema más.

Seamos conscientes de ellos y eliminemos el diálogo interno negativo. La calma debe ser ese faro capaz de guiarnos en la oscuridad.
 
En medio del caos… ¿quién eliges ser?

Responder, en épocas difíciles, a la cuestión de quién deseamos ser puede ayudarnos en medio del caos. ¿El héroe o la víctima? ¿Quién sirvió de ayuda o empeoró aún más la situación? ¿Alguien de quien sentirte orgulloso o una figura que eligió el inmovilismo y el pánico?

Tú eliges, tú decides qué estela y qué impronta vas a dejar en esos días en los que estamos obligados a dar lo mejor de nosotros mismos.

En escenarios de crisis, la calma es esa compañera capaz de trazar caminos más serenos y acertados. Con ella de la mano, vemos las cosas con mayor nitidez para saber reaccionar, ser proactivos y responsables.

Es momento de activarla, es hora de que en un presente de cambios e incertidumbres, actuemos juntos con serenidad, inteligencia y aplomo.

Valeria Sabater

jueves, marzo 26, 2020

El síndrome de desconexión emocional

El síndrome de desconexión emocional se produce cuando una persona deja de sentir afecto. Pronto esto se extiende hacia otras emociones y se genera una situación en la cual parece como si no sintiera nada. Obviamente, en estos casos es imposible establecer un vínculo de empatía con los demás porque, para hacerlo, es necesario sentir.

 
 
Desafortunadamente, se ha extendido la idea de que hay una oposición entre emociones y razón. Muchos creen que las emociones forman parte de una zona primitiva del ser y que son un equívoco en sí mismas.

Para que se conviertan en un “producto” aceptable, piensan ellos, deben ser tamizadas a través del filtro de la razón. Es así como se llega al síndrome de desconexión emocional.

Casi todas las personas pasan por algún momento en que necesitan reducir lo que sienten, porque la intensidad de ello es inabordable o porque hay agotamiento emocional. Esto es completamente normal.

Solo se habla de síndrome de desconexión emocional cuando esos estados se vuelven más o menos permanentes durante un largo periodo de tiempo.

“La felicidad proviene de la capacidad de sentir profundamente, de disfrutar simplemente, de pensar libremente, de arriesgar la vida, de ser necesitado”.
-Storm Jameson-

Características del síndrome de desconexión emocional

La principal característica del síndrome de desconexión emocional es el aislamiento. Ojo, porque en este caso no se trata necesariamente de aislamiento social. De hecho, muchas personas que encajan con este cuadro son muy activas socialmente y esa es precisamente su estrategia para aislarse: estar con muchas personas sin estrechar los lazos con ninguna.

El aislamiento en este caso tiene que ver con una modalidad de ruptura emocional con el entorno. No se siente afecto por nadie en particular o se rechaza ese afecto si surge. Esto ocurre también con las propias emociones: no se les da valor, se minimizan o se hace lo que sea necesario para asfixiarlas. La consigna, no siempre consciente, es la de no sentir.

Algunos rasgos que identifican al síndrome de desconexión emocional son los siguientes:
  • Evitar hablar de las emociones. En particular, de las emociones que suponen algún grado de vulnerabilidad.
  • Incapacidad para experimentar intensidad emocional. En este caso, también se rechazan las emociones intensas, tanto en la persona misma, como en los demás.
  • Dificultad para sentir empatía. La persona no cree que las emociones de los demás sean valiosas, ni piensa que haya algo que comprender en ellas.
  • Extrema racionalidad. Se exalta continuamente el valor de la razón y se busca llevar todo al terreno del pensamiento.
  • Dificultad para establecer relaciones profundas. Las relaciones con los demás se caracterizan por su intrascendencia.
  • Autopercepción confusa. En estos casos resulta muy difícil identificar las emociones propias y se experimenta el mundo interno como si estuviese adormecido o aturdido.
 
Un mecanismo de defensa

En la mayoría de los casos, el síndrome de desconexión emocional obedece a experiencias negativas o traumáticas que se evaden. La persona opta por emplear estrategias de negación, represión o bloqueo ante lo que nace en el mundo emocional. Lo que teme es pasar de nuevo por una experiencia de sufrimiento y ha decidido cortar esa posibilidad de raíz, impidiéndose sentir.

No es raro que este síndrome también aparezca en quienes han sido objeto de un trato desconsiderado de forma sistemática. Quizás no tengan una experiencia grave en particular, pero el maltrato o la indiferencia diarios les han llevado a sus propias emociones. En realidad, no es que no quieran sentir, sino que no quieren sufrir.

La gran contradicción en todo esto es que negarse a sentir da origen a una enorme fuente de sufrimiento. Quien toma esa decisión (casi siempre sin darse cuenta) se priva de la intimidad. Esta es uno de los principales activadores de la felicidad. Lo usual es que quienes se niegan a sentir, experimenten un vacío profundo y un sentimiento de soledad encubierto.

El valor de las emociones

Las emociones son las señales más genuinas de lo que ocurre en el interior de cada ser humano. Si aparece el miedo, significa que hay algún factor que se percibe como amenaza. Si hay ira, implica que experimentamos frustración por algo, o que se activó nuestro sentido natural de defensa. Si hay afecto, esto supone que hemos construido una identidad subjetiva con alguien más.

Las emociones no hacen a nadie débil, sino todo lo contrario: entregan trazas de identidad, expresiones del ser y partiendo de ellas se puede construir la comprensión y reafirmación de lo que somos. Lo que sí puede debilitar es el manejo que se le da a esas emociones. Tergiversarlas, negarlas o inhibirlas, provoca una desfiguración del ser.

El aislamiento emocional no es un material con el que se construyan vidas felices. Con frecuencia, lleva a la confusión y a la indiferencia frente a todo. Es terreno fértil para que crezca el hastío y palidezca el deseo de vivir. Por eso, ante el síndrome de desconexión emocional, lo más eficaz es solicitar ayuda profesional.

Edith Sánchez

miércoles, marzo 25, 2020

La bella metáfora de la libélula y los ciclos de la vida

La metáfora de la libélula es un recurso simbólico muy interesante para entender los ciclos vitales. A veces, resulta de gran utilidad este tipo de referencias en las que se entremezcla lo literario con lo místico, lo antropológico con la indudable fuerza que tienen algunos seres del mundo natural.

 
 
Lobos, gatos, mariposas, elefantes… Los animales y sus atributos siempre nos ofrecen buenas lecciones que pueden servirnos de inspiración.

La libélula es uno de ellos. Tradicionalmente, se alza como un tótem que engloba dos procesos básicos: adaptabilidad y transformación. Este insecto siempre ha llamado la atención del ser humano por ser una criatura que pertenece a tres de las esferas de este mundo: tierra, agua y aire.

Sus procesos de transformación, desde que es una ninfa hasta que se convierte en libélula, le llevan a estar en contacto con esos escenarios esenciales de la propia naturaleza.

Es una criatura de gran belleza y fragilidad que pertenece a este planeta desde mucho antes que nosotros apareciéramos como especie. De hecho, y como curiosidad, sabemos que ya había libélulas en el periodo del Carbonífero (hace más de 300 millones de años). Pero eran, eso sí, algo diferentes: tenían una gran envergadura y sus alas alcanzaban los 90 cm.

Ese gigantismo se redujo de manera notable hasta tal y como las conocemos ahora. Son criaturas etéreas y casi mágicas que bordean cualquier zona donde haya agua y de las que podemos aprender diversas enseñanzas.

«Las libélulas son recordatorios de que somos luz. Todos podemos reflejarla y ofrecerla a los demás de manera poderosa si decidimos hacerlo».
–Robyn Nola- 
 
La metáfora de la libélula: cambios, adaptación y avances

Los anisópteros o libélulas son uno de los insectos más fascinantes del reino de los invertebrados. Son increíblemente rápidas, pueden alcanzar de hecho los 85 km/h. Uno de los aspectos más atractivos para los científicos y curiosos sobre ellas son sus ojos.

Tienen cerca de 30.000 facetas hexagonales y cada una dispone de su propio cristalino y retina. Todo ello con una finalidad: dotarle de una de las visiones más perfectas de la naturaleza, esa con la que ver de un solo vistazo los 360º de su entorno en todo momento.

Ahora bien, más allá de su anatomía, de sus llamativos colores o su vuelo extraordinario, está su simbolismo. La metáfora de la libélula se arraiga en múltiples culturas, las mismas que han observado en su ciclo de vida, una semejanza a nuestra propia existencia. Analicémosla en detalle.
 
Una vida de transformaciones

La libélula tiene un ciclo de vida muy particular. Pasa por tres fases muy concretas en su metamorfosis, las cuales van desde que eclosiona de un huevo, pasando por la fase de ninfa hasta que se convierte en una espectacular libélula. Ese viaje dura entre 3 y 6 años, pero curiosamente la etapa más corta es esta última.

Su etapa como libélula dura apenas unas pocas semanas. La gran parte de su existencia la pasa siendo una criatura del agua, una ninfa que respira por medio de branquias y se alimenta de gusanos y renacuajos. Más tarde, empieza a transformarse, y ese viaje de cambios le obliga a experimentar unas 15 mudas de piel hasta que emergen las alas.

Tanto las libélulas como nosotros mismos nos adaptamos a ese viaje vital de cambios donde casi nada es estático. Ellas entienden que, para sobrevivir en cualquier medio, hay que cambiar, mudar pieles, dejar ir viejas formas. Solo entonces lograremos ser aquello que siempre ha estado en nuestro interior y con lo que soñamos. 

Vivir el día a día al máximo

La metáfora de la libélula nos enseña una valiosa lección. La necesidad de aprovechar el día a día al máximo. Cuando la ninfa muda su última piel y emergen las alas es consciente de que su existencia será efímera. Es momento entonces de abrazarse al viento, de viajar, de explorar, de conocer un mundo muy alejado de su anterior zona de confort: el agua.

También nosotros debemos ser capaces de apreciar la vida con la misma pasión y delicadeza. 
 
La metáfora de la libélula: el equilibrio

A lo largo del tiempo hay algo que ha fascinado a casi cualquier cultura sobre estos invertebrados: sus alas. Además de sus tonalidades, de sus juegos cromáticos y destellos, llama la atención sus afinadas maniobras de vuelo. Las libélulas son poderosas y elegantes en el aire a pesar de haber pasado gran parte de su vida en el agua.

Como curiosidad, baten sus alas unas 30 veces por minuto (a diferencia de los mosquitos que lo hacen unas 600 veces). Tienen 20 veces más fuerza en sus alas que otros insectos y sus maniobras de vuelo son muy llamativas y precisas.

Japón es una de las culturas que más venera a este insecto porque, para ellos, simboliza precisamente el equilibrio en la vida.
 
El viaje final al más allá

Para los nativos americanos, la metáfora de la libélula representa un espíritu guía. Para ellos, este invertebrado recuerda el viaje final de todo ser humano, ese donde después de una larga vida dejamos el mundo de la tierra y del agua para ser una criatura del aire. Un ser alado que asciende finalmente a esa otra esfera donde convertirnos en espíritus, en almas libres.

Son como vemos, conceptos interesantes y evocadores. Significados donde se trenza lo simbólico, la magia del mundo animal y esas culturas que ven en la naturaleza, un espejo donde vernos reflejados. Vale la pena tenerlo en cuenta.

Valeria Sabater

martes, marzo 24, 2020

¿Qué implica el respeto en una relación?

A nivel teórico, todos concordamos en que el respeto en una relación es fundamental. Sin embargo, en el transcurso de nuestras propias relaciones muchas veces pasamos por alto comportamientos que resultan completamente nocivos.

 
 
Tal vez sea porque el apego hacia nuestro compañero nos impide ver la realidad o quizás es que no nos hemos detenido a pensar en todo lo que implica respetar al otro. En cualquier caso, con frecuencia somos receptores o ejecutores de acciones que desprenden una falta de respeto hacia la persona con quien compartimos la vida.

Te invitamos a reflexionar y comprender qué implica esta actitud en el trato diario. Y a recordar que, sin respeto, no existe el amor. Al menos no uno saludable.

¿Qué implica el respeto en una relación?
 
Te respeto como ser humano

Este es el nivel más básico que debe estar presente en todas nuestras interacciones sociales. Incluye tratar al otro con la educación y consideración que todo ser humano merece.

A ninguno se nos ocurre gritar, insultar o agredir a nuestros compañeros de trabajo o al dependiente de una tienda. Sin embargo, cuando estamos en pareja muchas veces nos concedemos la licencia de aplicar estas conductas.

El exceso de confianza en ningún caso justifica el uso de la violencia física o verbal. No es lícito bajo ninguna circunstancia, levantar la voz o humillar a otra persona. Menos aún si se trata del ser que más amamos. No caigamos en el error de normalizar estos actos como parte de la dinámica de las relaciones de pareja, pues no son más que faltas de respeto.
 
Respeto tu personalidad

Un buen amor no se compone de dos personas iguales, sino de dos individuos que comprenden y respetan sus diferencias. Son muchos los que, cuando ya llevan un tiempo en pareja, comienzan a tratar de cambiar los gustos, las opiniones o la forma de ser del otro. Sin darse cuenta de que, así, no están respetando su esencia.

Cuando conociste a tu pareja te enamoraste, precisamente, de esas cualidades que la hacen única. ¿Por qué, entonces, querer ahora cambiar lo que es? Cada persona tiene derecho a desarrollar sus propias preferencias, pensamientos y aficiones y a mantenerlos cuando entra en una relación.

El objetivo no es la simbiosis, no hay necesidad de fusionarse y convertirse en un único ser indiferenciado. Resulta mucho más sano y enriquecedor admirar a tu compañero por lo que es, compartir y aprender uno del otro. 
 
Respeto tus emociones

Este es uno de los aspectos que con más frecuencia pasamos por alto. Cuando mantenemos una relación con otra persona, adquirimos la responsabilidad y el compromiso de cuidar sus emociones.

Cada persona es responsable de su propia felicidad y bienestar. Pero, en la medida en que nos vinculamos con otros, hemos de aprender a comprender y respetar su forma de sentir.

Puede que uno de los miembros de la pareja sea más sensible y el otro más frío. Que uno sea más inquisitivo y el otro tenga una mayor tendencia a evitar el conflicto. Que uno sea más proclive al diálogo y el otro necesite reflexionar a solas. Estas diferencias pueden generar problemas si no se respeta el estilo del otro.

Ambos deben colaborar para encontrar un punto emocional común. La persona inquisitiva debe respetar la necesidad del otro de encontrarse a solas tras un conflicto. Pero, del mismo modo, la persona fría o esquiva debe comprender que el diálogo es esencial.

En cualquier caso, es necesario aceptar el estilo emocional del otro. Es imprescindible validar las emociones de la pareja y tratar de ser empáticos incluso en momentos de crisis.

El entorno como elemento fundamental del respeto en una relación

Por último, hay que comprender que quien trata de aislarte de las personas que te quieren, te está faltando al respeto. Tu familia y tus amistades forman una parte importante de tu identidad. Te proporcionan soporte, apoyo, comprensión y salud. Y, por ello, tu pareja debe respetarlos y respetar tu relación con ellos.

No es necesario que se agraden, que se lleven bien, pues esto es algo incontrolable. Pero sí es imprescindible que exista respeto por ambas partes.

Una pareja que insulta y critica a tus seres queridos, que trata de alejarte de ellos, es peligrosa. Así, es necesario hacer un esfuerzo por comprender a las personas que son importantes para nuestro compañero.

Elena Sanz

lunes, marzo 23, 2020

El Significado Profundo del Coronavirus

Las últimas semanas, y especialmente los últimos días, muchos de nosotros estamos viviendo momentos de intranquilidad y preocupación respecto a la situación global que nos envuelve.
La gran mayoría de personas con inquietudes espirituales somos más o menos conscientes de que un punto clave en este momento es mantener nuestra vibración alta. Y es hermoso ver cómo, cada uno a su manera, lo estamos haciendo.


Pero aun así, muchos sentimos también la necesidad de una mayor comprensión de por qué está sucediendo esto.
Esta mañana he recibido un correo de una persona que me preguntaba mi opinión al respecto. Y justo mientras estaba respondiendo que aún no lo tenía claro, empezó a llegar un mensaje, que es el que comparto aquí ahora.
Es un mensaje canalizado, como otros que he ido publicando otras veces.
Como te digo siempre en estas ocasiones, no tengo un nombre para la entidad que lo transmite. Solo sé que viene de nuestro hogar, y que nos ama profundamente.
Espero que te llegue toda su luz y su amor.

Saludos desde tu hogar

Saludos querido, somos tus hermanos de luz. Y estamos ahora reunidos, muy centrados en lo que está pasando en el planeta.
Es un momento muy especial el que estáis viviendo. Pero también es delicado. Y lo sabemos.
Nunca antes habíais vivido algo así. Habéis vivido muchas crisis anteriormente, pero ninguna tan global, que os afectara a todos.
Aquí no hay fronteras ni clases sociales. Os afecta a todos.
Enseguida entraremos en el tema en cuestión, y hablaremos de por qué se ha producido esta situación. Pero antes nos tomaremos unos momentos para preparar la energía.
Esta no es una conversación normal, y es importante que lo tengas muy presente.
No es un texto normal.
No es un artículo cualquiera que estás leyendo en un periódico.
Es un mensaje del hogar.
Y necesitamos que sientas esta energía antes de continuar.
¿Puedes sentirla?
Estamos aquí ahora. Y somos muchos. Muchos más de los que normalmente nos reunimos en comunicaciones de este tipo.
El momento lo requiere.
Os hablaremos desde el profundo amor que sentimos por vosotros. Pero también con un cierto punto de seriedad.
No corréis ningún peligro, así que no hay que alarmarse.
Pero tú eres un trabajador de la luz.
Y tu luz ahora mismo es muy necesaria.

El Significado Profundo de la Situación que Estáis Viviendo

En primer lugar, queremos haceros notar que este situación que se ha producido tiene un equilibro muy importante.
Por un lado, no es tan grave como para que tengáis que preocuparos excesivamente. La humanidad como conjunto no corre ningún peligro.
Pero, al mismo tiempo, es lo suficientemente seria como para que no podáis pasarla por alto.
Esto indica la energía principal de este suceso: no debéis asustaros, pero sí prestarle atención.
Y debéis prestarle atención porque tiene varios mensajes para vosotros. Muchos de ellos son individuales, y los iréis descubriendo por el camino.
Pero hay dos que son importantes a nivel global. Y tienen un gran significado para todos.
El primero tiene que ver con la economía.
Vuestro sistema económico actual está basado en el consumo. Es decir, solo intercambiáis dinero entre vosotros cuando consumís algo, ya sea un producto o un servicio. Y esto hace que el sistema sea muy débil, porque si se detiene el consumo, por el motivo que sea, se detiene el intercambio y el sistema se colapsa.
Durante mucho tiempo, muchas personas han pensado que el origen del problema está en el dinero. Pero no es así. El dinero no es ningún problema.
El dinero, en el fondo, es amor.
Fíjate en una cosa. ¿Cómo te sientes cuando ganas dinero? ¿Cómo te sientes cuando miras tu cuenta corriente y ves que ha habido un ingreso?
Te sientes bien, ¿verdad?
Porque sabes que con ese dinero podrás vivir más tranquilo y hacer cosas que te gustan.
Pues esto que sientes tú, lo sienten también los demás.
Es decir, el intercambio de dinero no es malo. No es ningún problema. Al contrario, genera felicidad.
El problema es que solo intercambiéis dinero cuando hay consumo.
Los próximos días y semanas, hasta que pase este proceso, el consumo se va a reducir: iréis menos al cine y a los restaurantes, llamaréis menos a los electricistas, viajaréis menos…
Como consecuencia de esto, en principio intercambiaréis menos dinero. Y, también en principio, esto debería hacer que el sistema económico entre en recesión, creando dolor y sufrimiento.
Pero no tiene por qué ser así. No tiene por qué pasar esto si le ponéis remedio.
Vuestro sistema actual necesita que fluya el dinero, no que fluya el consumo.
Y aquí llega una gran pregunta que debéis haceros: ¿podéis hacer que fluya el dinero aunque se reduzca el consumo?
Es decir, ¿podéis daros dinero los unos a los otros a cambio de nada? Para evitar que la economía decaiga y que muchos sufran, ¿podéis seguir dando dinero a cambio de servicios que no recibiréis?
Por supuesto, no estamos hablando de hacerlo todo gratis ni de dar todo lo que tenéis. Pero sí de dar una pequeña parte para facilitar que la abundancia no se estanque.
Si estás apuntado a clases de yoga, por ejemplo, puedes seguir pagando aunque no vayas durante unas semanas.
Si sueles ir a un restaurante de vez en cuando y ahora dejas de ir, puedes intentar que algo de tu dinero les llegue igualmente.
Los humanos sois tremendamente creativos. Seguro que se os ocurrirán muchas maneras de hacerlo.
Ten en cuenta que si no hubiera pasado lo que está pasando, este dinero te lo hubieras gastado, así que te lo puedes permitir.
Si lo conseguís, vuestro sistema económico se fortalecerá enormemente, ya que en cualquier momento podréis reducir el ritmo de trabajo sin que el sistema se vea afectado.
Quizás parece una idea demasiado revolucionaria y poco realista, pero estáis más preparados de lo que parece.
Es el momento de plantar la semilla de un nuevo sistema económico.
Hace tiempo que sois conscientes de la importancia del amor incondicional.
Ha llegado la hora del dinero incondicional.

Tu Papel Individual en Todo Esto

El primer mensaje que la situación actual tiene para vosotros es que necesitáis un nuevo sistema económico que permita que la abundancia fluya sin una dependencia tan grande del consumo.
Tenéis que encontrar la manera de daros dinero los unos a los otros, y que llegue a todo el mundo, tanto en momentos de consumo alto como en momentos de consumo bajo.
El segundo mensaje, en cambio, es más personal. Tiene que ver con el papel que tú tienes en todo esto.
Todos sois conscientes de que en el mundo hay muchos retos pendientes: hambre, guerras, dolor… Pero la mayoría no estáis demasiado implicados en resolverlos.
No lo decimos para juzgaros, en absoluto. Es normal que sea así. Muchos de ellos os quedan muy lejos.
Pero ahora ha llegado el momento de que os impliquéis más.
Los retos de la humanidad no tienen que resolverlos los políticos y los ricos. Tenéis que resolverlos entre todos.
Por esto se ha dado ahora esta situación global.
Ya no podéis seguir como si no fuera con vosotros. No podéis mirar a otro lado esperando que otro lo resuelva. Tenéis que participar y poner de vuestra parte.
Cada uno a su manera, pero todos tenéis que participar.
Aunque parezca lo contrario, no hay ni un solo ser humano que sea más poderoso que otro.
Los que se sientan en sillas de cuero en edificios altos no son más poderosos que tú.
No esperes que ellos lo resuelvan.
Es momento de ponerte en pie y usar tu poder.
Con todo nuestro amor,
Tus hermanos de luz

www.jananguita.es

lunes, marzo 16, 2020

3 tipos de ocio reparadores

Muchas personas piensan que la palabra ocio es un sinónimo de pasividad, inactividad o nula productividad. Esta ideas son equivocadas, ya que existen muchos tipos de ocio. En segundo lugar, conviene señalar que, incluso si hablásemos de una pasividad completa, esto tampoco tendrían nada de malo.

 
 
El hecho de no hacer nada o de disponer de tiempo para dedicárselo a actividades que no son útiles en términos de producción económica no solo es un derecho, sino que es necesario para mantener el equilibrio físico y emocional. Aun así, algunos tipos de ocio son más enriquecedores que otros.

Por desgracia, son muchas las personas que rechazan la idea de no estar ocupadas en algo. Incluso pueden llegar a sentirse inquietos o aburridas si no hacen algo que sea considerado útil. Esto es más fruto de la angustia contemporánea que de un excesivo sentido de responsabilidad. Veamos cuáles son lo tipos de ocio reparadores y por qué son importantes.

“Los ratos de ocio son la mejor de todas las adquisiciones”.
-Sócrates-

1. Paliativo, uno de los tipos de ocio reparadores

El paliativo es uno de los tipos de ocio reparadores, pues, como su nombre lo indica, cumple con la función de ayudar a aliviar los efectos de un factor negativo. Se trata de un tipo de descanso destinado específicamente a reequilibrarnos y reducir el impacto de algún estado difícil, como el estrés, la presión, etc.

El ocio paliativo implica el desarrollo de actividades puntualmente destinadas a aliviar alguna forma de sufrimiento emocional. Se incluyen allí actividades tales como los diferentes tipos de ejercicio físico. Los deportes, las caminatas o actividades similares tienen ese efecto de alivio.

También comprenden las diferentes prácticas de meditación, los retiros de silencio, los viajes de retiro, etc. El objetivo principal es crear las condiciones para que se logren asimilar y disipar las sensaciones, las ideas o los sentimientos que originan malestar.
 
2. El ocio anímico

El segundo de los tipos de ocio reparadores es el ocio anímico. En este caso, el propósito ya no es exactamente el de buscar el equilibrio interno, sino el de adoptar un mejor estado de ánimo. Tiene que ver con actividades como ver una película cómica o asistir a un espectáculo divertido.

Dentro del ocio anímico se ubican también las terapias en grupo, los grupos de autoayuda y las diferentes actividades creativas, que se realizan porque nos producen una satisfacción especial y tienen el potencial para hacernos sentir mejor.

El ocio anímico nos ayuda a disfrutar más intensamente de la vida. Es un tiempo libre que se dedica al gozo y a la satisfacción. Resulta particularmente enriquecedor cuando nos sentimos algo agobiados por la rutina o enfrentamos una situación compleja que no se ha salido de las manos, pero es difícil de sobrellevar. En esos casos, el cambio en el estado de ánimo ayuda a apreciar las cosas desde una perspectiva más alentadora y renueva energías.
 
3. El ocio social

El ocio social corresponde a todas esas actividades que están dedicadas específicamente a disfrutar de la compañía de otras personas. En este caso, el énfasis no está en la actividad que se realice como tal, sino en las personas con quienes se lleva a cabo.

El social es uno de los tipos de ocio reparador que ayuda a salir de nuestro propio mundo para ir al de los demás. De lo que se trata aquí es de compartir momentos, poniendo especial atención a las personas con quienes lo hacemos. Es decir que el interés debe enfocarse plenamente hacia ese otro.

En esencia, corresponde a actividades como conversar, salir a tomar una copa con amigos, ir a una reunión, etc. Lo importante es que el objetivo central sea compartir. Esto quiere decir que no caben aquí actividades que tengan un propósito adicional, como obtener alguna ayuda, o pulir la imagen social, etc.

La importancia del ocio

Todos los tipos de ocio son importantes, porque son la pausa que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan para poder funcionar. Hay muchos problemas graves que solo se logran resolver si nos damos una pausa y dejamos de pensar en ellos.

Así mismo, todos los tipos de ocio son una forma de proteger la salud. Si no dejamos un espacio para la pausa y nos dedicamos exclusivamente a actividades utilitarias o que implican algún compromiso, llega un punto en el que nos invade el estrés y esto trae consecuencias impredecibles.

Los ocios reparadores cumplen con el papel de renovarnos. También, por supuesto, están esos ratos de ocio en los que simplemente queremos pasar el momento sin hacer nada trascendente. No solo es válido, sino que también es necesario tener espacios de esa naturaleza. Es muy habitual que esos ratos se conviertan en el espacio para incubar nuestras mejores ideas y nuestros logros más grandes.

Edith Sánchez

domingo, marzo 15, 2020

En busca de una mentalidad emocionalmente saludable ¿en qué consiste?

Mentalidad de éxito, mentalidad de crecimiento o estancamiento, mentalidades líquidas o rígidas… Son muchas las formas en que usamos y aplicamos este término y, todas ellas, parten de una misma esencia: definen nuestro modo de actuar partiendo de un enfoque mental. Ahora bien, entre esa amplia variedad solo una es prioritaria para nuestro bienestar: la mentalidad emocionalmente saludable.

 
 
La gran mayoría de la población ha oído hablar alguna vez de la Inteligencia Emocional. Una capacidad para entender, controlar y manejar los estados emocionales que nos permite adaptarnos mejor, relacionarnos de manera más efectiva y ganar en felicidad y éxito personal.

¿En qué se diferencia por tanto la «inteligencia emocional» de la «mentalidad emocional»? En realidad, más que una distinción es un complemento, una herramienta, un recurso más de vida. Es un enfoque mental con el que hacer siempre de las emociones nuestras mejores aliadas y, poder así, dar forma a pensamientos y comportamientos más ajustados, más acertados.

De este modo, y más allá de la clásica mentalidad que busca tener éxito o que se esfuerza por ver siempre el lado bueno de las cosas, está quien atiende el equilibrio de sus emociones. Está la persona que entiende que una mente que mira el mundo con calma y confianza responde mucho mejor a los desafíos. 
 
Las claves de la mentalidad emocionalmente saludable

La forma en que elegimos enfocar nuestra atención hacia cada cosa que sucede tanto fuera de nosotros como en el propio interior afecta de manera directa nuestro bienestar. Hacerlo con calma, con empatía, aprecio y mediante las gafas de las emociones positivas, hará que nuestra mentalidad sea nuestra aliada, ese puente directo hacia la felicidad.

Ahora bien, lograr esto no es precisamente fácil, no, si el propio enfoque mental lleva bastante tiempo actuando como nuestro peor enemigo… Debemos entender que nada es tan complejo como eso a lo que llamamos precisamente «mentalidad». Este constructo psicológico se nutre de cada una de nuestras creencias, sean lógicas o no.

También, de cada opinión instalada, de cada costumbre y experiencia vivida o de cada hábito. Y lo que es aún más importante: toda mentalidad determina el comportamiento. Algo así hace, por ejemplo, que digamos a veces aquello de que «tal o cual persona tiene una mentalidad de un niño de tres años». Lo hacemos al evaluar su modo de actuar o reaccionar ante las cosas.

No obstante, algo que debemos entender es que el universo emocional también determina, esculpe y dibuja nuestra mentalidad. De esta manera, alguien que se deja llevar por los impulsos o por el pinchazo de la ira, actuará de manera precipitada y desacertada. La mentalidad emocionalmente saludable nos ayuda a pensar y a actuar mejor. Veamos como trabajarla, cómo poder entrenarla en el día a día. 
 
Una mente donde reina la autoconfianza y la autoestima es una mente feliz

Una mentalidad emocionalmente saludable parte siempre de un tendón psicológico: la autoestima. Sin ella, el flujo de nuestros pensamientos, enfoques, interpretaciones y comportamientos se debilita, se vuelve yermo, falto de impulso y resolución. Porque quien no se aprecia hace de sus ideas e interpretaciones sus peores enemigas.

Por tanto, para que nuestra mentalidad sea emocionalmente saludable, debemos atender nuestra autoestima y también la autoconfianza. Gracias a estas dos «lentes» nuestro universo mental será más positivo, curioso y confiado para relacionarse con el mundo y posicionarnos en él.
 
Las emociones deben ser nuestras aliadas para favorecer la flexibilidad mental

Un enfoque flexible nos permite adaptarnos mejor a los cambios, al mismo tiempo que nos dota de recursos para manejar las dificultades y responder de manera creativa a los problemas. A su vez, esa flexibilidad en nuestro enfoque mental, facilita y mejora nuestras relaciones al ayudarnos a aceptar a los demás tal y como son.

Una clave de la mentalidad emocionalmente saludable es la flexibilidad cognitiva. Esta parte de las siguientes estrategias:
  • Saber entender las propias emociones.
  • Vencer resistencias, esas que construye el miedo, la incertidumbre o el temor al cambio.
  • A su vez, solo lograremos ser flexibles mentalmente si controlamos la impulsividad y si nos atrevemos a dejar atrás, esquemas de pensamiento rígidos y caducos. Algo así exige, a su vez, aferrarnos a las emociones positivas, a la confianza, a la idea de que, aunque todo cambio genere miedo, es necesario sobrellevarlo para seguir avanzando. 
 
La mentalidad emocionalmente saludable: acéptate sin enjuiciarte

Una mentalidad emocionalmente saludable demanda calma interna. En ese palacio mental donde transitan los pensamientos es mejor apagar el ruido de la preocupación, de ese diálogo interno que nos enjuicia, que nos pisotea y duda de nosotros. Esa voz que devora la calma, nos turba emocionalmente y provoca que pensemos y actuemos de manera desacertada.

Es momento de hacer cambios, de lograr que nuestra mentalidad sea más sana, relajada y lo que es más importante, que actúe como nuestra aliada. Para ello es necesario que dejemos de criticarnos y que practiquemos la autoaceptación. Deberíamos mirar a nuestro ser interior con mayor apertura y aceptación, porque algo así aporta equilibro y satisfacción.

Para concluir, tal y como podemos ver la Inteligencia Emocional también se sirve de nuestra mentalidad para orquestar el bienestar y la felicidad personal. Ese enfoque interno es el que encuadra la vida, el que nos pone alas o bien, grilletes y cadenas a nuestro desarrollo. Por tanto, procuremos cuidar de esta dimensión y considerar, si fuera necesario, hacer más de algún cambio.

Valeria Sabater

sábado, marzo 14, 2020

Cómo reprogramar tu mente mientras duermes

Todos contamos con aspectos de nuestra vida o de nuestra personalidad que deseamos mejorar o modificar. Tal vez nos gustaría ser menos tímidos, más felices o encontrar un mejor trabajo. Sin embargo, aunque tenemos una clara intención, no sabemos cómo llevar a cabo este proceso. Por ello, en este artículo descubrirás cómo reprogramar tu mente mientras duermes para lograr los cambios que deseas.

 
 
Y es que, si lo piensas, pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. Este gran espacio de tiempo, en apariencia desaprovechado, nos abre una ventana a modificar las creencias y patrones que dirigen nuestra realidad. Está establecido que nuestra mente inconsciente procesa alrededor del 95 % de la información que recibimos, siendo responsable también de la mayoría de nuestras decisiones.

Así, por mucho que de manera consciente deseemos una relación saludable, si en el interior no nos sentimos dignos ni merecedores de tenerla, seguiremos estableciendo vínculos dañinos y carentes de respeto. Por más que tratemos de hacer bien nuestro trabajo o de ser sociables, si en nuestro inconsciente vive la creencia de que somos torpes y poco válidos, esto es lo que se terminará reflejando.

Sabiendo entonces la gran influencia que ejerce esta parte oculta de nuestra psique, es lógico enfocarnos en modificar lo que en ella subyace. Y el sueño es el momento idóneo para hacerlo. Ya que mientras dormimos (e incluso en los periodos de transición entre el sueño y la vigilia), nuestras barreras mentales bajan y nuestra mente inconsciente se vuelve mucho más permeable a la información que queramos darle.

¿Cómo reprogramar tu mente mientras duermes?
 
Estado emocional positivo

Con frecuencia, tenemos la mala costumbre de dedicar el momento antes de dormir a repasar todos los errores que cometimos durante el día o a enumerar todas las preocupaciones sobre el futuro. De forma casi incontrolable, estos pensamientos negativos llenan nuestra mente, generándonos ansiedad e incluso provocándonos insomnio en muchas ocasiones.

Hemos de considerar que, durante el sueño, nuestra mente se centrará en aquellos pensamientos y emociones que hemos mantenido durante nuestros últimos momentos de vigilia. Por ello, hagamos el esfuerzo consciente de recordar antes de dormir todas las vivencias positivas de nuestro día.

Dediquemos estos instantes a agradecer y a sentirnos afortunados y en paz. De esta manera, estaremos alimentando al inconsciente con un combustible positivo que se irá integrando en él durante las siguientes ocho horas. 

Afirmaciones para reprogramar tu mente mientras duermes

Un ejercicio de gran valor para lograr el cambio son las afirmaciones. Basta con escribir una serie de frases que designen aquella realidad que deseas lograr y repetirlas en voz alta cada noche, justo antes de quedarte dormido. Estas deben estar escritas en positivo y en presente, como si ya fueran un hecho.

Por ejemplo, si deseas reducir tu timidez, escribe: «me siento muy seguro de mí mismo, siempre actúo con confianza».

La repetición irá modificando las creencias arraigadas, sustituyéndolas por estas que deseas implantar. Y, además, al hacerlo en el momento de la transición de la vigilia al sueño, el proceso será mucho más sencillo y efectivo.

Visualización creativa

Otra gran herramienta para reprogramar tu mente mientras duermes es la visualización. La misma consiste en imaginar de forma vívida y detallada los eventos que deseas experimentar. Imagínalos en primera persona, como si ya los estuvieras viviendo. Por ejemplo, si deseas encontrar un empleo, visualízate sentado en la mesa de tu oficina, trabajando y charlando con los compañeros. Siente las emociones que esta vivencia te genera.

La clave de esta técnica consiste en que estás programando tu cerebro para detectar las oportunidades que buscas y tomarlas. ¿No te ha ocurrido que cuando piensas en coches amarillos te resulta mucho más sencillo encontrarlos por la calle o que, cuando te sientes solo porque acabas de terminar una relación, parece que todo lo que ves son parejas felices?

Tu cerebro identifica mucho más fácilmente aquello en lo que pones tu energía mental. Por ello, al visualizarte cada noche en tu empleo deseado, estarás en la mejor posición para hallar las oportunidades que se le asemejen.

En definitiva, el sueño es un periodo de excepcional relevancia que podemos utilizar a nuestro favor para modificar nuestra programación interior de creencias. Cuida lo que piensas, sientes y dices antes de dormir porque en eso trabajará tu inconsciente mientras duermes.

Elena Sanz

viernes, marzo 13, 2020

El contacto 0 en las relaciones tóxicas

El contacto 0 es la forma más efectiva de romper con una relación tóxica. Cuando hablamos de pareja tóxica, hacemos referencia a un tipo de relación donde existe una ausencia de los pilares que sustentan a la pareja sana, como el respeto, la confianza y la buena comunicación. Cuando no existen esos pilares, se genera malestar en las personas que viven en ella.

 
 
Además, en las relaciones tóxicas se produce dependencia emocional entre los miembros. Esta dependencia conlleva que se siga manteniendo la relación a pesar de sus inconvenientes.

Silvia Congost, especialista en dependencia emocional y autora del libro Cuando amar demasiado es depender destaca la importancia de recordar que: dependencia = necesidad. Y, por lo tanto, necesitar = tóxico.

Las parejas prisioneras de una dependencia emocional muy alta tarde o temprano terminan dando lugar a una relación tóxica. Es fundamental el contacto 0 para romper el vínculo insano (tóxico), tal y como afirma la experta. Hablamos sobre ello.

«No se ama porque sí, y si la relación no nos aporta lo que buscamos, dejamos de amar. Si a pesar de ello, sentimos que seguimos allí porque amamos demasiado, no lo olvidemos, eso no es amor, es dependencia emocional».
-Silvia Congost-

Relaciones tóxicas y dependencia emocional

Detrás de un vínculo tóxico en una relación también existe dependencia emocional con la pareja. Eso sí, queremos señalar que no todas las dependencias emocionales son perjudiciales.

Las relaciones sanas cuentan con un cierto grado de dependencia que surge naturalmente de tener ganas de pasar el tiempo cerca de esa persona, las cuales están basadas en emociones positivas (comunicación, proyectos en común, planes…).

Cuando la dependencia se torna patológica, sucede que el dependiente emocional siente emociones negativas por privación, es decir, cuando no está con esa persona.

No poder acceder a su fuente de dependencia (la pareja) genera emociones negativas, tales como tristeza, angustia, apatía… En este estado, se tiene la sensación de no poder vivir sin esa persona, que es el centro de nuestra vida. Algunas personas experimentan ansiedad por no poder estar con la pareja.

En la dependencia emocional, la relación es tan importante que tendemos a olvidarnos de todo los demás, incluso de nosotros mismos. Por lo que las otras áreas de nuestra vida se vuelven secundarias y prescindibles en algunos casos. No podemos concebir la vida sin esa persona.

La vida es bonita con amor, pero el amor llega sanamente cuando nos sentimos bien con nosotros mismos. Es complicado tener una relación saludable si no nos hemos desarrollado previamente como personas individuales. 

El contacto 0 para liberarnos del vínculo tóxico

El contacto 0 consiste en que la persona tiene que suprimir cualquier tipo de contacto con su expareja durante un periodo de tiempo. Eso implica no solo eliminar el contacto físico, sino también la comunicación a través de redes sociales, llamadas telefónicas e incluso terceras personas.

Esto es, en el contacto 0 se rompe el contacto físico y cualquier tipo de comunicación, que incluye las redes sociales (Facebook, Instagram, Whatsapp…). Actualmente en las redes sociales se comparte bastante información personal y hacemos visible lo que hacemos en cada momento a través de estados y las «historias».

El hecho de ser partícipe de la red social de una persona sería un inconveniente para romper el vínculo tóxico, pues en cierto sentido se sigue manteniendo cierto contacto a través de las redes, aunque no sea directo.

Asimismo, romper el contacto con la expareja implica no involucrar a terceras personas que puedan hacer de «mensajeras» entre ambos miembros. Igualmente, estar constantemente hablando de esa persona tampoco es beneficioso.

Si nuestra conversación gira en torno al monotema de nuestra relación produce que sigamos «enganchados» a la expareja. No nos damos el espacio para recuperarnos de la ruptura si sólo estamos hablando de lo mismo.

Romper el contacto facilita el proceso de superación

Es recomendable que la persona se mantenga a una distancia física y emocional con la ex pareja y que exista una ausencia total de comunicación entre ellos. Esta distancia es una forma de ayudarnos a nosotros mismos a salir del bucle que se produce fruto de una relación tóxica. Es una forma de separarse y tomar distancia de lo que ocurre.

En resumen, el contacto 0 facilita el proceso de duelo y superación, genera el espacio necesario para la reflexión. A su vez, permite disfrutar nuevas experiencias y, desde luego, contribuye a romper la malsana dependencia emocional de la que necesitamos liberarnos. Cabe destacar que en algunos casos el contacto 0 es imprescindible para poder romper el vínculo, ya que sin él les resultaría imposible (o casi).

Laura Rodríguez

jueves, marzo 12, 2020

El equilibrio entre sentir y actuar: la clave para superar una ruptura

Cuando una relación de pareja termina, podemos llegar a sentir que el mundo se nos viene encima. Todos nuestros planes, ilusiones y expectativas se ven, de repente, tirados por tierra. Todo el tiempo y la energía emocional que invertimos en ese vínculo parece haber sido en vano, y nos invade una angustiosa sensación de fracaso.

 
 
No obstante, al igual que todo en la vida, se trata de una cuestión de perspectiva. En este sentido, si deseas superar el duelo, habrás de encontrar el equilibrio entre sentir y actuar.

Cuando nos vemos abocados a afrontar el fin de nuestra relación amorosa, cada uno trata de hacer aquello que conoce para sobrevivir. Nos movemos a ciegas, pataleando en un océano de dolor y confusión con el único fin de mantenernos a flote. Pero si adoptas una estrategia adecuada, una ruptura puede convertirse en un valioso recurso para tu crecimiento personal.

Sentir o actuar: los dos extremos

Existen dos actitudes principales que las personas suelen adoptar cuando terminan una relación. Ambas se encuentran en los extremos de un continuo, por lo que ninguna proporciona el equilibrio necesario para afrontar un duelo sin sufrimiento.

Hay que recalcar que el dolor siempre va a estar presente cuando se produce una pérdida importante. Pero este es diametralmente diferente del sufrimiento, que se genera por la resistencia a aceptar lo ocurrido.

En cuanto a las posiciones extremas, por un lado tenemos a aquellas personas que se centran únicamente en sus emociones. Viven con intensidad el miedo, la angustia, la decepción, la ira y el dolor. Estas sensaciones se vuelven tan intensas que ocupan su mente y paralizan su vida.

Esta carga emocional les impide continuar con sus rutinas diarias y con su autocuidado. Así, es frecuente que tiendan a permanecer encerrados, recordando y rumiando acerca de lo sucedido. Preguntándose por qué ha tenido que ocurrirles a ellos y alimentando esas emociones negativas.

En el otro extremo nos encontramos a quienes se niegan a sentir y dedican toda su energía a realizar actividades que les ayuden a evadir su mente. Son personas que se entregan a sus impulsos tras su ruptura, que recurren al alcohol u otras sustancias, y que llenan su día a día de tareas con el fin de no disponer de un solo segundo para mirar su dolor.
 
El equilibrio entre sentir y actuar

Las dos posiciones anteriores conducen al sufrimiento y ralentizan el proceso de duelo. En el primer caso, verse invadido de tal manera por las emociones conduce a la persona a olvidarse de sí misma, de sus necesidades y de la vida que tiene. En el segundo, obcecarse en ignorar las emociones no hará que desaparezcan. Por el contrario, te impedirá crecer y aprender del dolor y te llevará a actuar de forma poco saludable.

La mejor opción para superar una ruptura de pareja es encontrar un equilibrio entre sentir y actuar. Dar un espacio en cada uno de tus días para estas dos actividades.
 
Siente

Coge un cuaderno y escribe durante quince minutos cada día cómo te sientes. Plasma por escrito tus emociones, tus ilusiones rotas y tus anhelos. Saca el dolor y la decepción sin censuras, permítete sentir.

Si lo prefieres, comparte tus emociones con una persona de confianza, o simplemente reflexiona interiormente sobre ello. Lo importante es que cada día te permitas conectar con tus sentimientos, puedas aceptarlos y ver cómo evolucionan.

Actúa

Sin embargo, no te quedes estancado en el sentir. Ya has dedicado un espacio a la ventilación emocional, y ahora has de continuar con tu vida. Enfócate en ti, en tus responsabilidades, en tus metas y en tu ocio.

Cumple con tus obligaciones laborales o escolares, sal a compartir y divertirte con las personas que quieres, márcate objetivos personales y trabaja para alcanzarlos.

Habrá momentos en los que únicamente desees pasar el día entero en la cama y olvidarte del mundo. Pero aún tienes una vida que merece ser vivida. Entonces reorganiza tu armario, cambia los muebles de lugar, comienza a practicar deporte o pintura, disfruta de un libro. Haz todo aquello que te motive y te ayude a proyectarte a futuro, a no estancarte.

Es importante sentir la pérdida, darle un lugar al ser amado en nuestra historia. Igual de necesario resulta seguir construyendo, paso a paso, nuestra realidad, nuestras circunstancias presentes y futuras. La vida continúa, afortunadamente.

Elena Sanz

miércoles, marzo 11, 2020

Los verbos emocionales: ¿cómo nos pueden ayudar?

Los verbos emocionales contienen nuestros afectos, miedos, sentimientos y necesidades. Utilizarlos de manera adecuada pueden cambiar nuestra realidad personal, ayudándonos, por ejemplo, a reducir la ansiedad y mejorando la calidad de nuestras relaciones. Así, dentro de las claves de la correcta comunicación emocional, el buen uso de estos elementos es básico y esencial.

 
 
«Me siento agotado por la situación que vivo en mi trabajo, siento que estoy dando todo lo que puedo, pero no se reconoce lo que hago». «Estar contigo me hace feliz, siento que a tu lado las cosas siempre son fáciles y la vida es más apasionante». Podríamos poner mil ejemplos sobre cómo usar esos términos de nuestro lenguaje que expresan estados del ánimo, además de emociones y sentimientos.

No obstante, hay varios detalles interesantes sobre los mismos. Hay quien no los usa, quien evita en sus comunicaciones pisar el mundo de las emociones. Otros, por su parte, los usan mal al servirse de ellos para hacer daño, para vulnerar las emociones de los demás.

El lenguaje, como bien sabemos tiene poder, es el canal más significativo y valioso que tenemos para favorecer nuestras conexiones o bien para generar distancias. Profundicemos un poco más en este tema. 
 
Los verbos emocionales como reguladores de la conducta y el bienestar

Gran parte de nuestro desarrollo como personas se nutre del lenguaje. Esto lo vemos claramente en los niños y en cómo un buen estilo de comunicación, en el que no falte el afecto, el reconocimiento y la valoración, conforma en ellos la seguridad, la buena autoestima e incluso su facilidad a la hora de comunicar.

De este modo, un aspecto que a menudo descuidamos es el gran potencial que tiene la verbalización temprana de las emociones. Acercarles ya desde los tres y los cuatro años a ese universo donde los afectos y los estados de ánimo pueden quedar impresos en palabras les ayudará de manera excepcional a madurar en todos o casi todos los planos.

Así, frases como «estoy enfadado porque», «me siento asustado cuando», «estoy alegre porque», «me preocupa esto y lo otro» actúan como auténticos procesos integradores. Es decir, sus pensamientos, emociones y comunicación están en equilibrio, sintonizados, y todo ello favorece la regulación del comportamiento.

De este modo, el niño que a los 5 años ya puede decir en voz alta lo que quiere, lo que le frustra o le molesta puede evitar (o reducir) la aparición de rabietas o muchas de esas conductas que quedan fuera de lugar.

Es más, expertos en el desarrollo infantil, como el psiquiatra Daniel Stern, señalan que nada es tan importante como el lenguaje emocional en la educación de los más pequeños.

Esto determina, lo queramos o no, al adulto del mañana, ese que será capaz de reconocer sus estados internos y transmitirlos en palabras o sencillamente, proceder al bloqueo y al comportamiento desadaptado.

Ejemplo de esto último pueden ser los enfados frecuentes, los ataques de ira o esos estados de ansiedad o depresión donde hay una nula gestión de las emociones.
 
Emociones y comportamientos, lo que dice la neurociencia

El buen uso de los «verbos emocionales» no solo mejora nuestras relaciones, además, puede cambiar nuestro comportamiento. ¿De qué manera? Favoreciendo la seguridad en nosotros mismos, reduciendo las conductas agresivas, ayudándonos a integrarnos mejor en cualquier contexto.

Estudios tan interesantes como los de la doctora Jeanine Vivona nos señalan que la buena comunicación emocional, sana y mejora nuestras conductas.

Desde el campo de la neurociencia nos recuerdan que regiones como la amígdala, son el asiento de emociones tan complejas como el miedo o la rabia. Si desarrollamos un buen lenguaje emocional, fortaleceremos la conexión entre ella y la corteza prefrontal de manera que esos estados se regularán mucho mejor y nuestro comportamiento será más ajustado y menos impulsivo.

De este modo, algo que recomienda la doctora Vivona es la terapia de conversación, esa que tantos beneficios proporciona en enfoques como el cognitivo-conductual o en la terapia de aceptación y compromiso. En esos contextos, logramos ayudar a la persona a tomar conciencia de sus emociones y verbalizarlas de manera adecuada. 
 
¿Qué verbos emocionales son los que debería usar en el día a día?

No hay verbos emocionales más poderosos o recomendables que otros. Cada situación demandará el uso de unos, cada necesidad nos obliga a conjugar unos verbos en concreto. Sea como sea, reflejan eso que bombea en nuestro interior.

«Me siento enfadado y decepcionado ahora mismo porque no me has tenido en cuenta en esta decisión. Comprendo tu posición, pero… «. «Estoy orgulloso e ilusionado por lo que has logrado». «Me preocupa el modo en que estamos llevando esto, siento que podríamos dar más de nosotros mismos si nos coordináramos».

El buen uso de la comunicación emocional requiere tiempo y práctica. Aún más, requiere de nosotros cierta valentía y asertividad para entender que no basta solo con decir lo que sentimos; hay decirlo bien, con respeto y buena empatía. Por tanto, trabajemos esta herramienta de vida y de convivencia.

Valeria Sabater